EMEEQUIS.– Hay un puesto de libros en Iztapalapa, Ciudad de México. Contiene el más variado surtido de autoras y autores. Desde Carlos Fuentes hasta Elena Poniatowska. Desde Norman Spinrad hasta Philip Pullman. Pero también tiene otro tipo de publicaciones, más raras, más controvertidas.
Algunas de ellas están a simple vista. Como una clave secreta para que las personas entendidas con esos temas se acerquen. En esa estructura de metal, parecida a la de los kioscos de periódicos, al fondo, resalta el nombre de David Duke.
Un nombre y un apellido cualquiera, como los millones que hay en el mundo anglosajón. Salvo por un detalle: es el nombre de uno de los “grandes magos” del Ku Klux Klan en Estados Unidos. Mucha gente habrá conocido su historia gracias a la película del Infiltrado del Ku Klux Klan (BlacKkKlansman, 2018), de Spike Lee, en el que un policía afroamericano se infiltra en las filas de la organización dedicada al odio racial. En esas escenas de antisemitismo y racismo, David Duke es una figura central.
En la película, se muestra cómo este personaje pudo alcanzar un puesto en la Cámara de Representantes por parte del Partido Repúblicano. En la trastienda de sus actividades públicas, organizaba a grupos terroristas con base en teorías de conspiración de superioridad de los blancos frente a todas las personas racializadas del planeta.
Así, esos libros están ubicados en un puesto en la calle junto a un neonazi moderno. Un joven moreno con una playera de Megadeth. Al final, se le hace una pregunta, ¿hay más libros así?, y se apresura a sacar los demás. Hay muchos, muchos más.
Es fascismo a la mexicana.
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“Son los libros del maestro Salvador Borrego”, cuenta al poner encima de otros libros varios títulos. Uno tiene la foto de Hitler: “Pintor, soldado, Fuehrer”; otro se llama “Alemania pudo vencer”; otro más, de notable trasfondo antisemita: “La infiltración mundial”; otro, con una bandera nazi en la portada menciona: “Socialismo nacional contra socialismo internacional”.
El neonazi menciona que hay una conspiración de las “grandes élites judías” que controlan todo desde arriba, y que tiene como objetivo llevar al feminismo y a otras ideas progresistas a los círculos más altos. Dice que él puede conseguir libros clásicos sobre el tema, y menciona el más famoso de todos: Los protocolos de los sabios de Sion.
Otra de sus hipótesis es que personas como Claudia Sheinbaum pasarán a un nuevo estadio de poder para colocar a mujeres en altos cargos de poder en el país. “Ella va a pasar a un nuevo nivel. Pero hoy en día no puedes decir que ellos quieren destruir el concepto de familia.”
—Entonces, para ti, cosas como la homosexualidad están mal—se le pregunta.
—Son degeneres que tiene la sociedad. Pero ¿sabes qué? Es por la alimentación, por el tipo de cosas que trae la carne.
—Por ejemplo, Mishima era fascista y mantenía un régimen físico extremo y muy cuidadoso, varonil. Y le gustaban los hombres…
—Es que en el cerebro hay muchos tipos de degenere.
Dice que puede conseguir más libros de estos. De esos que llaman a la verdad, según él. Que develan el manto que han hecho creer a la humanidad. Son libros de odio, libros fascistas.
Jornadas de formación y militancia.
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Entre esas publicaciones, se hace recurrente el nombre de Salvador Borrego, un ídolo entre los neonazis mexicanos. Borrego es un conocido autor mexicano profascista, admirado por José Vasconcelos (quien una parte de su vida mostró entusiasmo por las Fuerzas del Eje en una especie de anti establishment).
Los libros de Borrego buscaban establecer pilares fundamentales en sus lectores: la negación del Holocausto; la exaltación de figuras del Tercer Rich; y la adaptación de ideas que han circulado en el neonazismo desde hace tiempo, como la conspiración judía antes y después de la Segunda Guerra Mundial.
El maestro en Comunicación Política por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM e investigador de grupos de ultraderecha en redes sociales, Carlos Carrizales, explica un poco quién es este autor, fundamental para las huestes fascistas mexicanas:
“Salvador Borrego fue uno de los principales ideólogos de la derecha mexicana. Entre los años 50 y 60, había en ese momento, en la agrupación de las derechas, una fuerte influencia de los movimientos fascistas en el mundo”.
Apunta que en ese sentido, Salvador Borrego representó “a la intelectualidad mexicana referente al fascismo, el nazismo y la ultraderecha (…) el de Derrota mundial, por ejemplo, sé que tiene un montón de ediciones, por ejemplo, y se encuentra relativamente fácil todavía”.
Añade que Borrego sirvió como ideólogo para organizaciones como el FUA, que fue el Frente Universitario Anticomunista, y también para el Muro, el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación.
Entre los libros que circulan en México y que tratan abiertamente el tema del fascismo y el nazismo desde una perspectiva positiva, podemos encontrar empresas como Imprenta Nagasaki, la Editorial Tradición y hasta publicaciones de origen español, como las de Editorial Fuerza Nueva.
Estas publicaciones son cuestionadas recurrentemente por su naturaleza, ¿deberían permitirse su publicación siendo que muchas de ellas niegan genocidios como el Holocausto? Carrizales responde:
“Es un debate que se enmarca en dos coordenadas que son ineludibles, que son la libertad de prensa y la libertad de expresión. Aunque haya cuestiones que hay que revisar, incluso las ideas de sectores radicalizados o extremistas o conservadores, pueden acceder al derecho de la libertad de expresión”.
Señala que incluso estos sectores tienen el derecho de movilizar sus ideas y argumentarlas: “Y por otro lado, tampoco podemos perder de vista que también constituyen la dimensión ideológica de expresión de movimientos sociales que también agrupan personas que también tienen posibilidad de disputar en el terreno político”.
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Ya se ha mencionado la relevancia de editoriales como la Heidelberg, en Monterrey, Nuevo León, para los grupos neofascistas en México. Una empresa que no se muestra como neonazi, aunque publica y organiza eventos de esa índole.
La librería Heidelberg se describe a sí misma como “una editorial que nace con la idea de fomentar la lectura y el pensamiento crítico de las personas. Buscamos ofrecer textos que analicen y propongan soluciones desde una forma alternativa a los problemas políticos, históricos, económicos, geográficos, filosóficos, espirituales y culturales del mundo en que vivimos”.
Este sello, además, publica sus propios autores, como Jordi Garriga Cardé, un español “Antiguo activista político radical, es miembro del consejo de redacción de la revista “Nihil Obstat” y columnista habitual en la prensa digital”, que tiene libros que abordan, entre otras cosas, la “génesis del fascismo”.
También publican a José Luis Ontiveros, que es conocido como “el único escritor neofascista”, según recoge la página de la librería.
Esta librería también distribuye a otras editoriales, no necesariamente mexicanas, que están insertadas en el mercado nacional de este tipo de publicaciones. Entre ellas están Ediciones Fides, Ediciones Nueva República, Editorial EAS, EMInves, Devenir Europeo, Arktos, Editorial Tradición, Jus Ediciones, Editorial Juventud, Alianza Editorial, Editorial Justicia Valor Paz, Fontamara, Universidad Veracruzana, El Colegio Nacional, Rupe Tarpea Produzioni entre muchos otros, así como de autores independientes. Aunque claro, no todas estas librerías son de corte fascista.
Una de las más importantes, y que ha hecho presentaciones al lado de la librería Heidelberg es Ediciones Fides, que aunque es española, tiene actividad en México. Basta con ver los registros digitales de un evento importante de educación neonazi nacional: las II Jornadas de Formación y Militancia (de educación fascita) realizadas en mayo de este año, organizadas por grupos locales que repasaron las mismas ideas: el nacionalismo, el nacionalsocialismo y las teorías de conspiración.
En México también se realizan eventos con organizaciones como “Espacio Ardemans”, de España. Las presentaciones de este tipo de editoriales están acompañadas de otras organizaciones, como la Asociación Cultural Robert Brasillach, que también reivindica figuras fascistas. En esta organización y en eventos de las jornadas de militancia y de la editorial Heidelberg se repite constantemente el nombre del escritor René Téllez Lendech, que es constantemente referenciado por conocer al “único escritor fascista mexicano, José Luis Ontiveros, que murió en 2015”. Téllez Lendech alguien activo en la difusión de estas ideas.
Estos libros y estos autores, separados de las derechas más tradicionales, continúan en sus círculos difundiendo ideas sobre el nacionalsocialismo y la exaltación de figuras militares, promoviendo teorías de conspiración, misóginas, racistas y antisemitas. Sin embargo, ya no lo hacen con símbolos explícitos: son vergonzantes de la esvástica, muchas veces del rostro de Hitler y de otras imágenes que para ellos eran de gloria, y hoy son castigadas por los algoritmos en redes sociales.
Promueven sus publicaciones en Instagram.
En el puesto de libros en Iztapalapa, el vendedor da los precios: de 100 a 200 pesos por estos libros. “No te creas, luego son difíciles de publicar”, menciona. Se le pregunta si estos materiales son neonazis, pero parece no aceptarlo del todo. Es, al parecer, una palabra externa con la que esos grupos no se identifican entre sí. Ellos tienen otros códigos, otras formas de llamarse a sí mismos. Militantes, nacionalistas, disidentes o contrarios al pensamiento único.
Es el mundo contra ellos.
@Ciudadelblues
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