El caso del feminicida de Iztacalco despierta la duda de cuántos más habrá. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– En la avalancha de muerte en la que el país se encuentra, donde al menos 3 mil mujeres son asesinadas cada año, hace que se pierda el foco en las indagatorias judiciales y que las policías no cuenten con esquemas de prevención del delito eficaces.
El caso del asesinato de María José, una joven 17 años perpetrado por su vecino, Manuel “N”, quien ahora sabemos está involucrado en al menos otros siete homicidios y al que se le había señalado como posible feminicida desde 2020, dan cuenta de ello.
Más allá de que se identifique, en algún momento, qué es lo que falló para que las áreas periciales no detectaran la peligrosidad del homicida, lo que es urgente es un esquema de indagación de los crímenes que no se resigne a los anuncios sobre disminución o aumento de esas conductas, sino a la tarea de resolverlos y a la estrategia de evitarlos.
Es probable, y eso deberían ponderarlo en la Fiscalía de la Ciudad de México, que las reticencias para llegar al fondo de los asuntos tengan que ver con no contrariar al relato oficial que día con día sostiene que se está avanzando en el tema de la reducción de los feminicidios, aunque no sea así.
Desde hace ya varios años existe la sospecha de que los homicidas seriales pueden ser muchos más de los que irrumpen en la esfera pública cuando son capturados.
Esto es así por la impunidad que impera en la mayoría de los casos, donde las autoridades se conforman con las letanías de achacar a rivalidades criminales todos los eventos de muerte.
En un país que, en los albores del sexenio se han matado a más de 180 mil personas desde diciembre de 2018 y con un promedio de 77 asesinatos por día, es difícil no observar que es una avalancha difícil de contener, pero es peor si no se hacen todos los esfuerzos posibles para al menos atenuar el desastre.
En los años noventa, en Ciudad Juárez, Chihuahua, ocurrió un hecho que ilustra lo que, por desgracia, se iría repitiendo a lo largo del tiempo.
Una pareja de jóvenes conversa en un parque. El exnovio de la chica llega al lugar y la golpea hasta dejarla inconsciente. Quien estaba con ella no la defiende, pero decide llevarla al hospital o a alguna clínica donde pueda ser atendida.
En el camino se percata de que la joven no responde. En segundos, toma la decisión de aventarla en la cuneta de una avenida y huye del lugar.
Al ser interrogado por los policías, el muchacho no entiende lo que está ocurriendo. Narra las agresiones propinadas por el exnovio y hace énfasis en que estaba determinado a prestar auxilio, hasta que se dio cuenta de que su amiga no tenía signos vitales.
“La mataste”, le grita el comandante de homicidios. En efecto, la joven murió por el impacto en la cabeza cuando fue arrojada de un vehículo en movimiento y no por la golpiza que le propinaron momentos antes.
El ser cuestionado, el asesino, acaso involuntario, señaló que se le hizo “más fácil dejarla en el camino, ya que en la frontera mueren muchas mujeres y nunca hay problema.”
Por supuesto que el caso ocurrido en Iztacalco es distinto, porque a María José la mataron en su cuarto y lo mismo intentó hacer el asesino con la madre de la víctima de feminicidio, pero en lo que convergen las historias es el aliento que produce la impunidad.
Los familiares de la víctima, la más reciente del asesino serial, han dicho con acierto: “Ojalá se atienda con recursos constantes y suficientes a las necesidades que se han puesto en evidencia con el asesinato de María José. Más aún, deseamos que ninguna familia viva el dolor y terror que hemos experimentado”.
LAS VÍSPERAS DEL 2024
Los que tendrían que hacer ajustes, pero a su ego, son la presidenta del INE, Guadalupe Taddei y los consejeros Norma de la Cruz, Rita Bell López y Jorge Montaño, quienes, pese a las peticiones de los representantes de Xóchitl Gálvez, Claudia Sheinbaum y Jorge Álvarez Máynez, se volvieron a colar al set en los estudios Churubusco.
Es, hasta ahora, un misterio saber sobre la utilidad de que estén dónde no deben y, por lo demás, tampoco ayudan y sí pueden distraer a los que debaten, como ya ocurrió en el primer encuentro.
@jandradej