El agua terminó por borrar El Bosque en Tabasco. Fotos: Isabel Mateos / Cuartoscuro.
EMEEQUIS.– Este próximo regreso a clases, hay una alta posibilidad de que los dos hijos de Yessenia no vuelvan al aula. Tuvieron que migrar forzosamente de su pequeña comunidad llamada El Bosque, en el municipio de Centla, Tabasco, que fue arrasada por el mar y ahora casi parece una isla a consecuencia de las afectaciones del cambio climático.
“Cuando nosotros venimos ya no iban siempre a la escuela porque no teníamos para la gasolina. No todo el tiempo teníamos el dinero porque se gasta en ir para allá. (…) La maestra nos mandaba las tareas pero no es lo mismo, no prestan la misma atención, no tienen el mismo aprendizaje”, me cuenta la madre de 23 años, que tuvo que reubicarse en el poblado de Frontera Tabasco.
El niño más pequeño estudia el preescolar y la niña se quedó en primer año de primaria. Forman parte de las decenas de familias que perdieron su casa y patrimonio que fueron devoradas por el crecimiento del mar y las fuertes lluvias de noviembre del año pasado que casi destruyeron por completo el territorio habitado por más de 150 personas.
La pequeña colonia ubicada en el municipio de Centla, Tabasco, se trata de la primera comunidad donde sus pobladores tienen que huir forzosamente a manera de desplazamiento climático, de acuerdo con organizaciones internacionales dedicadas a la protección del medio ambiente.
“Aquí es mucho el costo de la escuela, te piden muchas cosas. En nuestra comunidad no, porque el gobierno daba útiles. Le digo a mi esposo ‘¿Qué vamos a hacer?, si los tenemos que meter acá hay que comprar uniforme, inscripciones, útiles escolares y no siempre tenemos’. Nosotros donde estamos rentamos y hay veces que nos demoramos en pagarla por cuestiones económicas”, cuenta Yessenia en entrevista con EMEEQUIS.
La madre ahora está a cargo de tiempo completo de sus hijos. Perdió su casa, la cercanía con su familia que aún se rehúsa a dejar El Bosque y también la forma de ingresos para mantener a los suyos. Ella y su esposo se dedicaban de lleno a actividades pesqueras, pero cada vez se vuelve más precaria y peligrosa por las malas condiciones del mar para localizar producto y venderlo.
Ante las crisis climáticas, es 14 veces más probable la vulnerabilidad hasta la muerte de niñas y mujeres en comparación con los hombres, de acuerdo con la Agencia de la ONU para Refugiados.
Aunque no hay estimaciones oficiales, algunas ongs estiman que entre 2008 y 2021, cerca de 2.4 millones de mexicanos fueron víctimas de desplazamiento interno, de los cuales 2.2 millones fueron en eventos relacionados con el cambio climático. Algunos de los eventos más recientes que provocaron a la gente migrar fue el huracán Otis, que azotó el puerto de Acapulco, Guerrero.
La Coalición Hábitat Internacional, estima que para el año 2050 en México podría haber hasta 3.1 millones de personas desplazadas de su territorio de origen a causa de afectaciones relacionadas con el clima.
Ante estas inclemencias, las mujeres son las más afectadas por la emergencia climática. Por riesgo a sufrir agresiones sexuales y de género, roles perpetrados entre familias, dificultades para encontrar un empleo y que, en los desplazamientos regularmente, van al cuidado de infancias, es que la vulnerabilidad y dificultad de adaptación para ellas se suma a condiciones de desigualdad.
La vulneración para las mujeres frente al desplazamiento climático, se ven reflejados ante una carencia de políticas públicas enfocadas en las que migran internamente en condiciones precarias, circunstancia que fue denunciada por el Instituto para las Mujeres en la Migración en su reciente informe “Desplazamiento por razones climáticas, una aproximación desde los derechos de las mujeres”.
CARENCIAS ECONÓMICAS Y OLVIDO INSTITUCIONAL
Años atrás, la pesca en el río Usumacinta dejaba el dinero suficiente para que la familia de Yessenia, su esposo Natanael, de 28 años y sus dos hijos de 5 y 7 años, pudieran mantenerse con una casa propia y recursos para darles educación y alimento. Sin embargo, la calidad del agua y la abundancia del producto empezó a escasear con el tiempo.
Mientras Natanael iba a pescar desde las primeras horas del día, Yessenia lo apoyaba al trabajar en otras cooperativas pesqueras en la limpieza del producto para su venta. Con ambos ingresos podían hacer un ahorro apenas suficiente para la manutención de los niños.
“Nosotras también trabajamos para un ingreso extra, porque en ocasiones nuestros esposos no ganan lo que deben de ganar. Había días que sólo ganaban 100 pesos, 200 pesos, ¿qué podemos hacer nosotros con eso?”, reclama Yessenia que además de los abusos de los permisionarios dueños de las cooperativas de pesca, el cambio climático afectó esta producción económica.
“Ellos tienen que pagar la carnada, el hielo, todo lo que llevan para la pesca. Aunque no sean los dueños de la lancha, todo eso se los cobran los permisionarios. No es justo. Nos afecta el cambio climático, nos afecta que ellos no sean conscientes que los pescadores arriesgan su vida para traer el sustento a su casa y aparte para generarles dinero a ellos”, afirma.
Ahora que su familia fue desplazada a otra localidad de Tabasco por la desaparición de la comunidad de El Bosque, ella tuvo que asumir las responsabilidades del cuidado de sus hijos de manera completa, sin tener una forma extra de ingresos, mermando en carencias la calidad de sus hijos.
La historia de Yessenia, refleja las dobles o triples cargas de responsabilidad que asumen las mujeres y la manera en que el cambio climático cambió su entorno. Esto puede reflejarse a través de desplazamiento forzado interno en el país, como el caso de la madre de 23 años, o con experiencias de migraciones que se ven forzados del exterior para radicar en México.
De acuerdo con IMUMI, estas historias de desplazamiento son constantes en el Corredor Seco de Centroamérica, que corre del sur de Chiapas, hasta bajar a Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
Algunos fenómenos que amenazan en razón de cambio climático a la población de estos territorios son crecimiento del mar, sequías prolongadas, fenómenos naturales que arrasan con territorios como huracanes
“Eventos del clima han generado inseguridad alimentaria, han generado una pérdida en los medios de vida de los territorios y esto afecta a las mujeres porque no se les incluye en las medidas de mitigación y adaptación”, explica en entrevista con EMEEQUIS, Dinorah Arceta, Coordinadora de Incidencia en IMUMI.
Refiere que al igual que Nicaragua, donde las mujeres fueron las más afectadas durante huracanes, en México tampoco se les incluye de forma interseccional en los programas de apoyo y preparación ante una emergencia sanitaria, provocando que se incrementan circunstancias de desigualdad de género.
“Tienen una carga desproporcionada de cuidados, están a cargo de personas mayores, enfermas, con discapacidad e infancias, por lo que es más difícil que puedan responder de forma segura a un desplazamiento y muchas veces tienen que huir sin ningún tipo de ayuda humanitaria”, comenta la especialista en migración.
POLÍTICAS PARA PREVENIR VIOLENCIA DE GÉNERO EN MIGRACIONES
Las condiciones de vulnerabilidad se agravan cuando mujeres migrantes de Centroamérica, en muchos casos también afectadas por inclemencias del cambio climático, acuden a México en búsqueda de refugio y mejores oportunidades de vida, afirma Dinorah Arceta de IMUMI.
“Cuando cruzan las fronteras están expuestas a violencia de género, debido a que hay presencia de crimen organizado en las rutas de toda América Latina y el Caribe. No hay vías regulares para que puedan trasaldarse de forma segura, sin exponerse a tráfico de personas, trata de personas, incluso desapariciones”, comenta.
En apoyo a las comunidades migrantes que llegan a México, IMUMI señala la necesidad que existan políticas públicas enfocadas en atender los efectos diferenciados que pesan mayormente entre las mujeres que migran.
En el caso de desplazamientos internos, piden que en la Ley General de Víctimas se haga un reconocimiento a las víctimas internas de desplazamiento climático, mientras que para las migraciones del extranjero, se considere la vulnerabilidad a razón de fenómenos naturales.
“Por la situación de desigualdad socioeconómica, las mujeres no tienen acceso a medios de vida tanto en su país de orígen como en su país de destino que permitan una autonomía económica”, comenta Arceta.
Solicitan que el sistema de asilo incluya el contexto de emergencia climática, para que cada vez que una persona solicite el asilo, las autoridades migratorias realicen una valoración de cómo ha afectado el clima en su país como causales para dar el reconocimiento de personas refugiadas o protección complementaria.
“Nuestro marco legal ya reconoce razones humanitarias, incluídas desastres, las personas pueden ser acreedoras a documentación de tarjeta de visitante por razones humanitarias; pero que también sea por efectos de cambio climáticos o efectos del clima”, de igual forma el cambio, afirman debe hacerse fomentando la profesionalización del personal del INM y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados para entender las causales de los efectos del cambio climático y emitir protección o regularización bajo estas causas.
@GloriaPE_