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La Guardia Nacional lidera la lista con 58 mil 346 integrantes sin certificación. Foto: Especial.
EMEEQUIS.– Recientemente, conversé con varios elementos de la Guardia Nacional que han sido mi fuente de información durante este sexenio. Algunos de tropa y otros con alguna jerarquía; la mayoría coincide en que llegan al final del sexenio cansados, sin una estrategia clara, sin logros ni recompensas establecidas, y sin ascensos para quienes sí trabajaron.
Arrastran Llevan las rupturas que dejó la pelea interna entre quienes venían de la milicia y quienes venían de la Policía Federal. Saúl, uno de estos elementos, me comenta: “Fue un descuido a los que estamos en territorio muy fuerte, nos humillaron, nos expusieron a los ‘malos’ sin darnos, nuestros superiores, información clara de a quién atacar ni de quién cuidarnos, ni dónde. Pero como tampoco teníamos operativos realmente establecidos, tampoco corrimos tanto peligro”.
Estas son las palabras y visiones de algunos y algunas que han estado esos años luchando contra el crimen organizado y las historias de quienes tendrá que enfrentar Claudia Sheinbaum para reorganizar y hacer funcionar una corporación que nació coja.
La virtual presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, se enfrenta a un desafío titánico: disminuir la violencia endémica que asola al país. México acaba de atravesar el sexenio más sangriento de su historia reciente, con un número récord de homicidios, atribuidos en gran medida al crimen organizado.
Enfrentar esta crisis requiere una estrategia robusta y efectiva, y Sheinbaum ha decidido confiar en la Guardia Nacional para lograrlo y pasarla formalmente a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Sheinbaum siempre presumió en campaña el éxito en seguridad, bajo el mando de Omar García Harfuch, cuando ella fue jefa de gobierno de la Ciudad de México.
Si esa es su estrella y as bajo la manga, difícilmente una Guardia Nacional bajo el mando de la Sedena podrá ser controlada por Omar, quien definitivamente no podría estar al frente de la Sedena.
La Guardia Nacional, a la que ahora se le confía la tarea de pacificar el país, está lejos de ser el cuerpo ideal para esta misión.
Está fracturada internamente y sufre de una falta de capacitación y recursos. La formación y equipamiento son deficientes; un ejemplo alarmante es el incremento de accidentes vehiculares de sus unidades oficiales durante este sexenio.
Datos obtenidos por esta periodista revelan un panorama preocupante: entre marzo y abril de 2024, 16,740 elementos de diversas fuerzas policiales y de la Guardia Nacional obtuvieron su Certificado Único Policial (CUP).
A pesar de ello, al 31 de mayo del año en curso, 89,841 elementos aún no estaban certificados, incumpliendo los plazos establecidos por el gobierno. Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), México cuenta con 456 mil 190 servidores públicos encargados de la seguridad, todos los cuales deben cumplir con el artículo 21 de la Constitución, que exige certificación para el ingreso a instituciones de seguridad pública.
Al cierre de abril, el SESNSP indicaba que 366 mil 349 elementos estaban certificados, dejando un preocupante déficit de más de 89 mil. La Guardia Nacional lidera la lista con 58 mil 346 integrantes sin certificación, seguida por 18 mil 537 elementos de corporaciones municipales. La certificación de estos elementos en el escaso tiempo restante era una tarea casi imposible, exacerbada por el lento ritmo observado previamente: entre marzo y abril, sólo 2 mil 770 elementos de la Guardia Nacional y un solo elemento de la Fiscalía General de la República obtuvieron su CUP.
Este panorama sombrío cuestiona seriamente la capacidad operativa y la eficacia de la Guardia Nacional en su rol expandido. La falta de certificación no solo infringe la ley, sino que también pone en entredicho la preparación y competencia de estas fuerzas para enfrentar la violencia y el crimen organizado.
En este contexto, la gran incógnita es: ¿Qué podrá hacer Omar García Harfuch en su nueva posición si el mando real reside en los militares? A pesar de su historial “exitoso” presumido en la Ciudad de México, su autoridad, de quedar -como se prevé- al frente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana ahora será limitada, y su capacidad de implementar estrategias efectivas, mermada.
Además, ¿cómo puede la Guardia Nacional, con su actual estado de desorganización y falta de recursos, ser la respuesta a la crisis de seguridad en México?
Finalmente, debemos reflexionar sobre las implicaciones más profundas de esta situación. ¿Cuál es el costo de confiar en una fuerza que no está plenamente certificada y preparada; cansada, fracturada y que no tuvo los resultados esperados en el sexenio anterior? Y, fundamentalmente, ¿cómo puede México encontrar un camino hacia la paz y la seguridad sostenible bajo estas circunstancias?
@Sandra_Romandia
