EMEEQUIS.– La condena del gobierno mexicano contra la invasión rusa a Ucrania llegó 21 horas tarde, forzada por la presión de actores políticos y diplomáticos.
El miércoles 23 de febrero, cuando las bombas rusas estallaban ya sobre territorio de Ucrania y comenzaban a morir ciudadanos de esa nación bajo el infierno desatado por Vladimir Putin, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, salió a pedir “una salida política”.
Parecía inverosímil: todos los esfuerzos disuasorios de las grandes potencias frente a la animosidad bélica del Kremlin ya habían fracasado, Moscú había cerrado incluso comunicaciones con Estados Unidos y Europa, y Putin amenazaba al mundo con “consecuencias nunca antes vistas” para quien se interpusiera en su frenesí sangriento.
Al parecer, la primera piel del gobierno de Andrés Manuel López Obrador había sido despachar el tema con una postura ambivalente y atenerse después a lo que dictara Washington en el Consejo de Seguridad de la ONU. El caso es que dilataba inexplicablemente una solidaridad sin cortapisas con la nación invadida.
Pero llegó entonces la presión de líderes de opinión, diplomáticos de carrera, legisladores y de la mismísima embajadora de Ucrania en México, Oksana Dramaretska, que visitó al canciller mexicano para escuchar de viva voz la explicación por la ambigüedad de México.
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Ebrard se hallaba en en la brete de alinear a México con el apoyo de Occidente a Ucrania, pero, inopinadamente, sin afectar la relación con Moscú.
Y es que la administración obradorista estableció desde un principio afinidades con el gobierno de Vladimir Putin. De hecho, la participación del Kremlin fue clave en uno de los objetivos principales de AMLO en la primera mitad de su gestión: la aprehensión de Emilio Lozoya.
Desde entonces, el entendimiento de Ebrard con el canciller ruso, Serguéi Lavrov, es sólido, y fue esencial para que México tuviera acceso a la vacuna Sputnik contra el coronavirus.
LAS HORAS AMBIGUAS DE MÉXICO ANTE UCRANIA
Fue a las 10:30 de la noche hora de México –hora y media después del inicio de hostilidades– cuando Ebrard emitió la postura oficial del gobierno de AMLO: “México rechaza el uso de la fuerza, reitera su llamado a una salida política al conflicto en Ucrania y respalda al Secretario General de la ONU en pro de la paz. Trabajamos con otros países para encontrar un espacio de diálogo”.
Pero llegó entonces la presión de diplomáticos de carrera y legisladores.
No bien había posteado su postura el canciller de AMLO, cuando la diplomática Martha Bárcena, exembajadora de México en Estados Unidos, reaccionó en su cuenta de Twitter. “México debe condenar, no sólo rechazar. Aquí no se buscan espacios de diálogo. Se exige el respeto a las normas del derecho internacional. Buscar espacios de diálogo era la expresión favorita del sexenio pasado”.
La senadora Kenia López Rabadán pidió, la tarde del día 24. “México debe ser contundente. López Obrador debe emitir una condena al gobierno de Rusia y exigir salga de Ucrania. Si Amlo no hace un reclamo a Putin respaldará la sistemática violación a los Derechos Humanos y eso es un terrible antecedente para México”.
Incluso líderes de opinión, como el director de orquesta, novelista y columnista, Román Revueltas Retes –entre muchos otros– sugirió cambiar la redacción de su postura por: “México condena absolutamente el uso de la fuerza por parte de una fuerza invasora”, y luego agregó. “Pero hablar claro no es lo suyo”.
La embajadora Dramaretska agradeció el cambio de postura del gobierno mexicano.
Sin embargo, fue la propia embajadora de Ucrania en México, Oksana Dramaretska, quien convocó a una conferencia de prensa, la mañana del 24 de febrero, para expresar su sorpresa ante la ambivalencia de la posición del gobierno obradorista. Dijo a la prensa mexicana:
“México no está en una posición muy clara. Hasta ahora no hemos sentido muy claramente la posición mexicana. Respetamos mucho la consistencia de su apoyo a la integridad territorial de Ucrania, pero hoy necesitamos una declaración muy clara, una declaración que condene la agresión rusa. Hasta ahora no la hemos sentido”.
Y al terminar salió directamente a las oficinas de la Alameda para escuchar directamente del secretario de Relaciones Exteriores, las razones por las cuales el gobierno de México no mostraba una posición inequívoca.
El mensaje de Ebrard hasta el otro día.
¡POR FIN! EBRARD RECONOCE QUE ES INVASIÓN
Fue así que Ebrard se vio obligado a corregir la postura y al fin, el jueves 24 de febrero, a las 6:05 de la tarde, más de 21 horas después del inicio de la invasión, el canciller mexicano corrigió la postura, a través de un post en su cuenta de Twitter: “México rechaza el uso de la fuerza y condena enérgicamente la invasión Rusa a Ucrania. Demanda que cesen las hostilidades, se inicie diálogo, se proteja a la población”.
Ese fue el mensaje con el que acompañó las instrucciones que daba al representante de México en la ONU, Juan Ramón de la Fuente.
Después vinieron más, insistentes mensajes de Ebrard, incluso acaso para intentar borrar el dislate original, anunció: “México planteará hoy en la Asamblea General de la ONU el cese inmediato de las hostilidades en Ucrania, el establecimiento del espacio diplomático para resolver el conflicto y el inicio de la Ayuda Humanitaria encabezada por la ONU para proteger a la población civil”.
Detrás de la ambigüedad inicial del gobierno obradorista se hallaba… una sólida relación con Moscú.
EL CANCILLER LAVROV, AMIGO DE EBRARD
El 28 de abril de 2021, la Cancillería rusa presumió en su cuenta de Twitter una declaración de su titular, el incondicional de Vladimir Putin, Serguéi Lavrov:
“En América del Norte, México es el primero y por ahora único país en registrar la vacuna Sputnik V. coincidimos en que continuarán los envíos regulares de esta vacuna de acuerdo con el contrato firmado”.
El post del ministerio ruso desplegaba una enorme foto de Lavrov estrechando la mano del canciller mexicano, Marcelo Ebrard.
Pero esa relación se había solidificado tiempo atrás, cuando la intervención del Kremlin resultó decisiva para que el gobierno de López Obrador consiguiera uno de sus más caros anhelos en la parte inicial de su periodo: la captura del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya Austin.
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Aunque la medalla se la colgó el Fiscal General, Alejandro Gertz Manero, el dato sobre la ubicación del exfuncionario llegó primero a Ebrard de una amistad que cultivó en sus años de autoexilio en Francia. Fue en el mes de diciembre, cuando le avisaron que Lozoya podría estar en Moscú.
LA AYUDA DE PUTIN A AMLO
Hasta noviembre de 2019, Interpol seguía buscando a Emilio Lozoya en más de 190 países, sin que las pesquisas se aproximaran en realidad a la verdadera ubicación del el exfuncionario mexicano implicado en los sobornos de Odebrecht.
Sin embargo, hacia el cierre de año, el gobierno mexicano accedió a información cierta que provenía de Moscú. Pero la información no llegó a la Fiscalía General de la República, sino al escritorio del canciller meciano, Marcelo Ebrard.
La versión era que reportes policiacos ubicaron al exdirector de Pemex en las cercanías de Moscú, Rusia, gracias a la intermediación de un poderoso empresario de aquel país, Vagit Alekpérov, y la ayuda de William Karam Kassab, dueño de Hidrosina, la empresa de venta de gasolina más favorecida por los gobiernos mexicanos en los últimos 15 años.
Las gestiones oficiales ante Rusia no caminaron muy rápido, hasta que un amigo de Ebrard, con poderosos contactos en el círculo de Vladimir Putin, intercedió.
Se trataba, como publicó EMEEQUIS justo hace dos años, en febrero de 2020, del chino Meng Hongwei, que fuera un controvertido director de la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL), entre 2016 y 2018.
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Como se sabe, la sede de esa organización policial se ubica en Lyon, Francia. Hongwei se convirtió en uno de los contertulios de Ebrard en París, donde ambos personajes coincidían con frecuencia.
Fueron los años en que ─cosas de la vida─, el ex jefe de gobierno de la Ciudad de México se avecindó en la ciudad luz para, presuntamente, mantenerse lejos de las manos de la justicia mexicana que, entonces se rumoraba, podría haber buscado su comparecencia en relación con el escándalo de corrupción en la construcción de la Línea 12 del Metro en la capital azteca.
Por cierto que Hongwei, conspicuo miembro del Partido Comunista Chino y ex viceministro de Seguridad Pública de su país, salió de la dirección de INTERPOL en 2018, a su vez, en medio de un escándalo político-criminal. De por sí, había asumido su cargo en 2016 entre denuncias de organismos defensores de derechos humanos que le reclamaban su pasado oscuro en los órganos policiales chinos. Amnistía Internacional juzgó su designación como “sumamente preocupante”.
En octubre de 2018, el funcionario policial desapareció en Francia, pero reapareció en China detenido por autoridades de su país, bajo el cargo de cohecho. INTERPOL anunció la renuncia de su director “con carácter inmediato”. Hongwei enfrentó medidas “disciplinarias”, que al cabo dejó atrás.
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El caso es que los contactos policíacos internacionales que Hongwei desarrolló en sus años en Lyon, le permitieron saber que Emilio Lozoya se hallaba refugiado en la capital rusa, información que llegó antes de la Navidad de 2019 a la oficina de Ebrard.
Desde entonces, Ebrard y Hongwei operaron la entrega con gente cercana a Lozoya. Fue así como se agilizó el apoyo del Kremlin para buscar Lozoya en Rusia, y de hecho fueron los sabuesos del Servicio de Seguridad Federal Ruso de donde salió la pista que llevaría a la final captura de Lozoya en Málaga.
Y es que entre los contactos de Hongwei estaba también Lavrov, el ministro que ha acompañado a Putin por 18 de sus 21 años de mando.
@estedavid