EMEEQUIS.– Casi anochece en Iztapalapa. Dos paramédicos entran a la casa de la señora Ana porque sufrió un desmayo. Le miden los signos vitales, le revisan la boca y reciben información sobre qué tomó, qué comió, qué siente. Un día más de emergencias en la CDMX.
Uno de ellos, doctor perteneciente a la Secretaría de Salud capitalina, da un diagnóstico, recomienda tratamiento y guarda las cosas en su mochila. Es hora de irse. Sin embargo, se toma unos minutos para narrar una crisis que vive su gremio: las ambulancias en pésimo estado.
Esas que atienden a cientos de pacientes al año y que están bajo la administración de Oliva López Arellano, secretaria de Salud, y del ahora jefe de Gobierno, Martí Batres Guadarrama (y antes, bajo el gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo). Lejos de las optimistas conferencias de prensa de las autoridades capitalinas, la falta de equipo ha tensado cada vez más el arco de la salud pública, incluso después de la emergencia sanitaria.
El doctor no da su nombre verdadero por temor a serias represalias, pero tiene mucho qué decir.
Como otros trabajadores que cruzan con sus ambulancias y motos la ciudad, muchas veces de noche, llueva o truene, Adrián ha vuelto a su unidad un templo donde todo se cuida al máximo, todo se procura, porque de lo contrario el vehículo puede acabar fuera de circulación. O peor aún, puede ocurrir un accidente.
Puede ser, incluso, un asunto de vida o muerte.
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Las imágenes dan cuenta del deterioro (R 35 significa descompuesto).
Enfrente de una funeraria bien iluminada, detrás de unas rejas verdes y cerca de una calle que hierve de mosquitos, se ven las láminas de metal de las ambulancias de la Secretaría de Salud. Están en la calle Stand de Tiro s/n, Aeronáutica Militar, en la alcaldía Venustiano Carranza. El inmueble es parte de un circuito de edificios de los que también forman parte bases de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX.
De este edificio salen a toda hora ambulancias para las alcaldías de Venustiano Carranza, Iztacalco, Iztapalapa, Coyoacán y Benito Juárez. También es el edificio donde guardan ambulancias que ya no sirven.
En un video en poder de EMEEQUIS, se pueden observar varias unidades que se encuentran paradas en ese edificio. Adrián es quien graba a pocos metros de donde están otros paramédicos y doctores.
—Del video, todas esas máquinas están paradas por diferentes causas, mecánicas y no mecánicas.
Muchas están señaladas con el código “R5”, pintado con grasa de zapatos.
—En nuestras claves, significa descompuesto.
Al acercarse a los vehículos, se ven vidrios quebrados. Una incluso tiene un cartón encima del parabrisas.
Adrián también tiene fotos de una ambulancia a la que se le ve un agujero negro debajo de los faros.
—Le falta una bocina de la sirena. Hasta los cables están ahí sueltos.
Además, faltan insumos: analgésicos, medicamentos controlados “que deben de estar presentes en unidades de cuidados intensivos”.
—Hipnótico-sedantes, relajantes musculares, medicamentos vasoactivos y cardiovasculares.
Algunos de los cuales son esenciales para emergencias, y para la supervivencia de los pacientes.
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TESTIMONIO
Fue una promesa más de la administración de #EsClaudia: hacer más eficiente el despacho de ambulancias al mudarlo al complejo de Stand de Tiro. Ahí el Centro Regulador de Urgencias Médicas (CRUM) sería más eficiente, según palabras de Sheinbaum. Esta decisión se tomó durante la pandemia. Así lo explicó en conferencia de prensa:
“Lo movimos todo al C5. Justo enfrente de las pantallas del C5 hay una zona especial para despacho de ambulancias, entonces, ahora es mucho más eficiente y hay entidades que están dedicadas a ciertos, o más bien, sí, entidades públicas que están destinadas a ciertas alcaldías”.
Según la explicación de la entonces jefa de Gobierno, la CDMX está dividida en atención del ERUM, que le corresponden algunas alcaldías, el CRUM de la Secretaría de Salud le corresponden otras, y la Cruz Roja (que no es una entidad pública), que le corresponden otras.
“Esto es algo que hicimos desde que llegamos al Gobierno de la Ciudad de México, se fortaleció mucho durante la pandemia (la eficiencia de las ambulancias)”.
Pero faltaba un detalle: el deterioro de los equipos más básicos. Y los carros, y las medicinas.
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Otro trabajador que recorre la CDMX atendiendo pacientes se estaciona cerca de unos árboles en un camellón. Enciende un cigarro y cuenta otra parte de la negligencia de la Secretaría de Salud de la CDMX.
—Las ambulancias están en pésimo estado, de hecho, más de la mitad están descompuestas; las otras que están trabajando también están descompuestas, pero así salen a trabajar, es un riesgo.
Pone ejemplos concretos: se pueden salir las llantas; fallar la caja de velocidades o no frenar. Pero el problema va más allá porque faltan más ambulancias y mucho más personal.
—Que no han querido adquirir y no han querido contratar.
En su caso, cuando su vehículo sufre algún desperfecto, hay un protocolo. La institución tiene que mandar a alguien para evaluar si se va a enviar el vehículo al taller.
—Pero los (evaluadores) que mandan después no saben, y los talleres a donde los mandan cobran 6 o 7 veces lo que debería costar la compostura. Es toda una robadera de dinero ahí.
Si sufren de una llanta ponchada, los trabajadores tienen que poner de su bolsillo para atender el desperfecto. Puede tardar una eternidad: “Porque ahí en lo que vaaaaan y checan si está ponchada y en lo que hacen el escrito y en lo que lo autorizan y lo llevan a arreglar y te arreglan la llanta del otro lado”, es un cuento de nunca acabar.
Así, pagando de su bolsillo, es más fácil ayudar a la gente. Pero queda otro pendiente, los insumos médicos.
—(Estamos) muy mal, por ejemplo, yo no traigo epinefrina, que es un medicamento básico para atender un paro cardíaco, no hay, tiene 6 meses que no ha habido.
—Si usted llega a atender un paro cardíaco y no tiene ese medicamento, ¿qué podría llegar a pasar?—pregunta el reportero.
—Pues, que se muera la persona.
Explica que después de la crisis del COVID-19, donde las ambulancias y motos de la Secretaría de Salud tenían que ir de un lado a otro de la ciudad para rescatar a enfermos que les faltaba el aire, las cosas no mejoraron.
—Está peor, los mecanismos de recepción en los hospitales del seguro social, IMSS, ISSSTE, son muy malos, se supone que se tuvieron que integrar en un centro de regulación para poder asignar a algún hospital, dependiendo de la derechohabiencia, y se tardan 25 minutos en asignar un hospital.
Aspecto general de las unidades.
Para recibir un paciente pasan horas. Si el paciente llega grave, en los pasillos del Seguro Social tiene que formarse como otros pacientes en la consulta externa. No hay un triage para asignar prioridades. En eso, la ambulancia se queda parada y no se puede atender otra emergencia.
Pero ¿se pueden dar ese lujo? ¿Cuántos vehículos atienden las emergencias en la ciudad? El trabajador detalla que, en su equipo, tienen 7 ambulancias y tres motos.
—Y hay por lo menos 16 descompuestas. Y, para poder cubrir realmente la población que nos corresponde por alcaldías, necesitaríamos 60 ambulancias más.
Otro trabajador, que prefirió mantener el anonimato, confirmó que durante su jornada de trabajo ha visto varias ambulancias que salen de funcionamiento, sobre todo por desperfectos mecánicos. Eso se ve seguido en Stand de Tiro s/n, en la Venustiano Carranza, por lo que la atención depende de un par de unidades dañadas y mal equipadas.
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Condiciones de trabajo de los paramédicos (fotos obtenidas de testigos).
El presupuesto para la atención a vehículos de la Secretaría de Salud ha bajado en comparación con años anteriores (incluso antes de la pandemia). EMEEQUIS analizó los Presupuestos de Egresos de la Ciudad de México, de 2018 a 2022, para saber cuánto se gastó cada año en ese rubro.
En 2018, bajo la administración de José Ramón Amieva Gálvez, se ejercieron 5 millones 406 mil 657.43 de pesos en mantenimiento de unidades de la Secretaría de Salud capitalina. Aunque ese mismo año se gastaron 52 millones 720 mil 302.7 pesos en la adquisición de ambulancias. En esos tiempos, el entonces jefe de Gobierno anunció la compra de 10 ambulancias para el ERUM (que depende de la Secretaría de Seguridad Ciudadana), aunque estas se registraron en el presupuesto de la Secretaría de Salud.
Con la llegada de Claudia Sheinbaum Pardo, las cosas parecieron mejorar con un leve aumento en el mantenimiento a unidades de la secretaría. En 2019 se ejercieron 8 millones 746 mil 759.35 pesos y ese presupuesto se mantuvo casi idéntico hasta 2020, año en el que la Ciudad de México, como el resto del mundo, fue sorprendida por la pandemia.
Ese 2020, los vehículos de la Secretaría de Salud recibieron 8 millones 690 mil 533.03 pesos. Ya con el nuevo paquete presupuestal en 2021, se inyectó un alza radical de 19 millones 956 mil 828.23 pesos.
Ya para 2022, el presupuesto bajó por debajo del que se había asignado en 2020 y 2019, a 6 millones 716 mil 261.61 pesos por “Reparación, mantenimiento y conservación de equipo de transporte destinados a servidores públicos y servicios administrativos” y “Refacciones y accesorios menores de equipo de transporte”. En las tablas de registro, no se aclara cuánto de cada monto se asignó específicamente a ambulancias del CRUM.
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EMEEQUIS buscó al área de Comunicación del Gobierno de la CDMX para conseguir respuestas sobre cuántas ambulancias actualmente se encuentran en servicio en la CDMX por parte de la Secretaría de Salud, específicamente del CRUM. Sin embargo, no se obtuvo respuesta.
El silencio es uno de los lenguajes de esta administración. Adrián, el médico de ambulancia, está familiarizado con eso. Cuenta que sus compañeros y él ya han mandado mensajes de auxilio a los administrativos para solucionar los problemas que tienen las ambulancias.
—Incluso ya se presentó con la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX, sin respuesta.
No le queda más que mostrar más fotos de los desperfectos. Una de un cinturón de seguridad que está amarrado con un nudo. Otra más de vidrios rotos con el logo de la administración de Claudia Sheinbaum.
Y una más, de unos contenedores “que están que se vomitan” en las instalaciones de Stand de Tiro. Son los desechos de los equipos con los que se atienden pacientes de COVID: batas, cubrebocas. Adrián dice que ponen en riesgo la salud del personal.
—También la de la población en general.
Porque aunque la emergencia sanitaria haya acabado, el virus sigue ahí como un riesgo que puede viajar por las ambulancias y motos que salen a atender a los capitalinos. Aunque ese es sólo un peligro de los tantos que se corren en cada llamado de emergencia, en los que el deterioro puede actuar y generar una tragedia que el Estado está obligado a evitar.
@Ciudadelblues
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