Hace unas semanas, previo a una reunión de empresarios del sector energético con Andrés Manuel López Obrador, un tema llamó la atención entre los asistentes al encuentro. Resulta que uno de los temas de conversación fue la sorpresa de varias mujeres y hombres de negocios, quienes comentaban que los funcionarios de la Secretaría de Energía y Pemex no les estaban pidiendo “moches”.
Los empresarios recordaban que durante el sexenio anterior la práctica habitual era solicitar dinero en efectivo o un porcentaje para poder ganar contratos en el ramo energético. “¿A ti te han pedido algo?”. Las respuestas apuntaban hacia el mismo puerto: hasta aquel momento, los subordinados de Rocío Nahle y Octavio Romero Oropeza, con quienes tienen diferencias porque ha bajado el ritmo de inversión en el sector, no les habían solicitado “cooperación” para poder obtener contratos. “No nos piden moches”, dijeron.
Una conversación parecida suele surgir en un ala del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), sobre todo cuando se refieren a la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, a quien le reconocen mantenerse “derechita” en el compromiso para combatir la corrupción, principalmente luego de que lanzara el Padrón de Integridad Empresarial, un programa en el que empresarios y gobierno federal se comprometen a favorecer a los corporativos con trayectorias alejadas de prácticas fraudulentas.
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A Marcelo Ebrard, por otra parte, le colocan una medalla que, nos dicen, tiene muy orondo a López Obrador. Resulta que el canciller puso en contacto con el presidente a la prestigiada Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (Unops), un organismo que se dedica a asesorar a los gobiernos para que hagan contrataciones “limpias y eficientes”.
La Unops, además de trabajar de cerca en dependencias de la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y el gobierno de Jalisco, ya está trabajando estrechamente con el gobierno federal, buscando mecanismos para cerrarle la puerta a la corrupción que impera cuando los círculos empresariales y las esferas gubernamentales se relacionan para echar adelante proyectos de inversión.
Dicha oficina de la ONU es la que trae la resposabilidad de vender el avión presidencial y otras 70 aeronaves, muchas de las cuales están en pésimas condiciones, por lo que será imposible colocarlas en el mercado internacional.
Así que entre la andanada de críticas hacia la 4T, provenientes del ámbito empresarial, al menos hay un run run que sorprende y complace a los inversionistas. Ven un modelo diferente de gobernar en los frentes que comandan Nahle, Sandoval y Ebrard.
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A ver si esa percepción dura, porque los reclamos por el lento ritmo de inversión en obra pública mantiene inquietos y enojados a los dueños de los grandes dineros.
@emeequis