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Serénense artistas. Los cineastas frente al ala dura de la 4T

Luego de haber logrado, por lo pronto, salvar al FIDECINE, la comunidad de cineastas (Cuarón, Del Toro e Iñárritu incluidos) se prepara para que no “le hagan de chivo los tamales”. Preocupa particularmente la posición dura de Irma Eréndira Sandoval.

Por Emequis
5 / 25 / 20

EMEEQUIS.– Errores de comunicación, intereses personales y una fuerte disputa interna entre sectores de Morena estuvieron a punto de derribar uno de los pilares de la cinematografía mexicana, el FIDECINE (Fondo de Inversión y Estímulos al Cine) del que depende buena parte de la producción nacional.

Desde julio de 2018, la gente de cine en México ha pasado de la celebración por el triunfo de Andrés Manuel López Obrador y el entusiasmo por lo que se anticipaba como una nueva edad de oro propiciada por políticas progresistas favorables a las artes (justo en el momento en que compatriotas como los directores Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu y el fotógrafo Emmanuel Lubezki han acaparado los más relumbrantes premios internacionales), a decepcionarse al comprobar que el nuevo gobierno no parece ver al sector como una fuente de empleos y prestigio para México sino como una caprichosa carga financiera; y de ahí, a espantarse e indignarse por repetidos amagos de erosionar o eliminar los mecanismos de mecenazgo artístico del Estado, que fueron construidos a lo largo de décadas de luchas y disputas con burócratas del PRI y del PAN, es decir, con partidos considerados desdeñosos –si no adversarios– de la cultura.

Si en el pasado las comunidades artísticas tuvieron que movilizarse para presionar a administraciones conservadoras para ganar espacios, ahora se ven obligadas a tragarse la sorpresa y organizarse para defenderlos de quienes creyeron sus aliados. 

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“Todavía los tenemos”, afirma Víctor Ugalde, director, guionista y activista cultural, que conoce a profundidad los entresijos de la política cinematográfica de varios sexenios. En su perspectiva, son aliados los legisladores Mario Delgado y Dolores Padierna, nada menos que quienes impulsaban la iniciativa que se proponía desaparecer 44 fideicomisos federales, entre ellos FIDECINE. Después de una semana de protestas y tensiones, Delgado, coordinador de los diputados de Morena, y algunos de sus compañeros conversaron el jueves pasado con alrededor de 70 cineastas, a través de una plataforma de internet, y accedió a detener el proceso de dictaminación del proyecto, comprometiéndose a organizar mesas de trabajo con los sectores involucrados y, sobre todo, a proteger FIDECINE.

Con Dolores (Padierna) también nos podemos entender si nos sentamos a hablar”, asegura Ugalde. Su creencia se materializó al tiempo en que estábamos conversando: la diputada en principio pareció reacia a permitir la paralización de la iniciativa, pero el viernes por la tarde, ella y Delgado firmaron un tweet de su fracción parlamentaria confirmando el acuerdo de su coordinador con los cineastas

“¡Que no nos hagan de chivo los tamales!”, alertan sin embargo miembros de la comunidad cinematográfica. Ya son varias las ocasiones en las que se han ido a la cama tranquilos, pensando que se habían desechado propuestas similares, sólo para despertar con nuevos intentos a través de otras vías

A TABLA RASA

Es lo que pasó en esta ocasión: la Ley de Austeridad Republicana ha barrido con numerosos fideicomisos, pero se detuvo con algunos que estaban protegidos por otras leyes. Para concluir la labor, se requirió de una nueva iniciativa destinada específicamente a terminar con la mayoría de los sobrevivientes, incluido FIDECINE

Esto iba en contra de varios acuerdos arduamente trabajados con la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, y la directora del Instituto Mexicano de Cinematografía, la reconocida cineasta María Novaro. Ellas mismas parecieron sorprendidas y disgustadas.

Un sector de la comunidad, no obstante, se rehusó a creerles, se sintió traicionado y expresó su descontento en términos sonoros. 

Esto pudo haber debilitado la posición pro-cine mexicano: si los cineastas y gente del sector cultura en general exigen de Frausto y Novaro una representación fiel de sus demandas, el gobierno espera de ellas que los mantengan en calma y eviten problemas, y no lo estaban logrando. 

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Morenistas en el Palacio Legislativo de San Lázaro perciben que estas funcionarias navegan entre tormentas desatadas por los sectores duros del lopezobradorismo, que incluso tendrían interés en capturar sus barcos. La postura de que el 1º de diciembre de 2018 fue el primer día de una nueva era, y que por lo tanto todo lo que hubo a.C.T. (antes de la Cuarta Transformación) es corrupción y debe ser eliminado, a tabla rasa, es sostenida desde la poderosa Secretaría de la Función Pública (SFP), que además busca cortar todas las vías de gasto público que no interesan al nuevo gobierno. Esto incluye varios de los fideicomisos destinados a apoyar la cultura, pese a las objeciones de la encargada del ramo, la secretaria Frausto, quien de esta forma queda en contraposición con su colega Irma Eréndira Sandoval.

Sandoval “se extralimita en sus funciones”, acusa Ugalde, “una cosa es supervisar al Poder Ejecutivo, otra es ser el Ejecutivo”. En cuanto a Arturo Herrera, secretario de Hacienda, “yo creía que por ser de la UAM venía con más sensibilidad, pero resultó más bien itamita, los itamitas siempre nos quisieron destruir”.

Dada a emplear Twitter como si fuera una ciudadana común y no la secretaria de la Función Pública, Sandoval ha tenido confrontaciones directas con la comunidad cultural, particularmente el 19 de abril, a raíz de que se anunció que el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) no desaparecería con los fideicomisos, como se temía, y sería integrado a la Secretaría de Cultura. Acusó a los críticos de golpear por oportunismo y trató a los creadores beneficiarios del FONCA como rebeldes que se habían dejado controlar y compadres premiados por el salinismo. Ante la molestia por lo que fueron considerados como insultos proferidos por una servidora pública en funciones, devolvió un “serénense artistas”, y justificó su descripción de ese instrumento, que funcionó por 31 años, recordando que fue instituido por Carlos Salinas de Gortari. O sea, muy a.C.T.

EL (F)ACTOR MAYER

Otro actor que complica el escenario es el presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, Sergio Mayer, quien llegó a ese puesto por sorpresa. Carente por completo de antecedentes políticos, conocido por su participación en un espectáculo de desnudo masculino y en un grupo musical juvenil, algunos sospechan que Mayer obtuvo una candidatura de Morena gracias a algún acuerdo alcanzado por su suegro, el empresario priísta Jaime Camil Garza. Ya en San Lázaro, su primer intento por llegar a Cultura generó disensos, pero supo aparcar discretamente su aspiración. Entonces fue propuesto Ricardo de la Peña Marshall, un desconocido historiador, de fe evangelista y miembro del partido más débil de la coalición de gobierno, el PES, lo que generó una intensa campaña de rechazo de quienes temieron que le imprimiera valores religiosos conservadores a la Comisión de Cultura. Hoy, algunos de quienes se opusieron dicen que si lo hubieran conocido mejor, no se hubiesen opuesto a él.

Pero no lo conocían. Y como es ya común en estos tiempos, ante el impacto de su rebelión, la gente del sector se fue a dormir tranquila porque la candidatura de De la Peña se caía, y se despertó con la noticia de que Mayer llegaba a reemplazarlo como si fuera el salvador de la cultura.

El próximo año, sin embargo, se acaba su periodo. Podría tratar de conseguir la reelección, que ahora se permite para los legisladores. Pero si sabe que no será candidato o no lo tiene claro, algunos creen que su ambición es ocupar la Secretaría de Cultura, de la que, por lo tanto, tendría que salir su actual titular.

En sus primeros meses en la Comisión, Mayer llamó la atención por sus repetidos gafes en redes sociales y comentarios públicos, que reflejan una formación cultural no del todo deslumbrante. Pero en esta etapa, ha apretado el acelerador y la polémica de FIDECINE le sirvió para colocarse como una especie de árbitro facilitador del diálogo y el acuerdo

Él fue el anfitrión del encuentro virtual del jueves entre legisladores y cineastas, poniéndose la medalla de haber reunido a una parte de la jerarquía de Morena nada menos que con los tres amigos Cuarón, Del Toro e Iñárritu, quienes fueron ahí no a hacer relaciones públicas con políticos sino a reclamar su mal trato a la cultura. Pero en política, las cosas se leen distinto y todo el mundo cuenta las canicas como si las tuviera en su bolsa.

Por el momento, en todo caso, parece que FIDECINE está a salvo, aunque no se descarta que pueda tener algunos cambios, en el nombre y la estructura.

Así, algo más tranquila y en confinamiento, duerme la gente de cine por estos días. A ver cómo despierta el día después de mañana

  

@temoris

 

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