Comercio informal en el Metro. (Cuartoscuro)
EMEEQUIS.- Cepillos, ligas, impermeables, series, chicles, periódicos, plumas, chocolates, series navideñas, pomadas, galletas, agendas, cremas y cualquier artículo de novedad que llegue a la mente fue anunciado en voz de Patricia Martínez Rentería al interior de los vagones del Metro capitalino. Treinta y cinco años de trayectoria como vagonera y un lustro como “leona en manada” la respaldan en un trabajo que ilustra la vida de quienes tienen un trabajo informal en México.
“Creo que es obvio que no me levanté un día y dije wow quiero ser vagonera. La mayoría de las personas venimos de familias disfuncionales y la informalidad no la eliges, la vida te lleva a ella”, cuenta Patricia en entrevista con EMEEQUIS durante la presentación del Segundo Encuentro Constituyente.
Patricia salió de su casa muy joven, a los 17 años. Buscaba un mejor futuro pero un año después, sin redes de apoyo, sin que su madre le hablara y con una pareja que resultó ser como su padre y la maltrataba físicamente, se encontró en una situación peor pues tenía un bebé en brazos y estaba embarazada nuevamente.
“Estaba con mis niños, uno en brazos y otro en el estómago y decía, a dónde voy, qué hago, tengo que vivir por mí y por ellos y entonces me acordé que ahí en la colonia donde vivía, muchos vendían en el Metro y fui a buscarlos para tener un trabajo”, relata.
Fue así como “con criatura en mano”, Patricia se adentró, desde 1989, en los vagones de la limusina naranja para vender.
“El primer día sentía que se me caía la cara de vergüenza, sentía que era lo peor que podía hacer pero poco a poco me sentí acompañada y apoyada conforme avanzaba en mi embarazo. Me decían ‘yo te ayudo, dame al niño, yo vendo en unas vueltas para que no te canses tanto’. En ningún otro trabajo me hubieran aceptado en esta condición”, sentencia.
Trabajar en los vagones se convirtió entonces en la mejor opción para sostenerse económicamente y ser madre, manteniéndose en las filas de la fuerza laboral informal que si bien no es una novedad, se mantiene como una tendencia que es la base de la economía mexicana.
Sobre esto alertaron recientemente las organizaciones civiles Oxfam México y México, ¿cómo vamos? tras presentar el informe “El laberinto de la informalidad” en el que se explicó que el 54.3% de las personas trabajadoras en el país no cuentan con acceso a seguridad social.
INFORMALIDAD LABORAL, ENTRE PREJUICIOS Y MITOS
“Desde que empecé a trabajar tenía dos bebés y me sentí atada a este trabajo porque ¿con quién dejaba a mis hijos? ¿Cuándo tendría tiempo para verlos si me la pasaba trabajando para que tuvieran qué comer? La mayoría de las mujeres que trabajamos como vagoneras tenemos una historia similar: somos madres solteras. Vivimos en un México que se oye muy bonito en las leyes que dicen que castigarán a los hombres que no cumplan con su paternidad pero estamos muy lejos de esa realidad y mientras, ¿qué nos queda? Nos queda la responsabilidad de sacar adelante a nuestras familias.
“Actualmente, yo soy una persona que se acerca a la tercera edad pero aún soy muy joven para que el gobierno me dé alguna pensión, pero soy muy vieja para una empresa. ¿A dónde vamos todas nosotras, qué hacemos? ¿De qué vivimos? Es una lucha de muchísimas situaciones entre los prejuicios, la informalidad y la violencia”, sentencia Patricia.
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Para los analistas de México, ¿cómo vamos? y Oxfam México ésta es una de las razones principales por las que es urgente hablar de la informalidad laboral desde una perspectiva sin prejuicios por lo que durante la presentación de los datos también expusieron algunos de los mitos más reconocidos en torno a esta fuerza de trabajo, tales como que la informalidad sea una decisión personal, que no paguen impuestos, que todas las personas son iguales o que se dediquen a actividades ilícitas y se “aprovechan” de los servicios que las personas que “sí pagan impuestos” proveen.
“Nunca puede ser una elección renunciar a sus derechos, porque la seguridad social es eso, un derecho no se trata de ningún privilegio”, dijo Alexandra Hass, directora Ejecutiva de Oxfam México durante la presentación del informe.
Por su parte, Sofía Ramírez, directora de México, ¿cómo vamos? explicó que la informalidad es una falla del Estado y está asociada a la pobreza laboral por lo que si el Gobierno realmente busca mejorar la calidad de vida de las personas que son más vulnerables, debe atenderse el tema con urgencia.
En el gráfico presentado por las dos organizaciones a partir de datos del Inegi puede observarse que las mujeres tienen una mayor presencia en todas las áreas del trabajo informal.
En respuesta a otro de los mitos que gira en torno a la informalidad laboral está en que todas las personas son iguales e incurren en actos delictivos, tema sobre el que respondieron ambas organizaciones que las personas informales son consideradas también aquellas profesionistas que son contratadas en esquemas de honorarios para no tener un contrato formal y no se les otorgan las prestaciones necesarias.
“No, no es algo que se elija”, dice Patricia sobre trabajar en la informalidad, “es muy duro y debes ponerte una ‘armadura’ de fuerte, porque trabajando en esta área te enfrentas a mucha violencia por parte de los policías y de algunos usuarios que te patean, empujan y te consideran ‘menos persona’. Dicen que no pagamos impuestos, pero si nos regularizaran yo estaría encantada porque seguramente pagaríamos menos que las cuotas que damos y las multas sin recibo del juzgado cívico. Generalmente, cuando los policías te detienen no pueden comprobar que estás vendiendo y te tratan peor que a quienes sí están robando, los policías bien que los conocen y nosotras somos quienes quedamos criminalizadas”.
El trabajo de las personas vagoneras que venden de manera ambulante diversos artículos está estipulado como prohibido en el artículo 230 del Reglamento de la Ley de Movilidad capitalina pero la colectiva que representa Patricia, Leonas en manada, busca que se dignifique el trabajo que actualmente está integrada por más de 100 mujeres que trabajan al interior del Metro, logró constituirse como una asociación civil para buscar una mejor defensa de sus derechos.
“Luego de los movimientos feministas, nosotras vimos a las muchachas jóvenes cómo se organizaban, ellas no nos dejaron integrarnos a sus grupos pero decidimos que nosotras seguiríamos ese modelo y con el paso de estos años, organizaciones como Constituyentes nos arroparon y hemos aprendido otras formas de defendernos sin que tengamos que llegar a los golpes como suele ocurrir en los vagones del Metro”, relata.
En la actualidad, Patricia, junto con nueve compañeras lograron que se les otorgaran 10 locales comerciales para poder vender ya no de forma itinerante.
“Ahorita ya no vivo con el Jesús en la boca de que me agarren, trabajo en el Metro Jamaica, pero todavía muchas compañeras vagoneras no viven con esa tranquilidad todavía y con ellas está la deuda, todas queremos un trabajo digno para poder vivir en paz, nuestras familias merecen esa paz”, responde.
Foto Patricia Martínez Rentería tomada por Frida Mendoza
¿CÓMO COMBATIR LA INFORMALIDAD? ONGS RESPONDEN
Las organizaciones civiles expresaron que el modelo de informalidad laboral es insostenible pues es injusto con las personas trabajadoras y muchos empleadores, incluyendo al gobierno, se benefician de esta desprotección por lo que urgieron a medidas más eficaces por parte de las autoridades, tales como:
- Una inspección laboral fortalecida
- Seguros temporales de desempleo
- Un sistema de seguridad social sostenible desde un aumento a las contribuciones y mayores recursos a partir de reformas fiscales
- La inminente transición a un sistema universal de seguridad social
- Implementar un Sistema Integral de cuidados presupuestalmente robusto
- Flexibilizar los criterios para que más personas, sobre todo en el sector informal, puedan obtener cuentas de ahorro para el retiro
- Políticas públicas que mejoren los ingresos de las personas en informalidad laboral
“Es una deuda con la sociedad poner un alto a la informalidad laboral”, finalizaron.