CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– Desde hace meses, años inclusive, expertos alertaron sobre los prejuicios que se anidaron en la idea de una Nueva Escuela Mexicana (NEM).
Los Libros de Texto Gratuito (LTG) son solo un eslabón, y ni siquiera el más relevante, de un proyecto que terminará por afectar a generaciones de pequeños estudiantes de niveles básicos.
Marx Arriaga, el director de publicaciones y materiales educativos, es el responsable de este despropósito que, entre otras cosas, relega al método científico para equipararlo a los saberes comunitarios.
El propósito es acercar a los niños a una idea más cercana a lo comunitario, pero alejándolos de materias que estructuran el conocimiento riguroso, como son las matemáticas, la historia y, por supuesto, las ciencias.
Los impulsores de la NEM sostienen que se está dando paso a programas que hagan el énfasis en la solución de problemas complejos, sin la etiquetación de disciplinas específicas. Por eso en Nuestros Saberes, puede caber todo o nada.
Ese debiera ser el centro de la discusión, como han propuesto expertos como Gilberto Guevara Niebla, quien fungió como subsecretario de Educación al arranque de la actual administración, pero renunció pronto, alarmado por la corriente oscurantista que avanzaba.
Arriaga tiene un poder que no se justifica en su posición en el organigrama, sino en el aliento y apoyo que le dan desde Palacio Nacional. Les vendió la idea de que propiciaría una revolución de las conciencias y, por lo visto, le creyeron.
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Arriaga es un provocador y sabe que su poder aumentará en la medida en que lo ataquen los sectores más conservadores. Es una suerte de profecía autocumplida, que sostiene que la derecha mexicana está unida y dispuesta a combatir cualquier mejora educativa y, sobre todo, la que tiene que ver con cuestiones de género y de enfoque social.
Por eso Arriaga retó a sus críticos radicales, –no a los que sí saben de educación, porque ahí perdería—colocando en su Twitter una imagen de Genaro Vázquez, el líder guerrillero, en un desplante fuera de contexto.
Aunque tampoco hay que perder de vista las reacciones histéricas que califican a los LTG como una compilación de ideología comunista. Nada más alejado de la realidad.
Sería bueno que quienes ven en los LTG una conspiración del viejo comunismo la mostraran con hechos concretos. No hay que confundirse, las letanías chafas de la 4T son otra cosa, delirantes, contrarias a la lógica, pero no comunistas.
Los materiales, por lo demás, no adoctrinarán a nadie, porque no pueden hacerlo y porque tampoco tienen esa dimensión intelectual, más producto de teorías complotistas que de realidades específicas.
La NEM es uno de los brazos del populismo conservador, pero no de una ideología que quedó sepultada después de la caída del Muro de Berlín y de la que ahora solo existen propuestas testimoniales.
Pero, además, la educación en los países del socialismo real fue bastante rigurosa en sus aspectos técnicos y aún científicos.
Los LTG tienen errores, muchos de ellos derivados de la ausencia de las consultas que mandata la ley. Otros más son producto del descuido editorial, explicable porque en la 4T quieren hacer todo barato, sin ocuparse de mínimos niveles de calidad.
Pero tampoco es que sea un hecho insólito ni único en el planeta, todo libro y más los educativos son perfectibles.
La explicación de lo que está ocurriendo es que los hicieron en lo oscurito y ahora enfrentan justo ese problema, donde la propia CNTE ya los descalificó.
De igual forma, es absurdo el esparcir información poco rigurosa o falsa sobre su supuesto contenido. No todo está mal en ellos, y eso se comprueba al revisarlos con cierto cuidado.
Insisto, la discusión debiera ser sobre la escuela pública que México requiere para los próximos años, donde resulta evidente que la buena preparación será uno de los soportes para enfrentar, de modo adecuado, los desafíos de un mundo cambiante.
En efecto, la SEP es otra de las zonas de desastre que ha dejado la 4T y cuyos efectos aún no se padecen en toda su dimensión.
De lo que sí dan cuenta los LTG, por cierto, es del afán de los gobiernos, los de ahora y los de antes, para dejar su huella, aunque eso, por regla general, termine convirtiéndose en un bumerán.
@jandradej
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