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“Me tomó en la sacristía”. Congregación católica resguarda en México a sacerdote acusado de pederastia

Un exseminarista venezolano denunció a un sacerdote mexicano de haber abusado sexualmente de él cuando tenía 13 años. Le ha seguido la pista por Chicago, La Habana, Ciudad de México. Al presunto perpetrador se le vio en la Basílica de Guadalupe haciendo trabajo eclesiástico para los paulinos.

Por Emequis
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Especial de Sexta W para EMEEQUIS.– La congregación religiosa Sociedad de San Pablo, conocida como Paulinos, resguarda en México al sacerdote católico Juan Huerta Ibarra, acusado penalmente de abuso sexual y pederastia ante la justicia venezolana, país al que fue enviado para realizar funciones eclesiásticas.

Pese a que el proceso penal en su contra sigue abierto en la ciudad de Mérida, territorio ubicado en el nacimiento de la cordillera andina, al norte de Venezuela, el religioso retornó a México y desde julio de 2019 realiza actividades sufragadas por la congregación y la jerarquía Paulina, que han rechazado diversas solicitudes periodísticas para hablar del caso.

El abogado venezolano José Leonardo Araujo Araque, actualmente de 31 años, denunció penalmente a Huerta Ibarra en 2019. Lo acusa de haber abusado sexualmente de él en reiteradas ocasiones, cuando tenía tan sólo 13 años de edad y Huerta Ibarra era superior y fundador de la comunidad “Reina de los Apóstoles”, casa de formación de los aspirantes a ingresar a la congregación.

La Sociedad de San Pablo conoció oficialmente la denuncia del joven por correos electrónicos enviados a Roma al superior general Valdir José De Castro. También informó a José Faustino Hernández Estévez, superior provincial de México-Cuba, quien se comprometió a investigar a fondo. 

Página 1 de la denuncia presentada por Leonardo Araujo. 

CHICAGO, LA HABANA, MÉXICO

La nunciatura apostólica en Venezuela, al conocer la denuncia, respondió que el responsable de la investigación sería el cardenal Baltazar Porras y recomendó que no era oportuno “que muchas personas entren en casos así de delicados, con el riesgo de complicar las cosas”.

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Huerta Ibarra, nacido en Jalisco en 1954, fue ordenado sacerdote en los años ochenta. Desde entonces se integró a la Sociedad de los Paulinos y en el 2001 fue nombrado Superior y fundador de la comunidad Reina de los Apóstoles.

José Leonardo, quien ha recorrido todas las instancias oficiales de la iglesia católica para presentar su denuncia, ha dado seguimiento a los traslados del padre Huerta Ibarra.

En entrevista vía Skype con EMEEQUIS y Sexta W, recuerda que su perpetrador fue enviado de Mérida a Caracas en misión pastoral en 2002 y que, durante varios años, desconoció su paradero. Pero en noviembre de 2018 lo ubicó en Chicago, Estados Unidos, a través de mensajes de WhatsApp en los que el religioso acepta los abusos.

El padre Huerta nunca niega lo sucedido. De hecho, él me dice que  iba a juntar dinero para que yo fuera a México y pedirme perdón frente a la Virgen de Guadalupe, pero él no quería que yo sufriera más por él. Después, él me pedía, porque así me lo dijo, él era quien hacía las llamadas desde Estados Unidos… me pedía que le protegiera su ministerio”.

Página 5 de la denuncia en la que se describe el contacto por WhatsApp. 

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José no fue la única víctima. Recuerda que no sólo abusaba de él, sino de otro joven: “Hubo un muchacho que era de tez oscura, robusto él, le decía el Goldo. Lo llevaba a su habitación. Era mayor que yo, quizá tendría unos 15 años. Lamentablemente no recuerdo el nombre de ese muchacho, pero él lo llevaba a su habitación”.

El religioso llegó a Chicago en diciembre de 2015, para atender el Centro Bíblico de San Pablo, distribuidor de las ediciones paulinas, además de prestar servicios eclesiásticos.

Otro lugar en donde fue comisionado para atender la librería paulina fue La Habana, Cuba, con estancias cortas. Finalmente, su traslado a la Provincia de México se da en julio de 2019.

El Papa Francisco, en la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio ‘Vosotros sois la luz del mundo’ giró instrucción expresa a todos los superiores eclesiásticos del catolicismo, para que inicien investigación y separen inmediatamente de sus funciones a presuntos abusadores.

LA COSTUMBRE: TRASLADARLOS DE CIUDAD

La víctima de abuso sexual Jesús Colín y el especialista en religión Bernardo Barranco aseguran en entrevistas con Sexta W y EMEEQUIS que trasladar a los pederastas de un lugar a otro se ha convertido en una verdadera práctica sistemática de la iglesia católica, para que los sacerdotes acusados de delitos sexuales evadan la justicia.

Como reconocieron los Legionarios de Cristo en noviembre de 2019, al revelarse el caso del sacerdote Fernando Martínez Suárez, denunciado por abusos desde 1969 en el Instituto Cumbres Lomas, éste fue trasladado a diversas ciudades en México, posteriormente a España y a Roma. Y después de 50 años se inició un proceso canónico en su contra.

Otro caso más reciente es el del padre Nicolás Aguilar, acusado de abusar de niños en 1986 en Tehuacán, Puebla. En 1987 fue trasladado a Los Ángeles, California, en donde también abusó de por lo menos 26 niños más. Al ser acusado de esos delitos, es trasladado a México, a donde llega en enero de 1988.

La Arquidiócesis de México le dio cobijo en los templos del Perpetuo Socorro y en la parroquia de San Antonio de las Huerta. En ese mismo sitio, el sacerdote violó a un menor más, el monaguillo Joaquín Aguilar, para finalmente ser denunciado en Tehuacán por violar a niños al atender a los fieles de las iglesias de la Virgen de Juquilita y San Vicente Ferrer. Es prófugo de la justicia desde 2006; actualmente tiene 78 años de edad.

La llegada a México de Huerta Ibarra sería responsabilidad del entonces Provincial de los Paulinos, Faustino Hernández Estévez, quien tiene su oficina en la alcaldía de Iztapalapa, en la Ciudad de México.

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Hernández Estévez conoció la denuncia de abusos cometidos a José Leonardo Araujo

En abril 2019 confirmó haberla recibido: “Las reclamaciones de esta naturaleza serán investigadas a fondo. El asunto será supervisado por nuestro asesor legal para que las partes estén protegidas”, dijo.

Se buscó a Hernández Estévez para hablar sobre este asunto, vía telefónica en sus oficinas de la casa provincial. Se negó a contestar o dar respuesta escrita a la solicitud de entrevista.

SE LE VIO EN LA BASÍLICA

Entre el 3 y el 11 de agosto de 2019, el sacerdote Huerta Ibarra fue visto en México: estaba designado como responsable de atender al público que asistió al pabellón de las ediciones Paulinas en la XXI Feria del Libro Católico, celebrada en el atrio de la Basílica de Guadalupe.

El religioso fue visto en México el año pasado en esta Feria del Libro. Foto: Eugenia Jiménez Cáliz.

Ahí pudo comprobarse también que el sacerdote convivía con seminaristas. Según el Motu Proprio “Vosotros sois la luz del mundo”, mientras un sacerdote está sometido a proceso de investigación canónica, no debe permitirse que tenga acercamiento con jóvenes.

Este detalle se suma al hecho de que en agosto pasado estuvo en México el Superior general de los Paulinos, Valdir José de Castro, quien vive en Roma, para presidir el XIII Capítulo General, donde se estableció el Plan de Acción de la congregación, en el cual se designó como nuevo provincial al padre Oliverio Mondragón.

La congregación Paulina en México no es muy numerosa: son cerca de 70 integrantes, pero en la Ciudad de México hay aproximadamente 23, por lo que es probable que Castro estuviera enterado de la presencia del sacerdote Huerta Ibarra durante su visita. 

“EL PADRE ME MANOSEABA…”

A la edad de 13 años, como miembro de la Cofradía del Santísimo Sacramento de la parroquia Inmaculada Concepción de la Azulita, Araujo acudió a la ciudad de Mérida a una asamblea de ese movimiento eclesial. De ahí se trasladó a la librería San Pablo donde conoció al sacerdote Huerta.

El siguiente relato forma parte de la denuncia No MP-186133-2019 presentada por José Leonardo Araujo Araque ante la Fiscalía 10ª del Ministerio Público Superior de la Circunscripción Judicial del Estado Mérida, en Venezuela, el 25 de julio de 2019:

A partir de este momento, relata José Leonardo, comenzaron a realizarse una serie de encuentros, a los cuales fue invitado, bajo la premisa de ser aspirante a ingresar como formando a la comunidad.

“Durante estos encuentros se fueron generando nexos a tal punto que el Sr. Huerta, visitó en dos oportunidades mi hogar: donde era atendido sin ningún tipo de miramientos, dada la autoridad moral que como sacerdote ostenta”.

En esa época el clérigo tenía 46 años de edad y había sido nombrado superior y fundador de la comunidad que fungía como casa de formación para los aspirantes a ingresar a la congregación en la ciudad venezolana. Su nombramiento entonces corrió a cargo del Superior de los Paulinos, Gabriele Celadin

“Durante aquellos momentos se fue acrecentando la amistad entre nosotros, entregándome obsequios tales como franelas, medallas, libros religiosos, lámparas, llaveros, invitaciones a viajes a la ciudad de San Cristóbal, Estado de Táchira y a la ciudad de Caracas. 

Mis padres, atendiendo a la condición de clérigo y considerándolo como una persona respetuosa, me autorizaban para que realizara estos viajes, tanto fuera de la jurisdicción emeritense, como al Valle Estado de Mérida, sitio donde se hallaba la casa de formación religiosa”.

En el relato que elabora José Leonardo, el padre Huerta fue escalando los niveles de intimidad con adolescente, precisamente en esos viajes fuera de la ciudad de Mérida.

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“En una de las ocasiones que yo pernoctaba en el sitio, me invitó a su habitación personal y me pidió que durmiera allí, lo cual repitió durante un año. Durante estos encuentros, que se dieron de forma continuada, se suscitaron una serie de hechos donde él me hablaba, pues yo dormía en una cama que estaba bajo la suya y me conminaba a acostarme al lado suyo:

El padre Huerta me manoseaba mis genitales con sus manos, provocándome erecciones, besaba mis labios e introducía su lengua dentro de mi boca, frotaba los genitales hasta que él eyaculaba. Tomaba mis manos y las conducía hasta sus genitales para masturbarse, todo esto con una intención manifiestamente libidinosa”.

En la denuncia detalla pormenores de la habitación, así como elementos decorativos, un clóset de madera, una computadora de mesa y sobre ésta un teléfono que recibía faxes, “como prueba de certeza de los lamentables hechos que empañaron mi niñez y hasta el día de hoy llevo”. 

Araujo en una imagen reciente mientras exponía su caso a los medios. 

“ABSOLUCIÓN DEL CÓMPLICE”

La narración es precisa y contundente en la descripción de los sucesos: “La última vez que lo realizó fue el 27 de marzo del 2002, en la iglesia de la población de Chacantá: me tomó en la sacristía y me besó en idénticas condiciones supra expuestas, friccionando sus genitales con los míos.

“La noche del Jueves Santo de aquella Semana Santa yo me sentía mal por lo que pasaba, pues vengo del seno de un hogar católico, mis padres eran humildes agricultores, pero nos educaron y nos enseñaron que nada de eso era correcto, por lo tanto yo, apesarado por lo que pasaba, me confesé, escribí mis pecados, su pregunta fue si estaba arrepentido y sin miramientos me absolvió de la falta…”. 

Esta acción en el Derecho Canónico se denomina “absolución del cómplice” y es un pecado, el cual se castiga con la excomunión “latae sententiae” (inmediata) del sacerdote y está reservada a la Santa Sede, según se establece en el canon 1378§ del Código de Derecho Canónico.

De acuerdo con la denuncia, el entonces adolescente padeció una serie de afectaciones emocionales y ha llevado “una vida entristecida por estos hechos, sintiendo vergüenza ante los demás, sintiendo asco conmigo, sintiéndome sucio, vulnerado, incluso llegando a evitar cualquier contacto sexual por la vergüenza que tengo, surgiendo; inclusive, dudas acerca de mi sexualidad”.

José Leonardo señala que en octubre del 2017 comenzó a presentar una serie de malestares físicos y emocionales, como llanto, dolencias físicas, insomnio, ansiedad, que le fueron diagnosticados como un “estado depresivo mayor, con una pronunciada ideación suicida”.  Incluso se dieron intentos de suicidio. 

“En la actualidad padezco un trastorno de ansiedad, originado por aquel triste episodio en mi vida, siendo actualmente, paciente de psiquiatría, sexología e intervenciones terapéuticas continuas”.

Diagnóstico en el que se recomienda atención psicológica para el afectado. 

ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

La Fiscalía Venezolana solicitó a sus especialistas practicar una evaluación psicológica y psiquiátrica a José Leonardo. En las conclusiones de las evaluaciones entregadas en octubre por Carla Ceballos Vivas, psicólogo forense, en el documento No 356-1428-P-0897-2019, se precisa:

“Presenta un trastorno de estrés post traumático que surge como consecuencia de los hechos que narra, manteniendo conservada sus capacidades de juicio y discernimiento. Recomiendo brindar medidas de protección y resguardo, así como de atención por psiquiatría y psicológica clínica”.

Recomendación que coincide con la del psiquiatra Javier Piñero Alvarado, de la misma autoridad.

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Después de la denuncia penal, José Leonardo solicitó a los paulinos sufragar los gastos de los medicamentos y el pago del psiquiatra, requerimiento que fue aceptado.

En entrevista, José Leonardo Araujo expuso que el proceso penal continúa y se investiga si se puede precalificar como violación presunta, “puesto que él llevó mis manos a sus genitales para masturbarse; ese delito no está prescrito y debe ser enjuiciado en Venezuela”. Porque la denuncia de violación por actos lascivos que presentó en junio ya prescribió. También comenta que “la Fiscalía lleva adelante las investigaciones útiles y necesarias para esclarecer el caso, (y) actúa con determinación”.

INVESTIGACIÓN ECLESIAL

En noviembre de 2018, José Leonardo entró en contacto, vía la aplicación WhatsApp, con el padre Huerta Ibarra, a quien le comentó sobre sus malestares psicológicos y su estado depresivo.

A través de los mensajes establecieron “un acuerdo amistoso” en donde el religioso reconocería el daño ocasionado por el abuso sexual y pediría perdón. Además de ofrecer una indemnización a cambio de no perjudicarlo en su ministerio sacerdotal.

Pero el religioso incumplió. Para comprobar estos hechos el joven entregó a la Fiscalía su teléfono celular para que revisara los mensajes. También reconoció que “fue un error tratar de recomponer esa situación tan dramática”.

Por el incumplimiento del acuerdo, el joven estableció contacto con el abogado del padre Huerta, quien se identificó como Gregory Ryan, del despacho Ryan & Associates de Los Angeles, Estados Unidos. Al intercambiar emails el 20 de marzo de 2019, éste respondió:

“La Sociedad toma sus acusaciones seriamente y las rechaza por completo. No hay evidencia independiente, ni siquiera un testigo neutral, disponible que respalde sus afirmaciones. Además, ni usted ni ninguna otra parte informaron los supuestos incidentes en los últimos 18 años”.

Y en otro email, agrega: “No ha habido admisiones de conducta ilícita. El supuesto acuerdo nunca fue firmado aprobado o ratificado por P-Huerta. No se realizó ningún pago en virtud del acuerdo ejecutado”. 

Desde mayo 2019 el joven venezolano perdió comunicación con ese despacho.

El 22 de marzo del 2019, presentó la denuncia canónica en el despacho del cardenal Baltazar Porras Cardozo de Venezuela, por “actos lascivos continuados, administración y absolución del pecador como autor” en contra del religioso.

El 6 de agosto del 2019, el padre Hernando Jaramillo Osorio, superior regional de Sociedad de San Pablo en Venezuela, le envió una carta mediante la cual le informa que Arturo Peraza Celis, sacerdote jesuita y abogado, será el responsable de la investigación y que el padre Huerta pertenece “actualmente a la Provincia de México”.

Al asumir la representación legal, Peraza Celis se entrevistó con el denunciante, quien le solicitó tomar el testimonio de cinco testigos, entre ellos dos sacerdotes.

¿EPISCOPADO MEXICANO LO SABE?

Captura de pantalla del mail enviado a la Conferencia del Episcopado Mexicano. 

El asunto pudiera agravarse ante el indicio de que el Episcopado Mexicano, máxima autoridad eclesiástica en México, conoce el asunto.

En un correo electrónico enviado al arzobispo Rogelio Cabrera, presidente de la Conferencia del Episcopado, el joven venezolano advirtió que el religioso estaba en México.

En el correo, cuya captura de pantalla obra en poder del afectado, se solicita la colaboración de la máxima jerarquía católica mexicana para “poner a este sacerdote a la orden de las autoridades locales” de Venezuela. 

Añade: “Resulta para mí preocupante que este sacerdote siga en el ejercicio de sus funciones; particularmente tratando con niños, sé de su modus operandi y con toda propiedad Monseñor Cabrera puedo decir que existieron otras víctimas que están en el anonimato”.

La comunicación fue enviada el pasado 16 de diciembre de 2019 a las 01:46 horas, directamente a la cuenta de correo de la Arquidiócesis [email protected], que está vigente y habilitada.

No recibió respuesta.

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