EMEEQUIS.– “Nosotros lo que buscamos es que trasciendan las cosas que suceden aquí, porque la mayoría de nuestros compañeros tienen miedo, han dicho que si vemos a alguien que no es de nuestra área no hablemos, pero es insostenible mantenernos así”, dice Santiago (se protege su identidad) al presentarse, pues trabaja en los talleres de Ticomán que dan servicio a la Línea 3 del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro.
Poco antes de que se cumpla la semana del choque de dos trenes en la Línea 3, EMEEQUIS logró sumergirse en los talleres de Ticomán y hablar con más de una decena de trabajadores, quienes accedieron a dar testimonio de la situación actual a cambio de que su identidad no fuera revelada por temor a represalias.
Durante el recorrido que realizó este medio, las y los trabajadores reiteraron varios sentires en común: amor y frustración por su trabajo, aunque dejan en claro: muchos –los de más reciente ingreso sobre todo– no comparten esa misma pasión por trabajar y sostener a como dé lugar los trenes y las vías donde a diario se transportan miles de personas puesto que la Línea 3 es la tercera con mayor afluencia del STC.
Afluencia del Metro.
Caminar en las entrañas de los talleres que están a unos metros del paradero de Indios Verdes y conocer su garage, oficinas, talleres de reparación mayor y menor y eléctricos a pocos días del accidente más grave para esta Línea del Metro resulta complicado. Entre la visita de la jefa de Gobierno, autoridades de la Fiscalía, de la Secretaría de Movilidad, del STC y el Sindicato Nacional, el personal que se encarga del mantenimiento siente las miradas encima.
Los trabajadores se sienten vigilados más no apoyados.
Pero, para algunos, la situación se ha vuelto un aliciente para hablar y exponer las carencias a las que se enfrentan para realizar su trabajo, pues en palabra de algunos: “los usuarios están molestos con justa razón, pero no observan lo difícil que es para nosotros poder reparar todo y cumplir con sus labores”.
TRABAJAR “CON BASURA”
A simple vista, las oficinas de revisión general, mantenimiento menor y mayor tienen una decoración que te traslada a los años noventa: paredes forradas de tapiz oscuro, cubículos pequeños y música de fondo. Pero al observar entre los cubículos y obtener una descripción de los objetos a los que se les da reparación, los trabajadores evidencian el rezago en los materiales.
“A veces se hacen milagros con lo que se tiene, se trabaja con basura”, dice Esteban (se protege su identidad) mientras señala a un compañero que repara cajones de pilotaje automático en otro cubículo.
Las cajas, un poco más grandes de 10 centímetros, son una de las piezas claves para que, en caso de algún problema que tenga el tren, pueda seguir su marcha, se logre el cambio de cabina o el bloqueo del tren. Dichas cajas, según comentan los trabajadores, están selladas, pero al no ser surtidas constantemente, proceden a abrirlas y reparar los circuitos que ayuden a extender su vida útil, pues son piezas necesarias para que un tren avance.
“Con diversas refacciones que no son obligatorias, como los componentes del pilotaje automático, cuando no las tenemos pueden irse los vagones sin ella, solamente se coloca en el reporte las siglas ‘F/R’ de ‘Falta Refacción’ y se nos dice que con colocarla, todos quedamos protegidos,”, explica Esteban.
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Otro ejemplo es el de las mangueras que van entre los vagones de cada tren. Testimonios y fotografías obtenidas por EMEEQUIS explican que a todos los trenes que salen de circulación se les retiran las mangueras que se encargan de suministrar el aire con el que trabaja toda la tubería de sistemas de frenado y apertura de puertas para ser usadas como refacciones.
Las mangueras son vitales pero escasean.
“La mayoría de refacciones reutilizadas de trenes que ya salieron son usadas por mucho tiempo, años incluso”, confirma Rodrigo, otro trabajador que solicita que se mantenga su identidad en el anonimato, quien ayuda a conocer el área del “deshuesadero” del taller, localizado a un costado del garaje de los trenes, donde pueden observarse los trenes que chocaron.
“Deshuesadero” del taller, localizado a un costado del garaje de los trenes.
El “deshuesadero” conformado por decenas de trenes que salieron de circulación -algunos incluso tuvieron doble vida tras ser rehabilitados- dan muestra de cómo poco a poco se quedan sin ventanas, sillas, partes del sistema de frenado, porta zapatas y hasta la cabina.
Esta área al aire libre, cuenta con dos policías que vigilan a las personas que cruzan el área del garaje y se dirigen hacia los vagones incompletos, pues según explica el trabajador del Metro, se hace para evitar el robo por particulares puesto que se necesita el permiso de los jefes para retirar alguna pieza.
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“Cuando no tienes alguna pieza en los talleres de mantenimiento lo primero que hay que hacer es avisar a los jefes directos y dependiendo de su respuesta –que generalmente es negativa– te mandan con los ingenieros y autorizan que bajes al deshuesadero a verificar si puedes encontrar piezas que te sirvan”, relata.
El deshuesadero del Metro.
Sin embargo, en casos como el ocurrido este domingo en la Línea 7 donde un vagón de la estación Polanco se desprendió, el gobierno capitalino inmediatamente calificó la situación como atípica.
El director del Metro, Guillermo Calderón, tuiteó que se levantaría “una denuncia a la Fiscalía por ser una situación totalmente atípica”.
Para las y los trabajadores del STC, las referencias del Gobierno capitalino hacia un posible sabotaje es complicado de entender, Rodrigo comenta con EMEEQUIS que aunque no tiene la certeza de las causas de este accidente, es difícil poder creer que se trate de un sabotaje.
Imágenes del más reciente percance del Metro en la Línea 7 en Polanco. Fotos: Especial.
“El problema con el sindicato es que ellos tienen conocimiento de todo lo que hace falta pero no hace ni dice nada; sabemos que es obvio que tienen gente muy fiel, pero llegar a sabotear nuestra fuente de trabajo se me haría increíble de pensar. Aunque claro, el hecho de que digan que no comentemos nada y mantengamos en secreto nuestra situación laboral, es lo que ha logrado que algunos compañeros se cambien a otros sindicatos.
“En nuestro caso puedo decir que lo más grave es que pidamos refacciones la respuesta sea siempre ‘no hay, hagan lo que se pueda y trabajen con lo que tengan’, y pues sí, reutilizamos una y otra vez algunas refacciones, pero hasta en el caso de los tornillos, su vida útil puede extenderse de tres a cuatro mantenimientos pero en cada apriete el tornillo se estira, se oxida y va perdiendo la cuerda. Así es con todo”, sentencia.
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SIN INSUMOS PARA TRABAJAR
“Austeridad sí hay”, señala Alina (se protege su identidad) al iniciar la entrevista sobre las condiciones de trabajo en Ticomán, las cuales califica como nulas: “el deterioro y la falta de material tiene muchos años, nunca hemos tenido condiciones ideales, pero se han ido agravando, por ejemplo en 2020 con la pandemia que el Metro no paró ni un día, la entrega de cubrebocas, gel o guantes nunca llegó, nosotros tuvimos que comprarlos”.
Otros servicios en algunas áreas como internet o telefonía tampoco existen, muestra Alina: “tenemos que pagar nuestros datos o contratar algún plan y como ves, no tenemos ni teléfono fijo o computadoras, los vales nos los entregan en papel, casi nada es electrónico”.
Rodrigo se suma a la queja de Alina y muestra su chamarra, es distinta a las de mezclilla que suelen usar los trabajadores y explica: “Los uniformes no nos han llegado. Desde 2019 no hemos recibido ropa ni las botas que son especiales para aislar y esas nos preocupan más, porque al menos con la ropa nosotros mandamos a hacer sudaderas, chamarras, playeras o bordando nosotros alguna prenda que tenemos con el logo”.
La importancia de contar con el uniforme completo está estipulado en el Manual Administrativo del STC Metro el cual reitera que en cada puesto técnico y de mantenimiento el personal debe de contar con el uniforme y ropa de trabajo completos, así como el calzado de protección necesario.
“Si no lo usamos y ocurriera un accidente, el seguro y el Metro podrían no protegernos por no contar con todo el uniforme necesario, pero pareciera no importarles pues ya llevamos tres años así”, relata.
A la falta de materiales y uniformes se suma la de herramientas y condiciones dignas para trabajar.
“Es lo mínimo que deberían darnos pero no, ni herramientas tenemos. Ya sean taladros, desarmadores o equipo más sencillo así como las franelas para limpiar piezas, no nos las dan. En mi caso he gastado como 20 mil pesos en herramientas en cinco años”, lamenta Rodrigo.
No es el único, pues en el sondeo realizado por EMEEQUIS, al menos cinco trabajadores dijeron que suelen comprar sus herramientas para trabajar o las llevan de casa, aunque no es lo mismo una de marca comercial a las especializadas que aguantan el uso diario.
Entre el tipo de herramienta que los trabajadores mencionan están los siguientes: llaves alen, de impacto, españolas, mixtas y milimétricas para mecánico; desarmadores planos y de cruz, taladros, arcos con segueta, martillos, matracas, pinzas, pericos, pistolas neumáticas, entre otras.
Otros trabajadores comparten cuál es la situación en las fosas de trabajo, donde se le da mantenimiento a los trenes que mandan a reparar: poca iluminación y condiciones insalubres.
“Pasamos casi toda nuestra jornada aquí y tenemos que soportar el olor a caño”, comenta uno.
Las fosas del Metro.
INCERTIDUMBRE LABORAL Y CONDICIONES DESPROPORCIONADAS
“De los sueldos mejor ni hablamos”, dice Víctor al salir de trabajar. Sale apurado para poder llegar a su casa, comer y dormir un poco pues tiene que regresar un poco antes de las 11 de la noche pues laborará en el turno nocturno. Al final sí se anima a hablar de la situación que según señala, para los trabajadores que se oponen a los términos del Sindicato Nacional del Metro, dirigido por Fernando Espino Arévalo, su situación puede ser mucho más desprotegida.
“Pueden señalarte, quitarte derechos o comenzar a entorpecer tu trabajo al punto en el que dejas de crecer, te estancas salarialmente por no querer pertenecer al Sindicato Nacional”.
Sin embargo, si la situación para los trabajadores de los talleres es delicada, muchos, como el personal de taquillas o vigilancia en las estaciones, lo prefieren debido a que ellos sí tienen una base y mayor estabilidad laboral.
Tal es el caso de muchos trabajadores del área de mantenimiento mayor y menor, así como en el área de eléctrico, donde se sabe que además de que parte del personal no cuenta con una carrera técnica o ingeniería relacionada con su labor, el personal tiene licenciatura en derecho, veterinaria, medicina o en otros casos, se trata de trabajadores de taquilla y vigilancia que lograron ascender.
“Cuando te dicen: ¿quieres estar basificado y moverte de tu área a mantenimiento? no lo piensas, aceptas y aunque llegas de cero a aprender cómo funciona el sistema y la reparación de trenes, aceptas. Muchos somos así y tenemos más de 10 años de habernos cambiado de área”, comparte un trabajador.
Sin embargo, en los pasillos de las oficinas, cerca del comedor y en otras áreas, el personal de limpieza vive una realidad mucho más álgida. Personas de la tercera edad, contratadas por outsourcing –los cuales anunció en diciembre de 2021 la jefa de Gobierno serían convertidos a cooperativas– ganan por debajo del salario mínimo, trabajando horas extra no pagadas y con retraso en su pago.
Enfundado en su bata naranja con gris, un trabajador de limpieza comenta que gana 5 mil pesos al mes (mil 310 pesos menos que el salario mínimo), no tiene ninguna prestación o seguro médico y sus jornadas en algunas ocasiones llegan a ser de 15 horas: “a veces no tienes de otra, con mi edad es difícil conseguir otro trabajo, aunque no alcanza y regresar de noche no deja de ser peligroso”.
Personal de limpieza del metro, que trabaja por outsourcing. Foto: Cuartoscuro.com.
Al mismo tiempo, este medio fue alertado que alrededor de 5 mil trabajadores de taquillas y los diversos talleres del STC Metro –en las áreas técnicas como vías, talleres de mantenimiento mayor y menor, material rodante, transportación, entre otras– han tenido retrasos en el pago del tiempo extra trabajado a partir de la segunda quincena de noviembre, quedando pendientes esas semanas, todo el mes de diciembre y la primera quincena que lleva enero, sin que hasta el momento las autoridades correspondientes no les han dado fecha para el pago de lo que ya han trabajado.
LAS CIFRAS
La semana pasada, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, dijo que en el paquete económico destinado para el transporte de la capital, sí hubo un aumento, sin embargo, al compararlo con 2022, hubo una reducción del 5% (mil 061 millones de pesos) en lo asignado para este año.
EMEEQUIS esta semana presentó gráficas sobre el presupuesto, subejercicio y las asignaciones en mantenimiento destacando que:
- En 2019 y 2020, los subejercicios sumaron mil 744 millones de pesos. En 2021, si se ejerció el presupuesto en su totalidad, pero para 2022, en el periodo de enero a junio, el subejercicio fue de poco más de 3 mil 063 millones de pesos sin gastar. En otras palabras, 4 de cada 10 pesos proyectados no se han ejercido.
- En el concepto de gasto: “Servicios de instalación, reparación, mantenimiento y conservación”, del periodo de 2018 a 2021 el presupuesto disminuyó un 39 por ciento y aunque el subejercicio fue mínimo en los años 2019 y 2020, para el primer semestre de 2022 el subejercicio rebasa los 565 millones de pesos.
PASIÓN, FRUSTRACIÓN Y EL “TODO SE PUDO EVITAR”
“Pese a todo, no te puedo negar que me gusta mi trabajo, amo trabajar y quiero mucho al Metro, pero por lo mismo, por saber que lo han dejado caer es frustrante estar aquí y ver cómo se llevan entre las patas a personas inocentes”, dice Alina.
Los dichos de Alina hacen eco en la mayoría de los trabajadores, quienes comparten que el choque entre dos trenes en la Línea 3 –que le arrebató la vida a Yaretzi, joven de 18 años y estudiante de la UNAM, y mandó a más de 100 lesionados al hospital– no debería de haber ocurrido.
En los talleres de Ticomán, la mayoría de los trabajadores ya vio los vagones siniestrados entre las estaciones Potrero y La Raza, cubiertos por una lona azul permanecen entre otros trenes localizados en el garage. Se pudo evitar, dice la mayoría.
Uno de los vagones que chocó.
“¿Se pudo haber evitado? Sí, todos los accidentes se pueden evitar, igual que el de la Línea 12, la torre de control de Delicias, de Tacubaya, todo pudo evitarse porque sabemos aquí que es la falta de mantenimiento lo que nos perjudica. Antes, podíamos decir que de mil fallas podíamos resolver 500, ahora siguiendo ese ejemplo lo que se repara por mucho es 100.
“Ahorita, ya alumbraron los túneles, ¿qué necesitan, un incidente en cada estación para que te des cuenta de lo mal que está la Línea, que está mal y se está cayendo? Es una bomba de tiempo y es por su culpa (de las autoridades del Metro) porque no nos dan lo que se necesita”, finaliza Alina, al momento que se retira su último par de zapatos dieléctricos.
@FridaMendodoza_
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