EMEEQUIS.– La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) mantiene lejos de la mirada de la comunidad universitaria la remodelación de varias oficinas para sus más importantes funcionarios, entre ellos, el abogado general de la Máxima Casa de Estudios, cercano al rector Enrique Graue.
Se trata de una obra con un costo autorizado de hasta 13 millones 340 mil pesos para cambiar dos estancias en el piso 11 y 12 de la Torre de Tlatelolco con el fin de que el Tribunal Universitario –un órgano disciplinario que sanciona las faltas cometidas por el personal académico y el alumnado– pueda trabajar en el máximo confort.
Al tratarse de una remodelación financiada con dinero público, la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública establece que dicho contrato debe ser público y a la vista de la comunidad en general a través de la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT). Sin embargo, no es así.
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En la PNT se pueden consultar 722 contratos firmados por la Máxima Casa de Estudios entre 2018 y 2021. Por ejemplo, el A18/P0096 signado hace cuatro años con la empresa Computadoras, Accesorios y Sistemas S.A. de C.V. por 930 mil 238 pesos para adquirir equipo informático o el A21/P0028, de este 2021, con el que se pagaron 65 mil 545 pesos a la empresa Arqdilab S.A. de C.V. para tener nuevo mobiliario.
Pero un contrato, misteriosamente, no aparece: el CO.622.20.0135 para la “adecuación arquitectónica” del influyente Tribunal Universitario ubicado en la colonia Guerrero, alcaldía Cuauhtémoc.
LAS “VACAS SAGRADAS” CON SUELDO DE ORO
Ahí están las oficinas de poderosos funcionarios universitarios, como el abogado general de la UNAM, Alfredo Sánchez Castañeda, quien de acuerdo a los datos de la propia institución tiene un salario mensual de 173 mil 60 pesos, es decir, gana más que el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Y a ese sueldo hay que sumarle prestaciones, como compensaciones por antigüedad, vales de despensa, días de descanso, prima vacacional y aguinaldo, que –en los hechos– da como resultado un sueldo mensual promedio que supera los 200 mil pesos.
Alfredo Sánchez Castañeda, abogado general de la UNAM. Foto: CS UNAM.
En esos pisos 11 y 12 también despachan otros integrantes de la burocracia dorada de la UNAM, como “el más antiguo de los profesores del Consejo Técnico de la Facultad de Derecho” y “el catedrático más antiguo del Consejo Técnico “de la dependencia universitaria origen del asunto”, cuyos salarios también superan los 100 mil pesos.
Cuando un alumno o profesor de la UNAM, o cualquier contribuyente, desea ver el detalle de ese contrato de remodelación de oficinas aparece el primer obstáculo: sólo se puede consultar ese documento en la modalidad de “Consulta Directa” –presencialmente– en una oficina a más de 20 kilómetros de la obra, resguardado en el primer piso del edificio de la Dirección General de Obras y Conservación de la UNAM en Ciudad Universitaria.
Para hacerlo hay que agendar una cita previa a un teléfono en el que, durante dos semanas, nadie respondió a más de 80 llamadas que hizo esta revista digital.
Ring, ring, ¿hay alguien ahí?
Datos en Transparencia del contrato de la UNAM, entre ellos el monto.
Mensaje que aparece para pedir que se revise presencialmente el contrato.
PASO RESTRINGIDO
Como nadie contestó el teléfono 5556227777, este reportero acudió personalmente a las oficinas que la UNAM designó como el único lugar donde se puede revisar ese documento público.
Un segundo obstáculo surgió: el recepcionista, Manuel, impidió el paso al área de consulta con el pretexto de que estaba cerrado al público por la pandemia, aunque el semáforo epidemiológico en la Ciudad de México está en verde y los estudiantes universitarios han vuelto a clases presenciales, así como profesores y personal administrativo.
Luego, un tercer impedimento: cuando se le pidió que llamara a alguna persona responsable de la Dirección General de Obras y Conservación de la UNAM, una integrante del área de Concursos de Construcción, Iara Saldierna, se negó a mostrar el contrato argumentando que se necesitaba “una orden superior”.
La oficina donde negaron tener el contrato. Foto: Especial.
Sin alternativas para consultar el contrato CO.622.20.0135 que ganó el despacho 3E Spacio Arquitectos S.A. de C.V. durante el año pasado –cuando la UNAM cerró a causa de la pandemia– la última oportunidad estaba en acudir directamente a la Torre de Tlatelolco para solicitar un acceso a la remodelación financiada con dinero público.
Y ahí apareció un cuarto impedimento: un guardia que no portaba identificador ni quiso dar su nombre aseguró que no había visitas y que nadie podía ojear la obra.
“Sólo los involucrados pueden hacerlo”, dijo y después cerró un pesado portón negro para dar por terminada la conversación. Nadie vería las millonarias adecuaciones a las oficinas de la alta burocracia de la UNAM: ni en digital ni en físico.
Enrique Graue, rector de la UNAM, en el Centro Cultural Tlatelolco. Foto: Andrea Murcia / Cuartoscuro.com.
“¡ESTÁN CON LA CUCHARA GRANDE!”
A través de vías no oficiales, EMEEQUIS obtuvo copias de los planos de la obra que la UNAM ha mantenido oculta. La obra –en proceso– cuenta con el aval del director general de Obras y Conservación de la UNAM, Leonardo Zeevaert Alcántara; y del arquitecto Fernando Tepichín.
El proyecto ejecutivo contempla, por ejemplo, que en el piso 11 se instale una oficina privada con mobiliario nuevo, baño propio y una pequeña sala de juntas particular para el abogado general de la UNAM.
Lo mismo para el presidente del Tribunal Universitario, quien –al igual que el abogado general– contará con espacio privado para su secretaria particular a espaldas de su propia sala de juntas para 10 personas.
El plano que no está al acceso del público. Foto: Especial.
Para el resto de los integrantes, identificados en el pleno como “persona académica abogada”, hay una marcada diferencia: tendrán minioficinas del otro lado del piso y deberán compartir cocina y baño con el resto del personal administrativo.
En el piso 12 está prevista la máxima comodidad para los altos funcionarios universitarios: oficinas conectadas por 2 elevadores de uso exclusivo para el abogado general de la UNAM y el presidente del Tribunal, una sala de juicios orales para 82 personas y salas de espera privadas.
“Apenas están llegando los muebles, pero están a toda madre”, dijo una fuente que pidió que su nombre se omitiera. “Puro lujo: sillones de piel, sillas ejecutivas, baño que es de mármol (o simula serlo) y unos escritorios como de presidente del país. ¡Están con la cuchara grande!”.
LAS CRÍTICAS DEL PRESIDENTE
Las obras de la remodelación que costarían unos 650 mil dólares al erario público siguieron su curso cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador criticó que la UNAM ha perdido su carácter social y se ha vuelto “defensora de los proyectos neoliberales”.
El pasado 21 de octubre, el mandatario mexicano dedicó la primera de cinco conferencias matutinas a lamentar la “derechización” de la Máxima Casa de Estudios y aseguró que sus dirigentes perdieron su esencia como profesionales para servir al pueblo y abandonar la formación de cuadros con dimensión social.
“Muchísimos académicos, intelectuales de la UNAM se dedicaron a legitimar la privatización. (El expresidente Carlos) Salinas los cooptó a casi todos. Siempre lo voy a decir: con honrosas excepciones.
“No se enojen, además qué bueno que hay polémica sobre esto, porque ni modo que vamos a caer en la autocomplacencia. No todos –también aclarando– son así”, afirmó desde Palacio Nacional.
Horas después, la UNAM respondió a los señalamientos del presidente y aseguró que su “compromiso y solidaridad históricos” con la nación “es incuestionable”, en un mensaje avalado por el rector Enrique Graue, cuya firma de aprobación está en el proyecto ejecutivo de la obra de la remodelación millonaria.
@oscarbalmen