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“Es incómodo y desgastante”. Así acosaron simpatizantes de AMLO a Raúl Olmos, autor de “La Casa Gris”

“Yo nunca había recibido la cantidad de señalamientos, denostaciones, incluso insultos”, dice Raúl Olmos sobre los ataques recibidos tras la investigación de “La Casa Gris”. En el libro se narra cómo una nota de EMEEQUIS sobre el nieto de AMLO nacido en Houston sirvió de pista.

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EMEEQUIS.– Ataques, insultos, denostaciones y un acoso general en las redes sociales. Ese fue el costo que Raúl Olmos pagó por publicar una investigación periodística que cuestionó la autenticidad de las dos banderas principales con las que el presidente Andrés Manuel López Obrador legitima su estilo de gobierno: la austeridad y el combate a la corrupción.

“Yo nunca había recibido la cantidad de señalamientos, denostaciones, incluso insultos, y me llamó mucho la atención porque, bueno, se trataba no de la sociedad en general, sino de gente con simpatías abiertas o incluso yo diría hasta con vínculos con el obradorismo, lo cual entonces es entendible, lo que quiere decir es que dimos en un punto sensible, que la investigación dio en un punto que le dolió al propio presidente”, explica el periodista de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI). 

Olmos charla con EMEEQUIS a propósito de la publicación de La Casa Gris, un título que Penguin Random House ha puesto en circulación esta primavera bajo el sello de Grijalbo. 

El libro constituye, según explica el autor, “una pieza más articulada” del reportaje que en el mes de enero se difundió a través de la plataforma de Latinus y que sacudió los cimientos coloniales de Palacio Nacional, al revelar que el hijo de Andrés Manuel López Obrador y su nuera habían vivido en una mansión en Houston, la cual pertenecía a un alto ejecutivo de Baker Hughes, empresa contratista de Pemex.

Raúl Olmos explica los retos que enfrentó para el desarrollo de la investigación, las fuentes, los cabos sueltos y las pistas que siguió, una de las cuales fue aportada por EMEEQUIS, según detalla el periodista: la nota publicada el 14 de enero de 2020  en este medio sobre el nacimiento del nieto de AMLO en Houston.

La pista que aportó EMEEQUIS es mencionada en el libro.

DOS FUENTES DE PRESIDENCIA

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Relata que el reportaje sobre la mansión del ejecutivo de Baker Hughes en la que vivía el hijo la nuera de AMLO se originó en dos fuentes que lo buscaron:

“Un par de fuentes de la Presidencia de la República me contactaron. Una de ellas, para contarme algunos detalles que esa fuente consideraba que no estaban siendo correctos en la Oficina de la Presidencia, pero se enfocaba básicamente en el secretario particular de López Obrador, Alejandro Esquer. Decía que Esquer tenía muchos beneficios para sus familiares, para sus conocidos, para sus allegados, que le parecía injusta la forma en que se estaba dando el trato a otros empleados. Digamos que el señalamiento era sobre Esquer”.

Sin embargo, pronto emergieron detalles advertían a Olmos que estaba frente a un noticia más grande:   “Conforme fui cultivando esta fuente, y una más que contacté ahí, un día me cuenta que la hija de Esquer (Carmelina Esquer) se había mudado a Houston, eso es algo que se hizo público y que publicaron distintos medios. Le dije, ¿y por qué? Respondió, bueno, pues se necesita una persona de confianza en Pemex Internacional. Y me dijo: no sólo ella, también se mudó por las mismas fechas José Ramón”.

Ese fue el principio: “Para cualquiera, el hijo mayor del presidente es algo interesante. Y viendo las redes sociales de la pareja de José Ramón, uno veía que vivía en una residencia muy ostentosa, amplia, que contrastaba con el discurso presidencial. Me puse a indagar las propiedades. Fue una labor, lo cuento en el capítulo dos, una labor de rastreo para indagar dónde estaba la propiedad”. 

LA PISTA QUE APORTÓ EMEEQUIS

“Ahora hay una parte que parece importante y además atañe a ustedes, que publicaron en su momento, cuando nació el nieto de Lopez Obrador la referencia de que el parto había sido en Houston y de que al parecer la casa donde residían estaba en Walders. Es decir, una serie de claves que ustedes dieron en EMEEQUIS que también, a mí en lo particular, me fueron útiles para tratar de estructurar las pistas que tenía, junto con las fuentes”, expone Raúl Olmos.

En la página 54 del libro, el autor lo expone así:

“Acostumbrada a ventilar su vida privada, Carolyn Adams, la pareja de José Ramón López Beltrán, ya había difundido desde finales de 2019 en sus redes sociales fotografía y referencias de una casa que ambos habitaban en algún lugar de los Estados Unidos, pero no aportaba detalles de la ubicación. En algunas de las imágenes posó en un estado de avanzado embarazo. Cuando en enero de 2020 nació el primer nieto del presidente, la revista digital Emeequis informó que el parto había sido en una clínica de Houston, Texas, donde radicaba la mamá. La publicación aventuró que la casa de Carolyn estaba en la zona residencial de Woodlands, donde políticos y empresarios mexicanos han ocupado enormes mansiones. Emeequis redondeó su nota asentando que la nuera de AMLO era hija de una ciudadana brasileña y un estadounidense de Kentucky”.

“Con la pista que nos dió el informante de la Presidencia seguimos la hebra, y se siguió amarrando con los datos de colegas como ustedes que dieron a conocer a la primicia aquella del nieto”.

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COMPARANDO MANSIONES

Raúl Olmos explica que no fue nada sencilla la labor de identificación de la casa habitada por José Ramón López Beltrán y Carolyn Adams. Finalmente fue el peculiar estilo de la alberca el aspecto que resultó determinante para la ubicación de la propiedad:

“Fue un rastreo fastidioso, porque como no tenía la ubicación, pues lo que hice fue hacer comparativos de fotografías de Instagram, con fotografías de propiedades en Houston, hasta que la localicé. Digamos que la clave fue la alberca, el vidriado como veneciano que tiene la alberca, fue el elemento que me permitió cotejar que era la misma casa que finalmente localicé”.

Lo siguiente fue expurgar los registros oficiales: “Después de que supe donde estaba la casa, fui a los registros y fue cuando me topé con que el dueño de la casa era un señor Keith Schilling, y que coincidía con el nombre de un alto ejecutivo de Baker Hughes”.

Sin embargo, Raúl Olmos no se precipitó, a pesar de que ya tenía el presentimiento de que estaba frente a algo grande: “En todas las casos donde hay nombres, lo primero que tenemos que hacer es despejar que no se trate de homónimos, y eso fue una parte complicada porque había varios Keith Schilling, hasta que finalmente corroboré que el que aparecía allí era el ejecutivo de Baker Hughes”.

La corazonada se había confirmado: “Eso de inmediato me prendió –recuerda el periodista–, dije: ¡Wow! ¡Esto es potencialmente una muy buena nota! Porque, que estén ocupando ya sea rentada, ya sea prestada, ya sea en las condiciones que sea, una casa de un alto ejecutivo de Baker Hughes, que es contratista multimillonario de Pemex, pues eso sin duda es una señal de alerta de posible conflicto de interés. Y ese es digamos, el punto al que llegué, y luego ya integramos a colegas de Latinus, sobre todo para hacer el trabajo de campo”.

CONFLICTOS DE INTERÉS

Latinus publicó el reportaje de Raúl Olmos con el titular “Así vive el hijo mayor de AMLO en Houston” pero, como se sabe, la comunidad virtual bautizó al palacete como “La Casa Gris”, que finalmente daría al título del libro que extiende la investigación original a otros puntos oscuros de relación de la  familia presidencial con contratistas de Pemex. 

El autor expone los propósitos del volumen: “La intención del libro es mostrar distintas  conexiones, implicaciones, otros puntos, digamos, conductas cuestionables, otros posibles casos de de conflicto de interés y posible tráfico influencias, compadrazgo, manejo de recursos de procedencia desconocida, es decir, una serie de conductas que por tiempo, por espacio, en la investigación original no sé no se expusieron a plenitud. Esa es, digamos, una de las intenciones, el profundizar”.

Pero eso no es todo: “La otra es que, como siempre ocurre en prácticamente todas las investigaciones periodísticas, siempre quedan cabos sueltos o hebras para jalar y para investigar. Por eso siempre considero que todos los reportajes son trabajos inacabados, porque quedan muchas piezas por armarse, por articularse. Entonces con esa idea decidí emprender la escritura de este libro, una pieza un poco más articulada”.

El periodista deja al final una de las motivaciones que en realidad parecen centrales: “Ahora, un elemento adicional era que, recordarás que cuando se publicó el reportaje, hubo pues muchos cuestionamientos, dudas, críticas incluso ―lo cual se agradece también como como periodista, pues estamos en la vitrina y ni hablar, a eso estamos expuestos―, entonces yo quería de alguna forma explicar cómo se había realizado esta investigación, contar cuál fue la participación de cada una de los de las partes que jugamos en esa investigación, y para despejar dudas, precisar puntos que despertaron suspicacias al momento de la publicación”.

Olmos se refiere a las descalificaciones por parte del obradorismo, comenzando por el presidente, que en público relativizó la espinosa situación expuesta por el reportaje, las críticas de miembros del oficialismo que como estrategia arguyeron que no se configuraba un conflicto de interés. 

Foto de la mansión. (Latinus).

“Cuestionaban –rememora el comunicador– que no estaba totalmente probado el conflicto de interés, que se trataba de una renta. Ese fue, digamos, el alegato de la autoridad. Lo que yo alegaba en aquel momento era que a los periodistas no nos toca determinar conductas, nosotros describimos, exponemos datos, y la autoridad pues es la que está obligada, con base en esos indicios, determinar si hay o no una conducta irregular”.

El libro, de hecho, revela más casos de potencial corrupción, por enunciarlo en términos de la corrección ética exigida a la prensa, aunque pasada por alto en los discursos cotidianos y reiterativos del poder. 

El autor refiere: “Encontré más elementos, vínculos, que apuntan a conflicto de interés. Por ejemplo, uno que me parece muy poderoso es que Carolyn Adams se asoció para crear una empresa con un contratista de Pemex, y ese contratista de Pemex, además, es representante de negocios en México de una empresa en la que tiene participación accionaria Baker Hughes”.

Detalla: “Ahí ya hay, digamos, el conflicto de interés es cada vez más claro, sobre todo porque cuando dimos un adelanto del libro, salió Carolyn Adams a decir que efectivamente ese empresario, que era su socio, no solamente era su socio, sino que además era su mejor amigo. Y luego José Ramón también dio un tweet donde dijo: ‘Eduardo Arratia es mi amigo y compadre de Carolyn’.   O sea el socio, el personaje que es contratista de Pemex, que tiene vínculos de negocios con una empresa que en la que tiene participación accionaria Baker Hughs, no nada más es socio de Carolyn, la nuera del presidente, sino también su mejor amigo y su compadre. Y eso pues puede configurar incluso un posible tráfico de influencias. Es donde yo digo que la autoridad estaría obligada a investigar. Nosotros como periodistas aportamos indicios y la autoridad debería, de manera responsable, pues por lo menos tomar nota, checar si  las condiciones en las que se dieron beneficios a este empresario que, insisto, es socio amigo y compadre de la nuera del presidente y del hijo, además”.  

EL ATAQUE EMOCIONAL

En los días posteriores a la publicación del reportaje sobre la casa en la que vivía el hijo de López Obrador, Raúl Olmos tuvo que cerrar sus cuentas de redes sociales, debido al acoso del que fue objeto por parte de las redes de fieles al AMLO. Ahora ha tenido que hacerlo de nuevo, pues la publicación del libro ha alimentado de nuevo la inquina.

Olmos confiesa que no estaba preparado al principio para un ataque semejante: “Para mí fue algo muy novedoso, yo nunca había recibido la cantidad de señalamientos, denostaciones, incluso insultos, y me llamó mucho la atención porque, bueno, se trataba no de la sociedad en general, sino de gente con simpatías abiertas o incluso, yo diría, hasta con vínculos con el obradorismo, lo cual entonces es entendible, lo que quiere decir es que dimos en un punto sensible, que la investigación dio en un punto que le dolió al propio presidente porque se cuestionó su discurso de austeridad y de combate a la corrupción, que son los dos ejes  en los que ha girado su su discurso político. Tambalearles ese discurso, pues sin duda los sacudió, les dolió”. 

Explica que, hacer enojar a los poderosos, al gobernante, no es el objetivo del periodista,  pero sí “incomodar al poder, sin duda, por una cuestión de estar fiscalizando, vigilando que se comporten adecuadamente”.

Lo cierto es que sí los hizo enojar. En la parte inicial de La Casa Gris, el propio Olmos explica cómo López Obarador se hallaba fuera de sí, en los días posteriores a la publicación del reportaje, tratando de encontrar a los culpables de la filtración.

Para Olmos, que en el pasado destapó casos igualmente espinosos relacionados con otros presidentes en funciones, fue un sorpresa la virulenta reacción de las huestes obradoristas:

 “A mí me sacudió mucho porque, al contrario, yo lo que en experiencia profesional había venido recibiendo era sobre todo reconocimiento de mis lectores, que decían “oye, muy bien”, por ejemplo en el Caso Odebrecht me tocó investigar, pues decían, “wow, fue adelante de la Fiscalía, supo antes que que la autoridades”. Entonces eso es muy satisfactorio. En el caso Fox, pues cuando yo evidencié los negocios que hizo, cómo creó una petrolera, cómo creó una serie de negocios, igual, muchos obradoristas decían “Wow, Raúl es bien entrón”. Entonces sí fue una sacudida muy fuerte, a mí me dolió, incluso hubo un momento en que cerré mis redes sociales, sí te altera o te afecta emocionalmente”.

Ahora ya sabe y conoce la naturaleza de esos embates, y sabe que “es incómodo y hasta emocionalmente fuerte, desgastante”. Pero eso no le impide hacer sus investigaciones:

“Con el tiempo ya me fui haciendo a la idea y dije, bueno, pues ni modo de dejar de hacer las cosas. Porque eso también ha ocurrido, que algunos colegas, por miedo a ser expuestos o lapidados públicamente, incluso desde la tribuna presidencial, evitan meterse ahora sí que en camisa de once varas. Ya ves que el presidente hasta una vez dijo el presidente, ‘si se portan mal pues así les va’. Yo creo que me porté mal”.

Raúl Olmos reabrió sus cuentas de redes sociales, después de los ataques derivados de la publicación del reportaje. Pero el libro despertó de nuevo la ira oficialista  “Ahorita las volví a cerrar porque hubo otro episodio, ya no tan rudo como aquel, pero por salud mental y emocional. Y a seguir adelante sin que te influya ese tipo de cosas”.

@estedavid



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