Por Hugo Maguey / Ilse Valencia / Frank Medina
EMEEQUIS.– La palabra dieta es definida por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura como: “Mezcla de alimentos sólidos y líquidos que un individuo o grupo consume. Su composición depende de la disponibilidad de los comestibles, su costo, valor cultural y de los hábitos de quienes los ingieren”. Sin embargo, socialmente se le ha asociado a la restricción de comida con miras a perder masa corporal.
Someterse a un régimen sólo porque está de moda en las redes sociales o porque lo recomendó un médico no especialista en nutrición o por un nutriólogo al que sólo le importa la disminución de peso implica un grave riesgo para la salud, como bien sabe la abogada y activista Shandal Jasso Rodríguez.
VIOLENCIA ESTÉTICA
A los 16 años, Shandal desarrolló hipertiroidismo. Para evitar daños a su salud le dieron tratamiento con yodo radiactivo, motivo por el que comenzó a ganar kilos. “En consulta una doctora me dijo: ‘no tienes dignidad, ¿qué estás esperando para bajar de peso?’. Recuerdo ese momento como algo muy doloroso”.
La violencia estética y los estereotipos de delgadez, sumados a esa experiencia, impactaron psicológica y emocionalmente a Shandal, quien comenzó a hacer dietas. “Caí con nutriólogos que hasta me inyectaron cuando llegué a un punto donde ya no adelgazaba más. Hice dietas keto, paleo y alguna vez seguí un régimen que consistía en ingerir sólo yogurt y almendras, el cual vi en un libro de un doctor que, según, sabía mucho”, narra.
“Cuando prescribimos un plan de alimentación lo hacemos para un paciente en específico, no es para cualquier persona. El riesgo de seguir la dieta de moda en redes sociales es que muchos pacientes desconocen sus patologías, no saben cómo manejarse o incluso están sanos y se predisponen a una dislipidemia”, explica Andrea Martínez Ocampo, académica de la licenciatura en Ciencia de la Nutrición Humana, en la Facultad de Medicina de la UNAM.
Sin ser profesionales en el área, hubo internistas, médicos generales, ginecólogos, neumólogos y fisioterapeutas que le recetaron dietas a Shandal, e incluso hubo nutriólogos que sólo buscaban hacerla bajar de peso sin considerar otros aspectos. “Dejaban de lado mi vida, la tiroides y me sometían a restricciones. Los regímenes no eran sostenibles y caía en atracones, abandonaba las dietas y cada vez era peor”, recuerda.
La especialista Andrea Martínez Ocampo recomienda: “Si tu nutriólogo te está matando de hambre, cámbialo. Imponer y no escuchar a tu paciente es poco profesional, hay que buscar siempre un punto medio”. Foto: UNAM.
LOS PELIGROS DE LAS DIETAS
Shandal acudió con una nutrióloga que, por 4 mil pesos mensuales, le prometía disminuir de medidas mediante una dieta keto. Andrea Martínez explica que las dietas cetogénicas consisten en disminuir los carbohidratos, lo cual aumenta el consumo de grasas y proteínas. “Dicha merma eleva el colesterol, los triglicéridos y predispone a la persona a desarrollar hipertensión arterial y problemas con la glucosa”.
Debido a estas prescripciones, Shandal sufrió dolores de cabeza, estrés, mal humor, cansancio, debilidad y atracones. “Mientras me trataron de la tiroides mis análisis médicos siempre salieron bien. No obstante, siempre me exigían bajar de peso por esa creencia de que, si tienes un índice de masa corporal por encima del establecido (y que fue modificado a la baja), morirás de cáncer, diabetes, resistencia a la insulina o de un infarto. Por ello me sometían a inanición y a subalimentarme, porque no me ajustaba a un índice que, además, nunca he tenido”.
La especialista universitaria recomienda: “Si tu nutriólogo te está matando de hambre, cámbialo. Imponer y no escuchar a tu paciente es poco profesional, hay que buscar siempre un punto medio”.
Cuando iba a embarazarse, un endocrino y un médico no pesocentrista le hicieron saber a Shandal que era resistente a la insulina como consecuencia de tanto subir y bajar de peso por las dietas. Esto fue doloroso para ella porque “buscando la salud me hice daño”.
Además, también afectaron su vida social, pues a veces prefería no comer fuera de casa por no poder consumir lo que había en el menú de los restaurantes. Pese a esto, su familia y amistades le aplaudían por mantener un régimen alimenticio tan estricto.
Shandal acudió con una nutrióloga que, por 4 mil pesos mensuales, le prometía disminuir de medidas mediante una dieta keto. Foto: UNAM.
POR UNA ATENCIÓN NO PESOCENTRISTA
La última experiencia desagradable de Shandal fue con un doctor que, sin indagar sobre ella o su historial médico, le dijo que necesitaba un psicólogo o psiquiatra para bajar de peso y, de no lograrlo, que se hiciera una cirugía bariátrica. “Me afectó mucho porque no nos merecemos este trato estigmatizante, discriminatorio y con sesgo”.
La dieta no debe asociarse con la restricción de alimentos, debe implicar la atención integral de un especialista preocupado por la salud del paciente. “El nutriólogo te enseña a comer. Te estoy explicando y estás aprendiendo”, comenta Andrea Martínez.
Sin embargo, Shandal hace el recordatorio de que “con la cultura de dieta nos alimentamos con reglas externas, desconectándonos de nuestras señales de hambre y saciedad. Regresar a nuestra sabiduría interna y consciencia interoceptiva requiere tiempo, deconstrucción y debe ser a lado de un especialista no centrado en peso”.
Debido a todas estas experiencias, Shandal Jasso se convirtió en activista, estudiante de nutrición y fundó la Asociación por la Liberación Corporal y Alimentaria para Iberoamérica (ALICYA), en la que ya cuentan con más de 400 profesionales de salud en su directorio. Además, exige a quienes se dedican a la nutrición no centrarse en el peso. “Somos más que nuestro cuerpo y podemos ser sanos tal y como somos. Puedes mejorar si consumes frutas y verduras, si duermes lo que debes, si dejas de tomar o si disminuyes tu estrés, pero no te sometas a una dieta que afecte tu salud física, mental y emocional”, concluye Shandal.
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