Por José Roberto Álvarez
EMEEQUIS.– “Las amenazas ya lograron su función”. Tonatiuh Pérez, extrabajador del Sistema de Transporte Colectivo Metro, dice que puede hablar con mayor libertad y tranquilidad luego de que, después de trabajar 25 años en este sistema de transporte y lidiar durante toda su trayectoria con Fernando Espino, líder sindical, fuera despedido y tomara la decisión de “autoexiliarse” mudándose a Canadá tras el hostigamiento y las amenazas vividas.
En entrevista con EMEEQUIS, personas disidentes del Sindicato Nacional de Trabajadores del Metro, dirigido por Fernando Espino, relatan sus experiencias de hostigamiento laboral y amenazas sustentadas por documentos compartidos a este medio.
Fernando Espino lleva décadas en el poder. Foto: Daniel Augusto / Cuartoscuro.com.
¿ENEMIGO #1 DE ESPINO?
Homero Zavala es el secretario general del Sindicato Mexicano de Trabajadores del Metro, este sindicato es minoritario y se encuentra integrado por un pequeño grupo de trabajadoras y trabajadores disidentes a Fernando Espino. En palabras de Tonatiuh, Homero podría ser su “enemigo” principal al interior del Sistema de Transporte Colectivo.
En entrevista con EMEEQUIS, Homero relata que una de las principales motivaciones para organizar una Asociación que posteriormente escaló como Sindicato fueron las condiciones laborales que observaba con sus compañeras y compañeros ya que la actitud siempre ha sido de “estás conmigo o en mi contra”.
“Yo tengo 33 años trabajando en el Metro y cuando entrabas a trabajar no había otra opción más que entrar al Sindicato Nacional, que era el único que existía en ese momento y, bueno, pues, no te permitían elegir o no había opción, como hoy en día, de tener una libertad sindical y tenías que pertenecer tanto al PRI como a ese sindicato, no había otra manera. Durante algún momento trabajé dentro de ese sindicato, sin embargo, en el área que yo me desenvolví que era con los trabajadores de confianza en el área de vigilancia pude ver que muchos compañeros no tenían derecho a nada, estaban totalmente desprotegidos, no tenían a nadie que los representara”, recuerda.
Fue hasta 2017 cuando Homero y sus compañeros lograron que se tomara la nota de la representación sindical. Sin embargo, un año y unos meses después, con la llegada de Claudia Sheinbaum a la Jefatura de Gobierno, y Florencia Serranía Soto como directora del Metro, la situación empeoró.
Con Florencia Serranía la situación empeoró. Foto: Cuartoscuro.com.
“Florencia Serranía como directora fue lo peor que pudimos haber tenido por dos motivos: por las condiciones en las que nos dejó el Metro pero también como representación sindical nos ignoró, el día que la fuimos a ver, dijo que para nosotros como sindicato no habría nada, pues ella ya tenía algunos acuerdos con el Sindicato Nacional y pues obvio defendió los intereses del mayoritario, quedándonos nosotros sin derechos. Todos los derechos que la 4T tenía sobre la libertad sindical ella los ignoró”.
En 2021, cuando ocurrió el desplome de la Línea 12, Homero recuerda que el sindicato que él dirige dio una conferencia de prensa y posterior a ella fueron despedidos, aunque ante la presión tuvieron que reinstalar a Homero y sus compañeros.
Fue hasta que Guillermo Calderón entró como director que el sindicato disidente logra afiliar a 20 trabajadores, pero posteriormente se volvieron a cerrar las puertas.
“Todo fue después de una marcha que hizo el sindicato mayoritario, nos volvieron a cerrar las puertas. No pudimos afiliar a nadie más, representar o tener una oficina dónde atender a los compañeros cuando es una obligación del Metro”, dice.
A la obligación que se refiere Homero es al artículo 138 del Reglamento que fija las condiciones generales de trabajo del Sistema de Transporte Colectivo Metro, el cual establece que debe proporcionarse al sindicato las facilidades para el buen desempeño de sus funciones. Dicho contrato fue firmado en 2006 por Florencia Serranía y Fernando Espino.
El Sistema tiene la obligación de proporcionar instalaciones al Sindicato, incluso el minoritario.
Pero Homero destaca que lo peor de toda la situación ha sido el hostigamiento hacia sus compañeros y a él, los cuales han ido escalando con el tiempo.
“En mi caso, durante 2022 hubo un día que dispararon tres balazos a mi camioneta, yo afortunadamente no estaba dentro y no levanté denuncia, aunque debí hacerlo, por el miedo y porque sabía que si denunciaba me iban a quitar mi carro para que se quedara en investigación. Pero yo no podía hacer eso, estaba pasando también por un mal momento económico y en mi vida personal.
“En ese momento sí piensas en correr, en dejar todo a un lado, pero ya es algo que traigo en la sangre y las venas porque pasa un par de días y de pronto ya estoy recibiendo llamadas de mis compañeros y otra vez vuelvo a decirles ‘no te dejes, haz esto, haz lo otro’, de algún modo que seamos varios compañeros los que estamos decididos a defender nuestra libertad sindical y nuestros derechos, impulsa”.
VIVIR EN EL AUTOEXILIO
Tonatiuh, por su parte, tiene claro cuáles fueron los momentos clave en los que las diferencias con Fernando Espino se acentuaron. El primero ocurrió cuando Andrés Manuel López Obrador era jefe de Gobierno capitalino y Javier González Garza era director del Metro.
“El sindicato de Espino me detectó cuando González Garza me invitó a trabajar en el área de Prensa, por mi perfil académico y mi carrera, yo soy periodista. Sin embargo, el Metro como tal no es el que autoriza la comisión a un área específica, sino que lo hace el Sindicato. Ellos no me querían comisionar pero como el director vio mi perfil y me cambió a pesar de todos los movimientos en el organigrama que trataron de hacer. Ahí fue la primera vez que tuve un roce y a partir de ahí yo pasé a ser persona non grata para Fernando Espino”, relata.
Posterior a ese periodo entre los años 2000 y 2004, cuando Joel Ortega entró como director del Metro en la gestión de Miguel Ángel Mancera, hubo un segundo roce que fue el parteaguas para tener problemas permanentes con el líder sindical.
“En ese entonces su jefe de prensa me pidió que les dé información de lo que yo tuviera de de Fernando Espino, entonces pues yo les compartí la información que estaba a la luz pública y pues ellos ya reforzaron con la información que habían investigado. Después de eso vino el despido de toda la gente que traía Espino (a trabajar) sobre todo a su hija y mucha gente que no cubría el perfil académico y así fue la segunda confrontación, pero yo quedé en medio de la batalla porque Joel Ortega me desconoció y me mandó a trabajar a un área distinta donde dominaba Espino. Podríamos decir que me pusieron un cuatro”.
El tercer momento clave en la carrera de Tonatiuh en el Metro fue su incorporación como jefe de prensa del Sindicato Mexicano del Metro, que al ser minoritario y disidente a las ideas de Fernando Espino, ponía en el foco a todo aquel trabajador que se encuentra ahí.
“Eso ocurrió en 2017, pero tras el choque de trenes de la Línea 3 en enero de este año, la tensión aumentó”, recuerda pues en enero, una conversación privada donde señala un presunto sabotaje se filtró como testimonio en un medio de comunicación sin su autorización y ésto conllevó a un llamado por parte de la Contraloría del Metro para buscar que Tonatiuh hablara.
EMEEQUIS logró acceder a un audio donde personal del Metro le solicitó a Tonatiuh que señalara cuáles eran sus evidencias para decir que el sindicato estaba involucrado en los incidentes del Metro, como los desprendimientos de andenes o cortocircuitos. Asimismo, Fernando Espino dirigió una carta a la fiscal Ernestina Godoy solicitándole que llamara a comparecer a los trabajadores pertenecientes del Sindicato Mexicano a declarar, así como a periodistas que realizaron reportajes que señalan a Espino de obstaculizar el correcto funcionamiento del Metro.
Fernando Espino le pidió a la fiscal llamar a declarar a trabajadores.
Posterior a estas citas, Tonatiuh fue despedido, al tiempo que se volvía común el recibir llamadas de números desconocidos con la marcha fúnebre, así como otros incidentes de los que prefiere no abundar pero que, asegura, le causaron depresión.
“Antes de esto ya habían iniciado los clásicos movimientos para hostigar, me quisieron cambiar de área a una más lejana, esto por parte de uno de los jefes, Víctor Cornelio. Como no acaté el cambio y Homero me defendió, comenzaron a amenazarme con darme de baja, luego con turnar mi caso a la Fiscalía y acusarme de sabotaje. Yo ya conocía casos de compañeros que habían mandado a golpear, así que cuando comencé a recibir las llamadas, tuve que decidir cuidar de mi integridad física y mi vida saliendo del país rumbo a Canadá”.
Fernando Espino en una protesta del Metro en 2013. Foto: Cuartoscuro.com.
“NO NOS PERMITEN EXIGIR REFACCIONES”
A las entrevistas de Homero y Tonatiuh, se suma la de otro trabajador que solicita que no se dé su identidad: “Espino tiene un poder total sobre el Metro y es muy grave, porque muchos, muchos de los agremiados hemos tenido que acceder a hacer cosas que no quisiéramos para que él pueda presionar a las autoridades.
“No nos permiten exigir refacciones ni piezas nuevas, no podemos avisar de averías o de problemas mayores, porque al final tanto jefes como Sindicato están unidos, tienen carta abierta”, afirma el trabajador anónimo, por lo que de esta forma, algunos de los incidentes que los usuarios han atestiguado son parte de dichas omisiones.
A esto, Tonatiuh explica que, en el pasado, los intentos de afectar los trenes podían evitarse con mayor frecuencia, ya que existía un filtro adicional: el departamento del área de vigilancia hacía supervisiones nocturnas.
“En las noches, en el periodo de González Garza lograron detectar esos inconvenientes que podría haber tenido la línea durante el día. Asimismo, el robo de cable que para eso sí tiene que saber la persona que se lo está robando, tiene que saber qué líneas no van a estar energizadas, para que ellos puedan entrar de manera segura, entre comillas, para poder cortar los cables. Se sabía que es gente que conoce dónde cortar los cables, porque ellos mismos hacían un puente, o sea, metiendo un cable de mano de menor calibre y, obvio, en el momento de energizar tiene una sobrecarga y produce un cortocircuito”, explica.
En el capítulo “Viajamos sobre los rieles de una mafia” de Sandra Romandía en el libro Las siete mafias chilangas (Grijalbo, 2023) se relatan distintos fragmentos que dan cuenta del poder de Fernando Espino, no sólo al frente del Sindicato, sino al interior de este Sistema de Transporte Colectivo y sobre las más de 15 mil personas agremiadas.
Sandra Romandía detalla la existencia de empresas fantasma vinculadas al líder sindical las cuales venden refacciones caseras y hechizas.
De igual forma se actualiza lo que en EMEEQUIS fue publicado con anterioridad: al menos 15 parientes de primer y segundo grado de Fernando Espino se encuentran en la nómina del Metro capitalino.
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Homero explica que, a nivel laboral, estar en contra de Espino es dar por sentado que no vendrá ningún ascenso:
“Desafortunadamente las comisiones mixtas de Escalafón, Capacitación y Seguridad e Higiene, que se supone están compuestas 50/50, o sea la mitad del Sindicato y mitad del STC como empresa, están cooptadas por el Sindicato de Espino y son ellas las que determinan quién y cómo se hacen los exámenes para subir de categoría, para que puedas ascender. Entonces si un compañero que está en el sindicato de nosotros, aún contando con antigüedad y capacidad para ejercer, es tomado como un revoltoso y no pasa los exámenes”.
Labores en el taller. Foto: Cuartoscuro.com.
Otro de los problemas que Homero cuenta es que los trabajadores del Sindicato Mexicano, del que él es secretario, no pueden trabajar horas extras para obtener un salario adicional.
“Y no se puede hacer nada”, agrega puesto que “los jefes coordinadores de permanencias son los mismos representantes sindicales. ¿Con quién te puedes quejar? No hay quien te pueda representar”, lamenta.
@emeequis
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