EMEEQUIS.– El 15 de octubre de 2015, los comensales que ocupaban las terrazas exteriores de los lujosos restaurantes de la Avenida Champs-Élysées –la calle más emblemática de París– pudieron ver a un discreto Andrés Manuel López Obrador que se paseaba por el distrito VIII de la capital francesa.
Entre la gente que caminaba por La Ciudad de la Luz en aquel otoño de hace cinco años, el hoy presidente mexicano parecía un turista más: se tomó un tiempo para observar el Arco del Triunfo, que conmemora la victoria en la batalla de Austerlitz, y se desvió de su camino para llegar a la esquina de la avenida Winston-Churchill. Ahí, a la orilla del Río Sena, junto al elegante Touring Club de France, Andrés Manuel López Obrador se detuvo a contemplar la estatua de Simón Bolívar, el libertador de América.
“Deben de saber que ayer me dio mucho gusto pasar por una avenida en donde hay un monumento a Simón Bolívar. Nosotros, los latinoamericanos, somos solidarios, como José Martí”, diría Andrés Manuel López Obrador un día más después, el 16 de octubre por la noche, frente a una multitud que había llenado La Maison de l’Amérique latine (La casa de América Latina) para escucharlo hablar sobre la situación del país como el presidente del Consejo Nacional de Morena.
Dio un discurso en La Casa de América Latina en París.
En aquel viaje al país galo –pagado por Morena, según ha dicho Andrés Manuel López Obrador– el máximo líder de la oposición insistiría en su diagnóstico sobre México: una “minoría rapaz”, la llamada “mafia del poder”, tenía secuestrado al país y la única salida era una “revolución pacífica” en las urnas que llevara al poder a un gobernante “austero y republicano”.
El tabasqueño se daría tiempo para hacer una visita más en París: como el hombre religioso que es, hizo un espacio en su gira de trabajo para conocer la Catedral de Notre Dame. Tan maravillado quedó con ese templo gótico que el 15 de abril de 2019, ya como presidente, escribiría un tuit que desentonó con su perfil en redes sociales, donde casi nunca aborda temas internacionales.
“Lamento el incendio en la catedral de Notre Dame, en París, Francia. Es una desgracia para el arte, la cultura y la religión”, publicó @lopezobrador_.
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Muchos respondieron a sus tuit con burlas, asegurando que el presidente no sabría ni siquiera ubicar a Europa en el mapa, recordando su resistencia a viajar al extranjero. Muchos otros lo defendieron. Pero muy pocos advirtieron que su preocupación por la Catedral de Notre Dame venía de un viaje que había hecho a uno de los destinos turísticos más famosos en el mundo.
Contrario a lo que millones piensan, el presidente Andrés Manuel López Obrador sí tiene varios sellos de gobiernos extranjeros en su pasaporte.
“VENUSTIANO CARRANZA NUNCA CRUZÓ LA FRONTERA”
La historia de los primeros viajes al extranjero de Andrés Manuel López Obrador es un itinerario confuso en el que ni sus biógrafos ni periodistas se ponen de acuerdo. Son los años en que el tabasqueño aún no es el político más importante de México y su vida privada se llena más de mitos que de verdades, como el verdadero orden de sus iniciales, la desafortunada muerte de su hermano menor y hasta su paso por las aulas.
La periodista Bibiana Belsasso escribió en el diario La Razón que el tabasqueño “de joven, cuando militaba en las juventudes del PRI, acudió a Houston”; el periodista Jacobo García, de El País, aseguró que “en el pasado se tiene registro de un remoto viaje a Estados Unidos, durante su luna de miel”, pero el periodista Brando Alcauter, en un extenso perfil para el sitio Cuna de Grillos, afirmó que la luna de miel con su primera esposa Rocío Beltrán ocurrió en Cuba, no en la Unión Americana.
El historiador Enrique Krauze en su polémico texto “El Mesías Tropical”, de 2006, narra que durante un desayuno en las oficinas de Andrés Manuel López Obrador le preguntó si era cierto que no tenía pasaporte. “Es extraño que me reclamen eso. El presidente Venustiano Carranza nunca cruzó la frontera”, respondió el exjefe de gobierno, según el relato.
“No fui convincente”, lamenta Enrique Krauze, en su texto publicado en la revista Letras Libres, por no poder detallar el pasado viajero del hoy presidente. “Años atrás había pasado unos días en Estados Unidos, y con su esposa (Rocío Beltrán, fallecida en 2003) solía visitar Cuba. Eso era todo: ‘Hay que concentrarse en México –me dijo (López Obrador)–. Para mí la mejor política exterior es la buena política interior’”.
Esa sería la respuesta constante de Andrés Manuel López Obrador a la pregunta ¿por qué no viaja al extranjero? Usó ese argumento cuando rechazó acudir a la cumbre del G20 en Osaka, Japón, y a la Asamblea de Naciones Unidas en Nueva York, Estados Unidos. Y esa respuesta aparece una y otra vez en sus libros, como “2018 La Salida”.
Sin embargo, este miércoles romperá su regla de oro y sostendrá una visita con el presidente estadounidense Donald Trump. Sería, al menos, la cuarta vez que el tabasqueño cruza el Río Bravo y se planta en Estados Unidos.
VISITAS A ESTADOS UNIDOS Y CUBA
El 15 de marzo de 2017, Andrés Manuel López Obrador salió triunfante del edificio en Washington D.C. que alberga la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. A su derecha lo acompañaba el académico John Ackerman, hoy uno de sus defensores más férreos en redes sociales y desde la frecuencia pública Canal Once. A su derecha estaba el abogado Netzaí Sandoval, hermano de la actual secretaria de la Función Pública, Irma Sandoval.
En Washington con John Ackerman y Netzaí Sandoval.
Andrés Manuel López Obrador lucía sonriente, protegido del frío con una gabardina gris que hacía juego con su traje oscuro y corbata roja. Estaba a solo tres calles de la Casa Blanca y acababa de entregar una denuncia internacional contra el presidente Donald Trump por sus planes de crear un muro fronterizo que dividiera a México de Estados Unidos.
“Como no está actuando el gobierno de México, desgraciadamente, porque está completamente subordinado, sumiso, callado ante la prepotencia de Donald Trump, tenemos que hacerlo nosotros”, dijo Andrés Manuel López Obrador, quien tres años después tendría que matizar sus palabras para sentarse con el millonario republicano.
Era su antepenúltima parada en una gira por Estados Unidos que, como favorito en las encuestas presidenciales de 2018, tenía como objetivo asegurar el voto migrante: había visitado Los Ángeles, Chicago, El Paso, Nueva York y aún le faltaban San Francisco y Laredo, Texas.
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El país no le era ajeno al exjefe de Gobierno: en julio de 2016 ya había volado hasta San Diego, California, para asistir como invitado VIP al Juego de Estrellas de las Grandes Ligas en el estadio Petco Park, a donde lo acompañó su hijo Jesús Ernesto. Incluso, se dejó fotografiar con el aclamado beisbolista de los Medias Rojas de Boston, David Ortiz.
Con el beisbolista de los Medias Rojas de Boston, David Ortiz.
“Ni modo. Tengo esa debilidad. El beisbol es de mis grandes pasiones. Ayer vi batear a Canó, a Cabrera y a la leyenda David Ortiz, ‘Big papi’, quien amablemente se tomó con nosotros la foto que les comparto”, publicó en redes sociales.
Pero así como Andrés Manuel López Obrador se sabe mover en la cuna del capitalismo occidental, también sabe pasear por el país emblemático del comunismo latinoamericano: un mes antes de su visita al juego de beisbol en San Diego, hizo un viaje a Cuba que se descubrió por un usuario que publicó una foto en Facebook con el tabasqueño en el Aeropuerto José Martí de La Habana.
Cuando la imagen circuló ampliamente por internet, el entonces secretario de Comunicación, Prensa y Propaganda de Morena, César Yáñez, confirmó el viaje a la isla caribeña y aseguró que se trató de un viaje personal, no de trabajo, al que también asistió su esposa Beatriz Gutiérrez Müller.
El viaje a Cuba tendría una doble intención para la pareja: ella estaba realizando una investigación sobre la vida de Hernán Cortés y él estaba desenterrando su propia historia, pues su abuelo, José Obrador Revuelta, había trabajando como barrendero en la isla.
Esa curiosidad por saber más sobre el patriarca de los Obrador llevaría a Andrés Manuel López Obrador a viajar, un año más tarde, en 2017, a España.
MADRID, PARÍS, ROMA, EL VATICANO, LONDRES…
El primer registro que hay de Andrés Manuel López Obrador en Europa data del 2011, cuando en su afán por arrebatarle la presidencia al priísta Enrique Peña Nieto aceptó la invitación de la Fundación Ortega y Gasset para dar una conferencia magistral. En Madrid, España, habló sobre el neoliberalismo, el saqueo a México y su visión del país. Y su tiempo libre lo aprovechó para tender puentes entre Morena y la comunidad española.
Cuatro años más tarde, Andrés Manuel López Obrador regresaría a Europa con Beatriz Gutiérrez Müller, su secretario particular César Yáñez y Juan Carlos Lorea de la Rosa, entonces secretario de Mexicanos en el Extranjero de Morena. Sus paseos por Champs-Élysées y la Catedral de Notre Dame hubieran acaparado la atención de los medios, pero un viaje exprés eclipsó su paso por París: la comitiva atravesó Roma, Italia, y se abrió paso hasta El Vaticano, donde el tabasqueño tuvo un breve encuentro con el papa Francisco, a quien le entregó una carta y una medalla de fray Bartolomé de Las Casas.
En El Vaticano entregó una carta al Papa.
El encuentro entre el político mexicano y el líder del catolicismo quedó plasmado en cuatro fotografías que el propio Andrés Manuel López Obrador publicó en su cuenta de Facebook y que polarizaron a sus seguidores y detractores.
“Yo no salgo mucho al extranjero y les molestó bastante. Primero decían que no tenía ni siquiera pasaporte. Que no conocía el mundo, que no tenía experiencia en el internacionalismo. Ahora se cuestiona cómo financio mi viaje o quién me lo paga”, protestó el tabasqueño.
Las críticas no le impedirían volver a Europa dos años después: el 5 de septiembre de 2017, Andrés Manuel López Obrador pisó Londres, Inglaterra, para reunirse con el dirigente del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, y participar juntos en un evento con UNITE, el sindicato más grande de Gran Bretaña.
En Londres con Jeremy Corbyn.
Pero la verdadera razón por la que el tabasqueño había cruzado de nuevo el Océano Atlántico estaba el norte de España, pues dos días después, el 7 de septiembre, Andrés Manuel López Obrador hizo el viaje más significativo y personal de su vida por el Viejo Continente: por tres días se adentró en Ampuero, Cantabria, una comunidad autónoma española, donde nació su abuelo materno, José Obrador Revuelta, el mismo que radicó por un tiempo en Cuba.
Fue a Cantabria a un reconocimiento por su abuelo.
Su viaje surgió de una invitación del entonces presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, quien descubrió las raíces del político mexicano en su comunidad y le invitó a desenterrar juntos el pasado de su familia; desde entonces, ambos políticos se han convertido en amigos tan cercanos a tal grado que quienes visitan el despacho presidencial de Palacio Nacional pueden ver un escudo en cerámica de Ampuero.
Es uno de los tantos souvenirs de los viajes de Andrés Manuel López Obrador por el mundo.
SANTIAGO DE CHILE, QUITO, SAN SALVADOR…
El presidente mexicano no solo conoce Estados Unidos, Europa y el Caribe. También conoce Santiago, Chile, cuando se reunió con la expresidenta Michelle Bachelet en el Palacio Presidencial de La Moneda en 2017.
AMLO con Michelle Bachelet en Chile.
Y en la misma gira viajó hasta Quito para reunirse con el presidente Lenin Moreno en el Palacio de Carondelet, la sede del gobierno de Ecuador; y se reunió con el ahora exmandatario salvadoreño Salvador Sánchez Cerén en la sede presidencial de San Salvador, la capital.
Y si Andrés Manuel López Obrador no va a las residencias oficiales de otros presidentes, los presidentes acuden a él: en lo que va de su sexenio ha sido anfitrión para los mandatarios de Colombia, Costa Rica, Cuba, Argentina, Panamá y El Salvador.
Pero este 8 y 9 de julio será él quien haga el viaje. Por primera vez en 19 meses como presidente, Andrés Manuel López Obrador hará maletas y junto con el canciller Marcelo Ebrard; la secretaria de Economía, Graciela Márquez; la embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcenas; el jefe de la oficina de la Presidencia, Alfonso Romo; y el jefe de la Ayudantía, Daniel Asaf, irán a Washington a celebrar la entrada en vigor del T-MEC con el presidente Donald Trump y sin el mandatario canadiense Justin Trudeau.
El polémico viaje con Donald Trump, quien busca reelegirse en la Casa Blanca con una retórica antiinmigrante, supone el sello más pesado al tachoneado pasaporte de Andrés Manuel López Obrador, quien durante el primer año de su gobierno había logrado acumular 162 mil kilómetros de giras de trabajo sin pisar suelo extranjero.
@oscarbalmen