El trasfondo del operativo en Barcelona. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– A los narcotraficantes los atrapan porque dejan huellas, porque no resisten renunciar a ciertas rutinas. En 1997, las autoridades chilenas se dieron cuenta de que un pájaro de cuenta estaba por llegar a Santiago.
La compra de seis residencias, la adquisición de un auto BMW 740 blindado, diversas camionetas, y el pago por mesas de billar revelaron las pautas del traslado.
Y sí, Amado Carrillo Fuentes, el líder del cártel de Juárez, estaba por cambiar de país. La mudanza se frustró, ya que la trama se reveló y el capo moriría tiempo después, pero no el ánimo de expansión.
Desde hace algunos años el Cártel de Sinaloa está empeñado en establecer franquicias en Europa. En 2009 un pariente de Joaquín “El Chapo” Guzmán fue detenido en España.
Han ido elevando las apuestas, y por eso cada vez hay más hechos relacionados con su presencia.
La compra de inmuebles y autos de lujo en Madrid, realizada por un grupo de sinaloenses, hizo sonar las alarmas de la Policía Nacional de España. Transcurría el año 2020.
Los delincuentes habían introducido oro, el equivalente a 10 millones de euros y tenían una red de empresas y relaciones en Suiza, Portugal y Colombia, que les permitía el traslado de capitales.
Por eso también llamaron la atención del Servicio de Vigilancia Aduanera.
Acostumbrados a la ostentación, desplegaron una estrategia de compra de protección e inclusive llegaron a producir marihuana en la provincia de Guadalajara. Contaban con invernaderos de 4 mil metros y la droga era envasada al vacío para ser colocada en compartimentos especiales de muebles, que eran la fachada para su distribución.
En junio de 2022, la Policía Nacional realizó un operativo, implementado por 200 agentes, en el que resultaron detenidas 24 personas, se localizó un laboratorio de cocaína, en el que se estaban procesado 37 kilogramos.
Se incautaron 100 mil euros, cuatro viviendas, valuadas en siete millones de euros y 17 automóviles.
El 5 de agosto de este año, se encontró el cadáver de un ciudadano italiano en la zona boscosa de Botarell, en Tarragona.
Era el desenlace de un secuestro en el que los perpetradores habían exigido 240 mil euros y obtenido 32 mil dólares en criptomonedas.
Los investigadores de la Policía Nacional y de los Mossos d’ Escuadra supusieron, y con razón, que se trataba de un asunto de mucho mayor envergadura y lograron desmantelar a una célula del Cártel de Sinaloa que operaba entre Barcelona y el Maresme.
El golpe es fuerte, porque se capturó a 14 implicados, la mayoría mexicanos que trabajaban en una red de tráfico internacional de drogas, lavado de dinero, secuestros y asesinatos.
Los bandidos se dedicaban a la venta de metanfetaminas, que se enviaba desde México a Cataluña, impregnada en prendas de vestir, que luego eran tratadas químicamente para desprender y rescatar la sustancia.
La Policía Nacional de España no se refirió a colaboración internacional en la operación, por lo que es factible que las autoridades mexicanas no estuvieran enteradas.
Acaso una consecuencia del absurdo distanciamiento, producto de exigencias fuera de lugar y en el plano histórico, en lugar de concentrarse en la urgencia del presente.
El Cártel de Sinaloa no sólo tiene bajo una violencia constante al estado que lleva su nombre, sino que avanza en Europa ante la estupefacción de las policías españolas.
Las más recientes detenciones deberían abrir la oportunidad de establecer una coordinación específica que permita cortar con otra de las fuentes de financiamiento criminal.
Esto abonaría, de igual manera, en romper con la narrativa que apunta a una “mexicanización” de la violencia, en la propia Barcelona, pero también en Marsella, en Francia, donde los ministros del Interior, Bruno Retailleau, y de Justicia, Didier Migaud, lo han señalado con todas sus letras.
@jandradej