EMEEQUIS.– Con un reclamo por el abandono gubernamental: sin memorial de víctimas, asistencia a la salud para los sobrevivientes, atención psicológica a los menores que quedaron en orfandad, empleo y proyectos productivos para las viudas, así como apoyo gubernamental para las personas de la tercera edad que eran dependientes económicos de los fallecidos, se cumplieron cinco años de la explosión de una toma clandestina en Tlahuelilpan, Hidalgo, que dejó un saldo de 137 muertos: 69 que en el lugar y 68 que perecieron en hospitales por el daño interno que ocasionaron las quemaduras.
En la zona cero, como fue denominado el epicentro de la conflagración, que se extendió por una canaleta en la que se había acumulado el hidrocarburo que emanaba de un ducto perforado, familiares se reunieron para recordar a los que perdieron por la tragedia del 18 de enero de 2019.
Las capillas que erigieron a la memoria de sus difuntos, que preservan fotografías, objetos hallados en el lugar del siniestro, veladores y flores renovadas previo a este día, se mantienen entre abrojos crecidos que son retirados por los pobladores. Con palas también retiraron la acumulación de tierras y colocaron nuevas imágenes y ofrendas. Sin embargo, del altar de cruces que se colocó cerca de donde explotó el oleoducto sólo quedan vestigios de madera, ya que las cruces fueron derribadas y sus escombros ya fueron retirados. Sólo persiste una de mármol cimentada en concreto.
EL DELITO CONTINÚA
Como cada 18 de enero, los deudos acudieron a rezar, colocar veladoras y arreglos florales. Pasado un lustro, ven a la región olvidada. El predio de San Primitivo se encuentra en los límites entre Tlahuelilpan y Tlaxcoapan, que conforman, junto con los municipios aledaños como Tula, Tepetitlán y Tezontepec, un polígono disputado por grupos que se dedican a la extracción de hidrocarburos de los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Este delito, el robo de combustibles, contra el cual centra su política de seguridad el gobierno federal, no ha terminado, aseguran. A metros de la parcela donde el estallido, aseguran que camionetas cargan bidones de una toma que es al mismo ducto siniestrado hace cinco años. De igual forma, refieren que, como también reconocen las autoridades estatales, hay una pelea entre agrupaciones delictivas por el control territorial que ha dejado una serie de asesinatos violentos entre estos poblados.
EMEEQUIS consultó a la directora General de Gobierno en la región de Tula, Zitlali Zúñiga, sobre la violencia ocasionada por grupos delictivos, las tomas clandestinas y los apoyos que, aseguraron familiares de víctimas, no llegaron a todos los que perdieron familiares; sin embargo, no dio respuesta.
El gobernador Julio Menchaca Salazar, por su parte, consideró que el episodio de Tlahuelilpan fue trágico para la historia del estado y del país, además de advertir que la extracción ilícita de hidrocarburos a través de tomas clandestinas pone en riesgo no sólo la vida de quienes incurren en esta práctica, sino de la población en general.
Cuando ocurrió la explosión, el estado, agravada la situación en esta zona del Valle del Mezquital, sumaba días de escasez de combustibles ante la medida federal del cierre parcial de ductos con la finalidad de inhibir el huachicol.
@axelchl
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