EMEEQUIS.– El martes por la mañana, el teléfono celular de Rosario Piedra Ibarra, titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, vibró con un mensaje que sacudió a la ombudsperson del país: “Presidenta, ¿no sería mejor renunciar?”.
El remitente fue un hombre que lleva décadas trabajando en la CNDH, consejero de decenas de visitadores y uno de los veteranos en la institución, quien lleva años sirviendo como enlace entre el gobierno en turno y las organizaciones de derechos humanos más influyentes del país.
Cuando el mensaje llegó a Rosario Piedra, ya se habían cumplido más de 80 horas de la toma de las oficinas de la CNDH en el número 60 de la calle República de Cuba, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, por parte de víctimas de la delincuencia y del Estado.
También habían pasado solo unos minutos desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador dio un espaldarazo a Piedra durante su conferencia mañanera desde Palacio Nacional y acusó que detrás de las protestas estaban grupos “conservadores”.
“Hay mucho encono, coraje, en contra de Rosario Piedra, sobre todo de los grupos conservadores por la mamá, por doña Rosario y por el hermano desaparecido… el partido más conservador del Congreso, por consigna de quienes tienen diferencias con doña Rosario, no querían que Rosario Piedra quedara como como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos”, dijo el presidente.
EL ESPALDARAZO DESDE PALACIO
El respaldo presidencial no resultó extraño para nadie en el gabinete, pese a la crisis que se vive dentro de la CNDH: es conocido el cariño que tiene Andrés Manuel López Obrador por la hija de Rosario Ibarra de Piedra, la fundadora del Comité ¡Eureka! a quien ha sostenido en el cargo contra viento y marea.
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Para explicar ese respaldo, en la CNDH los funcionarios traen a la memoria aquella ocasión en que el tabasqueño dijo públicamente que al tener enfrente la boleta electoral para elegir presidente en las elecciones de 2018 no votó por sí mismo, sino por Rosario Ibarra de Piedra, en memoria de su madre, Manuela Obrador González, quien sufragaba por ella para la Presidencia de la República.
Respaldada por el presidente, Rosario Piedra respondió lacónica a ese mensaje de texto que le había llegado por WhatsApp: “No voy a renunciar”.
Más tarde, comenzaría su tour de medios, según la recomendación de sus asesores: en prensa, radio y televisión se vio a una agotada Rosario Piedra repetir que no dejaría el puesto al que arribó hace apenas 10 meses, en medio de protestas en el Senado de la República por su supuesta falta de perfil para dirigir la CNDH.
“Por primera vez la CNDH está atendiendo a las víctimas. Está respondiendo a los quejosos, está tratando de hacer llegar la justicia, exigiendo a las instancias que no cumplen que lo hagan. Es extraño que ahora que estamos cumpliendo suceda esto”, sostuvo la ombudsperson.
Al mismo tiempo, las manifestantes llamaban a más colectivos y colectivas a tomar más oficinas de la CNDH en los estados en protesta por la falta de resultados e, incluso, a ocupar el edificio que alberga a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas.
“QUE LE HAGAN COMO QUIERAN”
El paseo de Rosario Piedra por las cámaras y micrófonos de la prensa ha sido su manera de responder a la crisis que comenzó el pasado 3 de septiembre, cuando Marcela Alemán y Silvia Castillo, madres de dos menores de edad, una víctima de abuso sexual y otro asesinado, acudieron a las instalaciones de la CNDH para enterarse de los avances del caso con Rosario Piedra.
Al no obtener respuestas satisfactorias, las madres se ataron a las sillas y pasaron la noche en las oficinas. Cuando su protesta se hizo pública, decenas de víctimas se sumaron a su causa.
Desde entonces, madres de desaparecidos, feministas y anarquistas se unieron a la toma de las oficinas de la CNDH y la rebautizaron como “Casa Okupa” o “Casa de Refugio Ni Una Menos México”. Según las manifestantes, su plan es controlar el inmueble y convertirlo en un albergue autogestivo para víctimas de la violencia en el país.
Para financiarlo, las ocupantes de República de Cuba 60 alteraron las obras de arte bajo resguardo de la CNDH –como el retrato del expresidente Francisco I. Madero– y las subastaron en la calle, logrando recaudar hasta 22 mil pesos por cada cuadro intervenido, según la colectiva feminista Bloque Negro.
“Aquí van a vivir madres de víctimas que tienen niños huérfanos (de padre) y que no tienen dónde vivir. Esta será su casa. No vamos a entregar las oficinas. No hay negociación y que le hagan como quieran”, ha insistido Yesenia Zamudio, madre de una joven víctima de feminicidio en enero de 2016.
QUE SE VAYA ROSARIO, LA DEMANDA
Para tratar de desactivar el conflicto, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha planteado a las ocupantes del inmueble que sus demandas sean atendidas personalmente por la titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y por la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
Pero las víctimas nada quieren saber de Rosario Piedra Ibarra, a quien tachan de indolente y poco eficaz. En el pliego petitorio de las manifestantes está la condición innegociable de su salida de la CNDH y la de su equipo, al que acusan de servirse del presupuesto público.
El respaldo del presidente a la activista convertida en funcionaria pública ha calado hondo en las organizaciones civiles, principalmente la de madres con hijos desaparecidos y víctimas de feminicidios, quienes acusan que Andrés Manuel López Obrador no ha honrado los compromisos de buscar y encontrar a sus hijos y de trazar estrategias contra la violencia de género.
LA OPOSICIÓN PIDE COMPARECENCIA
La crisis también es aprovechada ya por la oposición: en el Senado de la República, panistas, priístas, perredistas y legisladores de Movimiento Ciudadano preparan un llamado formal a Rosario Piedra Ibarra para que comparezca ante la Cámara Alta por sus actuaciones.
Y aunque el líder de la bancada de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, diga que la renuncia de Rosario Piedra Ibarra está fuera de toda discusión, ya hay integrantes de la propia CNDH que se preguntan si no será más costoso para el gobierno mantener a la funcionaria que admitir que no pudo con el encargo.
Después de recibir la respuesta de la ombudsperson, aquel veterano funcionario de la Comisión Nacional reenvió el mensaje de Rosario Piedra Ibarra a un chat de WhatsApp donde están varios de los activistas de derechos humanos más importantes de México.
Uno de ellos, mordaz, contestó: “Esto es como el ‘no te preocupes, Rosario’, pero de la 4T”.
@emeequis