EMEEQUIS.– La semana en la que la Universidad Nacional Autónoma de México acaparó las primeras planas por las críticas que recibió de parte del presidente Andrés Manuel López Obrador, por fin, terminó… pero los nervios que dejó ese enfrentamiento siguen crispados entre altos funcionarios universitarios.
Desde el primer embate del mandatario mexicano contra la Máxima Casa de Estudios del país, las autoridades universitarias que tienen sus oficinas en los pisos más altos de la Torre de Rectoría se pusieron en alerta máxima para prepararse contra un posible golpe orquestado en Palacio Nacional.
Fuentes en puestos altos de la UNAM contaron a EMEEQUIS que directores de facultades, de institutos y “autoridades de altos vuelos” de inmediato le comunicaron al rector Enrique Graue que los juicios del presidente contra la universidad —”individualista”, “neoliberal”, “no estuvo a la altura”— podrían anticipar una investigación federal.
Politólogos, sociólogos y hasta científicos que han seguido de cerca el comportamiento del presidente López Obrador están convencidos de que el presidente jamás critica por criticar, sino que detrás de cada adjetivo y opinión está el deseo de colocar un tema en el debate público para ocuparlo después a su conveniencia.
Según ese grupo de expertos en la carrera política del presidente López Obrador, el tabasqueño habría hecho las críticas contra la UNAM para influir, desde ahora, en el proceso de sucesión de Enrique Graue, quien acabará su administración en 2023.
PALACIO DE NACIONAL CONTRA “LOS MÉDICOS”
El próximo año comenzarán los jaloneos para que la comunidad universitaria elija a su máximo jefe y, dicen en la UNAM, el presidente busca influir desde ahora intrigando contra el rector Enrique Graue y el grupo político de “Los Médicos” que han tenido el control de la Máxima Casa de Estudios.
El rector Enrique Graue es médico cirujano especializado en oftalmología y fue director de la Facultad de Medicina. Antes de él estuvo otro médico, José Narro, también médico cirujano, exdirector de la Facultad de Medicina y secretario de Salud con el presidente Enrique Peña Nieto.
Y antes de Narro estuvo Juan Ramón de la Fuente, otro médico cirujano, pero con especialidad en Psiquiatría, también secretario de Salud, pero en el sexenio de Ernesto Zedillo y ahora miembro de la llamada Cuarta Transformación como embajador de México ante las Naciones Unidas.
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Ellos tres son los rostros más visibles del grupo de “Los Médicos”, que se han instalado en lo alto del poder universitario desde 1999, cuando el entonces rector y químico de profesión Francisco Barnés de Castro renunció a la rectoría tras una huelga estudiantil de más de nueve meses contra el cobro de colegiaturas en la UNAM.
Los rectores que forman parte del grupo político “Los Médicos” han tomado el control de la UNAM desde el inicio del siglo XXI y, aunque uno de ellos hoy está en su gobierno, el presidente López Obrador cree que han descarriado a su alma máter y que habría perdido su vocación social por culpa de los hombres de bata blanca y salarios de lujo.
“Una de las últimas conquistas del presidente sería irse del poder como aquel hombre que salvó a la UNAM, que la puso de vuelta en el glorioso pasado que él recuerda que tuvo.
“Es una cuestión ideológica, la creencia de que su sexenio fue tan poderoso que hasta la UNAM se transformó junto con el país”, asegura uno de los politólogos que se comunicó con la Torre de Rectoría que avisar que podría venir una carpeta de investigación contra las administraciones de “Los Médicos”.
OPERACIÓN QUERÉTARO Y YUCATÁN
De acuerdo con esos expertos, el flanco más débil de la UNAM está en sus gastos para construir planteles y oficinas fuera de la Ciudad de México, pues esas construcciones y planes de expansión no están exentas de prácticas corruptas, como sobreprecios, sobornos y “moches”.
Si el presidente quisiera dejar la impresión entre la opinión pública que en las administraciones de los rectores Enrique Graude y José Narro ha habido corrupción, bastaría con iniciar una investigación federal desde la Unidad de Inteligencia Financiera que derivara en decenas de cuentas bancarias congeladas para sacudir a la comunidad universitaria a unos meses de que inicie el proceso de renovación de Rectoría.
Dos de esas construcciones tienen preocupados a altos funcionarios de la UNAM: la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ESEF) en Juriquilla, Querétaro, y en Mérida, Yucatán.
En noviembre de 2019, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó irregularidades que, hasta ahora, no han sido subsanadas por completo y que representarían un desfalco de hasta 142 millones de pesos.
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En el caso de la ESEF de Juriquilla, la UNAM no pudo comprobar a la ASF en qué gastó 70 millones de pesos, mientras que en la ESEF de Mérida el precio de la construcción se excedió por unos 72 millones de pesos. Entre faltantes y sobrantes, las cuentas no le salen a los funcionarios universitarios.
La investigación hecha por los auditores federales dan cuenta de muchas irregularidades que aún no son explicadas del todo por altos funcionarios universitarios: desde contratos a empresas sin experiencia en el ramo de la construcción hasta sobreprecios, materiales no previstos y hasta obras pagadas, pero no realizadas.
“La verdad, si el presidente tiene la voluntad de emprender una investigación contra la UNAM, tiene con qué hacerlo. Casi todo lo que se construye al interior de la República tiene errores, algunos humanos y otros a propósito para beneficio de unos cuantos.
“Por supuesto que si le rascas, encontrarás corrupción. Y eso lo saben bien en Rectoría, por eso andan muy nerviosos. Pero el tema no es sólo eso, sino por qué el presidente querría usar el aparato judicial para voltear una elección que le corresponde a la comunidad universitaria”, asegura el politólogo consultado.
LAS CANDIDATURAS DE AMLO PARA RECTORÍA
Dos nombres suenan fuertes como personas funcionarias universitarias que podrían recibir el respaldo del presidente López Obrador rumbo a la renovación de la Rectoría y romper con la dinastía de “Los Médicos”: una es una politóloga y otro es un abogado.
La primera es Angélica Cuéllar, exdirectora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, donde el presidente López Obrador estudió de 1973 a 1976, aunque se tituló en 1987.
Angélica Cuéllar parece contar con el perfil que le gusta al mandatario mexicano: politóloga, y socióloga, con maestría gracias a la tesis “Golpe al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana” y con doctorado por su análisis de la transición democrática.
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Académica reconocida, galardonada dentro y fuera del país, coautora de un libro que analizó con complacencia el desafuero contra el presidente López Obrador en sus tiempos como jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Y muy importante: mujer, como la predilecta en Palacio Nacional para quedarse con la Presidencia de México.
El otro perfil es el de Pedro Salazar Ugarte, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y quien en el periodo pasado también intentó ser rector.
Salazar Ugarte es considerado un experto en el tema que más apasiona al presidente López Obrador: la corrupción. Además, es especialista en una rama del Derecho que el mandatario mexicano reclamó que ya no se enseña más en la UNAM —Derecho Constitucional— y autor de numerosos libros sobre el combate al despilfarro y correcto uso de recursos públicos.
Además, cuenta con experiencia en la Junta de Gobierno de la UNAM y en la Comisión de Legislación Universitaria del Consejo Universitario.
Dos preguntas se pasean por los rincones de la Máxima Casa de Estudios: ¿hasta dónde está dispuesto el presidente a meter las manos en Ciudad Universitaria? ¿La UNAM sólo es “neoliberal” e “individualista”, si no hay una persona que le guste a López Obrador al mando de la Torre de Rectoría?
@emeequis