EMEEQUIS.– Después del arresto de “El Marro”, en la lista de capos por capturar no sigue el líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, “El Mencho”, sino un violento cabecilla de La Familia Michoacana que azota dos estados que Morena necesita ganar sí o sí el próximo año.
La exitosa captura de “El Marro”, líder del Cártel Santa Rosa de Lima, ha sembrado una duda en el círculo cercano al secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo: ¿vale la pena seguir la estrategia de “abrazos, no balazos” y dejar que los capos anden sueltos por el país?
Esta pregunta se la plantean porque después del operativo de la madrugada del 2 de agosto en el que participaron fuerzas federales y estatales de Guanajuato, se han cosechado buenos e inéditos resultados: un secretario de Estado y un gobernador de oposición vitoreados, un capo fuera de circulación, un cártel poderoso ahora debilitado y un mensaje fuerte para otros líderes criminales que se sienten intocables desde que el gobierno federal abandonó la estrategia de ir tras cabecillas.
En las oficinas de Alfonso Durazo en Avenida Constituyentes, al poniente de la Ciudad de México, se dice que –por fin, tras año y medio de tambaleos– creen que ya encontraron la fórmula para atacar al crimen organizado: usar la inteligencia financiera para ahorcar económicamente a un cártel y solo recurrir a un operativo quirúrgico contra el líder del grupo como colofón de la estrategia, justo lo contrario de lo que hacían los gobiernos anteriores, que primero hacían el operativo y luego desmantelaban la red de dinero sucio.
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Ese modelo híbrido ya está puesto en marcha para el próximo objetivo de Alfonso Durazo: un hombre no tan conocido como “El Marro”, o como su rival “El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, pero que a nivel regional es un torbellino de violencia.
Se trata de Johnny Hurtado Olascoaga, “El Pez”, líder de La Familia Michoacana, cuya zona de poder se extiende por Tierra Caliente en Michoacán, Guerrero y el Estado de México.
UN CAPO QUE SE MUEVE COMO PEZ EN EL AGUA
“El Pez” adquirió relevancia nacional en 2014, cuando su apodo apareció en las primeras investigaciones por el caso Ayotzinapa. A través de emisarios, el cabecilla de La Familia Michoacana ofreció al gobierno federal dar información del paradero de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, pero sus datos resultaron ser pocos precisos o difíciles de verificar. Luego se sabría que la única razón por la que quiso colaborar con la justicia era para culpar de desaparición forzada de los estudiantes a sus enemigos, los Guerreros Unidos.
Esa mente estratégica de “El Pez” es lo que ha permitido ascender en el organigrama de La Familia Michoacana junto con su hermano, José Alfredo, “El Fresa”. El primero es el cerebro de la organización y juntos son los brazos armados y violentos que han elevado las cifras de homicidios dolosos en Tierra Caliente.
No hay delito en el que no participe “El Pez” y su séquito de vendedores de droga, sicarios, cobradores y secuestradores: así como trafican kilos de marihuana y cocaína, tienen negocios de explotación sexual y hasta máquinas tragamonedas afuera de las escuelas. De acuerdo con los datos del gobierno federal, también cobran por el paso de migrantes indocumentados hacia Estados Unidos y en algunas zonas incluso se organizan para robar ganado y venderlo en rastros ilegales.
PADRINO DE POLÍTICOS, POLICÍAS Y HASTA NORMALISTAS
Su base social también es amplia. En julio de 2019, “El Pez” apadrinó a toda una generación de normalistas graduados en Arcelia, Guerrero. Meses antes, había pagado la remodelación de la iglesia de Luvianos, Estado de México, y el año anterior había comprado cientos de regalos –con dinero robado– para niñas y niños en Zitácuaro, Michoacán, para el Día de Reyes Magos.
Y los alcaldes y jefes de policías municipales se extienden por toda esa zona, incluyendo a los líderes regionales de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), quienes presuntamente le facilitarían el transporte en vehículos del sindicato para el tráfico de droga, según investigaciones estatales.
En marzo y abril de este año su grupo desafió al Estado mexicano al entregar despensas a familias afectadas por la crisis que desató la pandemia. Convocaban a mujeres y niños en cabeceras de municipios y localidades como San Lucas, Villa Guerrero y Santiago, Estado de México, y les daban galletas, aceite, frijoles, arroz y jugos en bolsas con imágenes de peces y fresas al grito de “¡Lo que no te da el gobierno, te lo ofrece el señor Pez!”.
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Esas despensas, antes generosas y este año más ligeras de lo usual, reflejan los apuros económicos en los que está la organización de Johnny Hurtado Olascoaga: la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF, al mando de Santiago Nieto) de la Secretaría de Hacienda les ha congelado, al menos, 26 cuentas bancarias, lo que ha limitado su flujo de efectivo para comprar protección.
UN CAPO DÉBIL CONTRA UN SECRETARIO DE ESTADO ENVALENTONADO
Son tiempos de alta vulnerabilidad para “El Pez”, pues no solo su enfrenta su propia crisis económica, sino 10 carpetas de investigación por delitos del fuero federal y común, así como una ficha roja de la Interpol. Y esa debilidad lo hace ideal para convertirse en el próximo blanco del gobierno federal.
Su detención, cuentan en el círculo cercano de Alfonso Durazo, significaría culminar un esfuerzo iniciado hace varios años con otros buenos resultados: aplausos para el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana y cárcel para un capo que opera en Michoacán y Guerrero, dos estados que el 2021 van a las urnas para renovar a gobernador y donde Morena no quiere perder la ventaja que ya lleva, según las encuestas.
Además, se trata de un capo con menos base social y capacidad de fuego que Nemesio Oseguera, “El Mencho”, cuyo arresto aún tendrá que esperar, por la enorme complejidad de sus redes de protección a nivel tierra y la enredada madeja de cuentas bancarias que tiene por todo el mundo y que le permite operar con recursos de sobra, incluso si la UIF le congela un gran número de cuentas.
Por ahora, la captura del líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, el hombre más buscado en México y por el que el gobierno de Estados Unidos ofrece 10 millones de dólares como recompensa a quien lleve a su captura, tendrá que esperar.
En la lista sigue “El Pez”: un tiburón del crimen organizado a quien el gobierno federal ya le tiene preparado un arpón.
@emeequis