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Las mentiras sobre la reforma de 40 horas laborales

En público, prácticamente todos los líderes de grupos parlamentarios manifiestan su apoyo a la reducción de la jornada laboral, pero en los hechos, tácticas dilatorias han llevado y traído la discusión hasta dejarla en el limbo. Si los votos están, qué falta, ¿voluntad política?

12 / 01 / 23

Por Juan Ortiz / Lupa Legislativa


EMEEQUIS.- La reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales ha sido un tema polémico a lo largo del año. Rodeada de controversias, bloqueos y un montón de mentiras, esta reforma ha generado mucho debate.

Vamos al grano. Desde 1917, cuando se estableció un día de descanso semanal, la jornada laboral no ha cambiado. Más de un siglo después, seguimos en las mismas, aunque la idea de reducir las horas de trabajo ha sido un tema recurrente en cada legislatura.

La propuesta actual viene de la Diputada Susana Prieto Terrazas de Morena, presentada en octubre de 2022. Busca modificar el artículo 123 constitucional para pasar de 48 a 40 horas semanales, con dos días de descanso.

En abril de 2023, la Comisión de Puntos Constitucionales dio luz verde al dictamen. Tuvo el apoyo de casi todos los partidos, excepto el PAN, que se abstuvo.

Pero aquí viene lo raro: no se discutió de inmediato en el pleno. Ignacio Mier, de Morena, dijo que no había tiempo para una reforma constitucional antes de terminar el periodo ordinario. ¿Excusa válida? Quizás no, considerando el amplio apoyo parlamentario.

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Tampoco se convocó a un periodo extraordinario durante el receso legislativo, y la discusión se pospuso hasta después de septiembre. Pero, sorpresa, tampoco se tocó el tema. En su lugar, se optó por un parlamento abierto para “afinar detalles”.

Este movimiento dilatorio es cuestionable. ¿Por qué no se hizo durante el receso de mayo a agosto? ¿Qué intereses hay para retrasar más el proceso?

Los foros del parlamento abierto mostraron opiniones divididas. La iniciativa privada pedía una implementación gradual, mientras sindicatos y activistas urgían su aprobación por razones económicas, sociales y de salud mental.

Tras estos foros, el dictamen regresó a la Comisión de Puntos Constitucionales para incluir las nuevas propuestas. Un paso inusual y, francamente, un poco sospechoso.

La práctica parlamentaria es agregar una adenda a un dictamen, para que sea el Pleno quien valore su aprobación, no devolverlo a comisión porque es ilegal. Queda claro que es una táctica para ganar tiempo.

Esto se confirmó por el propio Presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, Juan Ramiro Robledo. Señaló que la única razón para regresar un dictamen, es cuando se rechaza en Pleno y se regresa para formular otra propuesta. 

En medio de esto, ocurrieron manifestaciones a las afueras de la Cámara de Diputados. Una de ellas fue reprimida por la policía del Gobierno de la Ciudad de México.

En los próximos días la Comisión deberá volver a sesionar sobre este tema. ¿Qué pasará esta vez? ¿Regresará al Pleno cómo está? ¿Aprobarán una adenda? ¿Harán cambios cuando se discuta en lo particular? Ya veremos.

Morena ha señalado al PAN como el gran obstáculo, pero la realidad es que no necesitan sus votos. Ni en la Junta de Coordinación Política ni en el pleno, incluso siendo una reforma constitucional.

En la Junta, el voto es ponderado, lo que significa que Morena y sus aliados tienen la mayoría. Además, los coordinadores parlamentarios, como Ignacio Mier, pueden proponer que una reforma se discuta y vote en el Pleno.

También se argumenta que, al ser una reforma constitucional, Morena y sus aliados no tienen los votos suficientes. Pero, ¿es eso cierto? El dictamen cuenta con el apoyo de casi todos los partidos. ¿Dónde está la falta de apoyo?

En resumen, si la mayoría parlamentaria realmente quisiera, podría usar su fuerza numérica para hacer realidad esta reforma. ¿Por qué no lo hacen? Esa es la gran pregunta. ¿Qué intereses se esconden detrás de esta demora?

Entender el proceso legislativo es crucial. Nos ayuda a ver más allá de las excusas y a entender los verdaderos motivos detrás de las acciones de los partidos.

Esta reforma laboral, demandada durante décadas, sigue en el limbo. Es hora de que más personas entiendan estos juegos políticos. Solo así podemos exigir transparencia y responsabilidad a nuestros representantes.

La reducción de la jornada laboral a 40 horas no es solo una cuestión de tiempo, sino de voluntad política. Y parece que esa voluntad está, lamentablemente, en falta.

Así que, ¿qué sigue? ¿Veremos algún día esta reforma convertirse en realidad? Solo el tiempo y la presión ciudadana lo dirán.

@Juan_OrtizMX


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