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Emmanuel Macron, una crisis autoinfligida

Algo parece seguro, Macron tendrá que invitar a un primer ministro en esquema de cohabitación, una fórmula que permite que siga gobernando, quien ya no tiene mayoría, aunque sujeto a diversas restricciones, como ocurrió entre François Mitterrand y Jacques Chirac

6 / 14 / 24

EMEEQUIS.- Ironías de la política. Justo cuando se celebraron los 80 años del desembarco de soldados de los Estados Unidos, Reino Unido y Canadá, en Normandía, los europeos acudieron también a las urnas, entre el seis y el nueve junio.

Además de la carga simbólica del momento, la propia coyuntura hacía que se reafirmaran viejos valores como los de la libertad y la democracia. 

Y no es para menos, si se mide desde 1944, y luego se añade la caída del Muro de Berlín, se calibrará el enorme avance europeo en lo que respecta a la construcción de un espacio de paz y de derechos.

Pareciera una obviedad, pero no lo es, y menos para un continente, y en particular para Francia, donde las marcas de los años treinta y cuarenta están por todos lados; en las plazas, los parques y las estaciones del Metro, recordando que la resistencia, que hizo posible la liberación, tuvo un altísimo costo. 

Para el presidente de Francia, Emmanuel Macron, las ocho décadas del Día D, significaba también un momento de estelaridad y reafirmación de su apoyo a Ucrania. Entre los invitados especiales, y esto no es casualidad, estaba Volodímir Zelenski. 

Ahí, con la mirada hacia la playa de Omaha, punto principal del desembarco, el presidente Macron señaló: “ante el retorno de la guerra en nuestro continente, ante el cuestionamiento de todo aquello por lo que combatieron, ante los que pretenden cambiar fronteras por la fuerza o reescribir la historia, seamos dignos de los que desembarcaron aquí”

Lo observaban viejos combatientes, mostrando medallas y portando memorias de aquellos días terribles y hermosos a la vez, porque su heroísmo significó el principio del fin de la ocupación nazi. 

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Macron, para esos momentos y estado en compañía de Joe Biden, contaba con las mediciones que indicaban que el Reagrupamiento Nacional (RN), el partido de Marine Le Pen, tendría un desempeño notable en los comicios. 

Una paradoja que la formación más alejada de las gestas de los aliados y de esos 130 mil soldados que se batieron con ferocidad para liberar a un país que no conocían, sea la que podía alcanzar más asientos en el centro de deliberación europeo. 

El semanario Le Nouvel Obs publicó una portada que resumía las inquietudes y temores del momento: “Extrema derecha en Europa. La amenaza interior”. 

Lo que nadie previó, o fue guardado como un secreto, sería lo que ocurrió después de que se ratificó el triunfo de RN con un 31 % de los apoyos para el parlamento europeo. Macron disolvió la Asamblea Nacional y llamó a elecciones para el 30 de junio.

La jugada es extraña y peligrosa, pone en entredicho a su propio gobierno y abre las puertas a una cohabitación con los lugartenientes de Marine Le Pen. 

Si lo que buscaba el presidente de Francia era tomar una decisión temeraria en el peor momento, con una guerra en Ucrania y con la próxima inauguración de los juegos olímpicos, eso es lo que hizo. 

El cálculo es el que ha funcionado, hasta ahora, que sugiere que ante el peligro de la llegada de Le Pen al poder, la clase política actuará en consecuencia y protegerá a la democracia. 

Pero también podría ocurrir que quienes resistan a la llegada de la ultraderecha sean las agrupaciones de izquierda, entre ellas los partidos Socialista, Verde, Comunista y La Francia Insumisa, ya que están en condiciones aritméticas de disputar una mayoría en las elecciones. Por lo pronto, ya se pusieron de acuerdo, algo que parecía imposible hace apenas una semana, y conformaron lo que llaman el Nuevo Frente Popular, otro guiño al pasado, pero que encaja con soltura en la coyuntura.

La gran incógnita es el propio Macron, que luce poco capaz de inspirar un acuerdo centrista, ya que la derecha tradicional, Los Republicanos, están divididos, al grado de que su líder Eric Ciotti, anunció una alianza con Le Pen, aunque ya fue destituido.

Esto es una novedad, porque las formaciones políticas tradicionales habían sido rejegas a una alianza con los extremos y más aún con un partido, el RN, claramente racista y contrario a la construcción europea. 

Algo parece seguro, Macron tendrá que invitar a un primer ministro en esquema de cohabitación, una fórmula que permite que siga gobernando quien ya no tiene mayoría, aunque sujeto a diversas restricciones, como ocurrió entre François Mitterrand y Jacques Chirac.  

@jandradej

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SOBRE EL AUTOR

Julián Andrade



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