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Cada vez que tiembla, este edificio en la Narvarte aterroriza a vecinos

Un viejo edificio que era de la Secretaría del Trabajo está abandonado desde hace cinco años, con daños tan profundos que sólo puede tener dos caminos: demolerlo para evitar una tragedia o esperar a que se derrumbe solo y cause una desgracia. Los gobiernos federal y capitalino se pasan la papa caliente.

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EMEEQUIS.– “¡No vayan a la izquierda! ¡Vayan a la derecha, a la derecha!”, gritaba Marú Flores mientras agitaba una lámpara de mano frente a los vecinos que evacuaban a ciegas el edificio 590 de Avenida Cuauhtémoc en la alcaldía Benito Juárez. “¡Se va a caer el edificio de la esquina, no vayan para allá! ¡Vayan a la izquierda!”.

El volumen de la alerta sísmica obligaba a la veladora del edificio a desgañitarse, temerosa de que los inquilinos de los 54 departamentos no escucharan sus instrucciones y buscaran refugio en la estación de Metrobús Etiopía, bajo el alumbrado público pero frente a un viejo edificio abandonado que parece estar sostenido con palillos.

Era la noche del 7 de septiembre de 2021, a las 20:47 horas, cuando un nuevo sismo mecía a la Ciudad de México: la magnitud 7.1 revivió viejo miedos en la capital, pero uno particular resurgió en la colonia Narvarte: vecinos y transeúntes conviven todos los días con una enorme estructura que está a punto del colapso. 

Se trata del viejo edificio del Servicio Nacional del Empleo de la Secretaría del Trabajo, que está abandonado desde hace cinco años a su suerte, con daños tan profundos desde los terremotos de 1985 y 2017 que su final sólo puede tener dos caminos: demolerlo para evitar una tragedia o esperar a que se derrumbe y causar una catástrofe.

“¡Aléjense de ahí!”, gritaba Marú Flores, la veladora del edificio 590, segura de que los nueve pisos colapsarían alrededor de cientos de personas que desconocen que ese cascarón en el 614 de la Avenida Cuauhtémoc es un desastre en espera.

Aquel martes, la medianoche alcanzó a la Ciudad de México sin daños materiales ni vidas perdidas tras el sismo. La sacudida que tronó transformadores de luz y dejó en penumbras a la capital se quedó en un susto, pero también en una predicción de quienes escucharon rechinar, otra vez, a la casa abandonada del Servicio Nacional del Empleo.

“Hoy no se cayó ese edificio… pero mañana yo creo que sí, ¿lo escuchaste crujir?”.  

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Mediante un oficio se catalogó a este edificio como de RIESGO ALTO.

MUDANZA PELIGROSA

El edificio 614 de la Avenida Cuauhtémoc es un derrumbe con fecha próxima, pero indefinida, que potencialmente podría cobrar más vidas de las que aparenta.

Construido originalmente como un hotel en la década de los 70, está ubicado en una de las intersecciones más concurridas de la Ciudad de México: Avenida Cuauhtémoc y el Eje 4, justo frente a las dos estaciones del Metrobús Etiopía, que integra las líneas 2 y 3 de dicho transporte, así como de la estación del Metro Etiopía, que va de Ciudad Universitaria a Indios Verdes.

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Miles de personas pasan todos los días frente a ese edificio, ya sea porque viven en la colonia, trabajan en el vecindario o usan las tres estaciones de transporte público para ir a otros puntos clave de la capital, pues dichas líneas unen al oriente con el poniente y al norte y sur de la Ciudad de México.

Lo que muchos no saben es que el terremoto de 1985 dañó irremediablemente la estructura del hotel y sus dueños vendieron el inmueble al gobierno federal –entonces encabezado por el presidente Miguel de la Madrid–, quien avaló que la propiedad fuera administrada, primero, por la Secretaría de Hacienda y, luego, por la Secretaría de Contraloría y Desarrollo Administrativo —hoy Secretaría de la Función Pública— bajo la condición de que eran necesarias adecuaciones para su segura ocupación. 

Sin embargo, los arreglos resultaron insuficientes y en 2005, mediante un aviso en el Diario Oficial de la Federación, el gobierno federal anunció que desincorporaría dicho inmueble de las propiedades públicas por su riesgo de colapso y porque no podían financiar el rescate del edificio.

“Dicho bien presenta un importante deterioro en las condiciones de seguridad y estabilidad estructural, que requiere de la realización de obras cuyo costo no es posible que sea sufragado por el gobierno federal en virtud de las disposiciones de racionalidad y austeridad presupuestaria a las que está sujeto, por lo que se considera conveniente su enajenación a título oneroso en los términos de la Ley que rige la materia”, se lee en el acuerdo DOF-23/05/2005. 

A pesar de los riesgos declarados, el edificio fue la oficina de cientos de servidores públicos, quienes bajo la administración de Enrique Peña Nieto ocuparon el exhotel como la sede del Servicio Nacional del Empleo.

El mexiquense Alfonso Navarrete Prida avaló la peligrosa mudanza. 

Así luce el edificio abandonado por su fragilidad.

A PUNTO DEL COLAPSO

Uno de los videos más vistos en Youtube tras el terremoto del 19 de septiembre de 2017 tiene como protagonista al edificio 614 de la Avenida Cuauhtémoc: desde distintos ángulos, varias personas grabaron cómo la fachada del inmueble se desprendía peligrosamente hasta la calle, estrellándose a pocos metros de quienes buscaban un lugar seguro durante las sacudidas.

El edificio –adornado con una bandera mexicana– apenas resistía los movimientos telúricos y parecía estar a punto del derrumbe; en comparación, un edificio contiguo de la Secretaría de Hacienda apenas sufrió daños superficiales.

De sus puertas salían trabajadores despavoridos que abandonaron computadoras, documentos, comida y hasta ropa por temor a un colapso. Aquel martes en el que murieron 369 personas en el terremoto fue el último día que el edificio 614 funcionó con normalidad.

Desde entonces es un cascarón sucio y deshabitado, guarida de fauna nociva e imán de basura. Pero, especialmente, es un armazón herido que ni el gobierno federal ni el gobierno de la Ciudad de México pretenden enderezar o demoler en aras de la austeridad republicana.

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Semanas después del terremoto del 2017, el Instituto para la Seguridad de las Construcciones emitió el oficio ISCDF-DG-2017-1510, fechado el 17 de noviembre de ese año, y catalogó el inmueble como de “riesgo alto” por sus posibilidades de colapso.

Y el 9 de abril de 2018, la Dirección General de Prevención del Delito y Protección Civil de la entonces delegación Benito Juárez informó al comisionado para la Reconstrucción, Recuperación y Transformación de la Ciudad de México que suponían que el inmueble no ya pertenecía a alguna dependencia del gobierno, sino que es propiedad privada y se rentó de nuevo a la administración pública mediante el Servicio Nacional del Empleo. 

Acuerdo de 2005 para retirar de la Secretaría de Función Pública este edificio.

EDIFICIO ABANDONADO, DUEÑO FANTASMA

El problema es que nadie en el gobierno federal o capitalino sabe quién es el propietario y, sin eso, no pueden demolerlo u obligar a su reparación: hay, por ejemplo, una orden de hace cuatro años del Juzgado Quinto de Distrito en Materia Administrativa en la Ciudad de México que ordena localizar al dueño, lo cual no ha sido posible.

EMEEQUIS buscó a la Secretaría del Trabajo para solicitar información sobre los contratos de arrendamiento y conocer a qué persona física o moral se le pagaba la renta del edificio 614 de la Avenida Cuauhtémoc, pero el área de Comunicación Social reportó que no tenían ese dato.

En contraste, el alcalde de Benito Juárez, Santiago Taboada, plantea una solución que depende del gobierno local o del federal: demoler ya el edificio abandonado y recuperar ese dinero invertido en la seguridad de la ciudadanía mediante el cobro de algún impuesto local o federal.

“Es un tema de dinero. Como alcaldía, yo no puedo usar dinero público para demolerlo, porque no podría recuperarlo y necesito permisos locales. Pero la Ciudad de México sí puede cobrarle el predial y ahí sumarle el costo de la demolición. O la Federación puede hacerlo mediante un cobro en ventanilla de Hacienda. Pero supongo que les parece muy costoso”, señaló el alcalde benitojuarense a esta revista digital.

Mientras en el gobierno capitalino y local hacen cuentas basadas en la austeridad republicana, vecinas como Marú Flores miran de reojo a ese caparazón vencido y se preguntan si llegará a tiempo el dinero para demolerlo.

O si un nuevo temblor hará el “favor” de tumbarlo, con cientos de personas alrededor que todos los días caminan cerca del 614 de Avenida Cuauhtémoc.

@oscarbalmen 



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SOBRE EL AUTOR

Oscar Balderas



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