En los vuelos de la muerte participaban elementos del Ejército, que vestían de civil y se transportaban en vehículos particulares. Análisis de Julián Andrade.
CONFIDENTE EMEEQUIS
EMEEQUIS.– El general Francisco Quirós Hermosillo tenía un humor tenebroso. Encargado de los vuelos de la muerte, que salían de la base militar de Pie de la Cuesta en Acapulco, Guerrero, pedía que a los detenidos se les “tomara la foto del recuerdo”, momentos antes de que se les disparara en la nuca con una pistola .380.
La operación tenía el objetivo de arrojar cuerpos al mar, procedimiento que se efectuó entre 1975 y 1981.
En la misión participaban elementos del Ejército, que vestían de civil y se transportaban en vehículos particulares.
En estas tareas, Quirós Hermosillo era auxiliado por otro general, Mario Arturo Acosta Chaparro, quien, por cierto, llegó a ser jefe de la policía en Guerrero, durante el gobierno de Rubén Figueroa.
Las imágenes eran captadas en la entrada de una construcción de cemento y techo de lámina a la que le llamaban El Bungalow.
Los nombres de los detenidos, que estaban ya en el limbo de los desaparecidos, eran registrados en un libro que estaba bajo custodia de un capitán que reportaba directamente con el general Quirós Hermosillo.
Algunos de los documentos que dan pistas sobre esta historia se conocieron por la investigación que el propio Ejército realizó contra los generales Quirós Hermosillo y Acosta Chaparro por delitos relacionados con el narcotráfico.
Otra parte de la documentación, 13 tomos y 8 mil 703 fojas permanecen en carácter reservado, aunque ya se había notificado al Mecanismo de Esclarecimiento Histórico (MEH) que se les proporcionaría e inclusive así se hizo con mil 140 fojas, aunque testadas.
En un mes, entre el 22 de enero y el 27 de febrero de este año, algo cambió y está relacionado con la irrupción de la Fiscalía General de la República (FGR) en el asunto.
Luego de diversas demoras, la Unidad de Transparencia de la Secretaría de la Defensa notificó al MEH que ya no sería posible entregar los documentos, porque la FGR había solicitado una copia certificada para incluirlo en la averiguación SIEDF/CGI/334/07 y que por ello se tenía que considerar como reservados.
El MEH ya presentó las inconformidades respectivas ante el INAI y estas se encuentran en estudio para que se tome una decisión definitiva al respecto.
Para el MEH es importante contar con ese acervo, ya que tienen un mandato específico para dar luz a uno de los periodos más oscuros de la historia del país.
Las resistencias para que se conozca la verdad a cabalidad son múltiples, y acaso tienen que ver con complicidades de antaño, pero que mantienen una vigencia inquietante.
Los vuelos de la muerte son uno de los aspectos más siniestros de la Guerra Sucia, ya que implicaron un mecanismo desaparición de cadáveres desde una base aérea del propio Ejército, para el que se utilizaban dos aeronaves IAI Arava.
Se calcula que entre 1975 y 1981 se realizaron cuando menos 200 vuelos y 30 de ellos con la finalidad de borrar huellas sobre ejecuciones extrajudiciales.
La tripulación consistía en dos pilotos, un mecánico y tres policías militares, para trasladar en promedio cinco cuerpos, que serían arrojados al mar a unos 230 kilómetros de la costa. Los cadáveres eran envueltos en lonas y cargados de piedras para que no flotaran.
El Centro Prodh y la Oficina de Investigaciones Visuales (Situ), hicieron una reconstrucción de estos hechos. Un trabajo excepcional en su calidad, ya que, por medio de fotografías de un satélite espía de los Estados Unidos, se pudieron obtener imágenes de la época, de 1975, que permitieron conocer la disposición de las construcciones en la base militar.
Pero nada de ello habría sido posible sin el tesón y compromiso de la familia de Alicia de los Ríos, quien fue detenida en la Ciudad de México en enero de 1978, conducida al Campo Militar Uno y posteriormente a Pie de la Cuesta. La desaparición forzada de De los Ríos es una de las más emblemáticas, por los testimonios que existen de que estuvo con vida en instalaciones militares.
LAS VÍSPERAS DEL 2024
El exministro Arturo Zaldívar tiene una pensión mensual de 192 mil pesos, a la que, por supuesto, tiene derecho, pero es curioso que sea un entusiasta apoyador de la destrucción del Poder Judicial. Por lo pronto, sobre la coherencia o no, en lo que respecta a la austeridad republicana que pregonan en Morena, donde todo ven como privilegio, Zaldívar tendrá que aclararlo, como instruyó su jefa, la candidata Claudia Sheinbaum, nada menos.
@jandradej