EMEEQUIS.– ¿Por qué el huachicol se volvió un delito en expansión? Para el doctor José Antonio Álvarez León, especialista en temas de seguridad y académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM, hay una respuesta clara: “Porque solamente crece aquello donde hay tanta ganancia como impunidad”.
Explica que cuando un delito despunta al rango significativo, “a lo que nosotros llamamos el eslabón primario”, siempre la parte media y la parte baja son las que operan.
Primero, a la cabeza del crimen, están los grandes capos del delito, pero en el huachicol los eslabones medios, que son la conexión entre la cadena mafiosa y la sociedad civil, son los jóvenes reclutados.
“Evidentemente en un país con sumas carencias, el poder mover la fuerza productiva de los adolescentes y los infantes, o de algunas familias completas, se vuelve fundamental.
“Hay un doble juego: para la gente involucrada, llevar recursos a sus familias; para la mafia, emplearlos de diferentes maneras en la cadena de producción”, asienta.
EMEEQUIS publicó en dos partes el testimonio de “Acarreador”, un joven que vivió de los 15 a los 20 años atrapado en la mafia del huachicol, gracias a su habilidad para manejar vehículos pesados. Contó sobre sus adicciones a las drogas, el alcohol y el dinero fácil. Escapó de ese contexto, pero contó que muchos no lo logran porque son ejecutados por las mafias.
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LA FAMILIA ENTERA SE INVOLUCRA
En Santa Ana Ahuehuepan, un pueblo sobre ductos de la refinería de Tula donde en enero de 2019 tres militares fueron retenidos por la población después de que mataran a un civil que acusaban de huachicolero, familias enteras se involucran en el negocio.
“Los papás ordeñan, los hijos son halcones y las mamás despachan la gasolina robada”, contó una fuente al interior del poblado. Tienen, dice, bodegas llenas de hidrocarburo y en las secundarias y bachilleratos han llegado jóvenes con la boca y el resto de la cara quemada, por succionar el combustible de la manguera a la hora de despachar.
“El reclutamiento de menores, con este delito, pero también con los otros, no es nuevo, es muy común, solamente que en diferentes escenarios. Así se vuelven lo mismo sicarios, halcones, productores de droga sintética, vigías de casas de seguridad donde se encuentran secuestrados, que piqueteros al pie de un ducto.
“Lo que tiene de primera mano el narcotráfico es que puede ofrecer una expectativa de vida para un joven, que no tendrá en términos reales; digamos, en una vida recta u ordinaria, de méritos o de esfuerzo: la riqueza. Ese es el atractivo del porqué ellos pueden mover a estos jóvenes, sobre todo en lugares marginales: pueblos, rancherías, municipios que no están tan cercanos a las zonas metropolitanas, como una fuente de reclutamiento laboral que para ellos es muy económico y fácil de manejar”, afirma Álvarez León.
Para el especialista, este es el escenario que se vive en el estado más vulnerable al robo de combustible en el país.
“En Hidalgo, en los municipios fuera del área metropolitana de Pachuca, familias completas participan de la distribución, de la vigilancia, de la conexión entre compradores, porque son zonas muy marginales y el dinero siempre entra con una facilidad que permite involucrar a familias completas”.
Esto, explicó, está modificando el escenario delictivo: el nicho de las drogas cambió por el de las válvulas y, ahora, como en la Ciudad de México antes del dominio de los cárteles, cuando en los barrios bravos familias operaban el narcomenudeo, en Hidalgo padres, madres e hijos participan de la venta al menudeo de la gasolina, entre otros roles de riesgo que asumen, principalmente, los jóvenes, enrolados como piquetes, halcones o sicarios.
“En un país donde tenemos 70 millones de pobres, evidentemente la mano de obra está a disposición, y los jóvenes entran con una expectativa de poder cambiar su vida, aunque criminológicamente se vuelvan ‘iniciados’. Algunos lo harán de manera consciente, pero la mayoría de manera inconsciente. Esto nos da una radiografía preocupante, porque no solamente hay un reclutamiento de personas para trabajar, sino que prosperan nuevas cadenas de violencia”, remarca.
“ACARREADOR”: DE VUELTA A LA REALIDAD
“Acarreador”, quien como menor fue reclutado por el huachicol, reconoce que el crudo que sale del ducto salpica a todos, por eso los tentáculos de la ordeña llegan a muchos lados.
Por ejemplo, hay revendedores, que es gente no necesariamente con poder de fuego, que paga por entrar a los predios donde se extrae el combustóleo. De ahí, ellos sostienen su propia economía ilegal, en la que involucran a hijos, sobrinos, tíos o padres; es decir, desde la infancia hasta adultos mayores metidos ahí.
“Se paga por entrar a la toma y por la gasolina. A los padrinos, como se les denomina a quienes controlan la toma, se las dejan a nueve pesos el litro, pero ellos la revenden, ahora, a 15 pesos, porque está a 21 en las gasolinerías”.
Cuando salió de la maña, este exordeñador reconoce que le costó acostumbrarse a la vida sin lujo. Aunque gana de 12 mil a 13 mil pesos por semana, que a alguien con el salario mínimo le costaría 84 días de trabajo, no puede seguir con la vida que llevaba, además de que trabaja turnos de 24 horas, sin descansos.
A los 15 años, como halcón y luego punta, ya había hecho más dinero que cualquiera de sus ancestros: “Yo empecé a invertir en carros, porque a mí siempre me han gustado los carros; me ha gustado también el audiocar, y soy muy fanático de modificar los carros y todo eso, ahora sí que todo el dinero que yo ganaba lo metía ahí, pero mi primer sueño fue tener una sala de juegos, y la hice. Ya de ahí empecé con los carros y todo eso, pero también se te va mucho el dinero en la droga y el alcohol”, reconoce.
NIÑOS SON LA PRESA PERFECTA
En su estudio ‘Niñas, niños y adolescentes reclutados por la delincuencia organizada’ , presentado en octubre pasado, la asociación civil Reinserta reveló que, según una estimación hecha por la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), hay más de 20 mil casos de homicidio doloso y siete mil desapariciones de menores de edad en los últimos 20 años, posiblemente relacionadas con la cooptación y sometimiento de los cárteles.
Asimismo, alertó sobre el reclutamiento de 30 mil niños por parte del crimen organizado, quienes, dijo, reciben un pago de hasta 35 mil pesos mensuales. No obstante, la opacidad de los gobiernos sobre el tema impide adentrarse en este fenómeno.
“(El país) está atascado de niños y niñas que están entrenándose en la sierra con armas, que están siendo la presa perfecta para la delincuencia organizada, nada más que no los hemos logrado ver todavía”, alertó Mercedes Castañeda, cofundadora de Reinserta.
“Acarreador” dice que el huachicol es un cáncer que crece dentro, por el temor de la muerte. Yace ahora en un reino hundido, porque tiene pasado enmarcado en la memoria: lleno de cuerpos destazados y fuego entre válvulas cuando revientan. A veces, como los sobrevivientes de guerra, las secuelas se materializan en sus pesadillas y se ve cubierto de flamas: como un espectador externo, que se mira así mismo, ve su rostro y su cuerpo derretirse, hasta fundir los huesos y ser ceniza. Entonces grita y despierta con el cuerpo hirviendo por el sudor caliente. El sueño se va, pero no el pasado y sus muertos.
@axelchl