EMEEQUIS.– “Me caga tu hijo, no lo soporto”, fueron los gritos de la vecina para Xareni y su hijo de seis años que padece trastorno de espectro autista.
“A él y a ti los puedo desaparecer en dos segundos” amenazó la vecina, molesta porque el pequeño la saludaba a través de la ventana cada que entraba o salía del edificio que compartían.
“Él siempre le tocaba a la venta y le decía ‘hola’, o ‘adiós’ y eso a ella le molestaba mucho. Tanto que una vez pegó en el cristal estando Dante ahí”, cuenta Xareni Maya, madre cuidadora.
Por temor a que las amenazas se convirtieran en realidad contra ella y su hijo, tuvieron que salir del edificio ubicado en la colonia Popotla en la Ciudad de México. Fueron exiliados de su hogar por violencia y tuvieron que buscar un lugar seguro, ya que las autoridades tampoco pudieron detener las agresiones por más de un año.
Al intentar presentar una denuncia ante el Ministerio Público, le dijeron a Xareni que no era posible porque no había delito que perseguir, además de que no existían pruebas suficientes para sustentar las amenazas hechas por la vecina en contra de su hijo. “Se queda como un chisme vecinal y no procede la denuncia”.
Es una de las situaciones múltiples situaciones de riesgo, violencia y discriminación a las que se enfrentan las madre cuidadoras de personas dependendientes. En la mayoría de los casos, son madres de personas con discapacidad o diversidad neuronal; pero también mujeres a cargo de hermanos, padres, abuelos que ya no pueden valerse por sí mismos.
Por una construcción cultural injusta, los cuidados tienen rostro de mujeres a las que se les adjudica las responsabilidad; sin embargo también la violencia, desamparo y falta de reconocimiento institucional.
Al intentar presentar una denuncia ante el Ministerio Público, le dijeron a Xareni que no era posible porque no había delito que perseguir. Foto: Cortesía.
DENUNCIAR LAS AGRESIONES
Tras el feminicidio de Luz Raquel Padilla Gutiérrez, madre cuidadora primaria quien fue rociada con líquido flamable y quemada en el municipio de Zapopan, Jalisco; muchas madres empezaron a reconocerse también, como víctimas de violencias y discriminación intersecional por razones de discriminación.
“Muchas de nosotras no reconocíamos que vivíamos violencias. Las habíamos normalizado”, cuenta Erika Sevilla, madre cuidadora en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga en Jalisco. Se dedica 24/7 al cuidado y protección de su hija Montse de 12 años quien tiene un diagnóstico de epilepsia fármaco dependiente.
“Empezamos a darnos cuenta que vivimos un montón de violencias. Muchas veces en las palabras, lo que creemos que es simpatía de las personas se trata de violencia. Económica, física, emocional y psicológica. Ahora nos damos cuenta que no podemos permitir que nos sigan violentando”, afirma.
Que el entorno empatice y comprenda las dificultades que enfrentan las madres cuidadoras es el reto y necesidad más importante, asegura.
Tras tres días en el hospital, Luz Raquel falleció debido a las lesiones provocadas por el fuego. Previamente había recibido amenazas de vecinos que se quejaban del ruido causado por su hijo Bruno de 11 años con diagnóstico de autismo.
Raquel había denunciado amenazas contra la dignidad de las personas y lesiones. El 6 de mayo se inició la carpeta de investigación 33632/2022; pero el Estado no hizo lo suficiente para protegerla.
Según el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, Luz Raquel contaba con medidas de protección como parte del programa “Pulso de Vida”, sin embargo mediante redes sociales ella denunció la inacción de las autoridades y el temor que tenía de ser agredida a pesar de haber levantado una denuncia.
Tuit de advertencia de Luz Raquel ante el acoso del que era víctima.
“Nosotras cuidamos a nuestro hijos pero quién nos cuida a nosotras”, se pregunta Erika. Reconoce que como madres cuidadoras, la responsabilidad en la mayoría de los casos se le encomienda a las mujeres; sin importar que detengan su proyecto de vida, estudios, trabajos o actividades productivas; lo que las pone en una gran indefensión que se refleja también también al denunciar violencias.
La Organización Yo Cuido estima que al menos cuatro madres dentro del colectivo mantienen procesos jurídicos por actos de violencia y discriminación contra ellas y sus hijos; sin embargo algunas temen denunciar por desconfianza ante las autoridades.
Hasta el momento, en la investigación por el feminicidio de Luz Raquel, la Fiscalía de Jalisco la ha responsabilizado de su propia muerte, al afirmar que había cometido una autoagresión. Luis Joaquín Méndez, fiscal del estado afirmó que la madre había comprado alcohol y un encendedor antes de sufrir las quemaduras.
La manera en que se ha tratado el caso Luz da mayor desconfianza e inseguridad a otras madres cuidadoras, quienes temen no ser protegidas al denunciar agresiones. Además, afirman que muchos de los casos son minimizados como problemáticas vecinales.
“Habemos muchas que hemos sido violentadas y que a veces por el cansancio, por la prisa o por todo lo que conlleva un trámite de denuncia, no tenemos ese tiempo para perderlo. Porque sabemos que no somos escuchadas y que no son tomadas en cuenta nuestras denuncias, pasamos lo que pasó Luz”, asegura Erika Sevilla del Colectivo Yo Cuido.
LAS MÚLTIPLES FORMAS DE DISCRIMINACIÓN Y VIOLENCIA
Por la falta de reconocimiento a su labor, como cuidados no remunerados; las mujeres cuidadoras se vuelven invisibles. Envueltas en múltiples carencias y formas de violencia que hasta el momento no han sido atendidas por las autoridades.
“Detrás de todos los cuidados a nuestros hijos estamos las que cuidamos y somos invisibles”, afirman madres del colectivo Yo Cuido.
1) Económica
Renunciar a trabajos o estudios por las labores de cuidado pone en indefensión a las mujeres cuidadoras, quienes buscan muchas veces en el trabajo informal, una manera de sustento.
Para la cuidadora Xareni Maya la falta de oportunidades propicia incluso el descuido personal. “Cuando hay que cuidar a alguien siempre avientan a una mujer por delante, y no les importa si esta mujer tiene que dejar de trabajar, de realizarse como persona como profesionista, e incluso dejar de lado sus cuidados”.
Mientras que Erika Sevilla señala que también se trata de una indefensión económica e institucional. “Hay muchas que no tienen seguridad social, prestaciones, no tienen una paga ni apoyo económico, muchas son madres solteras y tienen que sustentar a su familia”
2) De acceso y transporte
La falta de acceso al transporte para las personas con discapacidad también impacta a sus cuidadoras. “Es complicado cuando sales al mundo”, afirman, ya que no se cuenta con la infraestructura necesaria, como rampas o banquetas libres de barrotes para facilitar la movilidad con sillas de ruedas.
Incluso el comprar una silla de ruedas no está al alcance de todas las familias, pues su precio muchas veces supera los 100 mil pesos y deben buscar un vehículo ideal para evitar problemas de salud como la escoliosis, que son deformidades en la columna vertebral.
3) Médica y de servicios de salud
Las madres cuidadoras se enfrentan a una lucha contra el sistema de salud pública, para recibir un diagnóstico y tratamiento oportuno para las personas con discapacidad; afirman que“el entorno médico suele ser violento”, contra ellas y sus hijos.
Además sufren la falta de medicamentos y atención especializada, lo que impacta en la calidad de vida de sus hijos.
“Se niegan a entregar tratamientos médicos completos. No entienden la gravedad cuando niegan los medicamentos a nuestros hijos y de los cuales dependen para evitar convulsiones, estatus epilépticos o la muerte”, dice Erika Sevilla.
SIN RUMBO SISTEMA NACIONAL DE CUIDADOS
“El Estado nos debe mucho”, es la consigna de las madres cuidadoras. Pese a las intenciones por consolidar un Sistema Integral de Cuidados, es una realidad que aún no llega.
Afirman que es necesaria la construcción de corresponsabilidad entre hombres y mujeres para repartir las labores de cuidado, ya que de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo del INEGI, las mujeres dedican tres veces más horas a las labores de cuidado a diferencia de los hombres.
Con la construcción de un Sistema de Cuidados en México se propicia el reconocimiento al derecho de cuidar y ser cuidado, pero también del derecho al tiempo propio; con el que las madres cuidadores puedan tener oportunidades de autocuidado físico y emocional.
Se espera que con este programa social, las labores de cuidados puedan dividirse entre hombres, mujeres, instituciones públicas y privadas, sin embargo, es una propuesta que aún se analiza en el Congreso sin tener avances en su implementación.
@GloriaPE_