EMEEQUIS.- Desde el 22 de octubre, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) comenzó a emitir alertas sobre la formación y trayectoria de lo que inicialmente fue una depresión tropical. Las comunicaciones oficiales advirtieron repetidamente sobre el riesgo que representaba Otis, instando a extremar precauciones, especialmente en la navegación marítima y las áreas costeras de Guerrero.
Sin embargo, estas advertencias no se tradujeron en acciones preventivas efectivas por parte de las autoridades competentes, tanto a nivel federal como estatal y municipal. Una solicitud de transparencia reveló que en una ciudad de casi 800 mil habitantes, sólo 15 personas fueron desplegadas en tres equipos para alertar a la población en las calles y playas, una respuesta que ha sido calificada como alarmantemente insuficiente.
La cadena de responsabilidades comienza en la Coordinación Nacional de Protección Civil, encabezada por Laura Velázquez Alzúa, quien debía liderar los esfuerzos nacionales para mitigar los efectos del huracán. A nivel estatal, la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, y su equipo, incluyendo a Roberto Arroyo Matus, secretario de Gestión Integral y Gestión de Riesgos, y Ricardo Ramírez Ibarra, subsecretario de Prevención y Reducción de Riesgos, tenían la responsabilidad de implementar medidas preventivas en su jurisdicción. Sin embargo, la falta de celeridad y coordinación quedó evidenciada en la limitada respuesta que se desplegó en Acapulco.
A nivel local, la presidenta municipal de Acapulco, Abelina López Rodríguez, y el director de Protección Civil de Acapulco, Iván González, tampoco lograron activar los protocolos de emergencia de manera oportuna. Esto es particularmente grave dado que Acapulco fue uno de los puntos más afectados por el huracán. La falta de comunicación y coordinación en otros municipios también contribuyó al caos y la desprotección de la población.
La investigación de EMEEQUIS titulada “HURACÁN OTIS: LO QUE EL GOBIERNO NOS OCULTÓ”, publicada el 26 de agosto, reveló que el número de víctimas fatales por el huracán Otis fue significativamente mayor que el informado por el gobierno, con al menos 68 muertos confirmados, en contraste con los 52 reportados oficialmente.
Este aumento en la cifra de fallecidos, junto con las inconsistencias en la respuesta gubernamental, apunta a graves omisiones que empeoraron la situación que ya de por sí fue mayúscula por los daños humanos y materiales.
El huracán Otis no solo expuso la vulnerabilidad de las infraestructuras en Guerrero, sino también la ineficacia de un sistema de protección civil que, pese a tener tiempo para prepararse, falló en su deber de proteger a la población.
Las 68 muertes confirmadas por la Fiscalía General del Estado de Guerrero son un testimonio doloroso de las fallas en la respuesta gubernamental, fallas que, como señala la investigación, podrían haberse evitado con una actuación más rápida y eficaz por parte de las autoridades responsables.
@axelchl