Llueve sobre Alfonso Durazo. No sólo los legisladores de oposición han cuestionado duramente la estrategia de combate al crimen, sino que algunos sectores del gobierno de AMLO enderezan críticas al secretario de Seguridad y Protección Ciudadana. Argumentan que el sonorense ya está significando un costo político muy elevado para el presidente.
La gota que derramó el vaso ocurrió este martes 5 de noviembre, cuando durante su comparecencia una senadora del PAN le regaló un Pinocho de juguete, al tiempo que otros legisladores de ese partido portaban carteles exhibiendo cifras de homicidios, secuestros y extorsiones. La idea de que el sonorense ha mentido tanto en la interpretación de los avances de seguridad, como en los hechos ocurridos en Culiacán y durante la tragedia de la familia LeBarón sube cada vez más de tono.
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Aún no terminaba de librar las consecuencias por el fallido operativo en Culiacán, donde se capturó y liberó a Ovidio “El Chapito” Guzmán, cuando en los límites de Chihuahua y Sonora –tierra natal de Durazo– ocurrió una masacre más, esta vez contra la familia LeBarón, donde fueron asesinados al menos seis niños y tres mujeres de la comunidad mormona. La tragedia trascendió fronteras debido a que las víctimas tenían doble ciudadanía: mexicana y estadounidense, lo que provocó que el presidente Donald Trump ofreciera medidas extremas para capturar a los agresores.
Nada fácil la tiene Durazo, sobre todo porque la escalada de violencia no parece cesar. A pesar de que las encuestas muestran relativa aceptación ciudadana a las medidas tomadas por el gobierno federal, en círculos legislativos y gubernamentales comentan con insistencia que el capital político del sonorense está lejos del “efecto teflón” que acompaña al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Las críticas a Durazo llevan ya varias semanas. En una reunión a puerta cerrada realizada hace unos días en el Senado, Durazo enfrentó las embestidas de Dante Delgado y Miguel Ángel Mancera, coordinadores de las fracciones parlamentarias de Movimiento Ciudadano y PRD. El secretario acudió a aquella reunión para hablar sobre el Operativo Culiacán. Ahí, Dante Delgado aprovechó para sacar su largo colmillo y tuvo contra las cuerdas al funcionario por la serie de inconsistencias y contradicciones respecto al operativo donde detuvieron y luego liberaron a Ovidio Guzmán, hijo del líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán.
Y aunque Mancera ha sido poco visible en el Senado, resulta que también hizo sentir incómodo a Durazo, al criticar que el gobierno federal no ha podido explicar qué pasó en realidad aquel día.
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Desde la oposición aseguran que los amlistas confían demasiado en el amplio respaldo ciudadano que tiene el jefe del Ejecutivo, incluso los acusan de “soberbios”, especialmente al secretario Durazo. Y advierten que la confianza popular va lentamente de bajada, principalmente por los casos “Chapito” y LeBarón.
En este contexto, el Pinocho obsequiado a Durazo no parece ser un acto solitario y espontáneo de una senadora: es un aviso de que el PAN y parte de la oposición en su conjunto van con todo contra el secretario. Falta ver si algunos sectores de la 4T terminan sumándose abiertamente al coro de voces que descalifica la labor del sonorense.