Si los captores del obispo no sabían de quién se trataba esto hablaría de un panorama más peligroso. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Al obispo Salvador Rangel lo secuestraron con la finalidad de robarle dinero de sus tarjetas. Los captores inclusive comieron pizza en un local en Cuernavaca a las costas del religioso.
Esto es lo que sostiene el fiscal Uriel Carmona, quien hasta el momento no ve indicios de que se tratara de un problema de mayor alcance, aunque sin negar la gravedad de lo ocurrido, ya que “una vez que exprimieron sus cuentas, lo dejaron en libertad”.
Un secuestro exprés, aunque se prolongó por 48 horas y desató las alarmas de la Conferencia del Episcopado Mexicano por el riesgo de que perdiera la vida el prelado, porque está enfermo, tiene 78 años y requiere de medicación especializada.
El obispo había dejado sus teléfonos en la casa y por ello se dieron cuenta, quienes vienen con él, de las notificaciones de las tarjetas.
Es probable que, para ese momento, transcurridas algunas horas, ya supieran los ladrones que tenían cautivo a un miembro importante de la iglesia y que se iniciarían operativos de búsqueda. Pero, aun así, se tomaron su tiempo para lograr el objetivo que se habían trazado.
Al obispo lo localizaron en un hotel inconsciente y lo trasladaron, en calidad de desconocido, a un hospital de Cuernavaca. Al parecer lo golpearon y drogaron.
De algún modo, estaríamos ante un episodio más de inseguridad, y ahí es donde radica lo más delicado del asunto. En Cuernavaca, y en Morelos, cualquiera puede ser víctima de los delincuentes.
Pero tampoco deja de ser extraño el tino de los perpetradores, al elegir a una víctima de las características del obispo. Hay en ello dos posibilidades, que supieran a quien se estaban llevando o, por el contrario, que el ataque tuviera algo de azaroso.
Esta segunda posibilidad revelaría que ya hay células sueltas de secuestradores que están actuando sin la inteligencia previa, lo que en muchas ocasiones conduce a episodios de mayor violencia.
Es una evolución del panorama criminal, cuando no existen barreras institucionales que lo atajen o nulifiquen.
Hace apenas unos días, murió asesinado el periodista Roberto Carlos Figueroa, a quien habían privado de la libertad y por el que inclusive se pagó un rescate a sus captores.
Un hecho por demás lamentable y que está derivando en exigencias muy puntuales de la sociedad para que se haga algo al respecto.
Cuauhtémoc Blanco, el gobernador con licencia, porque ahora quiere ser diputado por Morena, sumió al estado en un nivel de descomposición que será difícil reparar.
La seguridad pública es responsabilidad de quienes gobiernan, es más, es quizá la más relevante de todas y no hay modo de escabullirse de ella, aunque lo intenten con frecuencia.
Es evidente que la deriva de la seguridad provoca hechos como el padecido por el obispo, porque lo inquietante es que no hay límites y que cada día hay que atestiguar una novedad al respecto.
Ese mismo lunes, en Morelos murieron asesinadas nueve personas, en uno de los días más sangrientos del año, con 103 asesinatos a lo largo del país.
Algo está pasando, desde hace tiempo y no es nada bueno.
Rangel está en retiro, pero conoce como pocos los resortes que activan los conflictos de violencia en Guerrero, donde medio entre bandidos.
Como obispo de Chilpancingo, desde 2017, decidió transitar por un camino cargado de obstáculos y de riesgos. En algún momento medio con Los Ardillos y tuvo reuniones con integrantes del cártel de Jalisco.
Solo él sabe hasta dónde valió la pena el involucrarse en un proceso que difícilmente llegaría a buen puerto y que estaría cubierto de brumas.
Por eso, el propio CEM, cuando el obispo estaba todavía ilocalizable, pidió que las autoridades locales y federales lo buscaran en Morelos, pero también en Guerrero.
Una postura razonable y sobre todo en función de la propia historia del obispo, ya que algún grupo pudo sentirse agraviado en la actualidad o por el pasado.
LAS VÍSPERAS DEL 2024
Los candidatos a alcaldes de Va X la CDMX y Santiago Taboada, quien busca despachar en el Palacio del Ayuntamiento, hicieron un enérgico llamado para que el gobierno local y la fiscalía dejen de intervenir en el proceso electoral. Es curioso como ahora hacen, en la 4T, todo por lo que se quejaron durante décadas.
Es una denuncia pertinente la de Taboada, porque, además, en una contienda que será muy cerrada, todo contará en lo que respecta al resultado final.
@jandradej