EMEEQUIS.– “Es una falta de respeto al partido, al estatuto interno y a la militancia ser diputado y querer otro cargo. No conocen los estatutos de Morena”, sentencia Yeidckol Polevnsky, una de las pocas mujeres que aspiran a la Presidencia del partido que creó el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
El señalamiento tiene remitentes: Mario Delgado, diputado y coordinador del grupo parlamentario de Morena dentro de San Lázaro, y Porfirio Muñoz Ledo, también diputado y exdirigente de la mesa directiva de la cámara baja.
Ambos le rebasan por unos cuantos puntos en los sondeos sobre la intención de voto para la renovación de la dirigencia nacional; Delgado está a la cabeza, le sigue Porfirio y, en tercer sitio, aparece su nombre.
Sin embargo, la crítica tiene un sustento. El político que dirigiera el PRI y el PRD, Muñoz Ledo, no cumple con uno de los requisitos clave para aspirar al cargo: ser militante. Mientras que Delgado, experredista y exfuncionario de la Ciudad de México en la administración de Marcelo Ebrard, tiene una militancia –a decir de Polevnsky– apócrifa. Y ambos conservan su cargo como legisladores.
“Es raro que la fecha de afiliación de Delgado en el padrón apócrifo (en referencia al padrón que presentó Bertha Elena Luján) sea 31 de diciembre de 2014, porque en 2014 sólo nos afiliamos los fundadores y él era aún senador por el PRD. Él fue el último senador que se pasó a Morena”. Su salida del partido que lo llevó a la secretaría de Finanzas y Educación en la CDMX fue hasta el 7 de enero de 2015.
En suma, enumera quien fuera la primera presidenta de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) en 2002, los estatutos internos prohíben la participación de funcionarios públicos en procesos electorales si no han renunciado a su cargo con 90 días de anticipación.
“Porfirio nunca quiso pertenecer al partido y nosotros tampoco le insistimos. Él le exigía a Mario renunciar a la diputación para participar en la elección y ahora que se anotó se olvida de ese llamado”, señala.
El artículo 43 del estatuto interno de Morena marca que los servidores y funcionarios públicos de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial no podrán participar en procesos selectivos, a menos que se separen de sus cargos con la anticipación señalada por la ley.
“Han pasado cosas extrañas. Se ha registrado gente que no es militante de Morena, que los estatutos prohíben y desconocidos. Alguien se nos acercó para decirnos que se bajaba si le dábamos una diputación federal. Hay gente que se sube nada más para negociar”, cuenta.
–¿Las viejas prácticas no terminan?
–No se han dado cuenta que la intención fue construir un partido diferente, sin los vicios de los otros partidos. Aún no somos candidatos y ya están haciendo campaña, hay quienes llevan un año en campaña de forma absolutamente deshonesta. Pero, además, es incorrecto andar haciendo campaña cuando tienes otro trabajo, otra responsabilidad, y tendrías que estar cumpliendo con él. Es penoso porque pone muy en mal a Morena.
EL DESASTRE DE MORENA
Si Polevnsky tuviera que encontrar un punto de partida, el parteaguas que convirtió al partido del presidente en una eterna pugna interna, de acusaciones entre miembros, denuncias y agresiones, volvería al 2019, cuando debían iniciar un proceso electoral interno entre el 20 de agosto y el 20 de noviembre que renovara la dirigencia. Aunque, en realidad –corrige– fue antes.
Tras cuatro años operando como partido, Yeidckol –quien fungía como secretaria general de Movimiento de Regeneración Nacional– le pidió a Gabriel García Hernández –secretario de Organización, el área que se encarga de procesar las afiliaciones– el número de militantes registrados hasta el momento. Un millón 800 mil, le dijo.
“Tras el triunfo, yo presumía: tenemos menos de dos millones de militantes y ganamos por más de 30 millones de votos. Sonaba maravilloso”, recuerda.
En una acción tardía y tras la victoria electoral, García Hernández estableció un padrón de más de tres millones de militantes sin haber tenido un programa de afiliación. “Pensé que o venían de otro partido o del crimen organizado y no lo validé, pedí auditarlo, pero de esos 3 millones sólo nos entregaron 600 mil registros, era imposible”.
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A esto se sumaban las multas por registros mal hechos que le interponía el Instituto Nacional Electoral (INE): 40 mil pesos por cada registro turbio. Una reunión con el titular del INE, Lorenzo Córdova, abrió la posibilidad de tener tiempo extra para tener un padrón confiable, el Consejo Electoral amplió el periodo de regulación para todos los partidos hasta en un año, es decir, a más tardar en diciembre de 2019, todo tenía que ser transparentado.
Pero no pasó. “Todos los partidos se pusieron al día menos Morena. No pudimos depurar el padrón y por eso estamos hoy con todo este problema”.
–Y el tema del padrón sigue.
–Ese mismo padrón es el que quieren hacer válido tanto Bertha Elena Luján (exsecretaria de organización y excandidata a la dirigencia nacional) y Alfonso Ramírez Cuéllar (actual presidente interino de Morena). Con ese padrón querían ir a las encuestas y cuando el Tribunal lo echó para atrás Bertha renunció a la candidatura.
–¿Cuál es tu lectura de su renuncia?
–Que sin ese padrón no puede ganar. Es un padrón al que le metieron un mundo de gente, pero también quitaron a compañeros nuestros. En ese padrón es en el que aparece Mario Delgado registrado en diciembre de 2014.
–Dejaste la presidencia de Morena y llegó Ramírez Cuéllar como presidente interino ¿por qué sigue presente el fantasma del padrón?
–Como presidente interino tenía sólo tres tareas que cumplir: hacer el padrón, hacer las encuestas y convocar elecciones. No hizo ninguna.
Desde su perspectiva, la administración de Ramírez Cuéllar intentó de nueva cuenta validar el padrón de más de 3 millones de militantes con el fin de que Luján ganara la presidencia del partido, pero cuando el tribunal lo invalidó no quedó de otra más que retrasar el proceso electoral, impugnación tras impugnación, para –lo que Polevnsky llama– mantener el control del partido.
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“Esto es lo que nos ha llevado al momento en el que estamos: la manipulación de Ramírez Cuellar, su intento por meter a pura gente de su grupo, de sus aliados o cercanos a él. Pese a que el Estatuto plantea que no puede haber facciones porque eso fue lo que terminó con otros partidos políticos”.
“MORENA NO ES UN JARDÍN DE ROSAS”
El escenario en el que Polevnsky se presenta para esta entrevista es la antesala del mensaje en el que insistirá a lo largo del encuentro virtual: Morena y AMLO tienen un origen común, Morena se creó a partir de él. “No podemos separarnos”.
La pequeña sala de zoom muestra una pared blanca que repite en letras marrones: Morena, la esperanza de México. Polevnsky porta, además, prendas que la identifican con los colores del partido: un chaleco, el armazón de sus lentes e incluso el color de lápiz labial que usa esta tarde. Morena, asegura, es el único partido político en el que ha militado, pese a haber sido candidata por el PRD y el PT a la gubernatura del Estado de México en 2005, en la que compitió contra Enrique Peña Nieto, quien resultó electo.
“Son intereses muy mezquinos los que permean. Se necesita gente que quiera estar por interés de aportar a Morena, no por los beneficios individuales que pueden sacar del partido” y, antes de narrar los mítines, las marchas y los recorridos en los que acompañó a AMLO, remata: “No conocen al presidente”.
–¿Cuál es tu interés por alzar la mano una vez más, pese a las críticas de que ya ocupaste el cargo?
–Vale aclarar que yo no fui presidenta del partido, fui secretaria en funciones de presidenta, así es como me lo certificó el INE y no presidenta. Y aún si yo hubiera sido presidenta podría, porque en el partido se permite la reelección por una sola vez. ¿Por qué me interesa? Morena no es un un jardín de rosas, no es ni miel sobre hojuelas, al contrario, pero es el proyecto más importante para cambiar a México y vale la pena comprometerse.
–¿Aún con todas las acusaciones en tu contra, las denuncias que, a decir de Ramírez Cuéllar, a nombre del partido se ingresaron en tu contra?
–Él venía con una consigna de golpearme y a eso se ha dedicado, con un tema de violencia de género desmedida. Luego, él no tiene facultades de auditar y tampoco conoce el estatuto, porque los cargos que tuve no tienen permitido el manejo de finanzas. Nunca firmé un cheque. Me quedé esperando que me notificaran de las demandas y que me mostraran sus pruebas.
–¿Nunca te llegó una notificación?
–El juez de lo civil dijo que todo estaba sin fundamento. La mercantil que las personas no somos empresas y no aplica. En la penal, casi tres meses sin notificación, fui personalmente a la Fiscalía y tampoco obtuve información. Ramírez Cuéllar manipuló todo, tergiversó todo.
Yeidckol asegura que hay un interés económico detrás de la búsqueda de la dirigencia nacional por parte del equipo de Ramírez Cuéllar y Bertha Elena Luján que para este último proceso interno, que deberá finalizar el 10 de octubre próximo con una nueva dirigencia, postularon a Porfirio Muñoz Ledo para la Presidencia y a Citlalli Hernández como secretaria general.
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Incluso recuerda que, siguiendo el mensaje del presidente, ella intentó regresar entre el 50 y el 75% del presupuesto de Morena, para seguir la línea crítica de que los partidos reciben mucho dinero que podría usarse para otros fines y que fueron Luján y sus allegados los que votaron en contra, en un congreso de enero de este año.
LA OPACIDAD DE MORENA
“Morena, el partido más opaco” esta línea ha sido uno de los titulares más recurrentes de la prensa en el último año y son un registro de los señalamientos y las multas que el INE le ha interpuesto a Morena desde su creación. Multas que han ido de los 80 a los 600 mil pesos por no publicar información pública de oficio, como los gastos y uso de recursos públicos y que abarcaron la administración de AMLO, Polevnsky y Ramírez Cuéllar.
–¿Qué dices de la imagen negativa que ha ganado Morena en materia de transparencia?
–Creo que empezó a haber una sobreprotección equívoca cuando el presidente todavía estaba en el partido, porque le pegaban mucho. El área de transparencia se quejaba de que las áreas no le daban información y no tenía sentido porque nos íbamos a lucir: el presidente siempre llegaba a hoteles de tres estrellas, se movía por carretera, comía comida corrida, los aviones los compraba con anticipación para que fueran más baratos. Yo creo que fue un malentendido de compañeros que estaban en finanzas. Les falló.
–Pero no fue lo único.
–Hace poco me adjudicaron un viaje a Turín, Italia y a Canadá. Viajes que hicieron los compañeros de mexicanos en el exterior y el secretario de derechos humanos. En transparencia reportaron como que yo fui, pero no tengo ningún sello en el pasaporte. Es una forma de reportar con mala fe. Los únicos viajes que sí hice fue a Cuba y Morena pagó sólo el boleto de avión, yo pagué todos mis gastos, ni modo que reporte lo que gasto de mi bolsa.
CORAZÓN DE IZQUIERDA
“Así como al presidente, un día me dicen que soy de izquierda y otra de derecha. Según convenga hablan de mi admiración por José Martí (escritor, político y pensador cubano, creador del Partido Revolucionario Cubano) o de mi familia”, señala la mujer que tiene una larga carrera en el sector empresarial, que pasó por el Senado de la República y que es una de las fundadoras de Morena.
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En el Senado, recuerda, la llamaban “la senadora de Cuba” y tampoco olvida que por su interés en lo que ella cataloga como “las revoluciones sociales de América Latina” decían que era una mala influencia para el presidente.
–Entonces, ¿quién es Yeidckol desde la propia Yeidckol?
–Vengo de una familia muy conservadora, es cierto. Siempre estudié en escuelas privadas, primero una de monjas y luego una mixta. Nunca quise entrar a la política y empecé en el sector empresarial. Pero desde adolescente tuve inquietudes: preguntaba sobre el Che (Ernesto Guevara, comandante de la Revolución Cubana) y mandaban a llamar a mi mamá para acusarme. Me encanta la filosofía y la historia de las revoluciones sociales, admiro profundamente a comunistas y revolucionarios y no siento que sea comunista, apenas una admiradora. Pensé que desde la política podría generar cambios. Me parece inaceptable que sea la misma izquierda quien critique esta parte de mí.
–Es una forma de dividir también y, sobre unidad, hay una polarización tremenda que a veces es fomentada desde el discurso presidencial. ¿Qué piensas?
–Es mucha mercadotecnia. Mucho marketing. Por el presidente votaron 53 millones de mexicanos, llegó a tener casi el 90% de aceptación. Creo que la mayoría está a favor de lo que hace el presidente y hay un pequeño número de panistas y reaccionarios que hacen mucho ruido.
–Viene la elección de 2021, ¿por qué es importante resolver los conflictos internos de Morena antes de empezar esta nueva etapa?
–Primero tenemos que darle confianza a los votantes y escoger muy bien a los candidatos. Debemos conservar la mayoría en el Congreso para que el presidente pueda seguir haciendo su tarea. Tenemos la obligación de ganar la elección si queremos un cambio verdadero y para eso es indispensable que el partido tenga una buena dirección.
@AleCrail