EMEEQUIS. – En la UNAM se dieron a la tarea de compilar la obra jurídica selecta de Jorge Carpizo. Para que esto llegara a buen puerto, el trabajo fino fue realizado por César Astudillo, quien auxiliado por un comité académico en el que participaron Luis Raúl González Pérez y Diego Valadés, definieron los temas y optaron por cuatro mil páginas que son todo un viaje por el pensamiento de uno de los máximos exponentes del constitucionalismo en México.
En la ceremonia de presentación, realizada en la Rectoría de la Universidad Nacional, estuvieron presentes dos exrectores, José Narro Robles y Enrique Graue Wiechers, lo que da cuenta de la huella de Carpizo en la institución que ahora dirige el rector Leonardo Lomelí, quien trazó los elementos esenciales de una obra que anima al perfeccionamiento de un concepto tan complejo como es el de la justicia.
Pero si algo definió a Carpizo era su capacidad de convertir lo teórico en lo práctico.
“El tiempo le hizo justicia. Sus recomendaciones entorno a la institución del ombudsman, la autonomía constitucional de las fiscalías, del Instituto de Acceso a la Información (ahora INAI), el Instituto Federal Electoral (ahora INE) y la conversión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en un tribunal constitucional, constatan la vocación transformadora de su pensamiento”, explicó Astudillo.
Valadés, quien también es un jurista que ha marcado la pauta en las últimas décadas, hizo énfasis en la actualidad de Carpizo, en la urgencia de reflexionar sobre la vigencia del derecho constitucional en nuestro país.
González Pérez, el presidente de los Pumas, ponderó en dos aspectos centrales de los escritos de Carpizo, la seguridad y la democracia, aristas evidentes de las problemáticas que nos aqueja.
Pero, ante todo, y quizá lo más importante, sugirió mantener un diálogo con quien también fue rector de la UNAM, a través de su obra.
La directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, Mónica González Contró, apuntó que “es necesario seguir insistiendo en la vigencia de nuestra Constitución, la división y el equilibrio entre los poderes, la limitación al poder presidencial, en los riesgos de la militarización, la importancia de las instituciones”.
Jorge Carpizo estableció, desde 1978, que las facultades metaconstitucionales con que contaba el titular del Ejecutivo provocaba una derivación del sistema presidencial al presidencialismo.
Una de las consecuencias de esta situación es que el país viviera en un esquema híbrido en el que se compaginaban elementos democráticos y autoritarios.
Desde que se publicó “El presidencialismo mexicano”, los cambios resultaron vertiginosos, sobre todo porque la reforma política propició el crecimiento de las oposiciones hasta el establecimiento de una suerte de tripartidismo en 1988.
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Dos aspectos transformaron la situación de modo profundo: la independencia del Poder Judicial y la Suprema Corte como tribunal constitucional y un Poder Legislativo capaz de establecer controles al presidente de la República.
Carpizo estaba convencido que los cambios en el Pleno de la Corte y la creación del Consejo de la Judicatura en 1994 serían un factor de mejora, pero advertía que se tenía “que ser muy cuidadosos en la calidad profesional y moral de los jueces federales, especialmente de los ministros de la Suprema Corte quienes deben contarse entre los mejores juristas del país.”
Tres décadas después, el panorama es desolador. Una ministra está acusada de plagiar su tesis de licenciatura y otra más, que no obtuvo el aval del Senado de la República, tiene deficiencias en su formación jurídica que se hacen evidentes al paso de los días.
Carpizo afirmó hace dos décadas: “con el Pleno de la Suprema Corte de Justicia acontece lo mismo que con la figura del ombudsman: su funcionamiento depende en mucho de la calidad de la persona o personas que ejercen esa dignidad.”
Uno de los momentos más significativos de esa nueva realidad, fue cuando en diciembre del 2000, el PRI y el PRD modificaron el Presupuesto de Egresos de la Federación, enviado por Vicente Fox, reasignando 30 mil millones de pesos.
Carpizo diría, que el mejor homenaje, si alguna vez se le rindiera, tendría que ser el de la lectura de su obra, precisamente.
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Una de las muestras de que la campaña de Clara Brugada no va nada bien, es el afán y el tiempo que dedican a lo que se puede o no decir de Santiago Taboada. Son los nervios de una contienda de resultado abierto y que puede significar un cambio.
@jandradej