EMEEQUIS.– Zuri tiene seis años y está a punto de entrar a segundo de primaria. Este paso será completamente nuevo para ella, no sólo por el cambio en la dinámica escolar, que tras la pandemia se convirtió en clases a distancia, sino porque también cambiará de escuela.
Sin saberlo, un lunes de marzo fue el último que vio a sus amigas, profesores y compañeros del colegio. El gobierno mexicano había anunciado que a partir del 17 de ese mes, tras el crecimiento de la pandemia de Covid-19 en el país, se suspendían las clases presenciales.
Sus padres hicieron malabares. Iván, un joven de 30 años, quien todavía trabajaba como asesor de soporte técnico, y Sandy, una joven de la misma edad, gerente administrativa de un corporativo, adecuaron sus horarios para cuidar a Zuri y a su hermanito de tres años, además de garantizar que pudieran continuar sus estudios desde casa.
Llegó el home office y todo parecía ir mejor, pero a Iván lo alcanzó el desempleo. Un par de meses después de ser declarada la epidemia en el país, lo despidieron. Así pasó a formar parte del millón 181 mil personas que han perdido un empleo formal a causa de la pandemia de coronavirus, según los últimos datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
La colegiatura de Zuri en el Colegio Quirino Mendoza, en Tulyehualco, alcaldía Xochimilco, se volvió impagable. Esta familia, que invertía 3 mil 10 pesos mensuales en la educación de su hija, más mil pesos al mes por transporte escolar, volteó a la educación pública como salida.
“Lamentablemente me quedé sin trabajo con la pandemia y simplemente no podemos solventar los gastos de una educación privada nuevamente”, dice Iván.
Desde que tomaron la decisión, la vida se les ha ido en llenar formularios para conseguir un lugar en una de las escuelas cercanas a su hogar. Han considerado tres opciones y, pese a que el nuevo ciclo escolar está en puerta –oficialmente las clases inician el 24 de agosto–, aún no tienen certeza de lo que ocurrirá.
Zuri no es la única que, en medio de una pandemia, iniciará un ciclo escolar en una escuela pública, tras haber estudiado su corta vida en escuelas particulares. El Ing. Alfredo Villar, presidente de la Asociación Nacional de Escuelas Particulares (ANEP), estima que al menos el 30% de los estudiantes de escuelas particulares buscará un espacio en una institución pública.
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El estimado, dice, es conservador y la realidad se verá días antes del inicio del nuevo ciclo escolar. Por eso, en entrevista telefónica, hace otro cálculo más catastrófico: al menos dos millones de estudiantes –desde educación básica hasta educación superior– saldrán del sistema de educación privada, muchos de ellos no regresarán a un aula.
ESCUELAS CONTRA PADRES: ESTA BATALLA LA PIERDEN LOS HIJOS
Los últimos cinco años, Joaquín mantuvo un negocio de artículos electrónicos en la Plaza de la Tecnología de Toluca, Estado de México. Sus ganancias le daban para pagar de jalón las colegiaturas anuales de sus dos hijos en una escuela privada en Metepec.
La escuela no había tenido nunca una falta de pago. Era de los pocos que cubrían todas las cuotas mucho antes de la fecha de vencimiento.
Pero llegó la Covid y la Plaza cerró. La falta de ventas llevó a la quiebra el negocio que le había dado para pagar los primeros años de educación básica de sus hijos. Acudió a la escuela a pedir apoyo, quería que le aceptaran a los niños de 6 y 9 años con el compromiso de que pagaría en algún momento todo el adeudo.
–¿Cuánto puede pagar? –le dijeron.
–Nada. En estos momentos nada –fue su respuesta.
Sus hijos, entonces, tuvieron que abandonar la escuela: pese a que en años no les había fallado con un solo pago, el colegio no confió en que pudiera pagarles en algún momento. Está a la espera de confirmar el nuevo colegio, público, al que ingresarán sus pequeños.
Como él, cuenta Paulina Loyola, licenciada en pedagogía y profesora particular de educación básica, están cientos de padres a los que los colegios no les ofrecen facilidades ante la pérdida de empleos, negocios en quiebra y reducciones salariales. Ella apoya a padres como Joaquín a hacer los cambios de alumnos del sistema particular al público.
“Hay casos en los que se complica, porque los padres perdieron el empleo en el ciclo escolar pasado y no pudieron seguir cubriendo las colegiaturas, entonces las escuelas condicionan la entrega de los papeles necesarios para hacer una nueva inscripción: si no pagan la deuda, no los entregan”.
ESTAMPIDA DE ESTUDIANTES DEJA LAS ESCUELAS PRIVADAS
El ciclo escolar 2018-2019 tuvo en la matrícula de educación básica a 25 millones 493 mil alumnos, sólo el 11.4% de ellos estudiaba en una escuela particular.
Si el escenario conservador del Ing. Villar se cumpliera, se estimaría que, tan sólo en educación básica, 870 mil estudiantes se mudarán al sector público o dejarán los estudios de forma temporal o definitiva.
Sin embargo, en lo que ha podido ver la maestra Loyola, en tres escuelas en las que está apoyando con los trámites de transición de escuelas privadas a públicas, es que están perdiendo hasta el 70% de su matrícula.
Si eso ocurriera a nivel nacional se trataría de la salida de poco más de dos millones de alumnos sólo de educación básica.
Esto, dice la licenciada en pedagogía, es la muerte para cualquier escuela particular. “Es inviable costear una institución con sólo el 30% de tu matrícula y significa también el desempleo de muchas y muchos compañeros”.
EN RIESGO LA SUBSISTENCIA DE ESCUELAS PARTICULARES
De las más de 48 mil escuelas particulares registradas en el país, el 15% cerrará, afirma el Ing. Villar.
Los padres han perdido empleos o han tenido reducciones salariales, en suma –advierte– los mensajes desde el gobierno federal, que anunció que las clases para escuelas públicas se impartirán por televisión a través del programa Aprende en Casa, desincentivan la apuesta por la educación particular.
“Las autoridades se han olvidado que la educación particular cubre un hueco en este país donde la oferta educativa pública es insuficiente”.
Explica que la educación pública no es gratuita, se paga con los impuestos de todos los mexicanos, incluyendo los de los padres que apuestan por una escuela particular.
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“Tan sólo por eso el Estado tiene que apoyarles y también apoyar a las escuelas particulares con créditos o programas de apoyo económico. Ahorita no se ve el problema porque es a distancia, pero ¿qué va a pasar cuando se regrese a las aulas y se encuentren con salones de 90 alumnos?”.
PÉRDIDA DE EMPLEOS EN EL SECTOR
El riesgo del cierre de escuelas particulares tiene otro matiz: la pérdida de empleos en el sector educativo.
La fuerza laboral de profesores y especialistas en docencia durante el primer trimestre de 2020 fue de un millón 720 mil personas, que tienen un salario promedio de 6 mil 750 pesos mensuales, una cifra ya menor a lo reportado por el Sistema Educativo Nacional, que calculó para el ciclo escolar pasado un total de 2 millones 100 mil docentes de todos los grados de estudio.
La reducción de las matrículas traerá más despidos en el sector, las escuelas particulares ya no están pudiendo pagar las nóminas y la única salida ha sido llegar a acuerdos de reducciones salariales en un sector donde el salario promedio es de 6 mil 750 pesos mensuales, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del primer trimestre del año.
“Calculamos que pudieran quedarse sin trabajo más de 200 mil maestros por el cierre de escuelas particulares y la reducción de las matrículas”, advierte Villar.
La Secretaría de Educación Pública (SEP), encabezada por Esteban Moctezuma declaró que el apoyo a escuelas particulares consiste en planes y programas de estudio, más no económico.
“Como Secretaría podemos ayudar a las escuelas particulares en muchas cosas, pero económicamente no, porque ese tema es de la Secretaría de Economía y de Hacienda. Nuestra relación con las escuelas particulares son para planes y programas de estudio, todo lo relacionado en lo académico”, dijo en conferencia mañanera.
Al respecto, Villar insta a las Secretarías de Hacienda, Gobernación y Economía a buscar un plan emergente de apoyo a las escuelas particulares y, por ende, a los padres de familia.
¿AÑO PERDIDO?
La experiencia de Iván como padre de una niña, alumna de un colegio privado, en el cierre del fin de curso pasado, fue clave para que optara por sacar a su hija del colegio y mirar la educación pública.
“No supieron qué hacer cuando llegó la pandemia. No supieron implementar un plan de trabajo adecuado. Además hicimos un gasto muy grande en libros que nunca se usaron”, detalla.
Otros padres que también probaron la educación a distancia también se desencantaron de la educación particular, por considerar inservible pagar por tener a sus hijos en casa todo el día. Unos más, que sus contextos personales les impiden seguir la línea de enseñanza por falta de insumos tecnológicos en casa, también vieron la educación por televisión como la mejor alternativa.
“Hay una asunción de que todos, sólo por acudir a una escuela particular, tienen computadora en casa, pero no. Hay alumnos que tomaron clase desde el teléfono de sus padres. Hay maestras que tuvieron que hacer un grupo de Whats con los papás y por ahí enviar la información”, cuenta la maestra Loyola.
En conjunto, todas estas vertientes tienen una consecuencia final: el rezago educativo y social para las y los niños del país.
Según las últimas cifras del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) 2018 de la OCDE, los estudiantes mexicanos obtuvieron un puntaje bajo en lectura, matemáticas y ciencias.
Sólo 1% de los estudiantes mexicanos obtuvo un puntaje de competencia de niveles altos en al menos un área, cuando el promedio mundial es del 16%; en contraste, el 35% de los estudiantes no obtuvo un nivel mínimo de competencia en las tres áreas.
El rezago educativo, del que México había intentado salir, empeorará, advierten los especialistas.
“Olvidan que la educación es reflexiva: es error, ensayo, desarrollar la lógica, el pensamiento, la observación. No puede ser una educación informativa como la de ahorita. Les llenamos de información y ejercicios que ellos mismos tienen que buscar cómo resolver, evitando y limitando el lenguaje cooperativo, que es el que nace a través del contacto con otros, que se construye en un aula, conversando y escuchando”, explica Loyola.
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En tanto que Villar advierte que anualmente un millón 100 mil estudiantes desertan de la escuela y que con la pandemia habrá otro millón más. “De momento tenemos 35 millones de mexicanos adultos que no han terminado su educación básica, la pandemia puede agravar este panorama”.
Mientras tanto, al tiempo que los alumnos de escuelas particulares se mudan a las escuelas públicas, sólo se sabe que serán cuatro televisoras –Televisa, TV Azteca, Imagen y Multimedios– las que transmitirán los contenidos de las 8:00 a las 19:00 horas.
Nadie sabe quién va a dar las clases, si van a tener un enfoque acorde al programa de estudios con el que todos los maestros trabajan, ni cómo será la evaluación.
@AleCrail