EMEEQUIS.– Son invernaderos urbanos cultivados por mujeres. Las edades de cada participante son diversas, pero las une la idea de crear un espacio y una red de apoyo en la zona donde viven. Huertas de barrio es un proyecto de la Fundación Ollin Quetzá que surgió durante la pandemia y logró prevalecer después de ella.
Los huertos tienen como misión convertirse en espacios seguros, donde se cultivan plantas, flores y frutos de manera sustentable y que mejore la calidad de vida, desde diferentes ámbitos, de las personas que participan en el proyecto.
Las capacitadoras de cada huerto se encargan de enseñar a preparar composta, así como explicar cuáles son los alimentos y plantas que se pueden cultivar. Pero su labor no se detiene en trabajar desde el punto de vista agroecológico, sino que las capacitadoras de cada huerto también enseñan perspectiva de género y buscan crear redes de apoyo entre las mujeres que se acercan a los huertos.
En entrevista con EMEEQUIS, Livi Gallegos y Martha Vázquez, colaboradoras de Ollin Quetzá, mencionan que la fundación está centrada en promover la educación ambiental y brindar acompañamiento a mujeres que han sido víctimas de algún tipo de violencia. En el caso de Huertas de Barrio: “Planteamos un proyecto que pudiera ser integral y que además respondiera no solo a este tema de sembrar, sino también respondiera a temas de seguridad”, menciona Livi.
Bajo los diversos proyectos que trabaja la fundación, buscan hacer conciencia de lo importante que es cuidar al medio ambiente y de los beneficios que conlleva la agricultura. En este caso, Huertas de Barrio trabaja tres líneas: “Capacitación agroecológica, capacitación en temas de perspectiva feminista y grupo de ahorro comunitario”.
Actualmente existen tres huertas con esta perspectiva en funcionamiento, cada una en una alcaldía diferente: Venustiano Carranza, Huerta Yelimiki; Iztapalapa, Huerta Cisne, y en Tláhuac, Itzpapálotl. Cada proyecto fue colocado dentro de unidades habitacionales, en zonas comunitarias. La decisión de colocar las huertas en zonas abiertas se tomó con la intención de que cualquiera de las integrantes pueda ingresar al espacio sin importar el momento.
HUERTAS DE BARRIO SURGIÓ DURANTE LA PANDEMIA
Livi y Martha mencionan que la idea nació en temporada de pandemia, cuando notaron que los registros marcaban un elevado índice de violencia familiar.
De acuerdo con ONU Mujeres, desde que se dio el brote de Covid-19: “Se ha intensificado todo tipo de violencia contra las mujeres y las niñas, sobre todo, la violencia en el hogar”, dando espacio a que una de cada tres mujeres en el mundo sufriera de violencia en el hogar, en su mayoría por parte de su pareja sentimental, de acuerdo con los datos de la ONU.
En el caso específico de México, la ONU en 2020 mencionó que la violencia de género podría aumentar hasta en un 92%. Las llamadas y mensajes por violencia de género a la Red Nacional de Refugios (2020), confirmaron el dato cuando aumentaron en un 80%, de acuerdo con la Secretaría de Gobernación.
La ONU también informa que: “Las mujeres y las niñas que sufren violencia en el hogar se encuentran cada vez más aisladas de las personas y los recursos que pueden ayudarlas”. Las investigaciones de Ollin Quetzá, llegaron a la misma conclusión: “No tienes a quién acudir”, ese es uno de los principales problemas en la violencia que se da dentro del hogar, expresa Livi.
MIRADAS ENTRE MUJERES
Los conversatorios que se llevan a cabo dentro de los invernaderos llevan el nombre de Miradas entre mujeres, de acuerdo con las integrantes de Ollin Quetzá, han sido la puerta para identificar nuevos problemas y buscar posibles respuestas.
Livi expresa que la intención no solo es crear redes de apoyo entre las habitantes de la comunidad, sino, también, ofrecer un lugar que ayude a liberar estrés y que sea una oportunidad para crear pequeños negocios para aquellas integrantes que lo necesitan.
Uno de los frutos de Huertas de Barrio: “Es que se gestionó un espacio de venta en el mercadito, aquí en la Colonia Obrera”, donde comercializan jabón creado con algunos de los productos obtenidos en las huertas: “Es un producto que están haciendo las compañeras y lo están vendiendo”.
Pese a que su labor es pacifico, no siempre han sido bien recibidas en los espacios donde han colocado las huertas, Martha comenta que, durante la construcción de las Huertas Urbanas, algunos vecinos las han amedrentado por hacer uso de los espacios públicos. El acoso se hizo presente e incluso, en algún momento, uno de los habitantes de la unidad habitacional donde estaban creando el huerto, se acercó y orinó donde ellas laboraban: “Un vecino empezó a hacer del baño en frente de nosotras y lo encaramos. Bajó con todos sus familiares hombres y nos empezó como a amenazar”.
Las autoridades también han sido un factor que sortean dentro de la construcción de estos huertos. Las instructoras de cada huerto han tenido que estudiar la normatividad de cada unidad habitacional donde colocaron el huerto pues en diversas ocasiones han intentado frenar el proyecto.
PROYECTO CHULA
Después de emprender Miradas entre mujeres, la fundación Ollin Quetzá empezó a desarrollar el proyecto “Chula” el cual tiene como objetivo apoyar a 20 mujeres indígenas que habiten la Ciudad de México y se encuentren en situaciones de violencia de género.
En su compromiso con la autosustentabilidad, Ollin Quetzá ha logrado desarrollar un total de 11 huertos urbanos en diferentes puntos de la Ciudad de México en un lapso de 14 años. Estos espacios han beneficiado a niños con cáncer, personas de la tercera edad, colectivos de mujeres, corporaciones e instituciones educativas, entre otros.
@MarRome259
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