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Hacker “amable” de 16 años roba cuenta de Instagram... para comprar libros

Al consultor José Manuel Urquijo le hackearon su cuenta de Instagram. Al principio se preocupó, pero al poco tiempo se encontró “chateando con un muchachito de 16 años que es hacker, del otro lado del mundo y que después se hizo mi amigo”. El dinero del hackeo fue para comprar libros y salir con sus amigos, menciona Urquijo entre risas.

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EMEEQUIS.– José Manuel Urquijo pasó del miedo de saber que su información personal en estaba en manos de un extraño a la risa y la camaradería con un chico de 16 años que, entre sus peculiares cualidades, posee la de hackear cuentas, “secuestrarlas” y regresarlas a cambio de 200 dólares. 

El amigable hacker vive en Azerbaiyán, a 12 mil kilómetros de México. 

Hace unos días José Urquijo recibió una notificación por parte –supuestamente– de Instagram. Le informaban que su “cuenta iba a ser suspendida en las próximas 24 horas por haber infringido las normas”.  

Entre las posibles normas violadas aparecía “contenido pornográfico, o vender productos piratas, etcétera”. Pese a que Urquijo no había violado ninguna regla, decidió seguir las instrucciones que le marcaba la aplicación. “Entonces dije, bueno, no importa, voy a ver, voy a seguir los pasos para tratar que no me desaparezcan mi cuenta”, menciona en entrevista.

Así empezó una peculiar amistad. 

Todos los pasos que José siguió para validar su cuenta fueron dentro de la aplicación. “Todo natural, normal”, explica, “no era un virus nuevo, todo fue dentro de mi cuenta de Instagram. No di click a un enlace, no, nada”. 

En la revisión de cada paso, José proporcionó sus datos personales y la aplicación de repente se cerró.

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Cuando el dueño de la aplicación intentó volver a entrar, esta le marcó que su contraseña era incorrecta “bueno, seguramente me confundí”, fue lo que pensó, así que buscó el registro de su contraseña.  “Y no me la aceptaba y no me la aceptaba”. Cómo cualquier otro usuario, él decidió intentar con la opción de “olvidé mi contraseña”, sin embargo la aplicación le contestó que “su correo electrónico no está vinculado a esa cuenta”. Ahí fue cuando José notó que algo no estaba bien.

Urquijo optó por meterse desde otra cuenta a revisar la suya: “Ya había un mensaje ahí que decía, esta cuenta ha sido hackeada, si eres el propietario, comunícate a tal cuenta”. Al principio José sintió pánico “¡tu información está con otra persona y nadie que quiera hackearte tiene una buena intención!”, expresa. 

Cuando el dueño de la cuenta hackeada recuerda el episodio, dice que pensó que sería extorsionado, le pedirán dinero a sus amigos o que sacarían de contexto algún comentario. 

Inmediatamente habló con dos de sus amigos expertos en redes digitales. Ambos le recomendaron seguir los pasos marcados por Instagram y hacer el video de reconocimiento que solicita la aplicación. “Hice el video que te piden, mover la cara para confirmar que eres tú realmente”, pero la aplicación le solicitó que esperara.

UN HACKEO POR ETAPAS

 A José no le preocupaba perder la cuenta, sino el salvaguardar su reputación, “proteger mi nombre, más que mi cuenta” (es gestor de riesgo reputacional). Mientras decidía cuál sería su siguiente paso, “me llegó un mail y en el mail decía hola, tengo secuestrado tu cuenta y si quieres recuperarla ponte en contacto conmigo”. Lo primero que pensó fue “esta gente tiene todo de mí”. Sin embargo, no se paralizó del miedo “le respondí el mail y le puse ‘hola, ¿por qué hiciste eso?’. A manera de suavizar. Me hiciste mucho daño”, puso.

El hacker, que en ese momento mantenía una identidad anónima, se portó extrañamente amable. “Discúlpame, no quería hacerte daño, pero necesito dinero”, mencionó. La acción para José resultó amable y cómica, aparte de que notó el mensaje muy “tipo traductor”.

Inmediatamente contestó “sí, la verdad es que uso mis redes sociales para promocionar el trabajo que hago”, seguía midiendo el terreno y esperaba saber cuál era la verdadera intención de quién había robado su cuenta de Instagram. 

De inmediato el hacker volvió a solicitar un pago por regresar la cuenta, José decidió dejar de contestar los mails de quién consideró era un “amable hacker”.

 “Y de repente me escribe por Telegram. Me dice, ‘hola, yo tengo tu cuenta, ¿te interesa recuperarla?’”. El dueño confundido admitió su interés por recuperar la cuenta, pero estaba decidido a no perder el control ni caer en pánico. ¿Qué especie de hacker se disculpa por “secuestrar” tu cuenta y además te habla con demasiada amabilidad?

Tras confirmar que deseaba recuperar su cuenta, el hacker le contestó: “Tienes que pagarme”. Urquijo se sintió extrañado, el secuestrador de su cuenta en Instagram se comportaba de un modo amable, pero al final tenía su cuenta y datos personales en sus manos, las posibilidades eran demasiadas. Por fin se arriesgó y contestó: “Pero es mía, ¿por qué te tengo que pagar?”.

La respuesta no se hizo esperar: “Porque la secuestré”, dijo  el hacker. “Sí, pero es mía y lo que estás haciendo no es correcto”, remarcó José, con más curiosidad por saber qué estaba pasando. 

El secuestrador de cuentas contestó: “′Parece que eres una buena persona”. Y el dueño de la cuenta de instragram le contestó: “Le dije, sí lo soy, por eso me extraña que me hayan hecho esto”. El amigable hacker se excusó y explicó “discúlpame, pero es que necesito dinero”.

José se extrañó y respondió “sí, pero si sabes hacer estas cosas, si sabes hackear, usa ese conocimiento en positivo y vende tus servicios para que puedas obtener dinero”.  

Y, en efecto, su amigable hacker, que dice llamarse Mikail, ya se gana la vida aumentando seguidores en redes sociales y no sólo robando cuentas de Instagram. Presumió haber robado temporalmente la cuenta de TikTok llamada Dafne Zúñiga con 2 millones de seguidores. Y, en efecto, existe una influencer con ese nombre, con 1.6 millones de seguidores. Se le escribió correo para corroborar, pero aún no ha respondido.

Pero lo que al “secuestrador” le interesaba era saber cómo le iban a pagar por regresar la cuenta de José.

La víctima respondió que en realidad en ese momento no contaba con el dinero suficiente como para pagar el rescate de su cuenta de Instagram. Amigable, pero en busca de lucrar, el  secuestrador pidió 200 dólares, a cambio de regresar el perfil de Instagram intacto.

“NO TODOS LOS HACKERS SOMOS MALOS”

Antes de continuar la negociación, José se percató que su negociador no sabía los equivalentes entre dólares y monedas mexicanas, así que preguntó “¿de dónde me estás buscando? ¿dónde estás tú?”. Recibió una respuesta que no esperaba, el secuestrador era de Azerbaiyán, estado que anteriormente había pertenecido a la república soviética. MS específicamente, el “amable hacker” era de la capital, Bakú. 

Tras ese pequeño intercambio de información el hielo se había roto y José se sintió en confianza de preguntar sobre la persona que amablemente le solicitaba un rescate por su cuenta de Instagram. 

“Tengo 16 años y quiero estudiar ingeniería en sistemas”, fue lo primero que le contó su hacker.  José recuerda que “del miedo pasé a reírme y hasta sentí empatía”. La conversación continuó y José se animó a preguntar: “¿Y para qué necesitas el dinero?”. La respuesta lo dejó sorprendido: “Es que quiero comprar unos libros y también porque quiero salir con mis amigos”, narra Urquijo.

“Ah, bueno, o sea, quieres comprar libros y quieres salir con tus amigos”. Después de sentirse seguro, José comenzó a subir su historia en Twitter, al contarle a su amable hacker que la historia le había encantado a sus amigos de Twitter su nuevo amigo le respondió que “no todos los hackers somos malos”.

De 200 dólares, la negociación bajó a 100, “ok, te lo bajo a la mitad, te regreso tus cuentas ahorita, pero me das los otros 50 dólares y cuando ya te paguen a ti, ¿no?”, acordó el hacker con José.

Tras cerrar el trato, amablemente el secuestrador de cuentas de Instagram contestó “no te preocupes hermano, ya, ya, la cuenta es tuya y va a ser siempre para ti”. El depósito se realizó mediante Pay Pal. “Estuve haciendo algunas capturas de pantalla, él me mandaba sus capturas de pantalla también, el nombre de usuario, todo, o sea, él como que me fue orientando”, agrega José.

Al recuperar su cuenta, Urquijo menciona que  “él me dijo, mira, para que no te vuelvan a hackear, métele la autenticación en dos pasos y descárgate esta aplicación para evitar que te vuelvan a hackear”. Al final, José recibió ayuda de su nuevo amigo para evitar ser hackeado de nuevo.

La amistad entre el hacker y José llegó a tal grado que intercambiaron información de sus vidas, más como camaradas que como víctima y victimario. 

El amigable hacker también se dedica a las artes marciales y lleva una vida deportiva. Para comunicarse con José mediante Telegram, le confesó que usaba una aplicación que hacía la traducción de manera inmediata. José le contó que sus amigos no podían creer lo que estaba viviendo y recibió una “divertida” propuesta por parte de su nuevo amigo, “¿quieres que juguemos con tus amigos? Dime a quién hackeo para que se preocupe”.

José se preocupó “me sacó de onda, me dio mucha risa, y le dije, no, no es necesario que hackees a nadie”, y le recomendó usar dicho conocimiento para otras cosas. Su hacker le solicitó información sobre a quién podría hackear “es un juego, solo alguien que pueda dar 200 dólares”, explicó el azerbaiyano, pero José argumentó que eso es un delito en México.

Al final José Urquijo terminó con una cuenta de Instagram reforzada ante cualquier intento de robo, un nuevo amigo del otro lado del mudo, que entre sus cualidades presenta las de ser un experto en informática, con buenos modales y ganas de ser ingeniero en sistemas. 

“Un niño genio de 16 años en la capital de Azerbaiyán, es con el que estuve platicando”, menciona José y agrega: “Todavía estoy  entre que me río y no. Al principio fue muy angustiante. Cuando te pasa, dices, oye, qué tan  vulnerable somos, para que un niño de 16 años hackee mis cuentas”. 

José Manuel Urquijo es Maestro en Comunicación Política y Gobernanza Estratégica por la George Washington University. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Sonora, tiene estudios en Ciencia Política por la UNAM, donde también cursó un diplomado en marketing gubernamental. Ha estudiado diversos diplomados y especializaciones en gestión del riesgo reputacional, análisis político, comunicación política con perspectiva de género, relato político y storytelling, y está certificado por el Colegio de Imagen Pública.

@marrome259 

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