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EMEEQUIS.– Habían transcurrido sólo unas horas después de la detención en Zapopan, Jalisco, de Rosalinda González Valencia, esposa de Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), cuando los teléfonos del primer círculo del canciller Marcelo Ebrard empezaron a sonar.
Como si una llamada estuviera encadenada a la otra, cerca de las 9 de la noche, la plana mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores ya estaba enterada sobre la aprehensión que habían realizado, en conjunto y sin un solo disparo, integrantes de la Secretaría de la Defensa Nacional y Fiscalía General de la República, asesorados por personal del Centro Nacional de Inteligencia.
La primera noticia era muy buena: la detención de la esposa de un poderoso capo podía presumirse en el extranjero como un logro de la estrategia de seguridad del actual gobierno.
Pero la segunda noticia era aún mejor: entre los teléfonos de WhatsApp de los funcionarios de la diplomacia mexicana se compartía con entusiasmo un diagrama elaborado por la agencia antidrogas de Estados Unidos, la DEA, que ubicaba a Rosalinda González como la máxima operadora financiera del cártel más poderoso de México y, acaso, del mundo.
El golpe era doblemente bueno: dañaba el círculo familiar de Nemesio Oseguera Cervantes y le daba una ficha de enorme peso al canciller Marcelo Ebrard, quien había pasado las últimas semanas preparando negociaciones con altos funcionarios de la Casa Blanca previo al encuentro en Washington entre los mandatarios Joe Biden, Justin Trudeau y Andrés Manuel López Obrador.
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Faltaban menos de 72 horas para ese encuentro largamente esperado entre los presidentes de Estados Unidos y México con el primer ministro canadiense –fechado para las 11:00 de la mañana de este jueves 18 de noviembre– y, entre los muchos temas a discutir, incluía la seguridad en América del Norte, un tema incómodo para nuestro país.
Y la noticia caía perfecto en los planes del presidenciable Marcelo Ebrard, pues el gobierno del presidente Joe Biden había mostrado ya su molestia con el de Andrés Manuel López Obrador por la estrategia de seguridad “abrazos, no balazos”, que parecía dejar intocables a los capos mexicanos, quienes han creado un problema grave de salud pública del otro lado del Río Bravo con sus envíos de drogas sintéticas.
Incluso, la Casa Blanca ha calificado al Cártel Jalisco Nueva Generación como una amenaza a la seguridad interior: más de 100 mil estadounidenses han muerto este año por sobredosis de opiáceos –una de las drogas en el menú del “Mencho”– que representan un número mayor que todas las muertes por armas de fuego y accidentes vehiculares juntas, según un reportaje publicado hoy en el diario The New York Times.
UNA CABEZA PEDIDA
Desde Washington, el gobierno de Estados Unidos había exigido hace meses a sus homólogos mexicanos que, si querían iniciar una nueva etapa de cooperación binacional en materia de seguridad para aniquilar la “Iniciativa Mérida” y sustituirla por “Entendimiento Bicentenario”, la llamada Cuarta Transformación debía mostrar un gesto de buena voluntad para golpear al CJNG. Y con fuerza.
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Pero al canciller Marcelo Ebrard se le acababa el tiempo: el gobierno mexicano ya había concedido las extradiciones a Estados Unidos del “Menchito” y “Menchita” –hijos del “Mencho”– y ya no tenía capos de alto perfil de ese cártel para enviar al país vecino como señal de que el combate contra ellos iba en serio.
Sin detenciones recientes ni grandes operativos que presumir, el canciller Marcelo Ebrard creía –hasta antes de la detención de Rosalía González– que llegaría a la cumbre de este jueves sin satisfacer el apetito de los estadounidenses por una cabeza importante dentro de la estructura del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Mientras tanto, en la Secretaría de Relaciones Exteriores pensaban que debería bastar con el decomiso a principios de noviembre de más de 118 kilos de fentanilo –el más grande de la historia”, presumió el Ejército mexicano– en Culiacán, es decir, en tierra del Cártel de Sinaloa, enemigos del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Pero lo sucedido este lunes por la noche en Zapopan, Jalisco, cambiaba todo. No sólo le daba al gobierno mexicano la ficha de detención de una persona de alto nivel en el Cártel Jalisco Nueva Generación que tanto deseaba el canciller Marcelo Ebrard, sino una posición de fuerza que necesitaba para negociar con sus homólogos en Estados Unidos el nuevo acuerdo “Entendimiento Bicentenario”.
“Fue como si se abriera el cielo”, asegura una fuente consultada por EMEEQUIS. “Nos sentíamos confiados en que llegaríamos con buenos resultados a la cumbre en Washington y las pláticas que de ahí se derivaran, pero nadie esperaba que íbamos a llegar con la máxima operadora financiera del Cártel Jalisco Nueva Generación detenida, justo lo que ellos pedían hace meses”.
A PRESUMIR EL LOGRO
De inmediato, los encargados de la relación de México con América del Norte comunicaron a sus homólogos en Estados Unidos y Canadá la buena noticia: “La Jefa”, la señora del dinero, la mandamás de la estructura financiera de una de las mayores amenazas a la paz regional, había sido detenida.
Lo siguiente fue una relatoría de hechos que presumían la efectividad del gobierno mexicano en voz del primer círculo del canciller Marcelo Ebrard: la detención se hizo sin violencia, se han apagado posibles brotes de venganza contra la población civil, se respetaron en todo momento los derechos humanos de la presunta responsable y se iniciará, de inmediato, una investigación para ubicar sus cuentas bancarias y congelarles el dinero. Todo lo contrario al vergonzoso de octubre de 2019.
Según quienes han relatado esas horas de euforia, personal del Departamento de Justicia de Estados Unidos y de la agencia antidrogas DEA manifestaron su satisfacción con la noticia y pidieron que se enviaran sus “más altas felicitaciones” a los responsables del operativo.
Además, se mostraron dispuestos a extender la cooperación con el gobierno mexicano para ubicar a más familiares de Rosalinda Gónzalez y del “Mencho” que pudieran estar inmiscuidos en los asuntos financieros del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Y ese ofrecimiento, a unas horas de la cumbre Biden-Trudeau-AMLO, vale oro, pues avizora que la confianza entre ambos países podría resarcirse en materia de seguridad, después de los escándalos del juicio del exsecretario Genaro García Luna en Nueva York y la detención –y posterior liberación– del extitular de la Defensa Nacional, el general en retiro Salvador Cienfuegos.
Y algo muy importante: según los altos funcionarios de la Cancillería mexicana, es que ante los ojos de Estados Unidos hay un gran ganador internacional en este caso, aunque ni siquiera haya pisado Jalisco ni haya supervisado la caída de la esposa del “Mencho”.
Marcelo Ebrard Casaubón, quien podrá presumir este logro ante el poderoso vecino del norte.
@emeequis
