El músculo del Congreso al parecer no le fue heredado a Sheinbaum.
POR JUAN ORTIZ / LUPA LEGISLATIVA
EMEEQUIS.– El Senado aprobó en la madrugada la reelección de Rosario Piedra Ibarra al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) hasta 2029. Es una decisión que no solo se ve como un “regalo de cumpleaños” para López Obrador, sino que también representa una derrota doble para Claudia Sheinbaum.
Rosario Piedra Ibarra obtuvo la mayoría calificada con 87 votos, superando ampliamente a Nashieli Ramírez, candidata apoyada por Sheinbaum. La votación final fue contundente:
- Rosario Piedra Ibarra: 87 votos
- Nashieli Ramírez Hernández: 36 votos
- Paulina Hernández Diz: 1 voto
- 3 votos nulos
Este desenlace revela no solo una falta de control de Sheinbaum sobre el Congreso, sino también la presión de Morena por respaldar figuras alineadas con el presidente López Obrador, aunque esto implique ignorar a la candidata impulsada por la misma presidenta.
DOBLE DERROTA PARA SHEINBAUM
El apoyo a Rosario Piedra representa una doble derrota para Sheinbaum.
Primero, porque su apuesta era Nashieli Ramírez, quien encabezaba la preferencia presidencial.
Segundo, porque el respaldo de Morena a la reelección de Piedra contradice la postura pública de Sheinbaum contra las reelecciones en cargos públicos.
Ahora, su propio partido ha reelecto a Piedra, desafiando la línea que ella misma había promovido.
UN PROCESO MARCADO POR LA CONTROVERSIA
La reelección de Piedra se vio envuelta en controversia.
En la fase de evaluaciones, Piedra fue calificada como la aspirante peor evaluada. Mientras que la segunda mejor evaluada, Tania Ramírez, fue apartada de la terna final sin explicaciones claras.
Además, Piedra enfrentó un escándalo cuando se detectó una carta de apoyo falsa en su expediente, lo cual fue minimizado por la mayoría de los legisladores de Morena.
Aun así, Piedra avanzó a la terna final junto con Nashieli Ramírez y Paulina Hernández. Luego trascendió la instrucción a los senadores oficialistas para respaldar nuevamente a Rosario Piedra.
Esto evidenció a la bancada de Morena, quien había mostrado resistencias (confirmadas por Javier Corral) al inicio para luego dar un giro y defender su candidatura.
LA POLÉMICA DEL VOTO SECRETO
El método de votación para la reelección de Piedra fue objeto de disputa desde el inicio.
Aunque en estos casos se hace por cédula (papel), el ambiente se calentó tras el rumor, posteriormente confirmado por Adán Augusto como ‘una opción’, de que obligarían a los senadores oficialistas a revelar su voto para ‘evitar sorpresas’
El PAN, liderado en este tema por Ricardo Anaya, insistió en que el proceso permitiera la secrecía, solicitando el uso de mamparas para asegurar que los votos fueran emitidos sin presiones. Dicha postura encontró eco en MC, mediante el Senado Clemente Castañeda.
La propuesta fue duramente criticada por Morena y sus aliados, quienes calificaron estas demandas como intentos de “obstrucción”.
Entre críticas y acusaciones, la sesión se tornó en un espectáculo de recriminaciones mutuas, hasta que, tras varios recesos, se concretó la votación, con la mayoría oficialista cohesionada para asegurar los votos necesarios.
Al final no se garantizó el voto secreto, toda vez que se instaló una pequeña mesa con una doble función: entregar las cédulas y vigilar el voto de los senadores oficialistas.
SHEINBAUM Y EL DESGASTE DEL PODER EN EL CONGRESO
La reelección de Rosario Piedra deja en claro que, aunque Claudia Sheinbaum cuenta con una amplia mayoría en ambas cámaras, su control no es absoluto.
Esta situación refleja un fenómeno que no se vivió en el sexenio de López Obrador, donde las divisiones internas en Morena eran casi inexistentes en el Congreso.
Sin embargo, Sheinbaum parece enfrentar un escenario diferente: ya ha tenido que lidiar con posturas de Morena contrarias a sus prioridades, incluyendo su agenda laboral y otras iniciativas clave.
Durante su mandato, López Obrador logró cohesionar a Morena con una disciplina parlamentaria casi férrea, rara vez cuestionada.
En cambio, la situación para Sheinbaum parece ser más complicada, ya que se enfrenta a senadores y diputados de Morena que muestran independencia de criterio e incluso disputas internas.
Esto es especialmente problemático, ya que, en ausencia de una oposición fuerte, las divisiones en su propio partido podrían convertirse en su mayor obstáculo.
En su conferencia matutina, al ser cuestionada sobre la reelección de Rosario Piedra, Sheinbaum evitó opinar, limitándose a decir que se trataba de una decisión del Senado.
Esta respuesta escueta refleja la frustración de una presidenta que ve cómo el poder que alguna vez sostuvo López Obrador en el Congreso no le ha sido heredado.
LA NUEVA REALIDAD PARA SHEINBAUM Y MORENA
El Senado y la Cámara de Diputados están ahora ocupados por figuras que alguna vez compitieron con Sheinbaum por la candidatura presidencial.
Además, Morena sigue lidiando con tensiones internas, originadas desde su fundación, al integrar a exmilitantes de otros partidos, incluyendo PRI y PAN.
La falta de una oposición organizada y fuerte le deja a Sheinbaum pocas opciones para consolidar su liderazgo dentro de Morena, pues cualquier desacuerdo interno podría debilitar su mandato.
El caso de la reelección de Rosario Piedra es otro recordatorio de las dificultades que enfrentará Sheinbaum.
Aunque Morena mantiene una mayoría, el control sobre sus filas no está garantizado, y personajes de su propio partido podrían convertirse en obstáculos constantes para su gobierno.
Si Sheinbaum no logra unificar a Morena, no sólo su agenda legislativa estará en riesgo, sino también su liderazgo en un partido que parece estar más fragmentado que nunca.
¿Podrá Claudia Sheinbaum mantener la cohesión de Morena o se verá atrapada en las mismas divisiones internas que fracturaron al PRD en el pasado?
La reelección de Rosario Piedra deja una advertencia clara: la disciplina y el poder de control que ejerció López Obrador en el Congreso no fue heredado a Sheinbaum.
@Juan_OrtizMX