EMEEQUIS.– “Muchos le temen a la muerte, precisamente por esto dicen no puedo, hoy no voy a salir a vender porque me voy a morir. Todos tenemos enfermedades. Todos estamos en lo mismo”, dice Macario López Vázquez, de 60 años.
Cada día Macario capotea a ese fantasma que acecha a miles de personas de la tercera edad con la pandemia del coronavirus, pero que a él parece no asustarle: la muerte. Diario monta su bicicleta de color blanco y pedalea por las calles de la Ciudad de México hasta la esquina de Lago Como y Laguna de Términos, en donde vende fruta picada y jugos desde hace 15 años.
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Aunque este virus ataca más a las personas de la tercera edad, como él, dejar de salir a la calle no es una opción. Tampoco lo es para Rafaela María Cortés Flores, su esposa, quien tiene diabetes y el brazo izquierdo enyesado. Ella también vende fruta, es cinco años menor que Macario y le grita en el oído lo que le dice la gente porque él ya no escucha bien.
Los dos forman parte de grupos más vulnerables frente a esta nueva cepa del coronavirus, conocida como COVID-19, pues tienen más probabilidades de desarrollar la forma grave de esta enfermedad. El País ha indicado que este virus tiene un índice de letalidad de entre el 8 y el 15% en adultos mayores en países como Italia y China.
El día de ayer el presidente anunció medidas para que las personas de más de 60 años que laboran en el sector público y privado puedan quedarse en su casa con goce de sueldo, sin embargo, muchos de ellos se ganan el sustento día a día en negocios de la economía informal.
Hace un año, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) señaló en un informe que en México las personas mayores que obtienen sus ingresos trabajando en el sector informal, como Macario, superan en número a las que tienen un empleo con prestaciones o una jubilación.
El año pasado se dio a conocer que el 21.7% de los adultos mayores que viven solos y trabajan no reciben prestaciones. El 15.7% de ellos reciben aguinaldo y sólo el 13.4% pueden irse de vacaciones con goce de sueldo. Así lo indica la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) para el segundo trimestre del año 2019, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
ESTAR “AL DÍA”
Contrario a las compras de pánico que algunos han hecho en medio la pandemia, Regina Maya Sánchez, de 62 años, dice que no ha comprado víveres. No puede hacerlo porque sus gastos “están al día”.
Ella no sabe si es necesario comprar comida enlatada o papel de baño, porque a pesar de que trabaja en la Ciudad de México, no vive aquí, uno de los epicentros en el país del virus que ya ha dejado al menos 5 muertos en el territorio nacional. Todos los días viene desde su casa, en Toluca, en el Estado de México, hasta un puesto de lámina blanca, en donde trabaja como empleada preparando gorditas y tacos, cerca de Mariano Escobedo.
Regina va a seguir trabajando porque “está al día”, dice.
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Regina toma una bolita de masa entre sus manos, le pone un guisado adentro, la aplasta con sus palmas y la mete en un comal lleno de aceite, mientras cuenta que la clientela ha bajado desde que se anunció que la gente se va a enfermar.
También dice que el transcurso de casa hacia el puesto ahora es más rápido: antes hacía hasta dos horas y hoy tarda 45 minutos. Ella va a seguir trabajando, a pesar de que poca gente pase y coma una “garnacha”, porque, dice, “estamos al día”.
CAMBIAR DE RUTA
Guillermo Cardona Morales ha cambiado de ruta para llegar a su trabajo. “He estado viendo la forma de venirme de otra forma. Ya no puedo venirme por el lado donde me venía, para economizar un poco”, comenta a la entrada de un negocio que pone parabrisas a los autos, en donde él labora como guardia de seguridad.
“Antes me venía por este lado de Cuitláhuac, me podía dejar a unas cuantas cuadras y tenía que tomar un camión hasta acá. Ahora me vengo por Río San Joaquín, me vengo caminando y ya me ahorro lo de un pasaje”.
Desde hace un par de semanas Guillermo no ha recibido la propina que normalmente le dejan los clientes del establecimiento en donde trabaja cuando les “echa aguas” para sacar su carro de la bodega amplia y de techo alto, en forma de lámina cóncava, que él cuida.
“También he notado que unas cosas que yo compraba ya no las puedo comprar por lo mismo de que ha estado esto en crisis. Tenemos que adaptarnos”, dice el guardia de 60 años que usa una camisa blanca con detalles azul marino.
Para Guillermo esto ya no puede seguir así. “Nos afecta a todos nosotros en la economía”. En su caso, él es el sustento de su hogar, por eso asegura que seguirá trabajando hasta donde se pueda.
Guillermo no ha recibido la propina que normalmente le dan como vigilante.
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El día de ayer, el gobierno anunció medidas más drásticas para frenar los brotes comunitarios del coronavirus. Todo México ha entrado en la Fase 2 de la pandemia, en donde los contagios ya comienzan a ser imposibles de rastrear. Hasta el día de ayer en todo el país se tenían 405 contagios confirmados y 5 muertes por coronavirus, pero en el transcurso de este miércoles el gobierno de San Luis Potosí dio a conocer la sexta.
En medio de esta situación, las autoridades han pedido a los adultos mayores que se queden en sus casas. “Por un lado está bien, porque se pueden evitar contagios, pero por otro nos afecta en cuestión de economía. Nosotros que vivimos de esto ¿qué podemos hacer?”, se pregunta Guillermo.
@vancg_