Por Sandra Delgado / Erik Hubbard / Nycol Herrera
EMEEQUIS.– Uno de los momentos más esperados y divertidos del año es cuando se coloca el árbol de Navidad, aunque poco pensamos en su impacto ambiental. Existen regiones de bosque en todo el país dedicadas a satisfacer la demanda nacional de estos adornos decembrinos. Ahí, los productores venden ejemplares certificados bajo el compromiso de que sembrarán lo talado a fin de evitar la deforestación.
“Para este propósito se utilizan coníferas, usualmente del género Pinus por su color y aroma, o abetos, que tienen un verde más oscuro en sus hojas y ramas más pegadas, lo que permite colgar más cosas. Estas plantas de tallo leñoso no sólo producen oxígeno, sino mantienen la humedad del entorno, algo que en épocas de sequía es útil”, afirma Daniel Piñero Dalmau, del Instituto de Ecología de la UNAM.
A decir de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, durante el tiempo que los árboles están en la plantación (entre cinco y diez años) sirven de refugio para animales, ayudan a la recuperación del suelo, facilitan la filtración de agua, capturan carbono y, por tanto, ayudan a mitigar el cambio climático.
Sin embargo, también pueden generar impactos ambientales negativos en tres momentos: en su producción debido a la gran cantidad de fertilizantes usados para promover su crecimiento (dichas sustancias generan CO2 que va a la atmósfera), en su traslado y en su desecho.
De los dos millones de árboles naturales comprados en México en 2021, más de la mitad provinieron de Estados Unidos y Canadá, según cifras del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias. Esto incrementa la huella de carbono, por lo que lo más recomendable es que nuestro árbol venga de bosques locales regulados por la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR).
La CONAFOR cuenta con un directorio de árboles de Navidad en distintas entidades del país, por lo que adquirir uno a través de estos productores es garantía de prácticas sustentables. Es necesario que al término de su vida útil llevemos nuestro pino o abeto a uno de los centros de acopio para que sea triturado y convertido en composta.
“Debemos utilizar, aprovechar y gozar la naturaleza. Lo ideal es mantener los ecosistemas y su diversidad de forma permanente, por lo que si optamos por un árbol natural lo mejor es que al término de su vida útil sea usado como fertilizante en la agroecología”, indica Piñero Dalmau.
Los árboles navideños tiene un impacto ecológico al adquirirlos y desecharlos. Foto: Erik Hubbard.
LA OPERACIÓN MACETA
Según el espacio asignado, también podemos optar por un árbol en maceta, adornarlo con esferas y disfrutar de él hasta por una década.
En caso de elegir uno artificial, para disminuir su impacto ambiental debemos usarlo muchos años, ya que en su fabricación se utiliza metal cubierto con una película plástica de policloruro de vinilo (PVC) que genera impactos ambientales negativos durante su producción y disposición final.
Fabricar un árbol navideño de plástico, explica Carlos Antonio Rius Alonso, de la Facultad de Química de la UNAM, comienza por generar una película de PVC obtenida mediante un proceso llamado “calandrado”, lo cual se logra con una máquina que pasa una impresión en PVC para sublimación. De esta forma se pueden generar de 10 a 20 toneladas de dicho material al día.
Directorio de árboles navideños de la CONAFOR (click en la imagen).
Una vez obtenida una película de PVC de dos metros aproximadamente, se corta en tiras para pasarle un alambre que se tuerce para formar ramas con hojas. Ya con esto el árbol está listo para armarse y desarmarse.
“Se puede reciclar el material, pero tendría que ser de forma artesanal ya que es necesario separar las hojas de PVC del metal enroscado. Sin embargo, como estos productos se desechan completos y terminan en tiraderos, su metal se oxida y contamina el suelo”, sostiene Carlos Antonio Rius Alonso, de la Facultad de Química de la UNAM.
Una odisea familiar. Foto: UNAM.
Para que este tipo de adorno tenga un impacto positivo en el ambiente, puntualiza el académico, se debe usar al menos durante 20 años para que el impacto en los recursos naturales requeridos en su fabricación sea similar al de cortar un árbol natural cada año.
A esto también se suma la huella de carbono de su traslado, dice, ya que el 80 por ciento de la producción se hace en China y el barco que transporta estas mercancías recorre miles de kilómetros. “En las últimas décadas se ha trabajado en obtener plásticos biodegradables, pero sus costos todavía son altos. Para que dichos insumos sean económicos pasarán diez o 15 años; por ahora debemos seguir el sistema de recolección que tiene México en cuanto a la separación de basura: orgánica, inorgánica y clasificación en plásticos”, comenta.
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