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AMLO pierde una amiga de lucha por consentir a López-Gatell

La salida de Asa Cristina Laurell hizo que muchos se preguntaran ¿qué le pasa al presidente? Tras sus diferencias con el vocero de la pandemia, presentó su renuncia el 15 de junio. Al no recibir respuesta en tres días, tomó sus cosas y se fue.

6 / 20 / 20
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Secreto

EMEEQUIS.– Entre el sector más duro de los fundadores de Morena se preguntan ¿qué le pasó al presidente Andrés Manuel López Obrador? ¿Por qué aceptó la renuncia de una de sus más viejas amigas, una compañera de lucha que, literalmente, durmió en la calle por él?

Nos cuentan que Asa Cristina Laurell, tras su renuncia como subsecretaria de Salud, recibió un inesperado maltrato del presidente, con quien la unía una amistad desde hace 31 años, cuando ambos fundaron el PRD.

En aquellos años se entendieron tan bien dentro del partido, y con franco cariño, que el tabasqueño le pidió a la médica cirujana de origen sueco ser una de sus coordinadoras de campaña en pos de la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. Cuando ganó la elección la invitó a su gabinete como su secretaria de Salud, un cargo que desempeñó por todo el sexenio con un alto reconocimiento por ser la encargada de crear el programa de medicamentos gratuitos a adultos mayores.

Cuando AMLO perdió las elecciones presidenciales de 2006 acusando fraude, algunos de sus aliados en el PRD, como “Los Chuchos”, pactaron con Felipe Calderón para obtener cargos públicos. Pero no Asa Cristina Laurell. Ella se mantuvo cercana a su amigo en plena tormenta, incluso cuando el tabasqueño parecía destinado a la muerte política después del polémico plantón en Paseo de la Reforma. Como muestra de su fidelidad aceptó ser nombrada “secretaria de Salud legítima” del gobierno paralelo de Andrés Manuel López Obrador.

Tan leal fue su amigo que en 2008 dejó su cómoda casona al sur de la capital y tomó una casa de campaña y un sleeping bag para acampar en la calle, siguiendo las órdenes de Andrés Manuel López Obrador de cercar con un plantón el Senado de la República –cuya sede en ese entonces estaba en el Centro Histórico– como parte de las acciones de su Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo.

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Asa Cristina Laurell durmió en el piso, comió en las banquetas y coordinó a las “adelitas” de AMLO –las mujeres que estaban en la primera fila del plantón– en ese movimiento contra la reforma energética del expresidente Felipe Calderón. Esa incondicionalidad fue “premiada” con un regalo que muchos políticos hoy todavía pelean: aparecer en el templete junto a Andrés Manuel López Obrador para ganarse el cariño de los simpatizantes más fervorosos del tabasqueño.

Más aún: ella estuvo en aquella íntima reunión en la que se buscaba un nuevo nombre para el partido político de AMLO que en su primera fase se llamó Convención Nacional Democrática. Gracias a su voto, y al de otros cercanísimos al hoy presidente, es que su viejo amigo se decidió por Movimiento Regeneración Nacional, que terminaría en solo Morena.

Por esa historia de lucha es que la decisión del presidente de dejarla ir, tras ignorarla por tres días, ha resultado sorpresiva entre los liderazgos históricos de Morena. Asa Cristina Laurell presentó su renuncia a la Subsecretaría de Integración y Desarrollo del Sistema del Sector Salud el 15 de junio y tras no recibir ni una llamada de su viejo amigo el 18 tomó sus cosas y abandonó, a punto de un llanto rabioso, su oficina.

Aunque en su carta de renuncia dijo que salía del gobierno “por motivos de salud”, todos en la Secretaría de Salud saben que el real motivo es una pugna irreconciliable que mantiene con el nuevo consentido del presidente, Hugo López-Gatell.

La doctora Asa Cristina Laurell es epidemióloga por la Universidad de Berkeley, California, y ese conocimiento especializado que comparte con Hugo López-Gatell la llevó a identificar graves errores en la estrategia contra el nuevo coronavirus, nos cuentan. Sus decepciones se volvieron francas frustraciones, cuando intentó advertir al presidente que estaba mal aconsejado, pero en lugar de ser escuchada recibía respuestas condescendientes.

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El distanciamiento con Hugo López-Gatell llegó al punto de ni siquiera cruzar palabra con el nuevo rockstar de la Cuarta Transformación, lo que la llevó a pensar que ya no había condiciones para hacer su trabajo. Solo un movimiento desesperado la llevaría de vuelta al lugar cercano que alguna vez tuvo con Andrés Manuel López Obrador: advertirle que si en el gobierno no valoraban su maestría, su doctorado, su lealtad, sus años codo a codo, se iría. 

Nunca imaginó, nos narran personas cercanas a ella, que el presidente la dejaría ir sin ningún esfuerzo por mantenerla en el cargo.

Que a Mónica Maccise, ahora extitular de Conapred, le pidieran su renuncia desde el despacho de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, es entendible, pues ella nunca fue parte del grupo que se mantuvo firme con el presidente cuando todos los abandonaron. Que Mara Gómez saliera de la titularidad de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) es comprensible, porque ella no tenía una amistad de más de tres décadas con el presidente, pero ¿Asa Cristina Laurell, la incondicional, a la que alguna vez puso como ejemplo de medicina social y honesta en el país?

Esa pregunta es la que hoy se hacen muchos liderazgos históricos de Morena, junto con otra duda que los inquieta mucho: ¿será que el presidente ya no valora la lealtad y la honestidad como todos creían?

 

@emeequis



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REDACCIÓN EMEEQUIS



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