EMEEQUIS.– Entre los renglones torcidos de la 4T sobresale uno asentado bajo las aguas turbias de los viejos pantanos corporativos. Es aquel en que se lee el nombre de Napoleón Gómez Urrutia, líder heredero del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana.
Gómez Urrutia heredó el liderazgo de esa organización gremial de manos de su padre, Napoleón Gómez Sada, uno de esos dirigentes obreros a los que el antiguo régimen de partido hegemónico prodigaba posiciones legislativas y toda la impunidad para hacer fortuna con la venta de contratos sindicales de protección para la parte patronal.
Algo parecido sucede con Gómez Urrutia, mejor conocido como “Napito”, elevado a senador de República por Morena, donde funge como presidente de la Comisión del Trabajo.
Y es justo ahí, en los pasillos del recinto parlamentario, justamente en su grupo, donde más se habla –en días recientes– sobre la incómoda trayectoria del dirigente minero.
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Todo ello a propósito de la imagen de Morena en las elecciones de 2021, en la que, como dijo el exdirector del IMSS, Germán Martínez, el partido del presidente “va a sufrir” para conservar la mayoría legislativa en San Lázaro (diputados). Y no menos para lograr su objetivo de conquistar algunas gubernaturas complicadas para el morenismo, donde habrá de pelearse con uñas y dientes cada sección electoral.
Fue el propio AMLO quien puso de “moda” al dirigente minero, tras anunciar que su gobierno buscará rescatar los cadáveres de los trabajadores sepultados en 2006 por un accidente en la mina de Pasta de Conchos, en Sonora. Pero resulta que a Napito se le ocurrió ofrecer “todo su apoyo” a las viudas y deudos de los 63 mineros y añadió que a lo mejor “se les hace muy largo, pero hay que conciliar muchos criterios”.
Por respuesta, las viudas rechazaron el apoyo del sindicalista y le echaron en cara su falta de vergüenza pues, dijeron, nunca habían tenido su apoyo.
Es lo que trajo a la memoria de estrategas morenistas el rosario de lances de audacia de Napito, comenzando por los 55 millones de dólares que adeudaría a sus agremiados, siguiendo con su reinado desde el exilio (Canadá), donde habría recibido dinero del sindicato extraído del país. Sin olvidar las extorsiones a firmas mineras.
AHUYENTA INVERSIONES DE COSALÁ
Precisamente, una de las últimas aventuras de Napito tuvo que ver con ese tipo de prácticas, y ocurrió este fin de semana en Cosalá, Sinaloa, donde las presiones y exigencias del senador morenista finalmente obligaron a la Americas Gold and Silver a cerrar de manera definitiva la mina San Rafael y la planta procesadora adyacente, después de más de medio año de paros laborales.
Todo empezó en enero, cuando, como parte de su “expansión” de contratos laborales, Napito apostó por disputar la titularidad del contrato de la mina en cuestión, donde se extraía plata, zinc y plomo. El complejo representaba una inversión de inversión de 500 millones de dólares y más de 200 plazas laborales que beneficiaban a familias de la región.
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El contrato local estaba en manos de la CTM, pero Napito demandó la titularidad, aunque no recibió el apoyo de los trabajadores. De modo que llevó contingentes de Zacatecas y Durango para lograr mayoría en las asambleas, pero también para bloquear las operaciones de la mina.
Cuando se dio cuenta que no conseguiría el contrato, Napito trató de “vender” su retirada, pero la empresa no cedió: finalmente decidió cerrar y salir del país. Esto deja sin fuente de ingresos a las familias de los trabajadores y sin la derrama económica que significaba la operación de la mina en la región.
MÁS EXTORSIONES
No es el único caso de extorsión del líder minero. Juan Luis Zúñiga, quien fue vocal del Consejo de Vigilancia del sindicato liderado por Napoleón Gómez Urrutia, reveló que este amenazó con huelgas a empresas mineras en diferentes ocasiones y las extorsionó para obtener hasta 20 millones dólares como “rescate”.
El propio Zúñiga contó en noviembre de 2018 al diario Reforma cómo le llevaba el dinero a Napito en su exilio dorado de Vancouver: “Fuimos varios los que hicimos de ‘mulas’ para llevar el dinero a Napoleón. Yo fui tres o cuatro veces, cada salida era con 9,900 dólares, porque no se podía llevar más. Nos íbamos cuatro o cinco, con hasta 50 mil dólares”. El dinero salía de las empresas mineras en Taxco, Sombrerete y Cananea.
A esas tropelías hay que sumar el presunto robo de un fideicomiso de 55 millones dólares que pertenecía a los trabajadores y que Napito se habría quedado como patrimonio personal. El caudal pertenecía en su mayor parte a casi 2 mil trabajadores jubilados, pero Napito firmó fraudulentamente a nombre de los trabajadores que eran los representantes del fideicomiso, para poder disponer de los recursos.
Napito ha interpuesto numerosos amparos que han impedido que se haga justicia al respecto. Pero su amparo mayor, ha dicho, no es de papel.
La última “canallada” de Napito, según calificaron las viudas de los trabajadores de Pasta de Conchos, fue ofrecerles su apoyo.
Ya en 2018, Elvira Martínez, una de las viudas, integrante de la organización Familia Pasta de Conchos, había dicho de Napito: “Es falso y mentiroso. El sindicato nunca hizo nada para mejorar las condiciones de seguridad. El señor sigue mintiendo como siempre lo ha hecho”.
Por eso hay morenistas que claman porque Napito se mantenga callado. Al menos de aquí a las elecciones.
@emeequis