EMEEQUIS.– La hora de las votaciones constitucionales se aproxima en la Cámara de Diputados y cada uno de los grupos parlamentarios de la chiquillada busca ser el fiel de la balanza, la pieza que rompa el dique, el puente que cierre brechas, la bisagra que empalme consensos.
O quizá, el amor más caro del establecimiento.
PRI y MC parecían ser los únicos destinados a buscar ese sitio que empodera o envilece: ser aliado del oficialismo o el pequeño gigante que lo contenga.
Pero ahora el PVEM ha alzado la mano para jugar como uno de los postores –quizá el más avezado en tales menesteres–, pues esta semana salió a anunciar que no dará un cheque en blanco al obradorismo ni votará en automático del lado de Morena, para empezar, en la votación de la propuesta presidencial de reforma eléctrica.
En cuanto al PRI, parece haber dejado atrás su crisis existencial, manifiesta en la lucha que han librado sus entrañas entre la veta “neoliberal” de algunas de sus figuras y la identificación callada con el rancio sabor “nacionalista revolucionario” tan propio del estilo de AMLO.
Pero la presión mediática parece haber hecho lo suyo y haber devuelto al redil aliancista a los tricolores, al menos por ahora.
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El caso de MC es aún más extraño: vistió por largo tiempo la casaca obradorista, y con más pasión que muchos de los actuales personajes de la pléyade de Morena. Pero los naranjas ahora buscan una independencia a ultranza que le va dando el duro rostro de la inflexibilidad y lo ha empujado a rechazar a los aliancistas. Quiere ser la diferencia, pero sólo a nivel discursivo, con el riesgo de quedarse en el papel de una oposición testimonial o peor aún, de ser un opositor útil, un aliado involuntario de la política oficial.
Coordinadores de fracción y cabilderos ya ensayan números y escenarios en sus pizarras, los primeros para diseñar estrategias de poder, los últimos para hallar coyunturas propicias y hallar potenciales aliados de sus clientes.
LAS MEDIDAS DEL DIMINUTO GIGANTE
Y es que más allá de las posturas políticas, la pregunta es quién tiene los números para encajar del modo más exacto en las sumas del triunfo en las votaciones del pleno.
La respuesta parece sencilla: la mayoría calificada nominal es de 334 legisladores, es decir, dos terceras partes de los integrantes de la Cámara de Diputados, que son 500 en total.
La coalición gobernante original estaría formada por Morena (201 diputados), PVEM (43) y PT (33), lo que suma 277 votos. Es decir, la coalición queda a 57 sufragios para formar una mayoría constitucional.
¿Cómo reuniría tal cantidad de votos? ¿Le alcanzan presiones, cañonazos de dinero y amenazas para sumar más de medio centenar de votos? Seguramente, no.
Pero el caso es que tampoco lo necesita, porque la mayoría calificada es más baja, pues los ordenamientos del Congreso mexicano ubican la cifra en dos terceras partes de la Cámara, pero no del número que la integra, sino del quórum, es decir, de los asistentes a la asamblea.
Y como esto no es ni el parlamento inglés ni el suizo, pues los legisladores mexicanos no van a cometer la salvajada de ir a trabajar todos los días, si ya se les hace drástico asistir a dos periodos ordinarios al año y les resulta ofensivo cada que se menciona la idea de los periodos extraordinarios.
La cifra promedio de asistencia al pleno, en la legislatura pasada, fue de 86.9%, es decir, de 434 diputados por sesión, según estimaciones de la consultora Buró Parlamentario.
Con esto, la meta para la coalición gobernante cambia, pues la cifra de la mayoría calificada sería de 290 votos. Un horizonte en el que podría encajar no sólo el PRI, que daría una holgada mayoría calificada al gobierno con sus 77 votos; sino también MC, que con 23 diputados podría significar la felicidad del obradorismo.
JUEGO INVERSO
Los aliancistas, en cambio, apenas podrían aspirar a ser mayoría simple, con ese quórum de 434 diputados, y eso si falta un 20% de los integrantes de la coalición gobernante.
Los 114 del PAN, 77 del PRI y 15 del PRD suman 206 votos. Para ser mayoría simple sólo hace falta que estén presentes todos sus integrantes y el quórum sea de 411 miembros. En cambio, si sumara MC, los aliancistas formarían un bloque de 229 integrantes.
Con ello, sólo necesitarían asistir todos y que el quórum fuese de 457 miembros. Esto ya ha ocurrido en la actual legislatura; la aprobación del acuerdo para asignar la comisiones legislativas, el quórum fue de 455 diputados.
Pero para que los aliancistas lograsen mayoría calificada (suponiendo que se formara el bloque de 229), tendrían que faltar 205 de los miembros de la coalición gobernante, algo que no ha sido logrado ni por el “alazán tostado” (“primero muerto que cansado”), Gonzálo N. Santos, que los más que logró acuartelar fueron unos 20 diputados, cuando la Revolución exigía que le cuadraran los números en las Cámaras.
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En ese escenario, el único que puede jugar en serio, es el PVEM que, inopinadamente, esta semana salió con el cuento de que la reforma eléctrica de AMLO “va en contra” de los principios ecologistas.
Pero que nadie se exalte. Posiblemente sólo está subiendo el precio a Palacio Nacional. Carlos Puente, coordinador de los ecologistas en San Lázaro, dijo que no adelantaría postura de su grupo parlamentario, porque se trataba de un tema muy delicado ese de la reforma, y había que revisar si había que agregar o quitar algo a la propuesta presidencial.
Luego dijo: “Seamos serios”. Y ahí sí, entonces, casi todos estuvieron a punto de soltar la carcajada.
@emeequis