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Lo que pasó con los surfistas es muestra de la impunidad que hay en México. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Tres jóvenes australianos fueron asesinados en Ensenada, Baja California. Eran surfistas y para eso viajaron a México, como lo habían hecho en otras ocasiones.
Primero su desaparición, ya que no se supo de ellos desde el 27 de abril, y luego la revelación de su muerte el 3 de mayo, generaron consternación en la comunidad de surfistas y en la propia sociedad.
Y no es que no se sepa que Baja California es un lugar peligroso, donde las bandas disputan territorios e imponen su ley, sino que lo que pasó da cuenta de un nivel de violencia que sólo se explica por la impunidad.
¿Por qué puede ser un miedo distinto a la costumbre de escuchar balazos y contar muertos todos los días? Porque en esta ocasión se desnuda la barbarie del azaroso proceder criminal y la dinámica con que actúan los sicarios, pero también los grados inferiores de la pirámide delincuencial.
Esto es, la maldad recorre las carreteras, los valles, las playas y los parajes, y emerge por las más pueriles necesidades o apetitos.
El móvil del crimen, en este caso, fueron las llantas de la camioneta en que viajaban los australianos, ya que un grupo de tres ladrones de poca monta, ligado a la venta de droga al menudeo y al cobro de piso, la quería para su propio vehículo.
Es decir, el objetivo era desmontar las llantas de la pick up Colorado de los turistas y colocarla en la pick up Ford Ranger de los delincuentes.
Los ladrones encontraron a los jóvenes en La Bocana, Santo Tomas, un paraje agreste en el que no hay señal telefónica.
La hipótesis de las autoridades es que los surfistas se resistieron al ataque y murieron en ese intento.
Tres vidas rotas, las de los hermanos Callum y Jake Robinson y su amigo Jack Carter Rhoad.
La fiscal del estado, María Elena Andrade, sostiene que no se trata de una acción del crimen organizado ni de un ataque dirigido. Menos mal, porque los tres muchachos están muertos y a sus cadáveres los encontraron en un pozo de 15 metros de profundidad, donde ya habían dejado, previamente, otro cuerpo que hasta ahora se encuentra en calidad de desconocido.
Ya hay tres detenidos por estos hechos. El jefe de la banda, “El Kekas”, tiene antecedentes criminales. Un asunto recurrente que muestra las consecuencias de no actuar en su debido momento, de no implementar estrategias de prevención, pero también de sanción a las conductas delictivas que evite que vayan escalando en sus fechorías.
La muerte de los australianos y el estadounidense al menos fue más o menos resuelta, aunque habrá que esperar al proceso judicial para tener claridad de que los presuntos asesinos paguen por lo que hicieron.
Por desgracia no es lo común. En México, desde el 1 de diciembre de 2018 hasta el 5 de mayo de este año, han sido asesinadas 186 mil 139 personas. Todos estos casos son los que se clasifican como dolosos. La absoluta mayoría de estos hechos quedarán en la impunidad o en un limbo que se le asemeja.
En Baja California, si sólo nos detenemos en los días 3, 4 y 5 de mayo, se constatará que ocurrieron 16 homicidios dolosos, sólo superados por los 28 en Guanajuato y los 24 en el Estado de México.
Algo se tendrá que hacer y es urgente, porque el daño en vidas y lo que eso ya significa inclusive en la propia sociedad está causando estragos.
Una pena, por lo demás, que dos australianos y un estadounidense se hayan topado con delincuentes que tenían la urgencia de cambiar las llantas de su camioneta y quienes consideraron que podía pagarse el precio de tres vidas por ellas.
Ojalá, aunque sea tardío, las autoridades se pongan a trabajar como es debido y asuman la magnitud de la responsabilidad a la que se comprometieron cuando asumieron los cargos.
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@jandradej
