Por Sandra Romandía, Miguel Ángel Teposteco Rodríguez y Áxel Chávez
EMEEQUIS.– El auto desprende un fuerte aroma a pino, pero no al pino real, sino al de esos ambientadores que se cuelgan del retrovisor, específicamente a la fragancia del pino negro. Óscar canta la única canción que recuerda, con la cabeza apoyada en la pierna de un hombre que no conoce. “Canta”, le dijeron antes. Y él empezó a cantar lo primero que le vino a la mente: “… No, no quiero ser, esa mujer// ella se fue a un abismo //y tú, no eres aquel, que prometió// sería mi súper héroe//… //Y, ¿dónde quedó ese botón, que lleva a la felicidad?”.
Óscar cierra los ojos con fuerza debajo de la venda negra. Hace días que Óscar dejó de ser Óscar. Piensa que en cuanto termine de cantar le dispararán en la cabeza, acostado en la parte trasera de su auto. Y lo desea, realmente lo desea. Que esto termine de una vez, que ya se acabe, piensa. Como terminó horas antes para su amigo Víctor Baca, con un disparo en la frente y el rostro desfigurado. Que se acabe de una vez.
“Dejas que pasen cuatro canciones, te quitas la venda y te vas”, escucha. Los dos hombres de adelante y el que estaba atrás, donde él apoyaba la cabeza, salen del auto. Pasan cuatro canciones más, el disco se termina y Óscar no se levanta, no se quita la venda, tal vez está llorando. No hay ninguna razón para que lo dejen vivir. Va a levantar la venda solo para ver el arma que disparará la bala que le perforará la cabeza, piensa, y, aunque lo desea, que todo acabe, se pregunta si dolerá demasiado, si quedará vivo unos instantes agonizando, ver el arma, prefiere que lo maten así, con la venda. Pero el disco termina, no se quita la venda, solo la baja hasta su cuello, sale del auto, no ve, no sabe dónde está, la venda cubriendo sus ojos durante días, quién sabe cuántos, y de pronto esto, el cielo inmenso y oscuro.
Hay algo que contrasta con la oscuridad de la noche, una estructura gigante amarilla. Reconoce la entrada a Ciudad Juárez, la Puerta del Milenio, “Bienvenido a la Heroica Ciudad Juárez”.
Es 2 de marzo de 2009.
Así se documenta parte de la pesadilla que ha vivido Óscar, entonces menor de edad, hasta ahora pidiendo justicia: su vida se ha convertido desde ese día en una lucha constante por exigir que se atienda su caso.
Han pasado 14 años desde esa tortura que vivió: el crimen fue cometido en 2009 durante el Operativo Conjunto Chihuahua (dirigido por el general Felipe de Jesús Espitia), en la época del entonces presidente Felipe Calderón. Óscar, de 17 años, fue secuestrado mientras compraba hotdogs, torturado y presenció la muerte de su amigo Baca Prieto, que tenía 21 y a quien los militares le dispararon a sangre fría después de que éste quedara inconsciente por la tortura.
En la Guarnición del Ejército Mexicano en Ciudad Juárez, donde fueron llevados por una supuesta acusación de secuestrar a una regidora, dato del que ni siquiera hay registros, Óscar y Víctor Manuel fueron golpeados en las costillas, que fracturaron; luego, les sumergieron la cara en baldes con agua, una y otra vez: perdían el conocimiento, despertaban y se repetía la tortura. Lo mismo hacían con bolsas de plástico para cortarles la respiración. A Baca lo asesinaron ahí, pero su cuerpo fue encontrado ocho meses después, cerca del puesto de revisión militar que se encuentra a la entrada de Ciudad Juárez. Ahí habían tirado el cuerpo sin más.
Kabata y sus familiares iniciaron una larga campaña de exigencia de justicia ante las autoridades, que ha cruzado tres sexenios, sin imaginarse que el gobierno infiltraría a alguien en sus vidas.
EL GENERAL ESPITIA
El general Felipe de Jesús Espitia Hernández era el responsable de la Guarnición del Ejército Mexicano de Ciudad Juárez en esa época. Un total de 32 militares fueron procesados por tortura comeitda en el periodo en el que él fue responsable del Operativo Conjunto Chihuahua; en testimonios, reconocieron vejaciones y trato inhumano contra civiles, pero, argumentaron, recibían órdenes de la cadena de mando, entre cuyas cabezas estaba el general.
Lo que Kábata pide es justicia en su caso, protección de las autoridades e indemnización. Desde hace años protagoniza plantones y protestas a las afueras de oficinas de instituciones gubernamentales para exigir justicia, una justicia que no ha llegado aún cuando se reconoció la responsabilidad del Estado Mexicano pero sin sentencias ni indemnizaciones.
A pesar de todo esto, el presidente Andrés Manuel López Obrador lo mantuvo como coordinador de asesores del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas (ISSFAM) con un salario bruto mensual de 115 mil 220 pesos (6 mil 200 dólares aproximadamente). El historial militar de Espitia está clasificado como reservado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), con el argumento de que dar a conocer su trayectoria y los operativos en los que ha participado ponen en riesgo su vida ante posibles ataques del crimen organizado, con el que también ha sido ligado por presunta protección. Misteriosamente en 2020, cuando este equipo de reporteros empezaron a seguir la huella del general y su vida en la impunidad éste desapareció del organigrama y de sus funciones; fuentes cercanas aseguran que se retiró con una pensión anual millonaria.
EL ESPIONAJE A UNA VÍCTIMA
En el año 2021 Óscar intensificó sus protestas para exigir atención a su caso. Estuvo prácticamente viviendo afuera de la Secretaría del Gobernación, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) (donde recibió una golpiza por parte de funcionarios de la misma institución, de la Fiscalía General de la República y de Palacio Nacional.
En esa época una reportera presentada con el nombre de “Mía Rodríguez” se le acercó para documentar su caso. Óscar, ávido de recibir atención mediática para que se visibilizara su historia confió a la “reportera” todos los datos de sus ubicaciones, futuros plantones, y demás actividades.
“Tengo un par de años manifestándome en la Ciudad de México, donde conocí a Mía; Mía era una reportera, decía ser una reportera, que se acercó a nuestro plantón de Sedena”, menciona en entrevista a Emeequis.
Kabata dice que no recuerda en qué medio les dijo que trabajaba: “La verdad, te mentiría si te dijera el medio exacto en que trabajaba porque ella llegó presentándose que trabajaba en un medio, pero se nos olvidó porque ella se integró tanto en nosotros que ya no la veíamos como la reportera, la veíamos como nuestra amiga”.
Relata que la supuesta reportera “siempre estaba diciendo que quería documentar todo lo que hacíamos para hacer un documental, pero nunca nos dimos a la tarea de (ver) si había sacado una nota, la verdad”. La “periodista” les pedía copias de denuncias, cartas y amparos para sus presuntas notas.
Después de un plantón muy prolongado, Mía empezó a estrechar relaciones con ellos: “Nosotros estábamos, estamos, tan dolidos y todo y llega se nos acerca una persona y se empieza a interesar más allá del plantón y de lo de la entrevista. Y le dimos cabida”.
“Cumplía años yo y me compraba pastel. A las otras víctimas, las que llegaron al plantón, por cierto, aquí está una de ellas, también se interesaba mucho en ella y en sus hijas”.
“Me siento mal al decirlo, pero ella también me tiraba la onda y yo siempre decía, estamos en plantón, mi objetivo es sacar mi tema adelante, explica Kabata.
Sin embargo, la mentira empezó a desmoronarse: “Empezamos a notar ciertas cosas extrañas en ella, como una vez que fuimos a la Cámara de Diputados, que al momento de entregarnos nuestras credenciales ya a la salida, ella estaba como desesperada cachando su credencial y entonces una guardia le dice Paola y ella se la arranca, casi”.
El otro foco rojo se encendió: “Ella nos hizo una transferencia, no recuerdo por qué, por X o Y (…) después, nos pusimos en manifestación en la CNDH y ella nos mandó un mensaje, nos pone: Oigan, qué onda, en qué les ayudo, qué les llevo y le dijimos que ropa, porque nosotros hacíamos un muñeco y lo colgábamos (en la manifestación)”.
Ese día Mía les llevó mucha ropa: “Dentro de las cosas había mucha ropa nueva, se nos hizo extraño, entonces, antes de echarla a perder (…) esculcamos las bolsas. Y en una de un pantalón, le sacamos una fotografía de ella vestida de militar y con el apellido a la izquierda donde decía ****** (un apellido diferente al que les había compartido), entonces, nos sacamos de onda”.
Las indagatorias continuaron cuando la familia fue al banco: “Por lo de la transferencia”. Una de las activistas (una madre que busca justicia por el feminicidio de su hija), que en ese momento acompañaba a los Kabata, revisó la transferencia.
“Y nos dimos cuenta que su nombre era Londy Paola *********; el banco emisor era Banjercito (Banco Nacional del Ejército, Fuerza Aérea y Armada)”, agrega Kabata.
La familia confrontó a través de mensajes de WhatsApp a Londy Paola, cuestionándola con la foto en la que aparece vestida de militar. La presunta militar bloqueó a los Kabata, cortando todo contacto con ellos.
Emeequis estableció comunicación con Óscar para indagar más a fondo estos indicios. Era importante investigar y tener evidencias más allá de una fotografía de ella vestida de militar.
Este equipo de reporteros pudo documentar cómo Londy Paola aparecía en notas periodísticas, videos y entrevistas en diferentes medios (incluyendo el medio oficial Notimex). En una revisión de hemerotecas, pudimos documentar cómo durante un desfile de la Sedena en septiembre de 2017, ella es entrevistada por la agencia de noticias gubernamental, vestida con un casco y con uniforme militar (presentada como soldado auxiliar oficinista). “Me fascina porque es mi primer desfile, es la primera vez que estoy aquí participando y es un orgullo para mí estar aquí”, apunta en su uniforme verde mientras sostiene un arma (
https://www.youtube.com/watch?v=6NNrEp_FgGo&t=2s ).
Pero debíamos tener más que notas periodísticas. Ese fue el reto.
¿DÓNDE ESTÁ LONDY PAOLA?
Una vez descubierta, Londy Paola desapareció de la vida de los Kabata, por lo que quedó la duda de su paradero, ¿qué había sido de ella, la presunta espía del ejército que infiltró la lucha de los Kabata?
Había pocas pistas desde ese episodio en el ingreso a esa nebulosa de posibilidades para esconderse: los miles de domicilios particulares, calles e incluso bases del ejército que existen en la República Mexicana. De todo ese país, tan enorme y vasto, ¿dónde podría esconderse una militar?
EMEEQUIS optó por una estrategia de contraespionaje poco ortodoxa en un país donde investigar puede costar la vida a los periodistas.
Así que contratamos a investigadores privados para encontrar el domicilio de Londy Paola y su lugar de trabajo. El objetivo: comprobar que se tratara de ella y estuviera en activo en la Sedena sin comprometer sus datos personales.
La información con la que se contaba eran las fotos y videos de ella que el equipo de EMEEQUIS había obtenido en hemerotecas y revisiones periodísticas digitales. Londy Paola vestida de militar, en postura recta, mirando a la cámara; o ella en un plantón o en una protesta junto a los activistas, vestida como civil. También había imágenes de ella sosteniendo un arma larga, con el casco sujeto a la cabeza y una sonrisa en los labios.
En primera instancia, se tenía información de que la soldado vivía en la colonia Lázaro Cárdenas, en Naucalpan, Estado de México.
Se sabía que ella había estado adscrita al Hotel Ejército y Fuerza Aérea. Los investigadores privados vigilaron el complejo y consiguieron información de otros tres domicilios en los que había vivido este elemento de la Sedena: en Naucalpan, Xochimilco y en el estado de Chiapas.
Este equipo estableció un protocolo de observación e indagación y obtuvo información de que el cargo de Londy Paola era soldado oficinista auxiliar.
EMEEQUIS encontró que Londy Paola fue reasignada por la Sedena a la ciudad de Puebla en el área centro. “Incluso le dieron un departamento en dicha Ciudad”, comentó una de las fuentes consultadas.
Este equipo periodístico obtuvo fotografías del complejo militar, el cual tenía varias entradas. Se trata de una unidad habitacional conectada con toda la zona militar.
A través de contactos en la Sedena, que buscaron documentos que acreditaran la identidad militar de Londy Paola, EMEEQUIS encontró que la soldado aún estaba “activa”, pero que ahora vivía en Tlaxcala, como luego lo confirmó la propia Sedena a través de información entregada a la FGR, a la que este equipo de periodistas tuvo acceso.
En resumen, en poco tiempo, el ejército reasignó a Londy Paola a diferentes estados de la República: de la Ciudad de México al Estado de México; del Estado de México a Puebla; y de Puebla a Tlaxcala. La pregunta prevalece con sospecha: ¿por qué? ¿Huía?
SEDENA ADMITE QUE LONDY PAOLA ES MILITAR
Una vez comprobado, tras su seguimiento vía investigadores, que permanecía en activo, este equipo buscó comprobar además con evidencia documental. Se hicieron solicitudes de transparencia -no contestadas- y se buscó por varias vías tener la confirmación documental durante meses.
Kábata decidió denunciar lo que consideró un espionaje con las pruebas que tenía.
Finalmente, el 8 de septiembre de 2023, la Fiscalía General de la República, a cargo de Alejandro Gertz Manero, entregó a la oficina de Ernestina Godoy, fiscal de la Ciudad de México, un “Oficio de incompetencia por materia (fuero común)” en el que se señala que la FGR tenía que declinar el hacer la investigación sobre el caso de posible espionaje Kabata porque, “al pertenecer al fuero común”, era asunto de la Ciudad de México.
“Yo interpuse una denuncia en la FGR, primero interpuse una queja en la CNDH, queja que me cerraron; después interpuse una denuncia en la FGR, denuncia que también me cerraron, ya que ellos aceptan que sí es parte de las Fuerzas Armadas, pero que como está destacamentada en Tlaxcala y no en la Ciudad de México, no pudo haberme espiado, o sea, una tontería total, porque no tiene nada qué ver”, señala Óscar Kabata al explicar la información que aparece en el documento.
El documento detalla que con fecha de nacimiento 02 de septiembre de 1991: “Se localizó información de Cabo Auxiliar Oficinista Londy Paola (*********, causó alta en el Cuartel general de la 23/a. Zona Militar (Panotla, Tlax), última situación registrada, fecha de nacimiento 12 de julio de 1992.” La Fiscalía también justificó que “no se le atribuye ningún hecho delictuoso, relacionado con motivo de su cargo, comisión o empleo”. (Las letras sombreadas fueron añadidas por la propia fiscalía).
Seguida a esta información, se refiere de manera explícita la relación que existe entre Londy y el ejército mexicano. La Secretaría de la Defensa Nacional amplía su explicación:
“Lo que sí es cierto, es que la Secretaría de la Defensa Nacional informó que las antes citadas son elementos del Ejército Mexicano, y que tienen cargos distintos a lo señalado por el denunciante”.
Además en el documento se afirma algo difícil de creer, en admisión al posible delito: que para ostentarse como reportera “no se necesita título”.
En resumen, la Sedena admitió que la persona que se hizo pasar por reportera, Londy Paola, forma parte del ejército mexicano.
Óscar Kabata explica: la FGR “prácticamente me dice que no, que es un asunto entre particulares y cerró mi denuncia, la mandó a la Fiscalía de la Ciudad de México por un asunto entre particulares, quitándole la importancia de qué es lo que hace una elemento militar con víctimas de militares, preguntándonos santo y seña, porque desgraciadamente, ella sabe, y si ya lo sabían, ella sabe absolutamente todo sobre nosotros: direcciones, denuncias, nombres, celulares, todo sabe ella y de mi compañera, la víctima, también”.
Para él, la FGR “está muy despreocupada porque después de ocho años, me quitó las escoltas, alegando que no estoy en peligro, que no pasa nada, que todo está bien, sin darle importancia a que ahorita las personas, la secretaría con más poder en todo el país, con más poder, son las Fuerzas Armadas”.
Tras requerimientos vía Transparencia y Acceso a la Información, la Sedena -que ha proporcionado datos de carrera militar de personajes como Arturo Guzmán Decena, “Z1”; Heriberto Lazcano Lazcano, “Z3”, y el resto de fundadores del cártel de Los Zetas, por ejemplo- clasificó como confidencial “cualquier pronunciamiento” que pudiera emitirse respecto a Londy Paola por “tiempo indefinido”.
Un comité presidido por el general de brigada Gabriel García Rincón sostuvo que el ingreso a las fuerzas armadas, los encargos públicos, las percepciones económicas recibidas, su asignación actual, entre otros, “se refieren a la vida privada” de Londy Paola, quien falsamente se hizo pasar como reportera para indagar en la vida de los Kabata y en el movimiento de activistas para exigir justicia por abusos del ejército.
No obstante, la Dirección General de Personal del ejército, al defender los datos de la falsa periodista, confirmó igualmente su identidad como militar.
En 2020, la CNDH realizó una recomendación a Gertz Manero, César Augusto Peniche Espejel, fiscal general del estado de Chihuahua (donde ocurrió la tortura que sufrió Kabata) y el general de la Sedena, Luis Crescencio Sándoval, en la que se exhortaba a investigar los crímenes cometidos contra los Kabata, sin que hasta el momento se les haya dado resolución. Lo que sí ocurrió fue un seguimiento de activistas por parte de un elemento del ejército, pese a las promesas de cero espionaje lanzadas desde Palacio Nacional por Andrés Manuel López Obrador.
“Óscar viste un pantalón color azul marino, una chamarra gris, casi negra, una camisa blanca que no se ve completa, pero seguramente está muy planchada, unos tenis blancos, impecables, en una de las primeras entrevistas con las que iniciamos este caso. ‘Me gusta mucho el color blanco’, dice. Tiene un cuerpo grande con piernas largas y brazos fuertes, un corte de cabello muy cuidado, con la partidura recta que dirige hacia el otro lado la parte más larga, no mucho, de su cabello negro. Es de piel blanca y da la apariencia de que si no se rasura en pocos días se le vería una barba pronunciada. ‘Me baño y me visto todos los días con ropa limpia por mi familia, para hacerles creer que estoy bien, pero no estoy bien, no estoy bien’, dice. Y llora. Óscar pide disculpas, a cada rato, por cosas que no debería disculparse, si le sale un moco se disculpa, si le sale una lágrima se disculpa, si olvida un nombre se disculpa, si necesita ir al baño se disculpa. Óscar se disculpa por contar su historia a cada momento. Pero no hay disculpa que lo repare a él.
Uno de sus escoltas lo espera afuera del cuarto donde hablamos. Óscar dice: ‘Esta historia se va a acabar con una de dos maneras, o me mata él o me mato yo. Pero esto se va a acabar conmigo muerto’.*
* Fragmento del primer reportaje de estos mismos periodistas sobre Óscar Kábata publicado en 2020: https://www.eldiariodechihuahua.mx/estado/2020/mar/04/el-general-de-la-tortura-330156.html
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