POR AXÉL CHÁVEZ
EMEEQUIS. – El gobierno de Guerrero supo con días de antelación que Otis golpearía en el puerto de Acapulco. Aun cuando no era denominado un huracán, las alertas especificaban que un fenómeno hidrometeorológico llegaría a tierra y era necesario extremar precauciones. De su crecimiento progresivo también fue informado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), que a la vez recibía datos en tiempo real de la Organización Meteorológica Mundial de Miami.
El Aviso de Huracán se emitió 21 horas antes del impacto letal y la Vigilancia de Huracán 33 horas antes del impacto letal. Sin embargo, desde el domingo 22 de octubre las autoridades sabían que la navegación marítima era un riesgo. Los marineros que sobrevivieron a la tragedia y vieron los cuerpos de sus compañeros ser arrastrados por el oleaje y los vientos, reclaman que nunca les notificaron, por eso estaban en el mar en el momento que Otis arrasó con los barcos, las lanchas y sumergió en las profundidades a personas que no han vuelto a ver.
Identificado aún como la depresión tropical 18-E, formada al sur de las costas de Oaxaca, Otis estaba a 850 km al sur sureste de Acapulco el 22 de octubre, sus desprendimientos nubosos favorecían el ingreso de humedad hacia el sur y sureste del territorio nacional, con lluvias de fuertes a muy fuertes en Guerrero, Oaxaca y Chiapas. En el “Aviso de ciclón tropical en el Pacífico” de las 9:15 de la mañana de aquel día, el SMN recomendó extremar precauciones para la población de esas entidades, “incluyendo la navegación marítima”.
A las 15:15 de la tarde de aquel domingo se refrendó la alerta con un segundo aviso y a las 21:15 de aquel día se envió la última notificación en la que menciona la necesidad de estrecha vigilancia por su aproximación hacia las costas de Oaxaca y Guerrero, “extremar precauciones en la navegación marítima” por lluvias, viento y oleaje, además de atender las recomendaciones emitidas por las autoridades del Sistema Nacional de Protección Civil. Fue en ese aviso que se usó, por primera vez, el nombre de Otis.
A través de todas las comunicaciones que recibió el gobierno de Guerrero del SMN, así como las que recibió el gobierno de México a través de Centro Nacional de Huracanes de Miami, EMEEQUIS muestra el tiempo con el que la entidad mandatada por Evelyn Salgado Pineda conoció sobre la dimensión del fenómeno que se aproximaba y los posibles riesgos, tragedia que con base en informes de organizaciones internacionales y nacionales, así como consulta a expertos, se pudo prevenir, y en la que hubo fallas de actuación y una res¡puesta tardía de los principales respondientes: el municipio y la entidad.
¿NO PODÍA SABERSE?
En un enlace a la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador el 26 de octubre, la gobernadora de Guerrero consideró a Otis un “fenómeno realmente atípico que ha golpeado fuertemente a nuestro puerto”, e hizo mención de su crecimiento en menos de 12 horas, además de presumir que en una parte de Acapulco ya había internet y luz, aunado a que estaban trabajando para restablecer todos los servicios.
La Coordinación General del Servicio Meteorológico Nacional elaboró dos notas informativas para la consulta directa de las autoridades de Protección Civil y los gobernadores de Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Estado de México y Morelos. La primera, del lunes 23 de octubre, alertaba que las entidades se verían afectadas por un “sistema meteorológico relevante”, por lo que pedía extremar precauciones. El extremar precauciones fue una constante en la comunicación enviada.
Anticipaba que durante el martes por la mañana “el centro de la tormenta tropical Otis” se localizaría aproximadamente a 270 kilómetros de las costas de Guerrero y continuaría su movimiento hacia ese estado. Preveía que tocara tierra por la mañana o mediodía del miércoles en Acapulco y que por sus dimensiones cubriera desde Técpan de Galeana hasta Copala.
Los gobiernos sabían que desde las tres de la tarde del lunes el centro de Otis se localizó a 310 kilómetros al suroeste del Puerto Ángel, Oaxaca, y a 490 kilómetros al suroeste de Acapulco, y que con rachas de 110 kilómetros por hora (km/h) y vientos sostenidos de 85 kilómetros por hora, se movía hacia el noroeste.
“Considerando la trayectoria que tendrá Otis, se espera que el cuadrante más peligroso se desplace sobre Guerrero, dejando lluvias intensas a torrenciales en las regiones de la Costa Grande, Acapulco, Costa Chica y zona centro de Guerrero; con respecto a los vientos y oleaje, las mayores afectaciones serán de Técpan de Galeana hasta Copala, Guerrero”, advertía la comunicación, firmada por la coordinadora general del SMN, Alejandra M. Méndez Girón.
Aunque el huracán creció y avanzó rápidamente, el gobierno de Guerrero estuvo informado de esa característica, y de los riesgos que implicaba, lo cual evidencia la segunda nota enviada por el SMN el 24 de octubre, en la que anticipaba que “el cuadrante peligroso” de Otis, con crecimiento acelerado, “afectará de manera gradual” Acapulco y Coyuca de Benítez, municipios de atención prioritaria, pero también Benito Juárez, Atoyac de Álvarez, Técpan, San Marcos, Florencio Villarreal, Petatlán y Zihuatanejo.
“Como resultado de un vuelo de reconocimiento de un avión caza huracanes del Centro Nacional de Huracanes de Miami, Florida, EUA, a las 12:00 horas (del martes 24 de octubre), se detectó que Otis registró una rápida intensificación”. Para las tres de la tarde, ya tenía categoría 3, con vientos de 205 km/h y rachas de 250 km/h, pero se pronosticaba que impactaría como categoría 4 la madrugada del miércoles entre las 4 y 6 am (tocó tierra las primeras horas de aquella madrugada), con vientos de entre 201 y 250 km/h, así como oleaje de seis a ocho metros de altura.
Las “lluvias torrenciales” previas a la llegada de Otis originarían deslaves, inundaciones y aumentos de los ríos y arroyos, indicó la alerta, la cual también remarcaban que las condiciones meteorológicas podrían cambiar significativamente en periodos cortos.
Pero esas no eran las primeras advertencias ni menciones al fenómeno: aunque en ese momento con énfasis en el huracán Norma, que se localizaba al suroeste de las costas de Jalisco y Colima, desde el jueves 19 de octubre de 2023 la Coordinación General de Protección Civil recibió un oficio en el que se mencionaba que una zona de baja presión con probabilidad de desarrollo ciclónico se situaba al sur de las costas de Oaxaca, y que tenía alta probabilidad de ser ciclón tropical; se aproximaba a las costas del Pacífico Sur, por lo que se preveían lluvias intensas en Chiapas, Oaxaca y Guerrero. “Se mantendrá en estrecha vigilancia”, decía esa comunicación (oficio No. B00.-187), seis días antes de que Otis tocara tierra en Acapulco.
Posteriormente, en el aviso meteorológico enviado el 23 de octubre, que estaría vigente hasta el día 27, ya se mencionó a la tormenta tropical Otis con un crecimiento progresivo pronosticado para lunes, martes, miércoles y jueves. Al cierre, en “notas importantes”, se recalcó: “se pondrá especial atención en el pronóstico de la trayectoria de la tormenta tropical Otis que se desplaza hacia la costa de Guerrero”; “todas las lluvias pronosticadas podrán estar acompañadas de descargas eléctricas, rachas de viento y posible caída de granizo”, y “las lluvias en los rangos fuertes, muy fuertes, intensas y torrenciales, podrían originar incremento en los niveles de ríos y arroyos, deslaves e inundaciones en las entidades mencionadas”.
A través de transparencia, EMEEQUIS también obtuvo todas las comunicaciones del Centro Nacional de Huracanes y el Centro de Huracanes del Pacífico Central relacionadas con el fenómeno meteorológico que fue Otis, y que México recibió. Son 29, dividas en avisos, complementos de avisos y notificaciones especiales, que comenzaron desde el domingo 22 de octubre con la alerta “Se forma nueva depresión al sur de México”, a unos 850 kilómetros de Acapulco, en la cual mencionaban vientos fuertes, lluvias y que no había vigilancia ni avisos costeros vigentes.
“La depresión se está moviendo hacia el norte a cerca de 2 mph (4 km/h) y se espera que este movimiento general con un ligero aumento en la velocidad de avance continúe hasta el martes, seguido de un lento giro hacia el noreste el miércoles por la mañana”. Desde entonces se mencionaba que los vientos, a 55 km/m en ese momento, cada vez tendrían ráfagas más fuertes, y que se pronosticaba “un ligero fortalecimiento” de la depresión tropical “durante los próximos días”.
El mismo domingo, a las 2100 UTC (horario universal), 3 de la tarde del tiempo del centro de México, enviaron un segundo aviso: “La depresión se fortalece hasta convertirse en la tormenta tropical Otis”, y prospectaron que las lluvias fuertes podrían afectar las áreas costeras del sur de México desde Oaxaca hasta Guerrero, además de mostrar el recorrido que haría el fenómeno hidrometeorológico, según la forma en que se movía en ese instante.
El tercer aviso de ese mismo día a las 9 pm fue más enfático: “Ahora se prevé que Otis toque tierra en el sur de México en unos días”. El tritón se fortalecería durante las siguientes 72 horas y por la trayectoria prevista, el centro de Otis se acercaría a la costa sur el miércoles. El énfasis en todas las notificaciones es que el fenómeno se robustecía.
Los avisos 4 y 4a de las tres y seis de la mañana del lunes hacían una advertencia expresa: “el oleaje generado por Otis afectará partes de la costa sur de México a última hora del martes. Es probable que estas marejadas causen olas que pongan en peligro la vida y desgarren las condiciones actuales”. Desde el primero, mencionaban: “Las olas generadas por Otis comenzarán a afectar partes de la costa a última hora del martes. Es probable que cause olas potencialmente mortales”.
El lunes al mediodía, el mensaje incluyó un pronóstico de la gravedad: “Se espera que se produzca una marejada ciclónica peligrosa. Importantes inundaciones costeras cerca y al este de donde el centro toque tierra. Cerca de la costa, el aumento será acompañado de olas grandes y destructivas”. Era el aviso 6.
Tras todas las comunicaciones previas, el aviso 9a del mediodía del 24 de octubre era muy claro, ya con la Alerta de Huracán emitida: “los preparativos para proteger la vida y la propiedad deben acelerarse”.
Y las advertencias siguieron el 24: a las tres de la tarde en el país: “Otis se convierte rápidamente en un gran huracán. Ahora se espera que alcance la intensidad de categoría 4 al tocar tierra”. Recalcó: “se espera que una marejada ciclónica peligrosa y potencialmente mortal produzca importantes inundaciones costeras cerca y al este de donde el centro del huracán toque tierra”.
A las 6 de la tarde en México: “Ahora se espera que tenga una intensidad cercana a la categoría 5 en tierra firme”. Para ese tiempo, los vientos máximos sostenidos habían aumentado a 230 km/h. Tres horas después, ya para entonces el aviso 12, no había duda de que Otis se había intensificado rápidamente y era categoría 5: “Es probable que se produzcan daños catastróficos cuando el núcleo del huracán se desplace hacia la costa”, y según la prospectiva lo haría en menos de 12 horas.
El aviso 12a llegó a México a las 12:00 am y era el último recordatorio de lo que estaba a punto de suceder: “el ojo del huracán Otis, de categoría 5, está a punto de tocar tierra cerca de Acapulco, México. Es probable que se produzcan daños catastróficos cuando el núcleo se desplace hacia la costa”.
La población afirma que no fue alertada, tan es así que en el puerto los marineros laboraban de forma habitual, aunque esta actividad debía estar suspendida, por el riesgo que implicaba, desde el domingo.
El capitán del barco Rosemary, Inocente Herrera Carrillo, estaba en el mar cuando Otis tocó tierra. Vio cómo las olas reventaron su barco, con una fuerza indescriptible, y miró que se alzaron a unos seis y siete metros, hasta destruirlo. Se hundió a media bahía con su familia abordo –su esposa, su hijo y su nieto de cuatro años, desaparecidos–. Sintió como si el agua lo devorara, estaba en el vientre del agua y luego en el ojo del huracán, hasta que la fuerza lo arrojó atrás de la isla de la Roqueta donde un tronco de palo, al que se aferró, fue el que le salvó la vida. Naufragó toda la noche. Ahí mismo llegó arrojado por el oleaje y los vientos otro marinero, de un barco distinto, quien también se sujetó al tronco, hasta que al amanecer los halló el rescate marino de la Armada de México.
Él es enfático: si hubieran sabido que un huracán venía, jamás hubieran estado ahí. Son gente de mar, con una vida en los barcos; él, con 28 años de servicio.
“Nosotros no sabíamos nada. Si nosotros hubiéramos sabido, si nos hubieran dado un comunicado, porque tenemos radio de comunicación de la Capitanía de Puerto de la Armada de México, o Protección Civil [nos hubiera dicho]: ‘saben qué, capitanes y marinero, viene un fenómeno de categoría 5, de ustedes depende si quieren permanecer a bordo o abandonen sus embarcaciones’. A nosotros no nos dijeron nada”, aseveró, enfático.
Ninguna embarcación, añadió, quedó servible; “tan sólo un barco para 600 personas se partió en tres. Ahí murió un primo hermano mío, el capitán Felipe Castro de la Paz; lo encontraron entre los escombros a los 15 días”.
El último aviso especial desde Estados Unidos, 25102023 –que corresponde al 25 de octubre–, fue una reafirmación de todo lo que se había alertado: “Las imágenes satelitales indican que Otis tocó tierra cerca de Acapulco, México, alrededor de las 125 a.m. CDT (0625 UTC) [la NASA confirma que lo hizo a las 06:25 hora universal, 12:25 am de Guerrero]. Los vientos máximos sostenidos se estiman en 165 mph (270 km/h) y la presión central mínima se estima en 923 mb (27,26 pulgadas). Otis es un huracán de categoría 5 en la escala de vientos de huracanes Saffir-Simpson”. El daño anticipado ya había ocurrido.
“Si a nosotros nos hubieran dicho, viene un huracán categoría 5, nosotros inmediatamente abandonamos el barco y vámonos, pero no nos dijeron nada. Nosotros estábamos ahí porque es nuestra fuente de trabajo”, insiste. Desde entonces, con su lancha, sale en búsqueda de cuerpos, sin aún hallarlos; también quiere encontrar a sus desaparecidos. “Veo la bahía toda solitaria, como un cementerio”, dice, y recuerda el oleaje y los vientos, sin ninguna advertencia.
Recalca en todo momento, por esa culpa indirecta que han tratado de atribuirles: Nadie sabía. Nadie habría llegado ahí si hubieran sabido que había riesgo de muerte.
Para Guillermo Moreno Ríos, maestro en Protección Civil y Gestión de Riesgos, consultor en la materia y exfuncionario de gobierno, Otis no puede verse como un “desastre natural”, sino como un recordatorio doloroso de cómo los errores humanos pueden manifestarse en la gestión de riesgos de desastres. Fue más duro en su crítica: “en medio de la devastación y el sufrimiento, los errores y la ineficiencia en la respuesta de las autoridades se convirtieron en un reflejo de una espantosa realidad de ignorancia e indolencia”.
Su afirmación se basa en que las autoridades subestimaron la amenaza inminente, no reconocieron su vulnerabilidad ni tomaron medidas preventivas adecuadas, como también confirmaron a EMEEQUIS los familiares de víctimas por el huracán; ellos reclaman que los gobiernos estatal y municipal no alertaron sobre la gravedad del fenómeno hidrometeorológico, su aproximación y el momento en que tocaría tierra. Los gobiernos lo sabían por las comunicaciones recibidas del Servicio Meteorológico Nacional, Conagua y Protección Civil federal, mostradas en este reportaje.
“No somos dioses para detener el impacto, pero sí somos capaces de mitigar el daño que causa (…) la gestión de desastres en Acapulco estuvo plagada de errores que podrían haberse evitado con una actitud más responsable y consciente por parte de las autoridades”, expuso Moreno Ríos, quien consideró importante que esta tragedia no se olvide, para así prevenir otras, y que se determinen las responsabilidades de quienes, por omisión o negligencia, pudieron haber contribuido a la catástrofe.
Para él, una evidencia de esa falta de previsión es que la Convención Internacional de Minería, el evento más grande del rubro en el país, en el que se esperaba un aforo de 20 mil personas y al que asistiría la gobernadora Evelyn Salgado, no fue suspendido y las autoridades convocantes jamás fueron alertadas por la entidad.
“Debo de aceptar que estoy vivo de milagro. Según nos reportaron, llegaron las ráfagas hasta 300 kilómetros por hora; es un viento que tu cuerpo no puede soportar”, contó Raymundo Ceja desde las horas posteriores de la tragedia. Él es un especialista que vivió el huracán desde el hotel el Emporio. Dice que el viento se sentía como si pudiera llevárselo; desprenderle los pies del suelo, al que se aferraba, y arrebatarlo como lo hacía con todo lo material que encontraba a su paso.
“¿Cómo es posible que hayan permitido que Acapulco no se hubiera cerrado? Sobre todo porque estaba el evento minero. No existe el documento que digan que les advirtieron”, sumó el especialista en Protección Civil Guillermo Moreno.
El gobierno de Guerrero, en su informe Monitoreo, Alertamiento y Difusión del Ciclón Tropical Otis, muestra que centró sus acciones de alerta hacia la población en redes sociales y destaca que hizo 96 publicaciones antes del impacto, ocho mientras el ojo del huracán impactaba –cuando se perdió el suministro de energía eléctrica y la red de internet– y 55 después de esto en las cuentas de Facebook y X (antes Twitter) de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil.
Afirma que a partir del 22 de octubre “se intensificó la campaña”, en la que el Ejecutivo estatal resalta de sus alertas haber elaborado siete boletines de prensa, además de enviar vía correo electrónico y WhatsApp la información que generaba a los 81 ayuntamientos de la entidad, integrantes del Consejo Estatal de Protección Civil, Unidad de Prensa y Difusión y a empresas turísticas y comerciales. Asegura que hubo perifoneo en colonias donde existe alto riesgo, pero todas las familiares de víctimas de Otis y familiares de personas desaparecidas consultadas negaron haberlo escuchado, por lo que reclaman la falta de alertas.
En su reporte de monitoreo, el gobierno de Evelyn Salgado muestra un mensaje al grupo de WhatsApp del Consejo Estatal de Protección Civil, a las 4:26 pm del 24 de octubre, que dice: “Debido al riesgo que representa la tormenta tropical Otis para Guerrero, nuestra gobernadora nos solicita estar alertas y de ser necesario reunirnos de forma virtual el día de hoy”. Para ese momento, el Servicio Meteorológico Nacional les había advertido en su Aviso No. 17, que “el huracán Otis se ha intensificado rápidamente a categoría 3 en la escala Saffir-Simpson, pudiendo alcanzar la categoría 4 en las próximas horas. Su centro se localiza frente a las costas de Guerrero”, pero el Centro Nacional de Huracanes, en su alerta de las 3 pm, ya había afirmado que “Otis se fortalece rápidamente hasta convertirse en un huracán grande y ahora se espera que esté en intensidad de categoría 4 al tocar tierra”. Insistía, por lo tanto, en el protocolo de cuidar la vida. Ambas instancias habían dicho con antelación que las actividades marítimas debían estar suspendidas y que era necesaria la salvaguarda de la vida de la población (alerta desde 3 am del mismo martes), además de que desde el día previo conocían de “inundaciones costeras cerca y al este de donde el centro de Otis toque tierra”. La ciudadanía debía estar bajo completo resguardo.
Asimismo, el gobierno de Guerrero evidencia que envió a los municipios un “urgente alertamiento preventivo” (Número de oficio SGIRyPC/CIRCULAR1406/2023) fechado el 23 de octubre, el cual hacía referencia que ese lunes “la tormenta tropical Otis se desplazará al sur…”, y que el martes se aproximará a la costa oriental de Guerrero”, ocasionado “lluvias fuertes y rachas de viento”, no obstante, hubo ayuntamientos que recibieron, vía WhatsApp, esta información con desfase hasta las 12 am del 24 de octubre, como evidencia la comunicación con Protección Civil de Alpoyeca, en la que les piden: “Director buenas noches por favor lo podrá firmar y sellar de acuse por favor (sic)”.
El ayuntamiento de Apaxtla también firmó así: “recibido 25/10/23”; el de Arcelia, “24/10/2023”; el de Atlamajalcingo, 24/10/23”; el de Atlixac, “Recibí Luis Hernández, director de Protección Civil, 25/10/23”; es decir, acusaban de recibido por el oficio que no especificaba la gravedad de Otis e incluía datos completamente rebasados en la víspera de la tragedia, o incluso cuando ya había golpeado. El de la presidencia de Buena Vista de Cuellar es específico en la rúbrica: “Recibido por el director de Protección Civil a las 18:37 del 24/10/2023”. Esa información que todavía hablaba de alertamiento preventivo, de Otis como tormenta tropical, la recibió cuando ya se sabía que el huracán golpearía como categoría 5, según el reporte de las seis de la tarde del martes que el gobierno de Guerrero recibió del Servicio Meteorológico Nacional: “Otis se fortalece rápidamente hacia una categoría extremadamente peligrosa 4 de huracán. Ahora se espera que este cerca de la intensidad de categoría 5 al tocar tierra”. Pero el documento todavía decía “para hoy lunes (¡ya era el martes!) la tormenta tropical Otis se desplazará al sur de las Costas de Oaxaca, su circulación favorece el ingreso de humedad del Océano Pacífico hacia el sur y suroeste del territorio nacional…”. No había dimensión de lo que sería la tragedia.
En los informes de situación del huracán Otis de la Oficina del Coordinador Residente y la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de las Nacionales Unidas se muestra que el gobierno reaccionó tardíamente cuando el fenómeno ya había impactado a la población y que falló en la previsión. Como ejemplo, algunos de los albergues que habilitó durante la emergencia fueron en ocho escuelas que también habían sido dañadas por Otis y requerían atención, además de que, por la dimensión de la tragedia, se demoró en restablecer los servicios básicos; las localidades con mayor marginación fueron las más afectadas durante este lapso, y preocupaba al organismo internacional la desnutrición y deshidratación de personas afectadas a un mes de los sucesos, entre ellas las madres en periodo de lactancia.
Al corte de las 7 de la mañana del 25 de octubre, el estado de Guerrero reportaba diez refugios operando, cinco en Técpan de Galeana, dos en Coyuca y tres en Atoyac de Álvarez, a los que habían llegado 335 personas. En el habilitado en el salón de usos múltiples de la colonia Centro de Tecpan sólo llegaron cuatro. En Acapulco, afirmó antes que había instalado 25 a partir del 24 de octubre, pero no reportó en su informe que arribaran habitantes antes del golpe de Otis. Sobrevivientes acusan que cuando supieron de llamados a refugios, la tormenta era tan fuerte que desplazarse hubiera provocado su muerte.
Incluso, el reporte oficial del municipio de Acapulco dice que solamente dos de los refugios habilitados recibieron personas, uno fue el de la Técnica no 1 y el segundo el de la UDA Renacimiento. En total acudieron a resguardarse únicamente 3 hombres, una mujer y un niño, el resto de las instalaciones habilitadas no recibieron a nadie. Este dato no lo incluyó el gobierno estatal en sus reportes de actuación.
La OCHA también observó en su análisis de las condiciones después de Otis que era preocupante la recuperación y mantenimiento de los servicios médicos esenciales, incluyendo pacientes con enfermedades crónicas tales como hipertensión arterial y diabetes, así como la prevención y control de infecciones ante el riesgo de enfermedades diarreicas agudas, infecciones respiratorias agudas y dengue, así como enfermedades inmunoprevenibles ante la baja cobertura vacunal en el estado.
Así ocurrió con Alejandro, un escritor empírico de 90 años a quien el huracán sorprendió en la precariedad en que vivía; las paredes y el techo de lámina se vinieron abajo y el tuvo golpes. Buscó atención médica. Lo dieron de alta pronto por la saturación hospitalaria y la crisis interna, por la sobredemanda, en el sistema de salud. Murió en el anonimato a consecuencia de los estragos del huracán (La historia de Alejandro se cuenta a mayor detalle en la siguiente entrega de esta investigación).
También en su informe del 4 de junio pasado, El desastre de Otis: El derecho de acceso a la información tras el huracán, la organización civil Artículo 19 documenta que las poblaciones indígenas y afromexicanas no sólo perdieron sus viviendas y bienes, sino que su situación de vulnerabilidad se ha agravado porque las políticas y programas de emergencia han sido deficientes. Asimismo, remarcó que había una tendencia a la opacidad en lo que se refiere a la asignación de recursos para programas de auxilio y reconstrucción, bajo el pretexto de que, al darlo a conocer, se pone en riesgo la “seguridad nacional”.
El segundo informe de situación de la Oficina del Coordinador Residente y la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios tiene fecha del 15 de noviembre, cuando aún había falta de agua potable y de electricidad en localidades, aunque la gobernadora Evelyn Salgado había dicho en la mañanera del 26 de octubre que pronto tendrían los servicios reestablecidos, además de resaltar la reconexión de luz y el internet.
Asimismo, entre las brechas y limitación que observó, la OCHA incluyó el registro de defunciones que llevaban las autoridades, por la falta de clasificación de las causas de fallecimientos, lo cual también comprobó la primera entrega de esta investigación.
¿UN FENÓMENO IMPREVISIBLE?
El Centro Nacional de Huracanes emitió el 7 de marzo de 2024 un informe sobre Otis. Aunque menciona que hubo condiciones que “impulsaron un notable período de rápida intensificación”, y que “las estimaciones satelitales del 24 de octubre subestimaron significativamente la verdadera intensidad de Otis debido a las limitaciones de la técnica de Dvorak” –desde la década de 1970 ha sido el método principal empleado para determinar la intensidad de los ciclones tropicales–, las alertas paulatinas estuvieron presentes hacia México ese día y los previos, como corroboran las comunicaciones que presenta EMEEQUIS en esta entrega, en las cuales había énfasis en que podía estar en riesgo la vida de personas.
El propio informe precisa que el génesis del huracán se pronosticó bien, pero reconoce errores de seguimiento e intensidad, porque, incluso, en los días previos algunos modelos mencionaban que el ciclón podría disiparse. No obstante, estas variables no condicionaron la información que envió, en la que se muestran las advertencias de crecimiento desde el domingo. Incluso, cita que para el 23 de octubre, cuando el gobierno mexicano emite la alerta para la costa de México desde Lagunas de Chacahua hasta Tecpan de Galeana, incluyendo Acapulco, los pronosticadores en ambos países reconocían el mayor potencial de Otis para impactar como huracán, y que tanto la Vigilancia de Huracán como el Aviso de Huracán se emitieron, respectivamente, 33 y 21 horas antes de que comenzaran los vientos con fuerza de tormenta tropical en el área de Acapulco. Esto significa que, ya con conocimiento de que estaban ante un huracán, hubo más de un día para que los gobiernos actuaran con los protocoles de emergencia finales, como se los recomendaron desde Miami y luego el SMN a Guerrero. Además, el estado sabía desde los días previos de la confirmación de un fenómeno hidrometeorológico que llegaría a la costa.
Este informe igualmente refería que el número final de muertes (incluidas las directas e indirectas) atribuibles a Otis podría ser mucho mayor a las que reportó el gobierno mexicano, pero que aún lo desconocía al momento de ese informe: “Muchas muertes parecen haber ocurrido en o cerca de la Bahía de Acapulco, donde el secretario de la Armada de México informó que cientos de pequeñas embarcaciones y embarcaciones se perdieron o se hundieron durante la tormenta”.
El capitán del barco Rosemary asegura que la noche del huracán había alrededor de 735 embarcaciones, “contando Club de Yates, Marina Acapulco, Marina Santa Lucía, Marina Majahua en Puerto Marqués y Marina Performa, ahora las del zócalo, las fondos de cristal de la carrera y las victorias y los yates; “en total sí, fueron como 735, sí, y hasta ahorita se han encontrado embarcaciones, pero destrozadas y hechas pedazos”.
La cifra oficial de muertes le parece lejana por la dimensión de la tragedia a la que sobrevivió: tan sólo “ahorita entre nuestra familia y compañeros y marineros no encontramos como a 300”. Y sólo, acotó, son los cuerpos entre el mar. Veo la bahía toda solitaria, como un cementerio”, dice, y recuerda el oleaje y los vientos, sin haber recibido antes ninguna advertencia de que estaban ante la muerte.
@emeequis