El ahora preso solía mostrar fotos con integrantes de la 4T como el gobernador de Puebla.
EMEEQUIS.– Lo llevaban como se hace con un animal de rastro. Tres municipales lo arrastraban. Dos de ellos caminaban jalándolo de los sobacos y de los antebrazos, y un tercero lo sostenía apenas con una mano de la parte trasera del short. Aquí un surco de tierra, allá un rasguño en el polvo del pavimento, dejaban como rastro las rodillas, piernas y pies desnudos de Ramón Malagón. De tanto en tanto lo bajaban, y quedaba un lunar de sangre aún fresca en el suelo.
Luego lo aventaron a la entrada de una clínica. Quién sabe para qué. Porque, según los peritajes, para entonces ya estaba muerto.
La víctima era el chofer y escolta de Salvador Tino Martínez, en ese momento candidato del PT a la presidencia municipal, y ahora alcalde electo, de Zapotitlán de Méndez, un municipio de menos de 6 mil habitantes, prendido de una de las laderas de una cañada, en lo alto de la Sierra Norte de Puebla.
No se sabe todavía si fue iniciativa de los gendarmes llevar el cadáver de Malagón ahí, o esa fue la orden que dejó a su gente el alcalde morenista de Zapotitlán, Emiliano Vázquez Bonilla, un político recientemente aprehendido, que nunca tuvo fama de templanza.
Más bien era conocido por su índole torva, inocultable en la imagen que proyecta en videos y fotografías: baja estatura, espesa estructura craneal, mirada inflamable, a veces con una barba rala en el mentón y bajo los maxilares. Sus movimientos recuerdan los de un dragón de Komodo.
Siempre con el corte de cabello a ras, a veces de gorra y playera, en su guardarropa no faltaban tampoco las botas, las hebillas desmedidas, y camisas a cuadros o saturadas de estampados floridos, de preferencia con su nombre bordado. Pero aún más inseparables eran sus collares y pulseras de cuentas de plástico colorido, consagrados a las entidades de la santería.
Emiliano Vázquez se ha mostrado capaz de llevar al extremo su ira en instantes, la cual parecía tener siempre a flor de piel, más aún si se hallaba saturado por la bruma del alcohol, como era, de hecho, habitual.
En ese estado, según videograbaciones y testimonios de vecinos zapotitlenses, más valía cambiar de acera que toparlo de frente: ha sido acusado de golpear ancianos, abofetear hasta saciarse a enemigos políticos en plena calle, lanzar botellas contra negocios de ciudadanos a los que tiene rencor y soltar bala a la primera oportunidad.
María Guadalupe Vázquez, una empleada de un establecimiento de telefonía que era de las activista más visibles de un movimiento que pugnaba por la destitución del alcalde tras el ataque a tiros de este contra la primaria del lugar, y que sufrió en carne propia el acoso del edil, dice que las madres de familia están más tranquilas desde la captura de Vázquez Bonilla, y esperan que pague por sus crímenes, pero no se fían por la protección que venía recibiendo del gobierno del estado:
―Pues está la duda ―dice en entrevista con EMEEQUIS―, pero yo quiero creer que ya no lo van a proteger, el fiscal Gilberto Higuera ya dijo que tienen las pruebas suficientes, que (Emiliano Vázquez) iba a recibir un castigo ejemplar. Entonces, quiero confiar en esas palabras…
DE JUDICIAL A CANDIDATO
Y es que desde muchos años atrás, Emiliano Vázquez tenía apego a las armas de fuego. Aunque Zapotitlán es una población donde las actividades del campo son las prevalecientes junto con las del comercio, de acuerdo con el INEGI, los hijos de don Higinio Vázquez y doña Consuelo Bonilla, que vivían de la venta de tacos, optaron por trabajar en el gobierno, específicamente en la policía.
Emiliano estuvo trabajando primero como ayudante externo de la policía judicial de Tulcingo del Valle, y llegó a relatar que lo mandaban a robar, según testimonios recogidos por EMEEQUIS, y en ese mismo lugar estuvo encarcelado por los mismos motivos, alrededor de 2007. Luego, un día salió con que ya era policía judicial del estado. Su hermano Anselmo, llegó a ser oficial de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), hasta que se extinguió la corporación.
En 2012, Emiliano guardó su placa de judicial para ocupar un puesto mucho más fructífero: obtuvo el cargo de comandante de la policía municipal del ayuntamiento de Zapotitlán, en la gestión de Cándido Nieto, quien salió de la alcaldía bajo investigación de la Auditoría Superior del Estado de Puebla, por desvío de recursos.
Vázquez Bonilla buscó entonces pastos más verdes, y en 2014 asumió la comandancia del ayuntamiento de Zaragoza, también en la Sierra Norte de Puebla. Fue el nombramiento que le dio el alcalde priísta de ese lugar, Rigomar Morales Martínez.
Pero ya no le duró mucho el gusto a Emiliano. El 5 de agosto de 2015, un telefonema alertó a la comandancia sobre una emergencia de seguridad en la comunidad de Las Trancas, a las orillas de Zaragoza. El comandante dispuso que las unidades policíacas fueran a atender el reporte, y dejó únicamente a dos oficiales a cargo de la comandancia.
El reporte era en realidad un timo para dejar sin mayor resguardo la presidencia municipal, a la que llegó un comando armado a robar un cajero automático, con toda la parsimonia del mundo, sin que los dos gendarmes pudieran oponer resistencia. Y es que, según reportes de la prensa regional, los ladrones habían distribuido tetrápodos ―clavos doblados, sin cabeza, sólo con puntas, unidos con soldadura― en la terracería que lleva a Las Trancas, de modo que las unidades policíacas no pudieron volver porque tenían las llantas reventadas.
El alcalde Rigomar Morales ―ahora miembro también de la corriente oficialista, y recién reelecto por el PVEM― echó al día siguiente a Emiliano, aun cuando se quedó sin comandante por varias semanas.
Nadie sabe cómo, pero a dos años de haber caído en desgracia, Emiliano Vázquez apareció en Zapotitlán en 2017 con la idea de que quería ser presidente municipal. Más sorprendente fue que el PRI le dio la candidatura. Y todavía más impresionante, que ganó en las elecciones del año siguiente.
Nada le era propicio: el gobierno estatal ya pertenecía a Morena, él contendía por el PRI, y lo hacía en la elección en que la ola obradorista arrasó en todo el país.
Con todo, el expolicía judicial ganó la elección por una nariz, con diferencia de 110 votos sobre su más cercano competidor, del PAN; y a casi 200 de distancia del entonces candidato del Morena, PT y PES, que fue Salvador Tino Martínez ―de acuerdo con la Memoria del instituto electoral poblano―, el ganador de 2024.
“¡NO LE TENGAS MIEDO!”
Muy pronto quedó claro que para Emiliano Vázquez la esencia del ejercicio del poder consistía en someter a sus conciudadanos.
Y no sólo cometía desmanes en su jurisdicción. El 9 de agosto de 2020 lo detuvo la policía municipal de Caxhuacan, municipio vecino. Se hallaba ebrio, insultando, amenazando, y armado, como siempre. Había causado un escándalo en una piquera. Ya en una ocasión previa había tenido una de sus juergas en calles de ese municipio, descargando su arma para mayor alarma de los vecinos.
Esta vez los municipales trataron de detenerlo de nuevo, pero el alcalde de Zapotitlán los amenazó e insultó. Sólo hasta que llegó el comandante del ayuntamiento caxhuacano, Héctor Meneses Bonilla, Emiliano Vázquez pudo ser detenido. Lo retuvieron unas horas en la comandancia. Estaba ahí en un pasillo, recargado, vestido con su camisa florida en tonos cafés, desafiante, con la mirada en llamas, como se le puede ver en una fotografía del sitio de noticias Teziutlán en línea.
Distintas publicaciones reseñan una videograbación difundida por el sitio El regional de la sierra en octubre de ese año, que ya no está disponible, en la que se hace referencia a amenazas del alcalde zapotitlense a personal policiaco. Ante el titubeo de los oficiales para recoger las pertenencias del detenido, el comandante Héctor Meneses los reprende: “No le tengas miedo, ¿qué te va a hacer?”.
Meneses alude en la grabación al hecho de que Emiliano Vázquez ha presumido ser parte del grupo criminal conocido como Los Zetas, y a la posibilidad de exhibir el dato.
Quince días después, el comandante Meneses fue detenido en su propia patrulla por 11 policías estatales de investigación, que le marcaron el alto, registraron la unidad, y lo acusaron de usurpación de funciones, posesión de narcóticos y portación de armas. Meneses fue procesado y su familia denunció que el Ministerio Público y el juez de la causa habían evitado que testigos declarasen en favor del imputado. Y denunciaron que todo se trataba de una venganza del alcalde de Zapotitlán, quien había repartido “mucho dinero”, supuestamente, para procesar a Meneses.
A pesar de todo, en 2021 Emiliano Vázquez contendió de nuevo por la presidencia municipal. También su hermano Anselmo había buscado la postulación a la alcaldía por el PRI. La idea era que, si le daban a su hermano la candidatura municipal, Emiliano buscaría la diputación. Pero la aspiración de Anselmo fue rechazada por incumplimiento de requisitos. Emiliano fue candidato. Ya entonces se hacía llamar “El Gallo”, y ordenaba reproducir en sus eventos una canción ranchera que ensalza a ese animal. Usaba en su campaña unas camisas blancas de manga corta que en la parte de la espalda llevaba estampada la imagen de un gallo, con la leyenda: “El Gallo Presidente”.
Ganó. Esta vez, sin embargo, la cantidad de atropellos cometidos por Vázquez Bonilla en los comicios explicaban el resultado. No fue fraude, dirían hoy, sino elección de gobierno.
El día de la elección, el periódico La Jornada de Oriente reportó: “Intimidando a los ciudadanos con un grupo de choque y en complicidad con elementos de la policía estatal y municipal fue sorprendido el candidato a la presidencia (de Zapotitlán) por el PRI, Emiliano Vázquez Bonilla comprando votos (…). Sus acompañantes iban encapuchados y viajaban a bordo de varios vehículos portando armas, palos, tubos y piedras para intimidar y amenazar a la gente mientras intentaba comprar sus voluntades. Cuando los vecinos intentaron hacer algo al respecto fue resguardado por los agentes policíacos quienes viajaban a bordo de las unidades 1477 y 1877”.
Según los resultados oficiales, Emiliano Vázquez ganó por una diferencia aún más reducida que la de 2018, 138 votos por encima de su más cercano competidor, Salvador Tino Martínez, entonces candidato de Morena. Muchos de los partidarios de Tino tomaron las instalaciones del Consejo Municipal Electoral, pero las protestas no movieron un voto de los resultados oficiales.
RED DE PROTECCIÓN
Así que Emiliano Vázquez Bonilla fue reelecto, y muy pronto dio continuidad a su estilo de gobierno. Tal vez se sentía más empoderado que nunca, sus juergas fueron todavía más frecuentes, y mayor su violencia. Un día descargó su furia etílica contra don Jerónimo, un tamalero que se hallaba acompañado de su hija menor. En otra ocasión golpeó a un anciano, y, hay quienes afirman que incluso llegó a golpear al juez de paz, Rogelio Coria.
Perpetró entonces el más conocido de sus desmanes, el 19 de enero de 2023. Alrededor de la una y media de la tarde, los niños de la escuela primaria “Juan N. Méndez”, en el centro de Zapotitlán, se hallaban recibiendo clases, cuando de pronto una serie de detonaciones se escucharon prácticamente dentro de la escuela. Maestros y alumnos se lanzaron al suelo, guareciéndose bajo los pupitres, a un costado de los escritorio, en las esquinas.
Las detonaciones no habían sido dentro, sino a un costado del colegio. Seis disparos impactaron contra la escuela. Causaron cráteres en los muros. Hubo gritos, llanto, alarma. Algunos de los alumnos presentaron crisis nerviosa. Los tiros provenían del domicilio del alcalde, en donde un vidrio estaba roto, y que se ubica a un costado del plantel, separado sólo por un área verde de los salones de tercer y cuarto grados.
Según testimonios consignados en diferentes medios de la región, el presidente municipal se encontraba alcoholizado, y en esa condición fue visto salir de su casa. Un testimonio de alguien presente en la escena, recogido por EMEEQUIS, refiere:
―Sus guaruras lo sacaron de la casa y lo subieron a su camioneta blanca; sólo uno de sus guardaespaldas se quedó a cuidar.
Al parecer había estado practicando con un rifle. Los padres de familia protestaron y comenzaron movilizaciones pidiendo la destitución del presidente municipal.
La indignación de las madres de familia, principalmente, propiciaron una reacción rápida del cabildo que, por unanimidad, suspendió al alcalde de sus funciones, pero bajo la advertencia de que era una medida temporal, porque la destitución de un presidente municipal es atribución de la legislatura estatal. Más parecía una maniobra destinada a calmar los ánimos que para castigar al atacante.
Por la gravedad de su agresión, y por tratarse de un presidente municipal que consiguió el cargo por el PRI, se esperaba que el gobierno estatal del morenista Sergio Salomón Céspedes respaldara a los padres y se hiciera justicia. No fue así.
El secretario de Gobernación estatal, Julio Miguel Huerta Gómez, salió a proteger al alcalde priísta. Dijo que Vázquez Bonilla estaba colaborando con la investigación de la Fiscalía General de Justicia estatal, insistió en que el acta de cabildo era “ilegal” por la ausencia del munícipe y de su secretario del ayuntamiento, y exigió responsabilidad… a los padres de familia:
―Es muy importante hacer un llamado a la ciudadanía a que actuemos con responsabilidad; si hay pruebas, si hay claridad, actuar con toda responsabilidad y con todo lo que marca el peso de la ley…
La tarde del tiroteo había llegado a Zapotitlán Alberto Ibarra López, del Ministerio Público de Tetela. Uno de los policías estatales incluso metió un dedo en uno de los orificios causados por los disparos. Después de levantar pruebas, tomar fotos, recabar testimonios y las evidencias habituales, el funcionario judicial prometió a las madres de familia que apresaría al alcalde: “Si está en el municipio, lo vamos a detener”.
Pero no le detuvieron esa tarde, ni la siguiente, ni después. Cuando el grupo de activistas acudió al MP de Zacatlán y solicitó el expediente ―según han relatado en entrevistas y en sus cuentas de redes digitales―, comprobaron que el dictamen judicial había salido “limpio”. A pesar de las fotografías y videograbaciones en las que se ven la huellas de los impactos de los proyectiles, el dictamen judicial determinó que el plantel no presentaba daños.
― El dictamen dice que no hubo perforación en ningún salón de la escuela ―refiere Guadalupe Vázquez, cuyo hijo era alumno de tercer grado y se encontraba en clases.
Ante las protestas del grupo de madres de los niños de la primaria, el gobernador Sergio Salomón Céspedes tuvo que salir a aclarar: “Este gobierno no encubre a nadie. (…) Si hay pruebas y hay claridad, se actuará con toda responsabilidad y con todo el peso que marca la ley”.
Después, no se volvió a saber de “la investigación” de la fiscalía. De quien sí hubo noticias fue del secretario Julio Miguel Huerta. En abril, tres meses después del ataque a la primaria, el funcionario estatal apareció en Zapotitlán al lado del alcalde Emiliano Vázquez, cada cual montado en su caballo, encabezando una cabalgata.
Los precedían vehículos de la oficina de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación de Puebla, un puñado de patrullas de la policía estatal y municipal, una banda de viento que ejecutaba sus acordes por todo lo alto desde un carro para transporte de caballos, tirado este por una camioneta donde viajaba una reina de belleza y su séquito, y atrás el secretario de Gobernación, Miguel Huerta, y el alcalde Vázquez Bonilla, muy sonrientes ambos, al frente de cientos de jinetes.
En un punto de la ruta, un grupo de madres de familia de la primaria atacada los esperaba con mantas en las que se leían demandas de justicia, y gritaban consignas contra el alcalde, acalladas del todo por la música de la banda y por los gritos y matraqueo de los grupos de porristas femeninas del ayuntamiento. Apenas podía escucharse, en las grabaciones del suceso, una consigna con las madres echaban en cara al secretario de Gobernación, su complicidad. “¡Alcahuete! ¡Alcahuete! ¡Alcahuete!”…
Julio Miguel Huerta Gómez ni se dio por ofendido. En lugar de ello, comentó en sus cuentas de X y de Instagram lo feliz que había estado: “En Zapotitlán de Méndez, en el corazón de la Sierra Norte de Puebla, participé con mucha alegría en la primera cabalgata de este año. Me sentí muy contento de acompañar a mi amigo Emiliano Vázquez Bonilla y a las y los cientos de participantes de esta gran tradición que nos llena de orgullo”.
Pero las madres de familia de la primaria siguieron movilizándose, exigiendo en redes, al gobierno del estado de Puebla, la destitución del alcalde priísta, y denunciando las burlas, acoso y amenazas de las que venían siendo objeto por parte de Emiliano Vázquez.
UN CACIQUE AGRAVIADO
Conforme siguieron avanzando los meses, Vázquez Bonilla comenzó a imponer su versión sobre la descarga armada contra la primaria. En entrevistas con medios de la región, negó ser el autor de los disparos, aseguró que el día del ataque él no se hallaba en su domicilio, y ni siquiera en el municipio.
E incluso, demandó penalmente a dos periodistas por la cobertura del suceso, Braulio Antonio Santos Toribio, corresponsal de Grupo Radiorama, y a Antonio Barbosa Pantoja, de Teziutlán en Línea.
En enero de 2024, el grupo de madres dio a conocer que el presidente municipal las había demandado también, por daño moral. El alcalde exigía una reparación de 70 mil pesos, más el costo de los daños psicológicos que, alegaba en la demanda, le ocasionaron las madres con sus protestas y acusaciones; además de una disculpa pública y satisfactoria.
Por otro lado, las activistas eran agredidas en las redes digitales como Facebook e Instagram con panfletos que las ridiculizaban, en especial a la más visible de ellas, María Guadalupe Vázquez, que incluso fue denigrada con críticas sexistas y calumnias sobre su vida personal. Pero esos no fueron los peores ataques contra ella y su familia.
Una noche, mientras conducía ebrio, Emiliano Vázquez presuntamente aventó desde una de sus camionetas una botella al puesto de tacos del que los padres de Guadalupe se sostenían. También simulaba disparar con la mano desde la ventanilla de su camioneta cuando pasaba por el domicilio de esa familia.
Otra noche, el 10 de octubre de 2022, don Marcos Vázquez, de 74 años, se hallaba en la puerta de su casa, ubicada en el centro de Zapotitlán, mirando los últimos movimientos de la calle.
Simultáneamente, el alcalde Emiliano Vázquez Bonilla se hallaba en sus libaciones en plena plaza central de Zapotitlán. Al parecer creyó que el hombre mayor lo miraba desde la puerta de su casa, y eso le resultó ofensivo, o bien, le dio un pretexto. El edil se aproximó a la puerta del domicilio del anciano, a quien insultaba cada vez más enardecido. Don Marcos prefirió darse la vuelta para evitar una confrontación en la que tenía todas las desventajas.
―Me voy a meter ―alcanzó a decir―, porque estoy enfermo…
Pero a Vázquez Bonilla no le fue suficiente, y justo cuando don Marcos daba la espalda, alzó el pie y lo empujó al interior, mientras rugía:
―¡Me vale madres! ¡Que te cargue la chingada!
Su hija, Guadalupe, presentó una denuncia, y el juez se limitó a condenar al munícipe a pagar una multa de 20 mil pesos, que este mandó cubrir sin mayor problema.
El alcalde guardaba especial inquina contra ella y su familia. Tiempo atrás, Guadalupe había sido novia de Higinio Vázquez Bonilla, el hermano del munícipe. Al parecer, antipatías y rencores fueron alimentadas por Emiliano cada día, las cuales mostró con mayor desparpajo durante su era de poder.
Dos meses después de que el alcalde lo derribara, don Marcos falleció de un infarto, en la angustia por el acoso que su hija todavía padecía.
CACICAZGOS, MIENTRAS EL PUEBLO LOS QUIERA: AMLO
El 19 de febrero pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador acudió a Puebla para inaugurar instalaciones militares, y efectuó su presentación cotidiana en dicha entidad. Una periodista que dio seguimiento al movimiento de las madres de la primaria de Zapotitlán, Zvezda Ninel, planteó al tabasqueño el caso.
Explicó al mandatario que Emiliano Vázquez Hernández era vinculado a Ardelio Vargas ―un exfuncionario del ámbito de seguridad pública tanto a nivel federal como estatal, con un amplio historial represivo, y ahora con gran influencia dentro de Morena en la Sierra Norte de Puebla―, que las madres de familia habían acudido al gobernador de Puebla, pero que ni así avanzaba la investigación sobre el tiroteo a la escuela de Zapotitlán, y pidió su postura sobre los cacicazgos de la región.
El tabasqueño dio una larga curva para despachar el tema con una frase cualquiera:
“Sí, sobre los temas que estás tratando, que sí nos interesan mucho, le vamos a pedir a Rosa Icela Rodríguez (secretaria de Seguridad Pública federal) que platique contigo. (…) Lo de los caciques, pues lo mismo, yo creo que se van a ir desapareciendo porque los caciques duran hasta que el pueblo quiere. Y ya la gente en todos lados está tomando conciencia, muy avispada, muy politizada. Y vivimos, repito, en un país libre, en donde se pueden manifestar, se pueden expresar. Nosotros no reprimimos, no hay autoritarismo, y así va a continuar el país, nada más decirle a la gente que no se deje engañar”.
Dos días después de aquella mañanera, el alcalde Emiliano Vázquez Hernández publicó una fotografía en sus cuentas de redes digitales en la que aparece, como copiloto del gobernador, en la camioneta que este conduce, ambos mirando sonrientes a la cámara. El presidente de Zapotitlán agregó a la foto una frase: “Gracias señor gobernador Sergio Salomón Céspedes”.
La publicación fue condenada por las madres de familia de la primaria y ciudadanos de Zapotitlán en general en las mismas plataformas. El grupo de mujeres organizó más marchas y protestas en respuesta a lo que consideraron como una burla del alcalde, y del gobernador.
“¿¡QUIÉN TIENE GÜEVOS!? ¡AQUÍ ESTÁ EL GALLO!”
En ese ambiente de crispación llegó la elección de junio pasado a Zapotitlán. El alcalde había dado los pasos necesarios para acercarse más a Morena. El 31 de enero, apenas dos semanas después de su ataque a la primaria Juan N. Méndez, Emiliano Vázquez renunció al PRI, junto con otros alcaldes. El tricolor lo expulsó en febrero, junto con una decena de representantes populares.
Y así, Emiliano Vázquez entró de lleno a disputar la postulación, no a la alcaldía, sino a una diputación local, dentro de Morena. Su influencia en el gobierno morenista estatal era inocultable. No sólo contaba con la protección de su amigo, el secretario de Gobernación, Julio Miguel Huerta, sino que, al parecer, también con la del gobernador. Después de todo, el gobierno estatal había consentido a la familia del alcalde de Zapotitlán con un cargo para su hermano Higinio: delegado regional de la Secretaría de Desarrollo Rural, cargo que aún desempeña.
En febrero, Emiliano Vázquez anunció a su equipo del ayuntamiento que ya tenía amarrada la nominación en Morena, pero en marzo le fue retirada, según medios locales. Su ficha ya estaba sucia, No obstante, logró imponer como candidata de Morena a la alcaldía de Zapotitlán a su hermana, Adelaida Vázquez Bonilla, que hasta el año anterior presidía el comité municipal del PRI, y presidía el DIF municipal. A la postulación de Adelaida se sumó el PVEM para formar la coalición municipal “Sigamos haciendo historia”.
Los desencuentros entre las campañas de Adelaida con la del petista Tino Martínez, eran previsibles. Para empezar, Emiliano no le perdonó a Tino que lo desafiara por tercera vez, en lugar de sumarse a apoyar la candidatura de su hermana, comentan petistas consultados.
La noche del 23 de mayo, Adelaida publicó un video en el que aseguraba que había sido agredida junto con su equipo, al interior de su casa de campaña, por simpatizantes del PT. No compartió el video de la presunta agresión.
Para su hermano Emiliano fue suficiente. El alcalde arremetió contra una caravana de simpatizantes foráneos de otros partidos. Algunos integrantes de dicho contingente que viajaban en las cajas de las camionetas, grabaron al alcalde a bordo de su 4×4 negra de doble cabina, con su túnel de luces color de fuego sobre el cofre. Iba escoltado por los vehículos de la policía municipal.
Aparentemente, Vázquez Bonilla ordenó detener el contingente. Llegaron más elementos policíacos y otros hombres armados de la guardia personal del alcalde. Algunas camionetas que lo acompañaban encendieron las luces de las barras superiores para encandilar a los forasteros. Emiliano Vázquez hizo entonces rugir su vehículo, y comenzó a gritar con su timbre agudo a la caravana:
―“¿¡Quién tiene güevos!? ¡Aquí está el gallo! ¡Aquí no nos andamos con mamadas!”―ya nadie se atrevió a grabarlo directamente, pero se escuchó cómo bajó de su camioneta―. “A ver, ¿quién le va a jalar? ¡Grábenle bien!..”.
Luego se dirigió a alguien en particular: “Tú pendejo, ¿qué? Van a pasar las elecciones y nos vemos después… Aquí no van a venir a intimidar a nadie, culeros… ¡Esto es Zapotitlán! ¿Quién tiene güevos y se va a bajar? ¡Aquí nosotros mandamos en nuestro pueblo, cabrones..!”.
Se escucha en el video que corta el cartucho de su arma, y reaparece en la escena, se aproxima a la ventanilla de una de las camionetas de los contingentes y, hecho una, fiera encara al conductor:
―“¿Quién se va a bajar? ¡Te estoy hablando cabrón…! ¿Quién se va a bajar? ¿Quién dijo yo, hijos de la chingada? ¿A ver? ¿No que muchos güevos?”.
Luego remató: “¡A la verga, perros!”.
El grito fue replicado por los municipales y otros varios hombres armados vestidos de civil, que golpeaban las portezuelas de los vehículos con las palmas y los puños, mientras la caravana se ponía lentamente en marcha. Se escucharon entonces tres detonaciones en el espacio inmediato a la cámara, luego otra tanda de cuatro, al cabo una decena de disparos.
El video fue compartido por Ángel Manuel López Rafael, un activista de derechos humanos en Puebla, y comenta que algunos de los municipales y de los miembros de la gavilla del alcalde portaban armas de uso exclusivo del ejército. Aquel altercado ocurrió apenas unos días antes del asesinato de Ramón Malagón.
UNA IRA INCONTENIBLE
Al parecer, el alcalde Emiliano Vázquez no halló sosiego desde aquella noche. Su siguiente víctima fue un perifonista de la campaña de Salvador Tino Martínez. El ataque fue difundido por varios medios de comunicación. La tarde del martes 28 de mayo, el presidente municipal morenista topó en calles céntricas con el promotor de la campaña petista, Aurelio Juárez Pérez, que desde su Tsuru invitaba a los pobladores a asistir al cierre de campaña de Tino Martínez.
Aparentemente ebrio, Emiliano Vázquez no pudo contenerse, y avanzó contra Aurelio, a quien soltó un golpe en el rostro que hizo volar sus anteojos. El promotor de la campaña petista pidió con el altavoz ayuda a la población, pero el alcalde fue protegido por la policía.
Fue un antecedente que ya daba una idea de la ira que gobernaba al alcalde. Tres días después ya no pudo contenerse. El sábado primero de mayo, de acuerdo con testimonios de vecinos recogidos por los medios de comunicación, el alcalde y su gavilla, en la que iba también su hermano, Higinio Vázquez, dieron alcance a la camioneta Toyota en la que Ramón Malagón García, chofer y escolta de Salvador Tino, entonces candidato del PT a presidente municipal, viajaba con otros militantes de ese partido.
Lo interceptaron en las inmediaciones de un paraje conocido como Puente Viejo. Los encañonaron y bajaron uno de los pasajeros, llamado Joaquín, a quien golpearon despiadadamente. Malagón y otro de sus acompañantes corrieron, pero los pistoleros de Emiliano Vázquez les dieron alcance y les dispararon.
El ataque no ocurrió muy lejos del centro de población, sino apenas unos cuantos metros más allá del río que bordea todo un costado de la cabecera de Zapotitlán. De modo que las detonaciones, que fueron numerosas, se escuchaban desde la calle que lleva al puente, como puede comprobarse en un video que grabaron los vecinos, en los que se oyen sus gritos de alarma.
Esa misma tarde, la revista Proceso difundió un video más cercano a los hechos, donde se ve a Malagón todavía vivo en las orillas del río, como el alcalde y sus hombres lo rodean.
Según las crónicas de prensa, los vecinos corrieron para enfrentar al alcalde y sus pistoleros, pero ya era muy tarde. El grupo de pobladores trató de obstruir el paso de la Jeep Wrangler todo terreno, blanca, en que viajaba el munícipe, y otra camioneta en que viajaban algunos de sus hombres, y otros miembros del ayuntamiento.
En un video compartido en plataformas de redes digitales, se ve a una mujer que grita: “¡Ya basta! ¡Ya basta! ¡Ya basta..!”. Y pide que no se celebren elecciones. Pero finalmente los empleados del ayuntamiento logran abrir paso a las camionetas.
Poco después se veía cómo los policías municipales arrastraban el cadáver de Malagón, para llevarlo finalmente a la clínica donde los dejaron, sin dar mayor explicación al personal médico que, por lo demás, ya nada podía hacer para salvar la vida de la víctima del alcalde. La Fiscalía General del Estado de Puebla confirmó después que el chofer falleció por un disparo que recibió en la zona torácica. Presuntamente, el tiro fue obra de Emiliano Vázquez.
Según versiones de los vecinos, el alcalde se ocultó primero en el domicilio de su hermana, la candidata de la coalición “Sigamos haciendo historia”, Adelaida Vázquez Hernández. Nadie sabe cómo evadió a las fuerzas policiales estatales que ya se encontraban en el municipio en los días subsecuentes.
Doce días después, el 13 de mayo, Emiliano Vázquez publicó un video en su cuenta de Facebook que niega haber asesinado a Malagón. En el video, admite que confrontó a su víctima, acusa al chofer se extorsionador, dice que fue encañonado por uno de los petistas, y niega haberse escondido, pues según él se ausentó por problemas de salud: “Para nada, yo jamás me escondo, jamás correrle al destino. Estamos y seguimos ausentes por cuestiones de salud… (…) Siempre de frente, con la cara en alto”.
Luego, posteó fotografías para presumir un viaje que hizo a Badiraguato, Sinaloa, madriguera del grupo delictivo conocido como Cártel de Sinaloa.
El municipio todavía no salía de la situación de tensión, cuando el día lunes 17 fue incendiada la casa Guadalupe Vázquez, la activista que promovía la destitución del alcalde por el ataque a la primaria. La activista acusó en entrevistas de prensa como responsable del incendio. Ha señalado que los mismos hombres que fueron cómplices y aparecen en los videos del asesinato de Ramón Malagón, “casualmente” fueron las que entrarona a la casa incendiada “para apagar el fuego”.
El día 20, la fiscalía estatal confirmó la participación del alcalde en el asesinato de Jesús Malagón, por lo que pasó a la condición de prófugo. Se giraron 30 órdenes de aprehensión contra los participante y cómplices del asesinato de Jesús Malagón, muchos de los cuales ya fueron atrapados.
Al alcalde le imputan homicidio calificado, lesiones calificadas, robo agravado, y abuso de autoridad, entre otros delitos. Su hermano, Higinio Vázquez, también se dio a la fuga.
No obstante, Emiliano Vázquez todavía difundió otro video en el que aparece con un cabestrillo en el brazo derecho y reiteró su inocencia. Dijo que los videos que se han difundido “fueron recortados y pusieron nada más lo que les convenía”, aseguró que tiene los videos de cómo ocurrieron “realmente los hechos”.
“Han detenido a mucha gente inocente que no estuvo presente ese día, pero afortunadamente se van aclarar las cosas y la moneda va a dar la vuelta. (…) Esto es una venganza en contra mía, en contra de la gente que me estima, de unas señoras que de por sí de años traemos un problema personal entre ellas y yo, yo para nada, las veo y pues no significan nada (…). Los saludo con aprecio y pronto espero saludarlos de mano. su amigo de siempre, Emiliano, ‘El Gallo’…”.
El jueves 4 de junio, Emiliano Vázquez fue aprehendido en los pasillos de la Terminal de Pasajeros de Autobuses de Oriente (TAPO), en la Ciudad de México.
El que no volvió a Zapotitlán desde que su amigo Emiliano se puso más violento en víspera de las elecciones, fue Julio Huerta, el exsecretario de Gobernación del gobernador Céspedes. Y es que Huerta anda muy ocupado, porque el pueblo le obsequió una diputación plurinominal en la legislatura poblana.
Guadalupe Vázquez espera que el exalcalde pague por sus delitos. De tantos años de acoso y violencia ejercida contra ella por un político empoderado, al menos le quedó algo bueno:
― Me dejó el valor de defenderme ―comenta desde el otro lado de la línea telefónica―, de enfrentar una injusticia. Y al pueblo, pues le deja la lección de que nadie, aunque sea presidente, tiene por qué abusar de su poder, ni humillar a nadie…
A quien la borrachera de alcohol y poder de Emiliano Vázquez no le dejó más que luto y tristeza es a la familia de Ramón Malagón, a su viuda, a sus hijos, a sus padres.
@estedavid