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Continuidad fue el mensaje, para bien o para mal. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– La presidenta Claudia Sheinbaum optó por hacer un homenaje a López Obrador. “El político y luchador social más grande de la historia, sólo comparable con Lázaro Cárdenas.”
Al margen de las opiniones que se puedan tener sobre esa afirmación, en lo que hay que detenerse es en que la titular del Ejecutivo decidió hacerlo en su toma de posesión.
El escenario era inédito, porque las porras corearon más al que se iba que a quien llegaba. “¡Es un honor estar con Obrador!”, retumbó en diversas ocasiones en San Lázaro. Por momentos aquello semejaba un mitin.
Pero se equivoca quien piense que eso le molesta a quien tendrá la responsabilidad de conducir al país los próximos seis años, cuando, al contrario, lo alienta y cada línea de su mensaje así lo muestra.
La mañana en San Lázaro era para la presidenta, pero optó por compartir el corte de cordón de su gobierno. ¿Poder compartido? No lo creo, pero sí un cuidado milimétrico de su relación con quien ya es un ciudadano más, aunque con la biografía de expresidente.
De ahí que no sea casual que haya iniciado su mensaje recordando el proceso de desafuero en contra del ahora expresidente en el 2005. Sí, un asunto de hace 19 años.
Esa es la piedra toral del movimiento obradorista, la que sostiene que se utilizaron todas las triquiñuelas posibles para evitar la candidatura de López Obrador primero y para despojarlo de la presidencia de la República después, por medio de un fraude electoral.
Nunca presentaron pruebas de nada, pero los mitos fundacionales de lo que requieren es de fe.
La presidenta Sheinbaum optó por refrendar la narrativa de los últimos años, la idea de que todos los males que aquejan al país provienen del periodo neoliberal que imperó durante 36 años.
Bajo esa lógica, la oposición no importa y por ello se le ignora. Ni un gesto para sumar, para acordar.
Seis años más permanecerán, el PAN, PRI y MC, en la congeladora en lo que respecta a su relación con Palacio Nacional. Ya en alguna ocasión la presidenta de la República había señalado que si se requerían conversaciones con las minorías eso sería asunto de la fuerza mayoritaria y de la secretaría de Gobernación.
La presidenta Sheinbaum no solo defendió un legado, sino que va a profundizarlo. No existió en su mensaje crítica alguna que no fuera para los que no entienden que la Reforma al Poder Judicial es para bien, aunque la mayoría de los expertos digan lo contrario, y que la Guardia Nacional no es militar, aunque su personal sea integrado por soldados adscritos a la Secretaría de la Defensa Nacional.
Los que esperaban un viraje en el tema de la seguridad se van a llevar una decepción, o habrá que fijarse en los detalles, porque lo que anunció la mandataria suena a un recalentado al que si acaso se le añadió el tema de la inteligencia para combatir al crimen.
En todo caso, el responsable del desastre es Felipe Calderón, quien concluyó su gobierno hace 12 años.
Algo que también traza la continuidad, es que las víctimas estuvieron ausentes de las proclamas. Casi 200 mil mexicanos murieron de modo violento en los pasados seis años, hay miles de desaparecidos, y sus madres los buscan solo armadas de palas para escarbar en parajes.
¿Nada que celebrar? Al contrario, la democracia funcionó, aunque ahora se empeñen en destruirla, y gobernará una mujer por primera vez en la historia patria.
Como no es conveniente ver sólo en blanco y negro, hay que optar por tomar una copa de champagne o de cava.
Le atribuyen a Napoleón la frase de que “en la victoria se merecen las burbujas y en la derrota se necesitan”.
Es momento del descorche. Para unos porque tienen mucho que festejar y otros tantos por lo que habrán de lamentar.
@jandradej
