Por Concepción Peralta Silverio *
EMEEQUIS.– Verónica y Ana son dos hermanas doctoras que atraviesan por la emoción de volverse independientes de su carrera profesional. Al momento de entrevistarlas, llevaban dos meses desde el día en que abrieron su consultorio y farmacia en un local de la colonia Ex Hacienda de Santa Mónica, en Tlalnepantla de Baz, Estado de México, pero obtener la licencia de funcionamiento que les permita trabajar conforme a la normatividad les significó cruzar un sinuoso camino de tramitología.
Al mes de agosto de 2020, el municipio contabilizaba 26 mil 247 unidades económicas dedicadas al subsector 461, el de comercio al por menor de abarrotes, alimentos, bebidas, hielo y tabaco, las llamadas “tienditas”. Para facilitar la apertura de los negocios, en 2008 el gobierno municipal implementó el Sistema de Apertura Rápida de Empresas (SARE), que busca que un negocio pueda abrirse en 72 horas, con dos visitas en persona como máximo para realizar trámites.
“Hasta ahora ha sido puro cumplir y cumplir y nada de ayuda”, dice Ricardo Machuca, el propietario del Súper Machuca.
El principal problema al que se han enfrentado las doctoras Verónica y Ana es, además de la menguada economía que dejó la pandemia, la tramitología que hay que hacer en el ayuntamiento. Luego de tres visitas aún no lograban obtener la licencia de funcionamiento, pese a que Tlalnepantla cuenta con el SARE, programa que promete autorizar los permisos en un lapso no mayor a tres días.
“Te dicen que es facilísimo y lo puedes tramitar en internet, pero no es así”, expone Verónica, quien tenía pendiente además el permiso de Salubridad por tratarse de un negocio médico y la inspección de Protección Civil. Asimismo, la doctora prefiere el trámite presencial porque le gusta hacer preguntas que le respondan directamente, “y no estar esperando una respuesta por computadora, hasta que te contesten el correo o el Whats”. A pesar de acudir personalmente, al llegar a la ventanilla le ha tocado que no existe quien atienda su trámite, que le cierren antes de tiempo o que la regresen a hacer algún otro trámite por internet.
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“Desespera que no haya personal para recibir tus papeles y el que hay, no esté capacitado para dar una información precisa y que agilice los trámites para que no pierdas el tiempo”, agrega con enfado.
Es importante remarcar que la lentitud en los trámites no debería darse en un municipio con fama de ser pionero en la simplificación de trámites para la apertura de negocios, ya que además del SARE, desde 2004 cuenta con el Centro de Atención Empresarial de Tlalnepantla (CAET), y desde finales de 2019, con una Oficina y un Reglamento de Mejora Regulatoria.
Rodrigo García es el director del CAET. No rechaza las críticas de los ciudadanos, reconoce que para mejorar deben tener más personal calificado: “En cuanto más automatizado esté el procedimiento, se requiere un personal mucho más capacitado, con horarios de atención más amplios para procesar la enorme cantidad de información que nos llega”. Asegura el funcionario que en las últimas semanas de 2021 se incrementaron las solicitudes, por lo que el personal está trabajando 10 horas diarias, a veces sin comer.
El CAET cuenta con 15 personas y ofrece la posibilidad de abrir un negocio en 120 minutos. “Una ventanilla única de apertura rápida de empresas no se compone sólo de personal propio del área, sino de otras áreas que aportan información para facilitar la emisión de la licencia de funcionamiento”, explica su director. El Centro está integrado por personas que atienden cada una Tesorería, Transformación Urbana, Medio Ambiente, Protección Civil, Instituto de Salud, Gobierno del estado y nueve del CAET, incluido su director.
Tlalnepantla de Baz tiene fama de procesos modernos, pero no funcionan para todos.
QUITAR PIEDRAS DEL CAMINO
“Hasta ahora ha sido puro cumplir y cumplir y nada de ayuda”, dice Ricardo Machuca, el propietario del Súper Machuca que abrió sus cortinas a mediados de 2021 en la colonia San Felipe Ixtacala, en los límites del municipio de Tlalnepantla y la alcaldía Gustavo A. Madero.
Su familia se dedica al negocio de los uniformes, pero por la pandemia cayeron sus ventas y decidieron incursionar en un giro que no se viera afectado, como el de los abarrotes. Rentaron un local de dos cortinas en 4 mil 300 pesos mensuales y el contador de la familia se encargó de realizar todos los trámites. Ricardo solo fue a firmar los papeles al ayuntamiento cuando su contador se lo indicó. El giro de su nuevo negocio es de abarrotes, vinos y licores, cuenta con una licencia de funcionamiento y un permiso para la venta de alcohol en envase cerrado, el cual tuvo un costo aproximado de 8 mil pesos.
Se dio de alta en el Servicio de Administración Tributaria (SAT) para poder facturar, compró un extintor, colocó anuncios de evacuación, instaló medidas anti COVID y tuvo que aprobar los requisitos de las tres visitas de los trabajadores del municipio para revisar que cumpla con las medidas de Protección Civil y Salubridad.
Ricardo Machuca califica a sus autoridades en materia de tramitología con un 6, porque dice que “tanto trámite te cansa”. Cuando acudió al ayuntamiento y al SAT, pese a que el contador agilizó el proceso, tuvo que cerrar su local y tardó hora y media haciendo fila. Ricardo comenta que las autoridades no notifican previamente cuándo serán las inspecciones para autorizar el negocio. “Llegan el día que quieren y hay que estar esperándolos”. A sus múltiples gastos hay que sumar 2 mil pesos bimestrales que son los honorarios del contador. Eso sí, a tres meses de haber abierto, en la entrevista manifiesta ir “limpio, ni una sola mordida”.
Los trámites para Ricardo se volvieron complicados por el permiso para la venta de alcohol, dadas las reglas que exigía cumplir el Dictamen Único de Factibilidad (DUF), mismo que era facultad del gobierno estatal pero que el municipio, en septiembre de 2021, sustituyó con el Dictamen de Giro, mecanismo que pretende reducir el tiempo para tramitar licencias de funcionamiento. La nueva administración de Tlalnepantla manifestó que este cambio quiere impulsar “la reactivación económica y la generación de nuevos empleos”, debido a que “el DUF desalentaba la inversión”.
A unos metros del minisúper de Machuca se ubica la papelería La Torre, un modesto local que ofrece copias y refrescos a los trabajadores de los Cuerpos Auxiliares del Edomex (Cusaem) y sus familias. Pese a su inmejorable ubicación y a contar con su licencia de funcionamiento, Elena y Jorge, sus propietarios, aún no reúnen el dinero suficiente para comprar una computadora que les permita ofrecer el servicio de internet y trámites en línea. Exponen que una buena medida para incentivar la regularización y el crecimiento de los pequeños negocios debería ser darle crédito a quienes, como ellos, cumplen con las reglas, “pero como la candidata [del Partido Verde] que ofreció eso no ganó, esa propuesta ya se perdió”, dice Elena con desánimo.
Si bien Tlalnepantla de Baz tiene fama de procesos modernos, de poder hacer casi todos sus trámites en línea, y de tener altos estándares en sus servicios, estos no funcionan para todos, como sucede con Verónica o Elena, que demandan personal capacitado, ampliar el horario de atención y más créditos para que los pequeños negocios se modernicen.
Es cierto que la página web de Tlalnepantla es amigable, guía al ciudadano de una forma intuitiva. Registrarse en la Ventanilla Única Digital implica ingresar datos personales, CURP, un correo y una contraseña, algo que se realiza en cinco minutos. Todo fluye hasta el momento en que no aparecen formatos y hay que buscarlos, la información es ambigua, o surgen los catálogos de giro con 860 opciones, lo que llega a confundir a quien no está habituado con los trámites en línea.
“Toda la información está en el Registro Municipal de Trámites y Servicios, por cada trámite que otorga el municipio hay una cédula informativa con nombre, costos, vigencia, plazos, condicionantes, medio de tramitación, proceso”, justifica García, director del CAET. En total existen 346 trámites y servicios municipales.
Lo aquí expuesto evidencia que los servicios digitales, como el SARE, y las herramientas de mejora regulatoria por sí solos no son suficientes para volver realidad la promesa de simplificar la apertura de un negocio. Al parecer es necesario contar con personal capacitado pues, sin ello, difícilmente se obtendrán los resultados esperados. Y si esto ocurre, en uno de los municipios más avanzados digitalmente y con más herramientas y experiencia en mejora regulatoria, es evidente que el resto tiene mucho camino por recorrer.
*Este reportaje forma parte de la serie “La odisea de abrir un micronegocio en México”, coordinada por Ethos Laboratorio de Políticas Públicas”
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