EMEEQUIS.– Andrés Manuel López Obrador rompió el equilibrio establecido durante más de 75 años para mantener bajo control la seguridad, ya que desmanteló instituciones civiles que contribuían a ello, al tiempo que incrementó el poder de las Fuerzas Armadas, por lo que no existen garantías de que el desequilibrio generado por la propia “arrogancia” del presidente pueda mantenerse hasta el final de este sexenio, concluye un análisis elaborado para el reconocido instituto Wilson Center.
El estudio llamado “Militarización a la AMLO: ¿Qué tan mala puede ser?”, publicado el 21 de septiembre pasado, incluye un amplio recorrido histórico por las relaciones entre el poder del presidente y las Fuerzas Armadas en México, y el autor es el doctor Craig A. Dare, catedrático de la Universidad de la Defensa Nacional de Estados Unidos, militar durante 20 años con una variedad de asignaciones en Inteligencia Militar y como Oficial de Área Extranjera de América Latina, incluido México, donde fungió como agregado en la década de los 90.
TE RECOMENDAMOS: INVESTIGACIÓN DE EMEEQUIS GANA PRIMER LUGAR EN LA XV EDICIÓN DEL PREMIO ALEMÁN DE PERIODISMO WALTER REUTER
En días recientes, varios hechos le dan relevancia al documento, entre ellos la participación del secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, en la que externó el apoyo a nombre de la milicia al proyecto de Cuarta Transformación encabezado por AMLO.
“En estos tres años usted ha depositado su confianza en las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional para la seguridad, el progreso de México y el bienestar del pueblo; para nosotros, es un timbre de orgullo poder contribuir a la transformación que se está viviendo. Como mexicanos es necesario estar unidos en el proyecto de nación que está en marcha”, sostuvo el mando militar al referirse al presidente López Obrador.
El pronunciamiento fue criticado ampliamente por los sectores de oposición del gobierno, pero también por organismos como Human Right Watch, que consideran que la intervención del Ejército en la política representa un peligro para la democracia.
Otro evento importante es el inminente pronunciamiento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en torno al decreto de 2020 que amplía la presencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública hasta el 2024. También la asignación de obras de gran envergadura al Ejército, como la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas.
Y más recientemente la situación de emergencia en Zacatecas dado el incremento de la violencia por la disputa entre cárteles en el estado, que obligó al presidente a trasladarse a la zona junto con su gabinete de Seguridad para enfrentar el problema, esta vez con el incremento de fuerzas federales, a pesar de su conocida frase de “abrazos, no balazos” para referirse a la no confrontación con el crimen organizado.
LAS CONCLUSIONES DEL ESTUDIO
A pesar de la política de “Abrazos, no balazos”, los homicidios continúan en niveles muy altos. El aumento en la tasa de homicidios de 8 por cada 100,000 habitantes en 2007 comenzó durante el sexenio de Calderón como resultado directo de su declaración de guerra contra los narcotraficantes y ha crecido desde entonces (a pesar de una breve pausa durante el gobierno de Peña Nieto), incluyendo un aumento de 84 desde 2015.
López Obrador durante un evento en las instalaciones de Campo Marte. Foto: Graciela Díaz / Cuartoscuro.com.
El autor se pregunta el por qué la militarización va en aumento con AMLO, pese a que no está dentro de sus prioridades el enfrentamiento directo con los cárteles del narcotráfico o el crimen organizado, y su respuesta es que ello radica en la popularidad que tiene el Ejército entre la población, y la desconfianza del presidente en otros sectores.
“La buena noticia en este panorama por lo demás sombrío es que las Fuerzas Armadas mexicanas han estado y siguen estando clara y firmemente subordinadas al presidente, lo que quiere decir que el acuerdo establecido en la década de 1940 sigue vigente… No hay evidencia públicamente disponible de que la Sedena o la Semar hayan buscado estas autoridades ampliadas; conversaciones informales con miembros de ambas instituciones sugieren que estas misiones adicionales no fueron solicitadas, y no están complacidos de que se les encomendaran otras funciones no militares. pero como muchos también se apresuran a señalar, están obligados a seguir las órdenes legales del presidente. Y, sin embargo, como hemos sugerido anteriormente, aunque las órdenes pueden no ser ilegales, las tareas impuestas a los militares suelen ser ilegítimas”, de acuerdo con el autor.
TE RECOMENDAMOS: LAS VÍCTIMAS INVISIBLES DE LA TRATA DE PERSONAS: ASÍ ESCONDEN A LAS NIÑAS OBLIGADAS A PROSTITUIRSE
Por otra parte, a la sociedad le importan poco los matices de la teoría de las relaciones cívico-militares, pero sí le preocupan la violencia y la inseguridad, y se sienten más cómodos con la Marina, el Ejército y la Guardia Nacional que con cualquier agencia civil de aplicación de la ley.
Portada del estudio.
Y de ello se desprenden varias conclusiones:
Primero, que los legisladores de todos los partidos políticos no han logrado desarrollar entidades de aplicación de la ley eficaces y eficientes a nivel federal, estatal y local. Hay excepciones a la regla, pero son mínimas.
En segundo lugar, que a pesar de no querer desempeñar un papel importante en el espacio de la seguridad pública, los militares lo han hecho durante muchos años; de hecho, el artículo 89 de la Constitución mexicana asigna a los militares tanto la defensa externa como la seguridad interna. En tercer lugar, debido a las conclusiones uno y dos, todos los presidentes han empleado al Ejército en la misión de seguridad pública.
El uso de las Fuerzas Armadas por parte de AMLO es simplemente el ejemplo más reciente de esa tradición de seguridad pública. De hecho, la puesta en funcionamiento de la Guardia Nacional es solo el último ejemplo de la conclusión número uno, en este caso la creencia de AMLO de que una fuerza policial militarizada sería superior a una fuerza policial federal nueva o mejorada.
La conclusión final es que AMLO determinó que la institución de seguridad pública más efectiva y confiable son las Fuerzas Armadas.
“Ésta es la valoración lógica e ineludible dada la gama de tareas que ha encomendado a Sedena, Marian y la Guardia Nacional. A pesar de las promesas de campaña y los prejuicios personales, es evidente que el desempeño de las Fuerzas Armadas –y, por inferencia, el desempeño relativamente menos impresionante de otras instituciones públicas– han demostrado que son el activo más confiable y confiable a su disposición. ¿Por qué encomendar a la Sedena la construcción de un aeropuerto? Porque desconfías del sector privado. ¿Por qué encargar a la Semar que ejecute los puertos administrativamente? Porque ahí es donde llegan los precursores químicos de China, y la corrupción endémica de autoridades anteriores aseguró que fueran entregados al crimen organizado de manera eficiente. ¿Por qué quitar la Guardia Nacional de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana y ponerla bajo el control de la Sedena? Porque cree que es probable que Sedena funcione de manera más eficaz”.
Dicho todo esto, el hecho de que AMLO confíe en los militares para realizar funciones no militares no resta valor a la ilegitimidad fundamental tanto de las tareas de AMLO como del desempeño militar de las misiones requeridas por esas tareas, establece el autor.
Además, el hecho de que una gran mayoría de la población apoye el papel continuo de los militares en la función de seguridad pública, dada la falta de una alternativa viable, no hace que las tareas asignadas por AMLO Ejército sean menos ilegítimas.
Lo que dejan en claro estas realidades es que los continuos desafíos de inseguridad de México no se están abordando de manera efectiva, y tener que recurrir a las Fuerzas Armadas subraya los años de fracaso para desarrollar instituciones políticas, económicas, de justicia y de aplicación de la ley más efectivas.
Andrés Manuel López Obrador en una ceremonia conmemorativa por el “Día del Ejército Mexicano”. Foto: Mario Jasso / Cuartoscuro.com.
LAS FUERZAS ARMADAS CARGARÁN CON LOS ERRORES DE AMLO
De acuerdo con Cragi A. Dare, la relación simbiótica entre el presidente y las Fuerzas Armadas mexicanas puede aparecer en la superficie para dar la preponderancia del poder al comandante en jefe. Puede encomendarles cualquier número de misiones, por ilegítimas que sean, y estar seguro de que los militares obedecerán. Y, sin embargo, los militares conservan una independencia y un control casi completos sobre sus asuntos internos con escasa supervisión externa.
“Se podría argumentar que con el tiempo –y AMLO solo ha exacerbado esta realidad– que el gobierno mexicano es cada vez más débil en relación con los militares, y el poder político de los militares sigue creciendo. Esto no sugiere que las Fuerzas Armadas estén buscando un mayor poder político, sin embargo, continúa acumulándose. Hasta que la élite social, económica y política mexicana comience un proceso para construir mecanismos de supervisión civil efectivos, creíbles y confiables, este desequilibrio de poder continuará.
“Curiosamente, aunque el secretario general de Defensa Sandoval se ha convertido en un individuo muy poderoso al frente de la Sedena, precisamente por todas las tareas que deben hacer el Ejército, la Fuerza Aérea y ahora la Guardia Nacional. Y dado que AMLO no está interesado en atacar al crimen organizado, la Sedena puede ser considerada responsable de las fallas de AMLO. Si la violencia y la inseguridad continúan manteniéndose en niveles casi récord, y si AMLO no permite que los militares persigan a las organizaciones del crimen organizado y el narcotráfico de una manera más efectiva, la sociedad puede de hecho responsabilizar a la Sedena en parte por esas fallas”, según el autor.
Y agrega que el equilibrio del período posterior a la Revolución, y en particular el pacto militar posterior a 1946 con Miguel Alemán, demostró ser bastante resistente durante muchos años a pesar de sus imperfecciones. Sobrevivió a las protestas estudiantiles y los movimientos insurgentes de las décadas de 1960 y 1970, al levantamiento zapatista, a los asesinatos políticos y hasta a la indiferencia de Vicente Fox. Todos los presidentes anteriores entendieron los límites de lo que las fuerzas armadas podían y debían hacer, y se basó en otras instituciones estatales, incluida una fuerza policial federal, la Gobernación, el Estado Mayor Presidencial, los servicios de inteligencia, para ayudar a mantener las cosas bajo control.
“Hace años, mientras servía como un joven agregado militar en México a principios de la década de 1990, aun aprendiendo sobre la complejidad de las Fuerzas Armadas mexicanas, le pregunté a un oficial general por qué eran los más atípicos entre otros unidades militares en América Latina, donde la mayoría estaban bajo el control de un ministro de Defensa Civil. Él sonrió con complicidad y me preguntó: ‘Deare, ¿estás familiarizado con el PRI?’ Respondí que sí. Continuó: ‘Si eso es cierto, seguramente no querrá poner este poderoso instrumento bajo el control directo de un político del PRI. Has visto lo que han hecho con todas las instituciones del otro país’. Un buen punto, pensé en ese momento. Treinta años después confieso que dada la naturaleza de la realidad de la política mexicana, el punto del general sigue siendo válido”.
AMLO desmanteló en gran medida muchas de las otras instituciones relacionadas con la seguridad y, al mismo tiempo, fortaleció a las Fuerzas Armadas, principalmente a la Sedena. El equilibrio previamente establecido se ha alterado; no hay garantías de que el actual desequilibrio de poder generado por la propia arrogancia de AMLO pueda mantenerse hasta el final de este sexenio. Queda por ver cómo termina esto, concluye el doctor Craig A. Dare.
@PeparioGM